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Mi cuento de hadas por JuneProductions

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Notas del capitulo:

Amane: Hemos encontrado un momento pero perfecto en donde nadie nos pudo quitar el computador (sí, no es nuestro xD)
Maname: Hemos aprovechado para venir y actualizar
Amane: No estamos muertas, andabamos ocupadas :D
Maname: lo sentimos mucho! De verdad
Amane: solo estamos algo imposibilitadas ultimamente
Maname: apenas volvamos a tener computador propio
Amane: regularisaremos las actualizaciones..
Maname: Bueno! ^^ adelante con el capitulo!

—Papá… ¿Estás enojado conmigo…?

—Claro que no. ¿Por qué lo estaría?

—Bueno…me gustan las mujeres ¿Te molesta?

—Sí. La verdad es que si.

—…

—Pero eres mi hija y si es así…entonces que así sea. Solo…quiero que seas feliz hija mía.

—Sí papá. Muy feliz. Yo…yo buscaré a mi princesa y seré feliz.

—Como siempre: Andas con la cabeza en las nubes. En un cuento de hadas.

—Yo escribo cuentos de hadas. ¿Por qué no hacer de mi vida uno?

—Cierto. Me parece bien. Hazme un favor Daniela, hija mía.

— ¿Qué cosa?

—Nunca cambies. ¿Sí? Dedícate a buscar a esa princesa y olvídate de lo demás. Se feliz hija mía, se feliz.

 

 

Sí papá...lo haré…--Creo que acabo de hablar dormida. ¿O fue mi idea?

Voy abriendo mis ojos de a poco, recordando con lentitud donde me encontraba. Ya íbamos de vuelta a casa. Yo me había quedado dormida en el auto, tuve un sueño que a estar alturas no recuerdo. Tenía la boca entre abierta y comencé a sentir la saliva que me caía por un costado. Perfecto, lo que necesitaba. Me limpie con la mano y me rasqué un ojo. Miré hacía todos lados y vi a mi pequeña dulce princesa mirándome divertida. De seguro me vio, de seguro me escuchó y de seguro se estuvo riendo mientras yo dormía. Suspiré pesadamente, aun con sueño, y reí un poco para ella. Ella rió conmigo y volvimos nuestra vista al frente. Aun quedaba mucho para llegar a Santiago. Yo ya estaba cansadísima, y eso que ni me he movido. Aunque los viajes cansan, son así: Cansadores y ni te mueves.

Creo que se me estaban durmiendo las piernas…

—No siento las piernas—O bueno sí, pero un cosquilleo solamente.

Mi hermana me miró girando su cabeza un poco, pero no me dijo nada. Quizás ella estaba peor que yo y me estaba juzgando por reclamar. O quizás no y solo se burlaba en silencio de mí…o solo estoy exagerando y ella está simplemente cansada.

—No pienso detenerme hasta llegar a Santiago.

Dorian lo dijo solo para que me molestara, lo sé. Aunque hablaba en serio: No pensaba detenerse.

Suspiré e hice mi espalda al respaldo de los asientos. Elisabeth me miró unos momentos y me dibujó una pequeña sonrisa. ¿Quizás se encontraba igual? De repente comenzaba a sentirme como esos niños pequeños que no dejan de fastidiar cuando se aburren en el viaje. Podía hacer lo mismo. Volví a hacerme hacia adelante y alcancé la radio del auto, encendiéndola obviamente. Aquí por donde andábamos no llegaba señal alguna, me resigné y la apagué. Volví a recargarme hacía atrás e intenté mover un poco las piernas, pero era casi imposible.

Tomé mi guitarra, la que estaba en la parte de atrás, con cuidado y la llevé hacía adelante, procurando no golpear a mi princesa. Rasgué un poco las cuerdas un rato, hasta que se me vino una idea a la cabeza.

—Dorian, te hago una apuesta.

—No—Me respondió secamente.

— ¿Por qué no?

—Porque de seguro harás trampa.

