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Mi cuento de hadas por JuneProductions

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Notas del capitulo:

Amane: Bueno queridos lectores :3 aquí estamos nuevamente con un nuevo capitulo
Maname: veamos si ahora la semana de espera valió la pena
Amane: esperemos.. Bueno, es lunes y es temprano aquí..estamos en cama y por eso actualizamos a inicio de semana
Maname: nota importante...el capitulo 7 quedó sin titulo y no nos dimos cuenta
Amane: tengannos paciencia, no será la primera vez que nos pase
Maname: sin nada más que agregar! disfruten del capitulo ;3

Los recuerdos de la noche anterior, de mi sueño, aun rondan por mi cabeza. Al menos cuando Elisabeth aparece a un lado mío logro quitar esas ideas locas de mi cabeza, el sueño. Pero cuando se va, es como si mi cabeza me intentara de decir algo, pero aun no lo lograba entender por completo. Hasta ya me dieron las ganas de abrazar a mi querida Elisabeth cada vez que recuerdo ese loco sueño de mi infancia.

Que ganas me han dado de tomarte entre mis brazos, rodearte con ellos y estrecharte contra mi cuerpo. Acariciar tu corto y laceo cabello. Juntar mis labios con los tuyos. Que ganas tengo de ti en estos momentos...

º/º/º/º

 

—Te noto un poco rara—Me dijo mi hermana, sentándose a un lado mío en el sofá.

— ¿De verdad? Yo me siento igual que siempre—Le dije yo como sino me importara.

—Mírame a los ojos—Me pidió, o más bien, me ordenó.

—Dios, no me molestes. Estoy bien—Le dije volteando a mirarla algo molesta.

— ¿Pasó algo con Elisabeth?—Me preguntó mirándome como si estuviera analizando a uno de sus pacientes. Igual debí esperármelo, es Psicóloga.

—No—No con ella.

—Aun así estás rara por algo... O por alguien—Me dijo levantándose del sofá.

—Deja de analizar a la gente, no estás trabajando—Le reclamé levantándome también del sofá.

Iba a ir tras de Nancy, quien salió al patio, pero me detuve en el pasillo al escuchar a mi pequeña dulce princesa hablando por teléfono. Lo hubiera dejado pasar de no ser porque lucía algo preocupada, o estresada, o molesta. Como sea. El punto es que me quedé a escuchar.

—Sí mamá— ¿Su madre? ¿Estaba hablando con su madre?—No, mira ya te dije por qué no pude ir para estas fiestas. No, no me importa quienes querían verme, no quería ir...—Se escondía en la muralla del pasillo y acariciaba su vientre de vez en cuando y luego su cabeza, parece ser que esto no era nada fácil para ella—No trates esto como una obligación y no metas a mi padre en esto. Honra su santa memoria y deja de usarlo contra mí—Eso pareció enojarla bastante— ¿Ves? Es por eso mismo que no quería ir. Entiende, ya no me controlas—Ya no sé si debería quedarme a espiar o no—Yo iba por mi padre, no por ti. Por mí, tú nunca hubieras existido en mi vida—Esto se estaba saliendo de control—Porque soy mayor de edad y me cuido sola, por eso te hablo así. Ahora déjame en paz. Ya no fui y no pienso en ir éste año a la casa, no pienso en volver nunca más—Dijo casi en un grito de enfado colgando rápidamente el celular.

Apoyó su espalda contra la muralla, ocultó su rostro en sus manos y suspiró con fuerza. Yo no hallaba qué hacer. Quitó una de sus manos de su rostro y la llevó a su vientre, algo adolorida. Se estaba aguantando nuevamente las lágrimas. Se limpió los ojos. Dios, no lo podía soportar. No podía soportar verla así. Fui hasta donde ella y la abracé. Dejé que ocultara su rostro en mi pecho para que pudiera llorar en paz, mientras sus tibias lágrimas caían en mi piel descubierta. La estreché con mis brazos de la manera más dulce que encontré. Le quería hacer saber que estaba aquí. Le acaricié su corto y laceo cabello como forma de consuelo. A veces me pregunto ¿Cómo es que soporta tanto? La sentí sollozar con suavidad. Bajo. Reprimiendo todo. Quería hacerse la fuerte, pero no le estaba resultando. Quizás incluso intentaba convencerse de que era lo mejor y esa pelea significó algo bueno. No sé. Lo único que sé es que estaba llorando y yo no la quería ver llorar de nuevo. No soporto verla en éste estado. Justo cuando creí que había hecho un gran proceso ocurre esto.

