¿¡Oportunidad!?
***
6:30 pm. Arthur suspiró, era tan tarde, y él seguía haciendo papeleo del consejo, había estado casi todo el día refundido en la alejada sala del consejo estudiantil. Todo el día. No es que hubiera sido mucho tiempo realmente, pero el trabajo era aburrido, y a él le parecía que era todo un día.
-mierda –musitó mientras garabateaba costos en una hoja- tan abuurriidoooa374;
Volteo hacia la gran ventana que daba al patio interior del edificio, había sido un día soleado, y aun se veía bastante luz afuera. Aun se sentía el calor. Con un movimiento lento se aflojó la corbata y se desabrochó un poco la camisa, se revolvió en el asiento y siguió garabateando. Si por él fuera mandaba al carajo el montón de papeles que aun quedaban por hacer, pero el presidente no podía hacer eso, no podía ser igual que los subordinados que habían huido todos apenas había sonado la campana de la tarde.
-¿tal vez con un poco de música…? –se preguntó a si mismo y sacó su reproductor que estaba en el bolsillo de su chaqueta que había dejado en el respaldo de la silla, quizá eso le quitara el aburrimiento mientras seguía haciendo cuentas.
Se colocó los pequeños auriculares y le dio play. En la mañana había dejado una canción a medias, por lo que en vez del principio ésta empezó por el coro.
Sono hitomi no oku ni hamarikomu to nukedase nai [no puedo romper con esos ojos los cuales he dibujado]
Sonrió. Estando en Japón escuchaba una canción de un grupo que en realidad era coreano. Eso era algo extraño, pero la canción le había gustado precisamente por el coro que ahora sonaba “no puedo romper con esos ojos” él tampoco podía romper con unos ojos que lo había hechizado hacia mucho tiempo.
Soltó el lápiz y recargó su cara en el escritorio, cerró los ojos y puso su total atención en la letra. Sentía que muchas cosas en ella eran ciertas.
Tada ima oborete [estoy casi ahogándome en ellos]
Hanashitaku nai [pero no quiero ser libre]
-Hanashitaku naia374; -coreó- ah, si solo lo supieras... –suspiró y apretó mas los ojos.
¿Por qué existían los amores unilaterales…? No, esa no era la pregunta, apretó los dientes, ¿Por qué existían los amores prohibidos…los tabúes? No es que él quisiera que todos los tabúes dejaran de existir, pero porque de todos le había tocado ese. Amar a un amigo…a un chico…a un individuo del mismo género.
-patético… -se contestó a si mismo mientras la canción cambiaba –soy patético…
Y es que no lo había podido evitar, desde que lo había visto le había gustado, su cabello rubio que se veía tan suave, su amplia sonrisa, sus hermosos ojos azules que recordaban un cielo limpio de verano, incluso tras esas gafas. Era una hermosa cara ciertamente, y su cuerpo lo era aun mas, no es que Arthur fuera un pervertido, pero había que decir la verdad, el objeto de su amor tenia un bonito cuerpo, era alto, delgado y aunque todos lo dudaran [y tenían razón por que era típico verlo comiendo frituras y esas cosas] era fuerte, lo había comprobado la vez que se había ofrecido a ayudarlo para llevar unas cajas a la sala de maestros.
Desde esa vez se había enamorado aun más de lo que ya había estado. Pero aun así, parecía que el otro no se había dado cuenta, bueno, de todos modos no es que en verdad fuera muy inteligente [algún defecto tenia que haber…]
-ha…hahaha, que defecto… -rió ante lo que se le había ocurrido, pero rápidamente esa risilla se perdió. -¿Por qué no se ha dado cuenta…?
Abrió los ojos y miró de nuevo por la ventana, el sol estaba bajando rápidamente inundando la sala de un color naranja quemado, era hermoso. Pasó su lengua sobre los labios y una lágrima se resbaló por su mejilla. De repente sentía que lo que estaba viviendo era un total fracaso, un buen amor para una de esas novelas de final triste.
-“si solo hubiera una oportunidad” –pensó….
“¿si hubiera una oportunidad, qué?” le preguntó algo así como su conciencia. “si hubiera una oportunidad…creo que me declararía y lo besaría…sí, eso haría…” respondió a esa vocecilla que había salido desde su interior.