—Por supuesto que no. Es fácil.

Dorian me miró unos momentos y luego volvió su vista al frente.

— ¿De qué trata?

Al menos logré capturarle la atención y curiosidad.

—Tocaré una canción. Una que de seguro debes saberte de memoria. Con la dificultad de que está en guitarra y no en piano, como la balada original, pero no te cantaré la letra. Tienes que adivinar qué canción es, solo el nombre.

—Y se supone que conozco esa canción. ¿No?

—Así es

Al menos ya le convencí, pero aun no parecía querer aceptar. Su pausa de silencio me lo confirmó.

—Y… ¿Qué gano yo con todo esto?

—Bueno. Yo no molestaré en todo el viaje si ganas.

—Razonable—Hizo un asentimiento de cabeza— ¿Y si ganas tú?

—Detienes el puto auto para que estiremos las piernas un rato.

Guardó unos momentos de silencio. Quizás pensaba en sus posibilidades y todas esas cosas. Debió aceptar de inmediato, la que más riesgos corre soy yo porque es una canción que conoce de memoria y mi hermana no ha permitido que la olvide.

—Bien entonces. Acepto la apuesta.

Sonreí ampliamente. Mi pequeña dulce princesa me miró unos momentos, curiosa y extrañada, y luego me sonrió. Llevó sus manos a su vientre unos momentos y cerró sus ojos, exhalando suavemente. Me quedé viéndole yo ahora durante unos momentos y luego me concentré en la apuesta, la guitarra. Solo había una posibilidad de que gane y esa es que incluso Nancy sea incapaz de reconocer la canción.

—Bien. Comienzo entonces.

Intenté hacer memoria de las notas, me costó mucho sacar esta canción en guitarra, quise sacarla por mi misma y no siempre hago eso. No suelo estar muy acostumbrada a ello. Tarareé un poco la canción para no perder el ritmo y el tiempo. Miré a Elisabeth unos momentos y sonreí para mí. Creo que ahora me molesta en la lengua del alma decirte “Lily”. Suspiré y seguí tocando, comenzando a cantar mentalmente la letra para dejar de perder el ritmo y porque quería cantársela a mi princesa, aunque esta nunca se enterara.

—“My love, there’s only you in my life. The only thing that’s bright…”

“My endless love”

Para el día de la boda Dorian y mi hermana cantaron esta canción. Aun recuerdo como si se hubieran olvidado del resto y se estuvieran cantando solamente el uno al otro, como si de repente solo existieran ellos dos. Esa fue la atmosfera que dieron. Algunos reían por lo bajo y no parecían darse cuenta. Los ojos de mi hermana brillaban con cada palabra que ella cantaba, o que Dorian le cantaba a ella. Si no reconocen la canción los golpeo a ambos al llegar a Santiago.

“And I, I want to share all my love with you. No one else will do…”

En mi cabeza aun pasaba la letra de la canción. De vez en vez le dirigía discretas miradas a mi princesa, no sé si lo notó, pero aunque fuera así dudo que conozca la canción. Nancy pareció reaccionar y me miró hacia atrás. Me sonrió en grande y sus ojos parecieron brillar y llorar por los hermosos recuerdos. Bueno, ella ya pareció reconocer la canción, ahora me faltaba Dorian. Cuando iba ya casi a mitad de canción comenzó a hacerse hacía la orilla del camino, desacelerando. Mi hermana y yo nos le quedamos mirando y yo seguía tocando, queríamos ver que tramaba. Se detuvo, decidió por si mismo detenerse. Frenó el auto, apagó el motor, se quitó su cinturón de seguridad y salió rápidamente del auto. Nancy le miró furioso al entender qué había sucedido: Dorian se dio cuenta de que Nancy reconoció la canción, pero él era incapaz. Está huyendo.

— ¡MY ENDLESS LOVE! ¡¡La canción que ambos cantamos en nuestra boda!!—Le gritó mi hermana más que furiosa y saliendo del auto para ir en su búsqueda— ¡Vuelve aquí hijo de puta! ¡No huyas cobarde!

