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Mil Millas por MinnieLeeKimPark

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Notas del fanfic:


Este fanfic está, de cierta forma, inspirado en la canción 

A Thousand Miles

En cuanto a los pedacitos de la canción que están regados en el fic, le he cambiado unas palabras, para que, según yo, se vea más lindo xD

Aun no le encuentro sentido, pero lo escribí con todo mi corazón ♥ omg, que cursi soy xd.

Notas del capitulo:

I love U, honey c: b25;

Mil Millas

En la carretera, en un auto gris bastante elegante, y con su padre conduciendo, iba Minho. Suspirando.

 

Conducía muy lento a su parecer.

 

Tenía tanto cansancio, que le echó la culpa a éste de sus alucinaciones a lo largo del viaje.

 

Faltaba medio camino por recorrer, y él había dibujado en las nubes el nombre y el rostro de ChangMin.

 

Suspiró. Ésta vez encontró una nube diferente, pero eso no le parecía del todo bueno. La forma que tenía esa nube, era de corazón.

 

Se golpeó mentalmente, desviando la vista como si alguien se diera cuenta de su sonrojo.

 

«Si pudiera al menos abrazarte ésta noche. »-pensó, sacando la mano por la ventana, sintiendo el frío colándose entre sus dedos.

 

—¿Falta mucho? —preguntó decaído.

 

Su padre asintió.

 

Regresó la mirada al exterior, abrumado por el aroma del auto, y el de los árboles frondosos que asomaban a ambos lados de la calle, que lucía especialmente solitaria a esas horas.

 

«Si pudiera verlo. Si pudiera abrazarlo. »

 

Era peor extrañarlo que morir, estaba seguro.

 

Jugó con sus manos, encontrando amarrado a su cuello una cadena de plata, con un dije en forma de corazón. Cuando lo recibió, le pareció cursi, y de niñas, pero, con el pasar del tiempo ganó demasiado valor.

 

Las lágrimas débilmente bordearon sus grandes ojos, pero se negaban a salir con miedo de avergonzar a su dueño.

 

Deseó poder volar, poder cruzar el cielo y tocar las estrellas, para alcanzarlo de nuevo.

 

«Caminaría mil millas, si pudiera al menos verte. »

 

La idea le cayó, pero en ese mismo instante se desvaneció, al girar repetidas veces la cabeza, de un lado al otro. Quizá con eso sus ideas tontas dejarían de atormentarlo.

 

Una ráfaga de viento cruzó hacia adentro, y él tembló.

 

—Puedes cerrar la ventana.—sugirió.

 

—No. —Respondió aprisa. —Quiero seguir respirando éste aire.

 

En el asiento trasero asomaba una prenda, que MinHo notó al pasar distraídamente sus ojos por la zona.

 

Logró recogerla con una mano, y entonces lo recordó.

 

»Flashback

Paseaban despreocupadamente entre los pasillos de un parque. Estaban de viaje. El padre de Minho era entrenador de la selección coreana de fútbol, por eso hacían muchos viajes, y en uno de ellos, Minho decidió llevar a su hyung favorito.

 

Hacía frío, y ambos se habían cansado de correr y jugar.

 

Se quedaron en una banca, respirando agitados. Minho entrecerraba sus ojos mientras aun reía, y el mayor simplemente lo miraba, totalmente estúpido. Él lo amaba.

 

—No me veas así. Me da vergüenza. —se abrazó a sí mismo, sonrojándose.

 

—Toma. —prefirió ignorar lo que le había dicho, y le extendió su sudadera para que se abrigara con ella.

 

—N-no, hyung. No hace falta. —tiritó.

 

—Claro que sí. —le corrigió, poniéndosela él.

 

—Gracias. —murmuró frotando sus manos.

 

—Tienes mucho frío. —lo miró un momento, sin expresión alguna en su rostro. –Déjame ver.

 

Tomó entre sus manos las ajenas, dándoles calidez, apretándolas. Sin pensarlo se aproximó a su rostro.

 

—Hy-Hyung…

 

Rozó sus labios, sin cerrar los ojos, y sonrió.

