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Fuego Helado por Hersent

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La Sentencia

A Loki lo intrigaba el comportamiento de Thor. No estaba furioso con él, no tenía ganas de matarlo ni parecía desearle la mayor de las torturas. Solo estaba decepcionado.

No podía ser que después de toda la destrucción que había causado, ese fortachón bondadoso lo siguiera queriendo. Ni siquiera eran hermanos de sangre. Sin embargo, con una profunda tristeza, Thor lo acompañó hasta los calabozos, en las entrañas del palacio, custodiados por dos guardias. Sin quitarle las esposas o el bozal, lo confinaron en una celda con barrotes de cristal multicolor, que tenían el poder de absorber su magia. Loki se dio cuenta cuando al entrar, sintió que su cuerpo se quedaba sin su energía especial para crear sortilegios.

-Pasarás la noche aquí – le comunicó Thor en el tono más neutro que le salió, pero tenía claramente la voz cortada. Loki notó que no lo llamaba como comúnmente lo hiciera, “hermano” -. Mañana, a primera hora, el Alto Consejo se reunirá y Padre de Todos decidirá tu suerte.

Loki lo miró fijo. No tenía ni podía objetar nada.

-Descansa – terminó Thor y con una media vuelta salió, escoltado por los guardias.

Loki los siguió con la mirada. De no tener el bozal, hubiera soltado una carcajada burlona. Después de visitar Midgard su hermano se había convertido en un sentimentaloide insufrible. Le ordenaba descansar cuando bien sabía que los dioses, como los llamaban los hombres, no descansan, sólo meditan o permanecen quietos. Si Loki tenía ganas, cerraba los ojos y dormía. Pero el sueño como necesidad solo se presentaba si estaba enfermo. La enfermedad era un daño que podía ocurrirles esporádicamente a él y a su gente, aunque su organismo no era tan vulnerable como el de los humanos.

Con las muñecas esposadas en el estómago, Loki se sentó en un camastro. No necesitaba descansar. Cerró los ojos para pensar en la expresión de dolor de Thor. Recordó que ni aun cuando rompió el Puente de Bifröst y rogó a Jane que lo perdonara, lo había visto con tanta angustia. Abrió los ojos y sonrió. Quizás, a pesar de su fuerza implacable, Thor podía ser tan manipulable como un muñeco.

•••••••••••••••••••••••
Loki no durmió. Pasó las horas sentado en silencio, manteniendo la mente en blanco. Tal como Thor se lo había prometido, dos guardias llegaron temprano para llevarlo a la sala del trono. Con uno a cada lado, el ex príncipe transitó los iluminados corredores resplandecientes de oro. A los costados, las columnas doradas ribeteadas con caracteres rúnicos se alzaban hacia el techo inalcanzable y poblado de gemas.

Loki había crecido entre estos muros y no sentía nada parecido a la nostalgia de un hogar. Su infancia y su juventud ya no formaban parte de sus recuerdos. No consideraba a Odin su padre, ni a Thor su hermano porque su progenitor le había mentido sobre su linaje y Thor había sido siempre la sombra que oscurecía su destino glorioso.

Loki pensó que si se deshiciera del bozal y los grilletes, podría usar su magia para destruir el palacio con ellos adentro. Enviaría una lluvia de fuego y meteoritos gigantes y al caer formarían cráteres de muchos metros. Pensó en un poderoso hechizo protector para resguardarse mientras que su padre, su hermano y sus amigos caían fulminados. No era mala idea.

Imaginó qué haría una vez que los hubiera destruido. Desde las cenizas, se levantaría nuevamente como el rey de Asgard. Los ocho reinos restantes le temerían. Con su magia y su astucia, podría desatar una guerra hasta coronarse único soberano de los Nueve Reinos. Este sería un destino digno de Loki.

Finalmente llegaron hasta las puertas doradas, esculpidas con las legendarias batallas de Asgard, que se abrieron de par en par para dejarlos pasar a la sala del trono. Resultaba una ironía que la última vez que estuviera allí, fuera el rey de Asgard y hoy regresara como un prisionero. Alzó la cabeza hacia la bóveda, que reflejaba un cielo estrellado como no podía admirarse en Midgard, y observó los muros. Reconoció en ellos runas mágicas, dibujadas para contrarrestar su magia. Era obvio que pensaban liberarlo para que hablara y habían tomado las precauciones del caso.