— ¿Te encuentras mejor?—Le pregunté sin soltarla. Sus silenciosos sollozos se habían detenido, pero aun sentía las lágrimas caer.

—Sí, sí. Gracias—Me dijo intentando separarse de mí. La solté y me miró. Apretó sus labios e intentó sonreír, mientras aun aguantaba las lágrimas que aun estaban atoradas. Su carita se enrojeció y sus adorables ojitos también. Se limpió con la palma de sus manos las lágrimas de las mejillas—Parece que se nos va a hacer una costumbre que aparezcas cada vez que estoy mal—Me dijo con una sonrisa.

La miré un poco preocupada y me atreví a limpiarle las ultimas lágrimas con la yema de mi pulgar—Está bien, que se nos haga una costumbre entonces. Solo si eso significa que te puedo ayudar en algo—Le dije aun preocupada. Incluso era incapaz de sonreírle para que se sintiera mejor.

—Haz sido de mucha ayuda Daniela—Me dijo. Respiró profundo y cambió su cara—Ya estoy mejor y todo gracias a ti—Aun sonreía, pero yo aun no me lo creía.

—No tienes que forzarte. No me gusta que me mientas—Le dije yo acariciándole la mejilla— ¿Qué pasó?—Le pregunté.

Ella mantuvo su sonrisa, pero al parecer el nudo en su garganta se apretó y eso le causó más dolor—Mi madre me acaba de llamar. Me estaba regañando porque no me he aparecido por la casa y yo ya estoy cansada de eso. De ella la verdad. Aun se atreve a sacar la memoria de mi padre para controlarme y yo realmente me estoy cansando. Nunca fue la mejor madre del mundo, pero mi padre si lo fue conmigo, y creé que porque nombra a mi padre y lo que ella creé le hubiera gustado que yo hiciera iré corriendo a la casa. Tengo que hacerle entender que ella ya no me controla—Dijo llorando nuevamente y volviendo a ocultar su rostro en mi pecho. Yo no sabía que decirle, solo le volví a acariciar el cabello y la abracé con dulzura—No sabes la envidia que te tengo—Me susurró un poco más tranquila.

— ¿Por qué dices eso?—Le pregunté algo extrañada, pero curiosa de saber.

—Toda tu familia parece tan unida, pero unida de verdad. Están todos para uno siempre. Tu madre parece una buena mujer y tu padre también. Mientras que mi familia solo es un prototipo de familia perfecta y unida. El único miembro de mi familia que valía la pena ya falleció—Me respondió levantando su cabeza, pero sin dejar de abrazarme.

—Bueno...Si quieres, puedes pertenecer a mi familia—Le dije casi sin pensarlo. No, enserio ¿En qué pensaba?

— ¿Cómo dices?—Preguntó haciendo una mueca de extrañeza y sorpresa.

—Bueno, es decir... A mí hermana le encantaría tenerte como hermana, o a mi madre como hija. O a mí primo... No, él mejor no. Incluso a mí me gustaría tenerte en mi familia—Le respondí de la manera más honesta que encontré.

—Eres muy amable, Daniela...—Pareció pensar mucho en algo porque se tomó una gran pausa, para luego sonreírme—Sí, realmente me gustaría pertenecer a tu familia—Respondió como si fuera para ambas.

—Entonces está decidido. Desde hoy eres parte de mi familia y te quedaras a vivir conmigo para siempre—Le dije con una alegría inmensa. Al menos encontré la forma de tenerla a mi lado para siempre.

—Muy bien. Será divertido—Me dijo también contenta.

—Oigan ustedes dos—Nos llamó mi hermana encontrándose con nosotras en el pasillo— ¿Qué hacen aquí adentro y por qué no están afuera con la familia?—Nos preguntó para que fuéramos con los demás.

—Cierto, ahora soy parte de la familia—Dijo Lily separándose de mí y caminando en dirección a mi hermana.

— ¿Cómo?—Preguntó algo sorprendida mi hermana—Pero Daniela, primero tienes que pedir permiso—Me recordó.

—Quieres calmarte, pediré permiso esta noche—Le dije con una sonrisa aun de alegría.