Nancy salió tras Dorian, persiguiéndole mientras daban vueltas.  A juzgar por cómo corrían, ambos venían también con sus piernas entumecidas, con la diferencia de que a mi hermana no parecía importarle, pues corría con mayor agilidad que Dorian, quien estaba a punto de caer. Sus pasos eran torpes. Yo comencé a reír sin parar mientras les miraba. Dejé mi guitarra en el asiento y abrí la puerta del auto, sin parar de reír. Bajé del auto y me estiré un poco, ahora la sangre volvía a mis piernas. Me daban cosquilleos que me subían por la espalda, es horrible.

Suspiré con fuerza y me quedé ahí de pie, con mis manos en mi cadera y viendo el campo que se extendía a lo lejos hacía allá. Se veía lindo. Sentí sonar las cuerdas de mi guitarra e inmediatamente volteé a ver qué pasó. Elisabeth me miró algo asustada, le había pillado con sus dedos sobre las cuerdas de mi guitarra. Ladeé un poco mi cabeza y ella ruborizó. No hagas eso, que voy por ti. Apartó las manos y bajó su vista a sus manos, las cuales apoyó en sus piernas. Jugaba nerviosa con sus manos. ¡Dios! Estaba que me abalanzaba sobre ella. Volví a enderezarme, necesitaba calmarme. De repente me sentí como una bestia con aquel pensamiento. Luego volví a inclinarme para ver hacía dentro del auto y le sonreí a mi princesa.

— ¿Qué pasó que enrojeciste tan de golpe?

—Lo siento…no quería hacer nada malo, de verdad—Me miró con ojos tiernos e inocentes, temerosos por pensar que de verdad había hecho algo malo.

—Ah…--Guardé silencio. Me siento una pervertida, realmente una pervertida con el comentario fugaz que iba a decir. Alguien que me ayude por favor. Necesito de un psicólogo, urgente—No hay problema—Dije de mi larga pausa— ¿Querías la guitarra?

Ella asintió tímidamente con su cabeza, ya sin mirarme y apretando sus labios un poco. Aun tenía sus mejillas sonrosadas.

—Me gustas…cuando tocas y…quería intentarlo yo—Hizo una pausa y ahí recién me miró—No, la verdad no. Me gusta escuchar cómo la gente toca instrumentos, pero a mí no me gusta tomarlos…solo me gusta oír como suenan…

Sonreí, sin decirle nada por unos momentos sonreí. Tomé mi guitarra y volví a sentarme, casi a la orilla del asiento. La idea era estirar las piernas un poco.

—Entonces…tocaré algo para ti.

Pensé unos momentos qué canción podía tocarle. Sus dulces ojos grises me miraron atenta, se abrieron y brillaron como si de la plata misma se tratase. Me quedé hipnotizada en aquellos ojos unos momentos, suspiré y suavicé mi expresión. Comencé a tocar, miraba las cuerdas y luego subía mi vista a ella.

The other night dear, as I lay sleeping. I dreamed I held you in my arms, but I awoke, dear, I was mistaken. So I hung my head and I cry.

    >>You are my sunshine, my only sunshine. You make me happy when skies are gray. You’ll never know dear, how much I love you. Please don’t take my sunshine away.

  >> I’ll always love you and make you happy, if you will only say the same. But if you leave me and love another, you’ll regret it all someday.

  >>You are my sunshine, my only sunshine. You make me happy when skies are gray. You’ll never know dear, how much I love you. Please don’t take my sunshine away…

Fruncía mis labios entre alguna pausas que yo misma hacía, mientras cantaba estaba algo pensativa. O quizás no era que estaba pensativa, sino que me sentí sola por un momento. Que estaba cantando sola y a nadie. Me centré en las cuerdas de mi guitarra. Ya no levanté más mi vista y creo que borré mi sonrisa. Algo me dijo que volviera a levantar mi vista, porque estaba completamente metida en mi cabeza, donde ya no había nadie. Algo brillaba, quizás la luz que se colaba por la ventana del auto, pero brillaba. Mi mirada dio con unos hermosos ojos plateados, los cuales lentamente se movieron hacía mis ojos. Fue cuando regresé a tierra y recordé que no estaba sola y que le cantaba a alguien. Volví a sonreír, quizás más enamorada que contenta, y terminé la canción.