 

Se acercó más, y los unió.

 

Minho lo observó, no impidió que lo besara, él también lo quería, hace mucho tiempo.

 

Los dos cerraron los ojos al mismo tiempo, fundiéndose al contrario, suspirando.

 

—Te amo. —le hizo saber el mayor.

 

—Yo también te amo.

 

Ni lo casual del encuentro, ni las circunstancias que lo llevaron a sentir amor por él le importaban. Solo existía uno para él: ChangMin.

 

Ese día, caminaron juntos, tomados de la mano. No era la primera vez que iban abrazados caminando, pero sí era la primera vez que caminaban siendo novios.

 

Subieron al auto, como siempre, pero nadie más sabía de ellos. Y su amistad cariñosa pasaba desapercibida ante sus descuidados padres, y así era mejor.

 

—Hyung, tu sudadera. —recordó antes de entrar a su casa.

 

ChangMin le detuvo, y le robó otro beso. —Quédatela, es tuya.

 

Un suave sonrojo le cubrió las mejillas, bajó la mirada, y sonrió. —Gracias.

 

—Acuérdate de mí cuando la uses. —le susurró al oído, acariciando su mejilla antes de besarla. —Te amo.

»Flashback End

 

Ahora se preguntaba, si su vida entera la pasaba pensando en su hyung, ¿Él también lo pensaba?

 

Era tonto. No encontraba con qué otro adjetivo podía calificarse.

 

Pensando, sonriendo, suspirando por él. Cabía la posibilidad de que del otro lado no le correspondieran de la misma manera; él no sabía si ChangMin lo pensaba, o si al menos lo recordaba. Si mientras estaban lejos no había estado con alguien más.

 

Y a pesar de todas esas interrogantes, a él no le importaba si lo engañaba, o si le mentía, porque en el fondo confiaba plenamente en él, y estaba completamente seguro de que él lo amaba.

 

Simple. Él sabía que lo amaba, y punto; no quería más explicaciones, porque no las habían.

 

«¿Pensarás en mí? »

 

Un latido, un respiro.

 

Vio las nubes que se avecinaban oscuras, y sonrió.

 

Abrazó su sudadera, como colegiala enamorada, y a todo esto, ya le daba igual que su padre lo viera.

 

Su perfume. Aun después de tantos meses, la sudadera tenía su perfume. Si bien ChangMin se la regaló a su dongsaeng, nunca dejaron de compartirla.

 

Suspiró y cerró los ojos recargándose en el asiento, viendo luces. Las luces de la ciudad.

 

— ¿Y ahora cuánto falta? —elevó la vista, ilusionado.

 

—Falta menos que la última vez que me preguntaste.

 

«No me digas. »

 

Regresó su vista al cielo, pero ahora su paisaje era oculto por brillantes y escandalosos letreros.

 

Habían pasado exactamente seis meses desde la última vez que se vieron, cuando Minho tuvo que tomar un curso de inglés de cuatro meses, en Estados Unidos.

 

—Y cuéntame. –llamó su atención.—¿Tienes novia?

 

Él rió y siguió extraviando su vista en los brillos del exterior. —No, no tengo. Aunque, había una chica, Yuri. Ella me dijo que yo le gustaba, pero me lo dijo hace ya una semana. Pronto yo regresaría a Corea, y decidí rechazarla.— sonrió, como si fuese un gran logro haberla dejado kilómetros atrás.

 

El mayor soltó una maldición. Cuanto deseaba que su hijo se casara. —Ya veo.

 

— ¿A qué viene la pregunta?

 

—Curiosidad.

 

Un gruñido por parte de su estomago lo sacó de la conversación.

 

—Ohm, tengo hambre. —le comentó, haciendo un puchero.

 

—Espera a que lleguemos a casa, y le dices a tu mamá que te cocine algo.—le dijo fríamente.

 

— ¿Cuánto falta?

 

—Poco.

 

« Me encantaría saber qué es lo que significa la palabra “poco” »

 

—Tengo hambre…

 

—Sé paciente. —le aconsejó comenzando a irritarse, abriéndose paso en la carretera para llegar más rápido.

