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¿Me amas? por Kanna_Chan

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El delgado cuerpo del moreno seguía brincando sobre el pelirrojo que mirándolo con lujuria se relamía los labios a tan hermosa visión. Cuando sintió que ambos cuerpos estaban al borde del clímax, tomo entre sus dedos el hinchado miembro de su acompañante y lo comenzó a masturbar con fuerza para lograr que ambos terminasen al mismo tiempo.


- Suelta… yo ya no puedo más… - pronunció como pudo el ojiverde mientras seguía cabalgando –


Sin hacerle caso el bello pelirrojo continuo con su accionar hasta que sintió la semilla del otro caer en su mano y como su virilidad era presionada de una manera tan placentera que no puedo evitar eyacular en aquel momento.


- Seian… - pronunció mientras se permitía acariciar aquellos negros cabellos – eres tan hermoso -
- Frankie, tú lo eres también. Recuerda que eres el más codiciado de la ciudad. – el ojiverde se permitió reír mientras que el de mirada miel solo sonrió de medio lado para luego desviar la mirada mientras se sacaba al otro de encima – ¿Pasa algo? – cuestionó al verse a un lado de la cama mientras el otro tomaba su saco y buscaba algo en sus bolsillos –
- Solo que necesito cambiar lo último que dijiste. Puede que tú digas eso de que soy él no sé qué de esta ciudad, pero… tú eres la persona que más quiero y que necesito mantener a mi lado. Señalándole a todos que me perteneces… así que Seian… - el pelirrojo había tomado la mano derecha del otro y le hablaba mientras al lado sostenía una cajita donde el otro ya entendía que había un anillo que de seguro el otro le querría poner a continuación - ¿Quieres casarte conmigo? –


El moreno miró con asombro como ese anillo brillaba aún en la oscura alcoba y esos ojos miel lo miraban con una decisión que lo atemorizaba; y victima de aquel miedo dijo lo primero que se le vino como reflejo.


- No. –
- ¿No? –
- No, no, no y no. – sin esperar palabras más, se levantó y tomo sus cosas para salir aún sin importarle estar desnudo y con restos de semen resbalando por sus piernas y su abdomen. Solo necesitaba huir de ahí para pensar. Solo necesitaba pensar.


El pelirrojo aún seguía anonadado por aquella respuesta, él no había dudado que el otro le diría un sí inmediato ¿Qué había salido mal en sus cálculos?


Miró el anillo que aún sostenía y en respuesta a los sentimientos que empezaron a embargarle en ese mismo instante, arrojó con toda la fuerza que poseía el anillo a algún lugar recóndito en la habitación y a pasos duros fue en dirección al baño. 

Cuando el ojiverde dejó de correr, se halló en un callejón lo suficientemente oscuro para empezar a cambiarse y tomar en conciencia que había corrido varias calles completamente desnudo y que acababa de escapar de un pedido de compromiso de parte de aquel hombre que aunque en verdad amaba no dejaba de lado su miedo a los compromisos. Y es que la sola idea de atarse a una relación que quizás no tenga un futuro, la idea de que llegase a amar al otro más de lo que lo hace y que algún día el pelirrojo le quiera dejar, rompiéndole el corazón, lo mataría.


- No puedo… -

Salió de aquel callejón y tomo el primer taxi que pasó hacía su departamento sin siquiera tener en cuenta algo.

Quería mantener su cabeza en blanco y olvidar todo lo que pasó. Quería que solo fuese un mal sueño y que su relación con Frank siguiese como estaba: demostrándose que se amaban pero sin ninguna etiqueta que formalizara algo. Más que amigos, menos que amantes.

- Joven, ya llegamos – la mente del moreno había estado divagando que no notó cuando habían llegado a su hogar –
- Gracias – dijo secamente y pagó para luego salirse del taxi e inmediatamente entrar para darse un buen baño ya que aún seguía con los residuos de su encuentro con el pelirrojo –
- ¡Seian! – al salir de la ducha, había escuchado un gritó que lo hizo soltar la toalla y mirar con miedo la puerta - ¡Seian! ¡Seian! – el grito era constante y el aquel tono de voz había captado que el muchacho no estaba en sus cabales –
- ¡Oh, Frankie! – el ojiverde corrió a la puerta para notar como el ojimiel se hallaba apoyado en la puerta con una mirada vidrioso y unas mejillas arreboladas, signo de su ebriedad - ¡Idiota! ¡¿Qué haces aquí en ese estado?! –
- ¡Oh, cállate! –
- ¿Disculpa? –
- ¡No me digas nada! ¡Tú me hiciste esto! ¿Ahora qué queda de mí, ¡eh!? – el pelirrojo lo miró con una rabia palpable para seguir hablando - ¡Yo solo quería que pudieras ser felices juntos! Pero, no. Tú solo estabas jugando conmigo. ¡¿Qué mierda querías de mí?! ¡Te entregue todo! ¡Pensé que me correspondías! ¡Eres solo una puta! –
- ¡Ya cállate! – el azabache ya no podía más – sus ojos yacían llorosos y su voz estaba quebrada - ¡Yo no estuve jugando contigo!, ¡también te amo! –
- ¡¿Entonces por qué no te quieres casar conmigo?! –
- ¡Tengo miedo! ¡¿Qué?! ¡¿Acaso no puedo tenerlo?! –
- ¿Tienes miedo? – preguntó sorprendido el ebrio - ¿De qué? –
- Tengo miedo… de que con el tiempo dejes de amarme y yo me quede solo –
- Pero Seian, ese miedo, ¡hasta yo lo tengo!, pero si no digo nada tendría más miedo. ¡Si alguien se me adelantara!, ¡si aceptaras a otro! ¡¿Cuántas cosas no me habrán cruzado por la cabeza?! – el mayo abrazó al otro que seguía llorando y le dio un casto beso – por favor, se mío –
- Pero… y si… -
- Ningún “y si”, ningún “pero” – y aún con lágrimas en los ojos el otro asintió en señal de aceptación, cosa que provocó que el ojimiel lo besará con desbordante pasión –
- Te amo –
- Yo también te amo, mi futuro esposo – y sin decirse nada más ingresaron a la habitación para consumar su compromiso que solo el tiempo dirá si durara -


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