You are my sunshine, my only sunshine. You make me happy when skies are gray. You’ll never know dear, how much I love you. Please don’t take my sunshine away…

La última parte la canté con más alegría, con más energía, con más amor. Elisabeth comenzó a aplaudirme cuando por fin terminé, pero no hacía comentario alguno. Entendió la canción, no es muy difícil, pero creo que no sabe de quién es.

—Johnny Cash, baby.

Reímos juntas y ella asintió con la cabeza al entender. Me alegra verla así, de esa manera: Feliz, alegre. Riendo, pero riendo de verdad. Sonriendo de verdad.

Nos sostuvimos las miradas largo rato en silencio, fue un momento en donde nuestras miradas se cruzaron y luego no la pudimos quitar. Ambas hablábamos en silencio, pensando. Ninguna de las dos pronunciaba palabra alguna. Ahora es cuando me pregunto: ¿Qué estarás pensando? ¿Qué ideas pasan, ahora, por tu cabeza mi princesa?

Sentimos las voces de Dorian y de mi hermana acercándose. Quizás que tan lejos se habían ido. Nancy venía sobre la espalda de Dorian, mientras éste le cargaba y reían juntos. Disfrutaban como si tuvieran dieciséis. Dorian dio un par de vueltas, Nancy le gritaba y se reía. La rabia parecía habérsele pasado. Bueno, no es como si fuese a estar todo el día molesta tampoco. Me alegra verles así. Nancy se bajó de la espalda de Dorian y quedaron frente a frente mientras pasaban la agitación y las risas bajaban un poco. De repente sentí que estábamos molestando con mi princesa. Le hice una seña para que saliera, silenciosamente, por el otro lado del auto y yo le seguí. Bueno, nada de malo tenía ir a caminar por ahí un rato.

 

°/°/°/°

 

Por fin ¡Por fin llegamos a casa!

Me encargué de subir mi bolso y el de mi princesa para ir directo a nuestro apartamento…

Nuestro. Eso suena hermoso…

Abrí la puerta y lo primero que me recibe es el suave aire que aquí estuvo encerrado mientras no estuvimos. Se sentía bien volver. Dejé los bolsos por donde primero cayeron y guardé mis llaves en mi bolsillo. Fui directo a abrir las ventanas para que circulara el aire. Las cortinas se agitaron suavemente, extrañaba eso que hacían. Volteé a mirar a mi princesa, quien aun no se movía del marco de la puerta, y ella me estaba mirando a mí. Se sonrosó al verse descubierta y desvió la vista, tomó su bolso y se lo llevó a la habitación. Siento que estaba actuando extraño el día de hoy. ¿Le habrá ocurrido algo en la casa de mis padres?... ¡¿Tendrá que ver, acaso, con lo que la Andreita le dijo?!

Entré en pánico por la idea, pero mi princesa me había dicho, brevemente, lo que le había dicho. Entonces ¿De qué me aterro entonces?

Respiré algo más aliviada y cerré la puerta, tomé mi bolso y me dirigí a la habitación. Mi princesa se veía algo pensativa, pero muy concentrada. Estaba inmóvil mirando por la ventana de mi habitación. Ladeé la cabeza y me mordí el labio inferior. Me estaba preocupando en serio. Hoy parecía tener la cabeza en las nubes, de verdad. Me quise aprovechar de los centímetros extra que le sacaba y me acerqué, puse mi mano en su frente y la incliné un poco hacía atrás para besarle la cabeza desde atrás, cosa que pareció sorprenderle bastante.