— ¿Permiso para qué?—Preguntó Lily antes de salir.

—Pues...Para estar contigo, para ena...—Y antes de que pudiera seguir le tapé la boca.

—No tienes de que preocuparte, cualquier cosa con mi familia la arregló yo—Le dije a Lily. Ésta volteó y siguió su camino al patio aun algo extrañada, de seguro con mi comportamiento. Solté a mi hermana y me volteó a ver—Aun no le he dicho nada a Lily, lo único que le dije fue que si quería podía ser parte de esta familia—Le dije molesta.

— ¿Era eso?—Preguntó aliviada—Dios, y yo que pensé que cometiste una locura y te adelantaste a como debían ocurrir las cosas. Recuerda que primero debes pedir permiso—Me volvió a recordar.

—Esto es tan estúpido—Susurré para mí misma—No puede ser que tenga que pedir permiso para enamorar a alguien—Me quejé con mi hermana.

—Tú sabes perfectamente por qué es así—Me dijo y dio media vuelta—No tienes de que preocuparte, estaré ahí para ayudarte en lo que necesites—Me dijo y emprendió camino al patio.

Me quedé pensando en eso, parece ser que realmente somos una familia unida, pero aun me pregunto si ella actúa, ahora, así conmigo por lo que había ocurrido en el pasado. Es verdad, se me había olvidado. Mi hermana fue la única que no se tomó nada bien el que yo fuera homosexual, es decir, se peleo conmigo de una forma horrible y no me volvió a hablar durante un buen tiempo. Aun me pregunto que le habrá ocurrido. Son cosas que nunca me atreví a preguntarle, lo único que sé es que cuando llegó llorando a pedirme perdón por como me había tratado supe que algo había pasado. Pero siempre tuve miedo de preguntarle y abrir una vieja herida. Aun que me gusta esta nueva faceta suya, apoyándome en todo, en realidad me gusta. Es decir, es mejor que hacer todo esto sola, saber que tienes a alguien apoyándote es algo que realmente me gusta.

Deje de pensar en todo eso y me dirigí con los demás, estaba sola en el pasillo, estaban todos afuera. Estaban todos riendo como siempre, mis tíos con sus guitarras y yo con la mía. Siempre me agradó éste ambiente. Tan alegre y agradable en mi familia. Si hasta mi pequeña dulce princesa le cambiaba la cara cuando estaba reunida con mi familia. Eso es lo que me gusta de ella. Es por eso y por mucho más que la amo tanto.

º/º/º/º

Fui a tomarme un pequeño descanso a mi habitación. Las ventanas estaban abiertas y el viento corría fresco a esas horas. Me encontraba acostada en mi cama, mirando el techo, reflexionando un poco. Hay algo que mi cuerpo, que mi corazón extraña y aun no sé que es. Es como si quisiera llenar un vacio que quedó de mi pasado en éste lugar, pero aun no encuentro como. Llevo todo el día en eso, desde el sueño de anoche. ¿Debería significar algo importante? No lo creo. Es decir, es un sueño después de todo. Nada importante, aun que igual estoy preocupada. Toco mis labios con uno de mis dedos, palpando con suavidad. Realmente hay algo que extraño en esta vida y no solo es la sensación de tener a alguien contra mis brazos, o el roce de mis labios contra otra. No, es algo aun más importante, más grande que eso. Aun no logro descubrir de qué se trata. Respiro profundo. Inhalo con fuerza. Dejo a mis sentidos respirar. Necesito calmarme, dejar todo en calma y pensar bien. ¿Pero cómo? Aun no encuentro la respuesta. Cierro mis ojos un momento y los vuelvo a abrir. Sigo en mi habitación, pero hay algo distinto, es como si nunca la hubiera dejado, como si nunca me hubiera ido a la ciudad, se ve igual que en ese entonces. Sigo recostada en mi cama y el sol entra por la ventana. La brisa aun corre fresca. Hay alguien encima de mí, se levanta un poco y acerca su rostro al mío. Lleva una de sus manos a mi nariz y con su dedo índice dibuja el arco de mi nariz con una dulce y encantadora sonrisa. Debe ser uno de los recuerdos que guara éste lugar. Me sonríe con ternura y me besa dulcemente en los labios. No puedo distinguir bien de quien se trata, solo sé que pasó. Es un recuerdo que me da nostalgia. De años que pasaron y ya no están, pero que aun los siento en mí. Vuelvo a respirar profundo, a inhalar con fuerza y exhalar en un suspiro de cansancio. Cierro mis ojos nuevamente con calma y lentitud. Los vuelvo a abrir y estoy aquí nuevamente. En mi habitación. Ahora. En el presente. Estiro mi mano al cielo y la abro. La miro y sigo pensando. La muevo, la abro y la cierro. La dejó caer suavemente a mi frente y la dejo ahí. Aun siento que algo me falta.