Inmediatamente uno de los guardias le quitó el bozal, mientras que el otro le abría las esposas. Loki se acarició las muñecas aliviadas de la presión, y miró hacia el frente. El Rey Odin estaba sentado en su trono, sosteniendo su báculo y en la cintura llevaba ceñida su famosa espada, Nothung. Su único ojo estaba dirigido severamente hacia él. Loki no se amedrentó como lo hubiera hecho en otros tiempos. A la derecha del trono, estaba de pie Thor, con sus ropajes reales y Mjolnir empuñada en su mano. La capa roja le cubría pomposamente los hombros. Loki sonrió al recordar a Tony Stark ridiculizándolo con “las cortinas de su madre”.

Escaleras abajo del sitial, estaban en fila los nueve nobles asgardianos, que formaban el Alto Consejo. A pesar de sus miradas impenetrables, Loki adivinó que los nueve pedían su cabeza.

Solo faltaba su madre. Era indudable que la pena de ver a su hijo menor (porque Loki sabía que ella aún lo consideraba su hijo y él, no obstante, aún su madre) era una pena demasiado grave para su frágil corazón.

Odin se puso de pie y golpeó el báculo contra el piso, provocando un estruendo que hizo temblar las estrellas.

-Loki Odinson – dictó, regio y compuesto -, ex príncipe de Asgard, te han traído ante mí para que seas juzgado por los crímenes que cometiste en tres de los Nueve Reinos: Jotunheim, Midgard y tu propia casa, Asgard. ¿Qué tienes que confesar a tu rey?

Loki se hincó de rodillas en una pose que Thor interpretó como burlona.

-Majestad, con todo respeto, debo aclararle que mi nombre es Loki, simplemente Loki – desafiante, miró a su padre y a su hermano -. Vuestro reino, Asgard, no es mi casa. Fue un territorio donde habité durante años pero ya no forma más parte de mí. No tengo herencia, puesto que mis genuinas raíces permanecieron ocultas por más de mil años. En cuanto a los crímenes de los que se me acusa, no los considero como tales. El ataque a Jotunheim fue una acción de guerra. Destruir el reino que nos amenazaba era mi obligación como rey legítimo. A Midgard llegué para gobernarla con justicia y rigor antes de que sus primitivos habitantes se destruyeran entre ellos.

-¡Eso es mentira! – interrumpió Thor, apretando el martillo con el puño cerrado -. Sembraste destrucción y muerte por puro placer. Atacaste reinos que no te estaban amenazando, sin darles tiempo a defenderse.
-¡Es suficiente! – reprendió Odin con un golpe sonoro de su respetado báculo -. Loki Odinson, así es tu nombre aquí, en Asgard, y así te seguiré llamando, no reconoces tus crímenes. En cambio, nosotros sí reconocemos tu castigo. ¿Estás preparado para escuchar tu sentencia?

Loki parpadeó y asintió solemne.

El rey continuó.

-Serás teletransportado hasta los confines del Universo, en el límite con la Nada, y allí serás atado a tres bloques de piedra. Una serpiente se enroscará entre tus cabellos de modo que su doloroso veneno gotee en tu rostro – dictaminó el rey -. Y en esta agonía lenta permanecerás hasta Ragnärok. Que así sea – con otro golpe, asentó la sentencia.

Thor observó a su hermano con pena, pero Loki no demostraba aflicción alguna.

Odin recorrió con su ojo de cíclope la inmensidad de la sala y añadió:

-Sin embargo, Loki Odinson, en Asgard hay severidad pero también misericordia – hizo una pausa y bajó la cabeza para recordar cuando un exceso de ira lo llevó a desterrar a Thor hacia Midgard. Era cierto que gracias a este castigo el muchacho había madurado, pero sentía que, por el contrario, esta sentencia solo conseguiría que Loki se volviera más vulnerable y violento.

-Padre – murmuró Thor, pidiéndole que continuara.

Odin alzó la cabeza.

-Loki Odinson, tu futuro rey, Thor, me ha implorado clemencia y basándose en la Antigua Ley, está dispuesto a conmutar tu castigo por medio del Sagrado Enlace de Oro.