—Te he notado extraña hoy. ¿Te encuentras bien?

Mi tono de voz sonó tan suave y amable, mi gesto fue tan extraño. Es decir. Me sentí tan cómoda con ello, con el tono de voz que usé para hablarle y el gesto, aquel beso en su cabeza como si yo fuese su pareja o algo, me sentí tan cómoda con todo ello. Espero no haberle molestado.

— ¿Extraña? ¿En serio?—Sonaba algo sorprendida y extrañada con ello—Me siento bien, de verdad…

Aunque no sonaba muy segura de ello, me estaba diciendo la verdad. Lo estaba, lo sé. Y es que estaba pensativa. Algo le estaba rondando mucho por la cabeza, lo sé por sus gestos. Niega con la cabeza, junto a una suave sonrisa, todo junto a un suave tono de voz, casi un susurro, con el que me dice que no le pasa nada, que está bien. Quizás la que hizo mal la pregunta fui yo. La formulé mal quizás.

Se dio media vuelta y quedamos frente a frente. En un delicado movimiento llevó ambas manos suyas a mi cabeza, enredando sus dedos en mi cabello, ese que ya no tiene caso de arreglo, y con la yema de sus dedos comenzó a deslizarse lentamente. Era como si estuviera buscando algo en mi cabeza. ¿Alguna marca? No sé, la verdad no sé qué buscaba, pero la dejé. No quitábamos los ojos de la otra, como si yo intentara descifrar en sus ojos lo que quería y ella buscara algún tipo de respuesta en mis ojos. Una reacción quizás. Cerré mis ojos unos momentos, sus dedos pasaban tan suavemente y aun así había una zona que me estaba doliendo. Era como si presionara en vez de ser tan delicada. Llevé mis manos a sus brazos, casi a la altura de sus muñecas, como si quisiera apartar sus manos, pero aguardé antes de hacerlo. No quería apartarla.

—Mgh…

Abrí mis ojos ante aquel ruido que hizo. La sorpresa me invadió de golpe, de una forma algo inesperada. No esperaba aquel sonido, no de ella y menos que sonara…no sé… ¡Tan orgásmico! ¡Maldita sea! Ella está poniendo a prueba todo mi maldito autocontrol. ¡No tengo! ¡Soy impulsiva! ¡¿Cómo demonios debo explicárselo?!

Me quedé mirándole con mis ojos bien abierto. La cálida plata se mantenía así, mientras el chocolate se iba derritiendo sobre esta. Era su plateada mirada contra mis ojos chocolate. Ninguna de las dos hacía gesto alguno, pero ella seguía moviendo sus dedos. Aunque esta vez era una zona en específico, como si hubiera encontrado lo que quería. Me impresiona que pueda sentir detalles, porque yo también he pasado mis manos por mi cabeza y nunca he sentido nada. Cerré mis ojos, bajando mi cabeza y aparté sus manos. Lo hice con total delicadeza y me separé de ella, me aparté y fui al baño. Ahí me encerré unos momentos.

Llevé mis manos a mi cara, algo atacada con lo que sucedió. No, no atacada. Quizás sorprendida… ¡No sé! No sé cómo me siento, qué pasó conmigo tan de repente. No sé. No sé y no sé qué hacer. Como actuar en estos momentos. No sé. Sentí lágrimas caer de mis ojos ¿Tristeza? No…no era pena, no era tristeza. Era una inquietud que me estaba presionando el pecho y me hacía llorar. Eso era, tal vez, eso era. Inquietud. No sé, no…no sé qué es. No sé qué nombre darle en estos momentos. No sé. Comienzo a llorar, sin siquiera saber la razón comienzo a llorar. Intento hacerlo lo más silenciosamente posible, pero comienzo a llorar. No quería alarmar a mi princesa, al menos eso lo sabía. ¿Qué demonios acaba de pasar conmigo? ¿Qué es todo esto que siento de repente?