Alguien se escabulle a mi cama, con cuidado, quizás creerá que estoy durmiendo. Se ubica encima de mí, me mira a los ojos. Elisabeth. Me sonríe, al parecer comprobando que no estaba dormida, y se acuesta a un lado mío. No dice nada, se acomoda solamente. Apoya su cabeza en mi hombro y me abraza. Se acurruca a un lado mío y se queda ahí. Realmente sin decir una palabra. Entonces debe ser un sueño. Llevo mi mano a su cabeza y le acarició con cariño. Mi otra mano la ubiqué bajo mi cabeza. Nos quedamos ambas sin decir nada. No sé si se habrá quedado dormida, pero yo seguía pensando. Es lindo tenerla a mi lado de esta forma. Respira con fuerza, inhalando y deteniéndose de golpe, haciendo un ruido como si de hipo se tratara. Lo deja salir, exhalando en un encantador suspiro. Parece ser que si estaba durmiendo. O me engaña de nuevo. Con ella nada es predecible, ni es lo que parece ser. Eres tan fascinante mi pequeña dulce princesa. Quizás lo único que me hace falta es algo de compañía, nada más, y con mi pequeña dulce princesa es más que suficiente. Quizás no debería pensarlo tanto, o sino terminaré atrapada nuevamente en la inseguridad, en la confusión, en la duda. Ya me pasó una vez y no planeaba que me volviera a suceder. Perdí muchas oportunidades de hablar con ella por culpa de pensar demasiado las cosas y ahora estoy aquí sin poder declarármele. Pero es que aun tengo miedo a tu rechazo. Sigo acariciándole el cabello, eso me estaba relajando. Volví a inhalar con fuerza, inflando mi pecho y luego dejándolo ir. El sueño me comenzaba a invadir, pero no parecía quedarme dormida totalmente, aun tenía demasiadas ideas en la cabeza.

—Realmente... ¿Realmente me puedo quedar contigo para siempre?—Me preguntó con un tono de cansancio. Creo que se estaba quedando dormida, ahora sí.

—Si, de verdad—Le respondo yo sin dejar de mirar al techo y acariciarle la cabeza.

— ¿No te seré algún tipo de molestia?—Me siguió preguntando con el mismo tono de adormilada.

—Por supuesto que no, a mí me encanta la idea de tenerte siempre a mi lado—Le respondía ya sin tomar conciencia de ellas.

—Y yo que pensé que estaba destinada a sufrir toda la vida—Comentó para ambas.

— ¿Por qué lo dices?—Le pregunté curiosa.

—Lo digo por ti, es la primera vez que conozco a alguien que se preocupa por una casi desconocida como yo—Me dijo acomodándose un poco más contra mí—Con mi madre, el verdadero demonio controlándome por tanto tiempo. O con mi ex-pareja, quien me estuvo engañando por tanto tiempo y yo nunca me di cuenta. Al final resulto un verdadero monstruo. Y la muerte de mi padre, la única persona que de verdad me amó. Con todo eso realmente creí que estaba destinada a sufrir, hasta que apareciste tú, tan buena conmigo—Me respondió suspirando algo entristecida al final.

—Al destino le gusta jugar con la gente, quiere ver, siempre, quienes son lo suficientemente fuertes para permanecer en el juego y luego premiarlas al final—Le respondí. El destino puede ser realmente cruel a veces con algunas personas ¿Será verdad lo que digo?

—Eso espero. Yo realmente anhelo ser feliz. Y gracias a ti no parece ser tan imposible como lo creí—Dijo ya quedándose dormida.