-¡Qué! – soltó Loki, perdiendo la compostura y se puso de pie -. ¿Aquella ley retrógrada por la cual el rey puede salvar a un noble condenado eligiéndolo como consorte? Es una locura – sonrió, descreído -. Thor ni siquiera es rey.

-Thor Odinson pronto será rey – contestó Odin -. Su palabra ya es tomada en cuenta en el Alto Consejo. Ayer se presentó con la propuesta y admirados de su sacrificio, la hemos aceptado.

Loki miró divertido a los nueve asgardianos, adustos y de expresión hermética. Pensaba que estaban bromeando.

-Pues no acepto – observó a Thor con desprecio -. No estoy dispuesto a enlazarme con él, Su Majestad.

-Pues lo harás – respondió el rey determinante -. No estás en condiciones de apelar la sentencia. – hizo otra pausa -. Loki Odinson, esta misma noche te unirás a Thor, Príncipe Heredero de Asgard, por medio del Sagrado Enlace de Oro, y renunciarás a tus pretensiones como soberano de cualquiera de los Nueve Reinos.

-¡Jamás! – clamó Loki, enardecido -. ¡No acepto el enlace, ni renunciar a mi derecho legítimo!

-Tu derecho legítimo se acabó cuando decidiste autoexiliarte – contestó el rey sin perder la calma -. No puedes desobedecer la orden, Loki. Esta misma noche se llevará la ceremonia a cabo.

-¡No! – estalló el ex príncipe e intentó usar inútilmente su magia -. ¡No me someteré a él! ¡No renunciaré a la corona!

-Loki, sé razonable – medió Thor -. ¿Prefieres que te confinen a la Nada y sufrir una agonía interminable?

Loki lo miró desafiante, echando chispas de odio. Odin ordenó a los guardias que volvieran a esposarlo.

-Serás confinado a recámaras especiales donde no podrás usar tu magia – continuó el rey, mientras que su hijo menor luchaba desesperado por librarse de los guardias. Pero eran guerreros expertos, más fuertes que él, y lo sometieron -. Tendrás vigilancia permanente y cuando debas estar solo, se te colocarán el bozal y los grilletes.

Lo último que Thor vio, fueron sus labios esbozando una expresión siniestra antes de que el bozal le cubriera la boca.

-Llévenlo a sus aposentos – ordenó Odin y los guardias empujaron al prisionero hacia afuera.

•••••••••••••••••••••

Thor entró en los aposentos de su madre sin anunciarse. Frigga entendió su estado y con un gesto, indicó a sus doncellas que se retiraran. Las jóvenes salieron conteniendo risitas cómplices, mientras observaban fascinadas a su príncipe.

-¿Qué ocurrió, hijo mío? – suplicó la reina, extendiéndole las manos al quedarse solos.

Thor se las tomó, se arrodilló y las besó con cariño.

-La ceremonia será esta misma noche, madre.

-¿Y Loki?

-No se lo tomó bien – confesó, apenado -. No sé qué le duele más, si tener que convertirse en mi consorte o renunciar a la corona.

-A Loki aún le duele haber sido vencido – contestó su madre sabiamente -. Pero esta decisión es mejor que la tortura que el Alto Consejo había dispuesto. Fuiste noble y valiente al sacrificarte por él así, Thor. Amas a esa joven midgardiana y renunciaste a ella para librarlo de tan cruel castigo.

-El castigo hubiera desatado lo peor de él – reconoció el príncipe -. Aquí, en casa, a mi lado, Loki podrá redimirse.

Frigga le sonrió.

-Espero que nunca te arrepientas de la decisión que tomaste, hijo. No podrás volver a ver a Jane, ¿lo comprendes?

Thor asintió y le besó las manos de cuenta nueva antes de levantarse.

-Entiendo el sacrificio que hice, madre. Pero era la única forma de salvarlo.

Frigga asintió, reservándose lo que su percepción había descubierto. No en vano era considerada diosa de la fertilidad, la familia y el hogar en Midgard. Thor había renunciado a Jane Foster porque estaba enamorado de Loki.

Pero ni siquiera él lo sabía todavía.

…………….




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