 

°/°/°/°

 

Me encontraba en la pequeña terraza de mi departamento, cubriéndome con una frazada pequeña que suelo usar en estas ocasiones. La madrugada estaba algo fría y aun no se veía rastros de sol. El cielo, eso sí, ya estaba iluminándose. Veía a esos autos madrugadores pasar abajo, en las calles, y a la gente que se despierta muy temprano para llegar a tiempo a sus lugares de trabajo. Y yo aquí como idiota, disfrutando de mis nuevas “vacaciones indefinidas”. Reí un poco. Me despidieron. No duré nada en aquel trabajo.

Aunque sigo diciendo que aquel hombre se lo tenía bien merecido. Se la pasaba molestando a las trabajadoras del hotel y eso que era un cliente. Viejo pervertido. A él se le ocurrió tocarme, yo solo me defendí. Aunque creo que me excedí un poco con el puñetazo en la nariz y la patada en las costillas…pero ¿Ya qué? Ni quería ese trabajo. Eso fue ya hace un par de días, aun nadie lo ha notado. Pero…ahora que lo pienso, no se lo he dicho a Nancy, mi hermana. Algo me dice que no será bueno y que ella me devolverá el golpe, con el doble de fuerza. Creo que ha llegado el momento de comenzar a escribir mi testamento…

Vuelvo a reír suavemente. Mi princesa aun dormía, mi pequeña aun dormía y no la quería despertar. Me perdí unos momentos en mis pensamientos, sumergiéndome en aquellos que aun no son de nadie. Cerré mis ojos por unos segundos, no era sueño, era reflexión. Un momento de silencio perfecto, en donde solo me acompañaban los autos. Sentí a alguien acercándoseme por la espalda, era tanto el silencio que había formado conmigo misma que podía sentir al piso crujir. La única persona que podía ser era Elisabeth, mi pequeña dulce princesa. No me moví y seguí con mis ojos cerrados. Creó que se situó a un lado mío, agachándose. Acercó una de sus manos a mi cabeza, igual que hace unos días atrás, lo hizo con gracia en su movimiento, con sutileza. Nuevamente no la quise detener. Apenas y tocó, por sobre mi cabello, aquella zona donde me dolía a horrores cuando me tocaban y nunca antes me había dado cuenta. Apartó un poco de mi cabeza con su mano, enredándolo en sus dedos y pasó su pulgar antes de acercarse ella. Me besó suavemente en esa zona de mi cabeza, me dolió un poco he de admitir, pero casi ni sentí el dolor. Luego se apartó y yo abrí mis ojos para verle, mas no le dije nada.

—Lo siento… ¿Te desperté?

Me habló casi en susurros, como si no quisiera perturbar el silencio que había en el momento. Yo solo le sonreí con una expresión algo somnolienta.

—No, no te preocupes. No estaba durmiendo.

Me sonrió y bajó su mirada unos momentos. Me quedé mirándole y extendí uno de mis brazos, abriendo la frazada con la que estaba envuelta como gusano. Me quedó mirando algo extrañada y yo le hice una seña con mi cabeza.

—Ven.

Le dije y ella se acercó. Apoyó su cabeza a la altura de mi hombro, haciéndose contra mí, nos acomodamos y le cubrí, como pude, con la frazada. Me quedé mirando a un punto en la nada de nuevo y guardamos el silencio. Nos agradaba. He notado eso, que nos encantaba mantener el silencio entre nosotras. Las palabras nos sobran, pero aun así preferimos mantener el silencio cuando es completamente cómodo. Miré a las pocas personas que circulaban a esta hora por la calle. Pensé en aquellos jóvenes enamorados, en aquellos incapaces de saborear lo dulce de un silencio con la persona amada, pero también pensé en aquellos que sí. Esos que son capaces de estar horas sin hablar, apreciando tan solo la presencia del otro, de aquellos que no necesitan palabras para estar con su pareja o con quien quieren. Sonreí suavemente ante mis ideas. Llevé mi mano al cabello de mi princesa, ese hermoso y laceo, y enredé mis dedos en el, deslizándolo un par de veces, era muy sencillo hacerlo, y luego le acaricie con cariño y amor. No sé si le estaba molestando con ello, pero no parecía decirme nada. Tampoco sé si se ha quedado dormida o no.