 Yo también me deje dominar por el sueño, esto era tan relajante. Su presencia siempre es tan relajante. Aun hay veces en las que me pregunto qué fue lo que realmente me enamoró de ella. Es verdad que primeramente me fije en su adorable cara de enamorada. Pero hay algo más en ella que me llamó la atención y aun no logro descubrir que es. Pero creo que es mejor así, quizás cuando lo haga ya no tenga sentido. Le beso la cima de la cabeza y me dejo caer ante el sueño. Nos quedamos así entonces, dormidas una abrazada a la otra. Ojala eso fuera siempre así, pero en otro contexto. En donde yo no lo haga por amistad. En donde ella no me vea como una amiga simplemente. Sino como su pareja, eso me gustaría a mí, que me viera como su pareja y que sepa que siempre la voy a amar, que siempre estaré con ella y que siempre la haré feliz. Que no se merece sufrir, que personas tan dulces como ella merecen ser feliz. Toda persona que sepa hacerle frente al destino y no rendirse nunca merece ser feliz. El que ven el sentido a la vida, yo sé que ella lo ve. Más ahora que será madre. Yo también. Yo quiero seguir viva, seguir luchando por ella, por sus hijos, por el amor que le tengo, por todo. Me pregunto si pensara lo mismo. ¿O será que ella solo ve lo malo de la vida? Si es así entonces debo hacerle ver el lado positivo, el cambio en su vida deseo ser yo. Quiero ser yo quien lo muestre lo lindo de la vida y sonreír junto a ella, junto a ella y sus hijos. A mis casi treinta años nunca creí tendría a revoltosos por mi casa, pero luego de verla a ella con esa mirada de madre en sus grises ojos supe que realmente quería hijos. Quiero cuidar de los suyos con ella. Debo dejar de pensar en lo que me falta y pensar en lo que tengo, en lo que pronto espero tener. Una familia. La mía propia. Junto a la mujer que amo tanto. La abracé más contra mí y finalmente me quedé dormida. No sin antes susurrarle un “Te amo” con todo el amor y cariño del mundo, plantándole un ultimo y dulce beso en la cima de su cabeza.

º/º/º/º

Dios que dormí bien. Bostezo y voy abriendo mis ojos de a poco. Me estiro un poco. No siento a Lily. ¿Tanto habré dormido? Ella ya no estaba, me encontraba sola en la habitación. Abro mis ojos e intento reaccionar. Me quedó en la nada unos minutos. Miro hacía la ventana, era tarde, el sol ya se había ocultado. Me estiro una última vez y me incorporo, me siento en la orilla de la cama y dejo pasar el mareo. Es horrible sentir ese mareo cada vez que me levanto, como si me presionaran la cabeza. Inhalo profundo y me levanto finalmente. Debía estar consciente para esta noche, se venía mi juego anual con mi padre. Éste año, como los anteriores, pienso ganar y aprovecharé eso para pedir permiso. Aunque aun no pienso como distraer a mí querida Elisabeth para poder hacerlo. Pero si tenía un plan en cuanto a ganar se trataba. Voy al baño para enjuagarme la cara y bajar con los demás.

Volví abajo, con los demás, buscando a Lily, pero no la veía por ningún lado. Bueno, entre tanta familia era obvio que no la vería a primera vista. Así que agradecí que fuera ella quien apareciera a un lado mío—Daniela ¿Estás bien? Dormiste mucho—Me dijo una vez estuvo junto a mí.

—Claro que estoy bien, solo estaba descansando porque ahora se viene mi competencia con mi padre—Le respondí con una sonrisa.

— ¡¿Dónde está la Daniela?!—Preguntó mi padre a los cuatro vientos.

— ¡Aquí estoy padre!—Grité yo, apareciendo ante él con aires de seguridad, por supuesto, ahora se venía nuestra competencia.

—Llegó la invencible Daniela, la destructora de cerebros—Anunció Nancy mi entrada.

—Llevábamos tiempo sin hacer esto ¿Estás lista?—Me preguntó desafiante mi padre mientras traían la mesa y las sillas para ambos.

—Pero por supuesto que sí—Le respondí yo en su mismo tono y con una sonrisa de seguridad.