 

—Está bien. —accedió cansado, y fastidiado.

 

Subió el vidrio de la ventana, casi terminando de cerrarla.

 

Dejó que sus parpados se unieran, cayendo luego una húmeda lágrima sobre ellos.

 

Sonrió y se quedó dormido, pensando en él.

 

Su padre suspiró cuando notó lo cansado que estaba. Se le oprimió el corazón al oír de nuevo ese sonido proveniente del estomago de su hijo. Que era de menos, si hacían como cuatro horas que salió del aeropuerto, y no comió nada desde que el avión aterrizó.

 

Una pisca de remordimiento le atravesó la mente al pasar al lado de un puesto de comida china, sin embargo siguió conduciendo.

 

Las calles comenzaron a pasar más rápido, llegando después de unos minutos a su tan amado hogar, pero Minho estaba profundamente dormido.

 

— ¡Aigo! ¡Minho!

 

Apagó el motor del vehículo, cerrando la puerta de su lado para ir a sacar a su hijo, cuando de su casa salió un muchacho al que él ya conocía. Frunció el ceño.

 

—Ohm, buenas noches. — Saludó educadamente.

 

Ni Minho ni él sabían cuál era el odio que el padre del menor le tenía. Quizás él sospechaba de lo que su hijo y “ese” tenían.

 

—Buenas noches.

 

ChangMin ignoró en cierta parte ese mal humor que cargaba, y sonrió.

 

—Se durmió. ─murmuró el más alto.

 

─Sí. ─ confirmó fríamente. —Déjeme a mí encargarme, jovencito.

 

—No, no. No lo despierte. —«Se ve muy lindo así.»-pensó.

 

—Pretendes que camine dormido. —dijo con tono de pregunta, abriendo la puerta del auto.

 

—No. Yo lo cargo. —propuso sin esperar respuesta.

 

Rodeó el cuerpo de su dongsaeng con sus fuertes brazos, cuidando exageradamente de no causarle ningún daño al sacarlo del auto, entrando luego a la casa.

 

—Hm…

 

—Has despertado, mi bello durmiente. —sonrió ampliamente, como nunca antes.

 

— ¿Hy-Hyung?—llamó, medio dormido. — ¡Hyung! — abrazó su cuello.

 

—Sí, sí. Aquí estoy. —lo dejó en el sillón.

 

—Bueno, yo ya me voy a dormir. —anunció su padre. Parecía de muy mal humor para ir caminando a zancadas.

 

Lo vieron irse, callados, hasta que desapareció de su campo de visión.

 

Su estomago volvió a rugir cuando quedaron solos.

 

— ¡Ah! ¡Yo también tengo hambre! ¡Jaejoong-umma!

 

— ¿Jaejoong-hyung está aquí?

 

Su pregunta fue contestada al instante en que salió el mencionado de la cocina.

 

—¡Hola, yerno~! Disculpa no quedarme con ustedes, pero me acaba de llamar Yunnie, y ustedes me entienden. Les dejo servida la comida~ Saranghae~

 

Tan rápido como lo apareció, así mismo se fue.

 

—Adiós~

 

— ¡Tengo hambre! —vociferaron juntos.

 

—Aigo, vamos a comer.

 

Hipnotizado. Así se veía Minho mientras su mirada permanecía en aquella persona a la que le pertenecían todos sus pensamientos y suspiros, aquella persona que robó sus primeros besos, aquella persona que en ese momento se atragantaba con comida, cosa que para él, era incomparablemente adorable y linda.

 

Recargó su rostro en su puño derecho, probando unos fideos que apenas alcanzarían a llenarlo, pero es que estaba tan literalmente estúpido, que ni siquiera le importó.

 

—Igh, se terminó. —murmuró pasado un rato.

 

—Ya has comido mucho. —Lo retó el menor.

 

—Oh, por favor.

 

—Shh, no digas nada.

 

—Déjame comerte entonces. —susurró después.

 

— ¡Hyung!

 

—Nya~ Minho…

 

— ¿Qué?

 

El mayor se acercó a su rostro, y le robó un besito, el primero después de tanto tiempo lejos. — Te extrañé.