—Mi pequeña y dulce princesa Eli…

Eso lo susurré pensando en voz alta. Ahora es cuando comienzo a pedir para que esté dormida.

— ¿Ah? Dígame mi rey.

Levantó la vista hacia mí, lo sé porque la sentí girar la cabeza para verme. Yo también le miré. Nuevamente guardamos total silencio y nos miramos.

—Lo…lo siento—Dije yo. No arrepentida por haberlo dicho, sino algo avergonzada y preocupada por pensar que le molestaría.

—Ah, no…yo lo siento. Responder a ese llamado—Volvió su cabeza en la posición como estaba—Que…infantil de mi parte.

Fruncí el ceño algo molesta por lo que dijo. No entiendo. ¿Qué tiene de malo ser infantil de vez en cuando? ¿Qué tiene de malo sentirse niño de nuevo? ¿Acaso tiene algo que ver con madurez? ¿Con la imagen de uno? ¡Qué absurdas ideas! Nunca he entendido esa parte de la sociedad. ¿Desde cuándo su edad les dice como deben comportarse? Es aburrido, simplemente aburrido.

—No, no. No digas eso. No es infantil. Nada en ti lo es…está bien, está bien. De verdad—Le dije yo, intentando calmar la ira creciente en mí.

—Pero…respondiéndote de esa manera tan tonta, tan infantil…

—No ¡No! De verdad. De verdad que está bien. Puedes responderme como se te dé la jodida gana. No me va a molestar, no te voy a juzgar tampoco—Conmigo…--Conmigo puedes ser tan infantil y tonta como desees. De verdad, porque yo también lo soy.

Volvió a levantar su vista hacía mí. Yo apreté los labios al verla clavar su mirada en mí. Luego rió, una suave risa que nunca se formó.

—Está bien…pero igual…es solo que mi padre…solía decirme así. Creo que solo te he respondido por inercia.

Sus ojos parecieron brillar al contener las lágrimas y volvió a bajar su mirada, para que no le viera llorar de seguro. La estreché un poco más contra mí.

— ¿De verdad?

—Sí…

Asintió con su cabeza al responderme y se notó que su voz tembló. De seguro la garganta se le anudaba y sentía deseos de querer llorar.

—Pues…entonces llora si quieres.

— ¿Qué?—Levantó su vista de nuevo hacía mí, algo sorprendida, y con sus ojitos goteando en un reprimido llanto.

—Eso…que llores si quieres—Señalé a mi hombro—Aquí estoy…para lo que necesites.

Me miró en el momento en que sus ojos comenzaban a llenarse más y más de lágrimas, cubrió su boca con su mano y se escondió en mí. Lloraba en silencio, casi no había ruido, pero le sentía mover los hombros, sentía sus lágrimas caer incluso. La abracé y no dije una palabra más. Nada de lo que dijera le ayudaría a pasar penas que de seguro tiene ahí atoradas en el pecho.

 

Estaré ahí
para ti
Cada vez que me necesites, mi amada…

Notas finales:

Amane: :'D esto es para todos aquellos que nos tuvieron paciencia y nos esperaron.
Maname: para aquellos que nos dejaron esos reviews, aun con nuestros meses de ausencia
Amane: Se los agradecemos en serio
Maname: ahora queremos pedir la misma paciencia de antes
Amane: No vamos a cortar le fic
Maname: No lo vamos a abandonar
Amane: es solo que >n< faltan recursos (?)
Maname: Intentaremos volver a encontrar una oportunidad como esta...pero creo que tardaremos
Amane: tenganos paciencia, porque
Maname: Esto no se acaba hasta que se acaba!


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