Nos sentamos en las sillas, frente a frente, cara a cara, mientras nos matábamos con las miradas. Estábamos los dos listos para responder cualquier pregunta. Bueno, la competencia consiste en que tienen que hacernos una ronda de preguntas las cuales debemos responder correctamente o sino es un trago de cerveza. El primero en terminarse la botella de litro y medio pierde. Siempre quedamos empatados con mi padre hasta el final. Eso quiere decir que en el último sorbo nosotros nos tenemos que hacer preguntas, quien se equivoqué pierde y se termina la cerveza. Mientras el otro tiene derecho a reclamar el premio que quiera. Siempre le he ganado a mi padre y nunca he pedido algo con importancia, solo pequeñeces que me hacen feliz. Pero esta vez voy por algo grande. Quiero el permiso de mi padre, de mi madre, de mis hermanos, de mis primos, de mis tíos. De todos, el permiso de todos para enamorar a Lily. Sé que los pequeños que está esperando no me pertenecen, pero los quiero criar junto con ella. Sé que Lily no me pertenece, pero la quiero enamorar. Aunque eso signifique que algo malo terminará sucediéndome.

—Muy bien, que la tía María Magdalena empiece—Sugirió mi primo.

—Bueno, entonces—Se tomó una pausa y nos miró a ambos—Danielita, hija. ¿El día del aniversario de bodas de tu hermana Nancy?—Me preguntó. Siempre empiezan con preguntas fáciles.

—28 de Abril—Respondí y todos me aplaudieron.

—Y yo que pensé que sería la primera en olvidarlo—Comentó mi hermana aprovechando el silencio.

—Me toca—Dijo mi tío José—Raúl, ¿Cuántos años lleva casada tu hija?—Le preguntó a mi padre.

—Seis, estoy seguro de eso—Respondió mi padre con esa seguridad que también tengo yo.

—Yo aun no puedo olvidarme de ese día—Comentó Dorian, algo asustado y en voz baja.

—Claro que no, toda la familia te tenía bajo amenaza—Le dije yo con una sonrisa de diversión.

—Bueno, es mi turno—Anunció mi tía María Fernanda—Daniela, ¿El día y año de nacimiento de mi hijo?—Esta estaba un poco más difícil.

—El 6 de agosto del 1995—Respondí con duda, no estaba muy segura de que haya hecho el conteo bien.

—Incorrecto, del 94—Me corrigió mi tía.

Soy la primera en equivocarme y la primera en tomar el primer trago. Lo hice rápido para que siguiéramos. Todos comenzaron a hacer bullicio, comentando, nunca me había pasado esto de equivocarme primero. De seguro comenzaron a hacer sus apuestas. Háganlo contra mí, los haré perder a todos.

—Continuemos—Dijo el tío Daniel, callando a todos—Raúl, hermano. ¿Qué día nació la más pequeña de la familia?—

—Te la puso difícil, papá—Comentó mi hermana, siendo la única que se atrevió a levantar la voz.

—11 de diciembre—Respondió mi padre.

—Incorrecto—Dijo Andalucía desde más atrás—Es el 10 de noviembre—Le corrigió.

—Estuve cerca—Se quejó mi padre.

Continuamos así, entre pregunta y pregunta, pasando desde los mayores hasta llegar a los más pequeños. Claro, solo hasta llegar a Martín, el hijo de mi tía María Fernanda. Y luego las preguntas que a cualquiera se le vinieran a la cabeza. Seguimos hasta que a nuestras botellas solo nos quedaba el último trago. Eso quiere decir que nos tocaban nuestras preguntas. Empezó mi padre con la primera pregunta, le di el honor porque tenía un plan.

— ¿La edad que tenía cuando me casé con tu madre?—

—Diecinueve años—

—Correcto—

— ¿La edad que tenía cuando les dije a todos sobre...mis gustos?—

—Trece, trece años—

—Quien lo olvidaría—Comentó mi primo.

Las preguntas iban y venían, todo era rápido y nadie hacía un solo ruido. Todos miraban atentos. Creo que entre más avanzaba el juego más nerviosos se ponían y más contenían el aire. La tensión crecía, quien ganaría, quien no. Quien perdía dinero hoy, quien se llevaría dinero extra.

— ¿Cuántos años llevamos casados tu madre y yo?—Me preguntó mi padre, confiado en que la respondería mal.

Comencé las cuentas, la edad de Nancy, la edad a la que se casaron, la edad a la que tuvieron a mi hermana. Cualquier cosa que me fuera de utilidad para hacer el conteo. ¿Y si hago mal las cuentas de nuevo? No, debo confiar en mí—53, ustedes llevan 53 años de casados—Le respondí, estaba segura.