Pero sabia que no habría esa tal oportunidad, o al menos eso pensaba cuando la puerta que había a su lado se abrió.
— ¿sigues aquí? –preguntó la alegre voz de la persona que acababa de entrar.
—A- Alfred… -susurró Arthur, ¿era esta la oportunidad?-¿Qué haces aquí a esta hora? Pensé que ya no había nadie, mas que algunos profesores…
—Sí, de hecho ya no quedan muchos –contestó Alfred sentándose en la silla de enfrente.
—y ¿entonces?
—ah, es que estaba esperando a que salieras, pero como ya era tarde me dio miedo de que ya te hubieras ido… así que vine a comprobarlo.
—baka, y ¿por donde esperabas que me fuera si no me veías salir por el frente, eh, por la ventana? Era obvio que seguía aquí… -se detuvo, ¿esperar?- shotto… ¿me estabas esperando?
—sep. –contestó el otro recargándose del respaldo de la silla- te he estado esperando desde la campana de la tarde.
— ¿necesitabas decirme algo? –dudó.
—de hecho, sí…
—pues hubieras….
—Por que si no te lo digo, creo que nunca lo harás tu –interrumpió Alfred- ¿cierto?
Arthur se quitó del todo los auriculares, ¿de que hablaba Alfred?....un minuto ¿¡en verdad esa era la oportunidad que esperaba o solo era un malentendido!?
— ¿De-decir…? –se estaba poniendo nervioso. Aire, eso, necesitaba aire. Tenia que abrir la ventana así que se levantó de la silla y se dirigió a esta, iba a abrirla cuando sintió la presencia de Alfred detrás de sí, se giró y vio lo cerca que estaba el otro. – ¿Alfred….?
Pero el otro no habló, solo se acercó más, hasta que sus labios se juntaron en un beso sorpresa. Arthur no sabia que hacer, debía alejarlo, pero no quería…aunque realmente no sabía si esto era una broma o un sueño…
—A- Al… -alcanzó a susurrar antes de que Alfred volviera al ataque esta vez pasando su lengua por entre sus dientes –Mmnf…! –abrió unos ojos muy grandes al sentir como sus lenguas empezaban a entrelazarse.
Después de unos minutos se separaron.
—Q-que demo…
— ¡me gustas! –Dijo sorpresivamente Alfred tomándolo de los hombros y atrayéndolo en un fuerte abrazo –me gustas mucho, Arthur, pero no sabia como decírtelo.
—b-bueno creo que la acción me ha dicho mucho –contestó Arthur aun un poco shockeado.
—lo siento…-se disculpó el de gafas- pero no sabia como decírtelo, hoy… no es que hubiera estado esperándote realmente… es que…tenia tantos nervios que me quedé pensando en como hacerlo, y al final…esta fue la mejor manera.
—yo…-contestó lentamente Arthur-yo creo que… que…
— ¿Qué…?
—que… ¡también me gustas, Alfred…! –dijo en un momento para después cubrirse la boca con ambas manos, ¿¡Cómo había sido posible que lo hubiera dicho!? - …
-¿¡enserio…..!? –gritó el otro mirándolo fijamente
Arthur se sonrojó ante ese acto, que quería ¿Qué se lo gritara a la cara, que le dijera que hacia unos minutos, antes que llegara, había estado pensando que ese amor era unilateral?
—me haces muy feliz, Arthur –susurró Alfred abrazándolo de nuevo –onegai, sal conmigo…
—pe-pero…
—onegaishimazu! –Dijo el otro apretando mas el abrazo –te juro que no te arrepentirás, te lo juro…
—i-i… -asintió el otro abrazándolo a su vez. Era cálido, más cálido que la tarde que se había colado por las ventanas hasta hacia unos momentos- saldré contigo, Alfred.
La poca luz del día se diluía con las ligeras sombras, mientras, dentro de la sala del consejo estudiantil, ante una mesa con papeles a medio rellenar, los dos seguían abrazados, cada uno escuchando los latidos del otro, en silencio, como confirmando con cada uno de los sonidos que salían de su interior la veracidad de lo que estaba pasando.