 

—Yo igual. —sonrió, lamiendo discretamente sus labios, y ocultándose tras su mano. —Ah, deja los platos por ahí. Los lavo mañana…

 

Él hizo lo que su dongsaeng le pidió, retirando las sobras de la mesa.

 

Minho enjuagó sus manos, hundiéndolas luego de secarlas, en las bolsas de la sudadera.

 

—Te ves muy lindo con esa sudadera. —le elogió suavemente, abrazando su cintura y refugiándose en su cuello para regalarle un dulce beso.

 

—Hyung…—suspiró, sin saber a dónde dirigir sus manos nerviosas.

 

—Hueles muy rico. —recorrió con su nariz el cuello del menor, cerrando los ojos ante esa adictiva sensación.

 

—Yo…—murmuró apenado.

 

—Vamos a dormir. —tomó su mano.

 

Habían sido muchas veces en las que Changmin se quedaba a dormir con el menor, tanto que ninguno de sus padres reclamaban cosa alguna. Es más, quizás ni siquiera lo notaban.

 

El camino a la habitación se lo sabía de memoria, asique fue cuestión de segundos el llegar ahí.

 

—ChangMin-hyung, sal. Me voy a poner el pijama.

 

Él ladeó el rostro, mirándolo con ternura. — ¿Por qué? Si yo ya te he visto sin ropa.

 

—¡Yah! Sal en éste instante. Sabes que si no sales, no dejarás pasar la oportunidad, y no quiero que mis padres nos encuentren de “esa” manera.

 

—Cierto. —admitió descaradamente el mayor.

 

Minho se cambió rápidamente, abrió la puerta, y se encontró con su hyung bostezando.

 

Fue su turno de robarle un beso, en la mejilla, pero terminó siendo él la víctima cuando Chang giró el rostro, tocando sus labios.

 

—Tengo sueño… Vamos a dormir juntos, amor. —arrastró al chico que se había sonrojado.

 

— ¡Hyung!

 

Cerró la puerta tras de sí, abrazándolo cálidamente hasta derribarlo sobre el colchón. Despeinó unos cuantos mechones sobre su frente mientras se perdía en sus brillantes ojos. Aun en poca luz, se veía hermoso.

 

—Te amo. —Besó su frente, rodeó su cintura y se amoldó a su cuerpo.

 

—Yo también te amo.—abrazó él su cuello.— ¿Sabes? — Rozó sus labios. —Caminé un millón de kilómetros, solo para verte.

 

El mayor ahogó una escandalosa risa, ya que no era hora de llamar la atención, y menos cuando el padre del amor de su vida esperaba solo que cometiera un error para sacarlo a escobazos de su casa.

 

—Yo esperé un millón de años para verte.

 

Minho frunció el ceño. —No lo creo. Estás demasiado guapo como para tener un millónveinticuatro años.

 

Rieron ambos, entrelazando sus manos. —Yo… no dejo de pensar en ti. Aun si estás lejos, yo te siento aquí conmigo.

 

El menor se recostó en su pecho, y se sintió protegido por sus brazos. Suspiró. ─Igual yo. Tenía miedo de que me olvidaras.

 

—Ni aunque me muera te olvidaría.

 

Él se estremeció, sonriendo.

 

—Ni yo.

 

 

«Si solamente pudiera abrazarte… esta noche

 

 

─Te amo, hyung. ─repitió por milésima vez en esa noche y recibió la misma respuesta.Y no importaba cuantas veces la escuchara, siempre lo llenaba, lo hacía sentir completo, lo hacía feliz.

 

—Yo también te amo.

 

Su deseo se había cumplido.

 

Se volvió a estremecer en sus brazos, y con lo cansado que se sentía solo alcanzó a pensar en su nombre antes de quedarse dormido en su pecho.

 

«Sabes que caminaría mil millas

Si solamente pudiera verte...

Si solamente pudiera tenerte esta noche… »

 

Notas finales:

 

 

Fjdkfkdsfhkjdsfhkjahfsjkd  ewwwwwwwwwe♥


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