Mi padre no me dijo nada, me quedó mirando. Mierda, me equivoqué. Todos hicieron un silencio increíble, sostenían el aire. No se escuchaba ni un silbido. Nada. De seguro todos estaban sacando sus cuentas.

—Incorrecto, llevamos 51—Me respondió mi padre, dejándome helada. No puede ser que me haya equivocado, no ahora cuando más quería ganar.

—Oye viejo, llevamos 53—Le corrigió mi madre extrañada, todavía intentando convencerse de que mi padre no se equivocó, no a propósito.

Todos miramos a mi padre y comenzamos a reír. El se sonrojó—Bueno, un error lo comete cualquiera—Dijo mi padre avergonzado.

— ¿Pero cómo viejo?—Pregunta mi madre algo indignada con la equivocación de mi padre.

—Bueno, bueno. Ya—Dijo mi padre para hacer callar a todos y devolvernos a la tensión del momento.

—Me toca—Dije yo. Aun no pensaba en usar mi As bajo la manga, pensaba darle un poco más de vueltas a esto porque extrañaba éste juego— ¿A qué edad recibí mi guitarra?—Fue mi pregunta.

—A los once—

—Correcto—Dijeron al mismo tiempo mi primo y mi hermano.

—Me toca—Mi padre lo pensó un poco— ¿El nombre de mi guitarra?—Me preguntó.

Quedé extrañada, no sabía que a su guitarra le había puesto nombre. No, no era así. Era una pregunta con trampa, me quería engañar—No tiene—Le respondí.

— ¿Estás segura?—Me preguntó haciéndome dudar de mi respuesta.

—Siempre dices que es tu regalona, pero nunca le pusiste nombre porque nunca encontraste uno que le quedara—Le respondí ya más segura.

—Correcto—Me respondió mi padre sonriendo feliz de mi buena memoria.

—Bueno, mi turno. ¿Por qué profesión me decidí cuando tomé la decisión de ir a la Universidad?—Le pregunté inclinándome hacía la mesa, apoyando mis brazos para no irme contra la mesa.

—Por Filosofia—Me respondió mi padre, seguro de su respuesta.

— ¿Estás seguro?—Le pregunté para hacerlo dudar.

—Cien por ciento seguro—Me dijo.

—Bien, correcto—Le respondí, a lo que pareció aliviado. ¿Es qué acaso no lo recordaba?

— ¿Cuál de mis tres hermanos fue el que te dijo que habías tomado una mala decisión al escoger mi guitarra?—Es que estaba poniendo a prueba mi memoria.

—El tío Daniel, porque el quería que yo escogiera la suya—Le respondí con una sonrisa.

Entre mi padre y mi tío Daniel se miraron. ¿Me equivoqué? No, es algo que no creo posible. Mi tío Daniel asintió, no sé por qué, y mi padre me miró a mí—Correcto—Parece ser que solo quería cerciorarse de que así fuera.

Lily bostezó cansada y mi hermana le dijo, o le insistió, que se fuera a descansar. Lily se negó un par de veces hasta que sintió que el sueño y el cansancio la estaban venciendo. La llevaron a la misma habitación en donde estaban los tres más pequeños de la familia para que descansara un rato, porque después de esto la fiesta sigue. Son recién las nueve de la noche. Era la oportunidad que estaba esperando, hora de sacar mi última carta para asegurarme la victoria.

—Bueno, me toca—Dije después de mucho pensar en si hacerlo o no, mientras Lily había decidido en irse a descansar en realidad— ¿Cuál es mi más grande sueño?—Le pregunté.

Todos comenzaron a murmurar, unos en las orejas de otros, otros llegaban a nuestros oídos. Todos comentaban sobre la posible respuesta y sobre que le había regalado esta pregunta. Con mi padre nos mirábamos. Yo estaba segura de que la erraría mientras él no dejaba de pensar. Llevó sus manos a su cara, se veía complicado. Todos hablaban, no querían creer que le costaba tanto. De repente mi padre como que reaccionó, su cabeza hizo “clic” y me miró, bien seguro de sí mismo.

—Ser escritora. Tu mayor sueño es ese: Convertirte en la mejor escritora del mundo—Me respondió con una sonrisa de seguridad.

Todos guardamos silencio, dejándolo en la intriga y poniéndolo nervioso. Algunos hacían las expresiones de “No puedo creer que hayas respondido eso”, otros estaban seguros de que esa era la respuesta. Mi hermana, mi madre, mi hermano y mi Palomo hicieron su típico “Facepalm” y miraron a mi padre como si no se creyeran lo que me respondió. Yo solo sonreí, llevé ambas manos a la mesa y me levanté de la silla.

—Incorrecto—Respondimos nosotros cinco, los únicos que sabíamos la respuesta correcta.

— ¿Cómo?—Mi padre quedó extrañado, estaba tan seguro de que así era que no podía creer que se haya equivocado.

—Mi más grande sueño es encontrar a mi princesa—Le respondí yo.

—Y tener su final de cuento de hadas—Agregaron mi primo y mi hermano.

—Su “Final Feliz”—Agregaron también mi hermana y mi madre.

Mi padre suspiró derrotado y sonrió—No puedo creer que se me haya olvidado—Dijo para todos y se bebió el último poco de cerveza que le quedaba—Bueno hija—Me dijo, dejando la botella en la mesa con fuerza— ¿Qué quiere de premio esta vez?—Me preguntó.

Me lo pensé bien, ya no sé si debería pedirlo. Miré a mi hermana, quien al tan solo cruzar nuestras miradas entendió lo que quería. Me animó a hacerlo y me decidí—Oiga padre, en realidad, esto es algo que le quiero pedir a la familia entera—Dije para que todos me prestaran atención.

—Como invicta campeona por tantos años, se lo merece—Dijo mi madre.

—Díganos no más—Me alentó a continuar mi tío José 

—Bueno, verán. Hay una niña muy linda y encantadora de la que me he enamorado como nunca lo había hecho con nadie—Comencé para explicar—Pero resulta que ella no me pertenece. Y lo peor de todo es que está embarazada—Algunos empezaron a entender para donde iba la cosa—Sé que no puedo desear bien ajeno, porque eso fue lo que se me enseñó en esta casa, en esta familia. Por eso yo quería pedir el permiso y la autorización de todos para enamorarla y hacerla mía—Les pedí algo nerviosa sobre lo que me dirían.

—Pero hija, ¿Usted está segura que quiere hacer eso?—Me preguntó mi madre.

—No vaya a ser que termine pasándole algo malo y termine sufriendo—Me advirtió mi tío Daniel.

—Estoy segura de que quiero hacerlo—Respondí aun asustada. Esto no parecía estar tomando el rumbo que esperaba.

—Pero, ¿Estás realmente segura de que estás enamorada de ella?—Me preguntó mi primo un poco preocupado por mi decisión.

— ¿O de si en verdad quieres enamorarla? No vaya a ser que después se te vaya el amor—Dijo mi tía María Fernanda.

— ¿Es qué acaso estás esperando que ella sea tu final de cuento de hadas?—Preguntó mi hermano dando justo en el blanco.

—Sí, eso es lo que estoy esperando—Le respondí, de eso estaba segura. Eso es lo que quiero.

— ¿Es acaso ella la indicada? ¿Tú princesa?—Me preguntó ahora mi prima Ellen.

— ¿Es ella la que se va a convertir en la princesa de éste príncipe?—Preguntó Martín, pero como un comentario extra más que nada.

Volteamos a verlo, todos, nuevamente al escucharlo hablar—Sí—Respondí, pero no solo yo, también mi hermana.

—Yo, que vivo y cuido de ella, que vi por lo que pasó y que conozco a Elisabeth, estoy segura de que es la indicada—Me apoyó mi hermana sorprendiendo a la familia entera y a mí también.

—Bueno—Habló finalmente mi padre—Si así con las cosas—Miró a todos los presentes y luego a mí, con una sonrisa—Yo te doy la autorización, bajo tu propio riesgo eso sí, porque así tú lo quisiste hija mía—Me respondió dándome su permiso.

—Sé a lo que me estoy arriesgando, pero aun así es algo que quiero. Yo la amo demasiado—Dije para intentar convencer a los que me faltaban.

Se miraron entre todos y luego de pasarse la respuesta de mirada en mirada voltearon hacía mí. Todos, pero todos ellos me miraron con seriedad, para luego sonreírme y asentir, dándome el permiso...

“Gracias familia...”

Notas finales:

Maname: espero que les haya gustado el capitulo!
Amane: las cosas comienzan a ponerse interesante de aquí en adelante
Maname: bueno, hasta la otra semana!
Amane: y no olviden dejarnos un review!


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