La verdad era que el año había sido duro. Más que duro, había estado lleno de desafíos personales antes que cualquier otra cosa, entre medio había estado el campeonato nacional y la final que lo llevaría de seguro a Norteamérica, como muchas veces soñó y de lo cual siempre había hecho sus sueños.
Entre medio habían estado los líos con el tonto de Hanamishi, que luego de su estadía en el centro de rehabilitación llegaría de seguro al equipo. El verano se terminaría pronto, Septiembre se avecinaba para dar comienzo de las clases en su segundo año y tendría que seguir al pendiente de sus habilidades y practicar más duro para aquella beca soñada en Los Ángeles. Todo estaba perfectamente controlado y sería un gran año, de eso no tenía dudas.
Rukawa terminó de escribir en su computadora, era casi media noche y sabía perfectamente que Akira Sendoh estaría al otro lado de la pantalla esperando aquella extraña carta que le había pedido escribir. Sonrió antes de apretar “send”
La verdad era que además de todos los triunfos que había tenido durante el año, Rukawa no podía dejar de lado los días que había pasado junto a Sendoh. El muchacho que había llegado como un contrincante más, pero que lo había atrapado con su dedicación y su tranquilidad. No era como él, además de ser sociable y amable con quien fuera, su corazón estaba repleto de muy buenos deseos, tanto que podía llegar a sentir en su candidez cómo lograba entibiar aquel hielo que latía en medio de su pecho. Finalmente se decidió a escribir.
“y qué sería de un atleta sin un amigo… un compañero con el cual compartir los triunfos y apoyarse en los momentos difíciles. Algo que valoro este año, además de todo lo demás, eres tú”
Finalmente envió el mail y apagó el computador. Mañana sería un día lleno de actividades, aunque sabía que gran parte de su día sería pasarlo en la cama, durmiendo.
Sendoh vio el mail y por una fracción de segundos tuvo miedo de leer lo que venía dentro. Lo que conocía de Rukawa era que podía llegar a ser tan frío, que bordeaba lo desconsiderado en lo que a los sentimientos de los demás se refería. Y no tenía que engañarse para saber que en realidad, no tenía la menor idea, ni siquiera sospechaba lo que significaba él para Sendoh. Las prácticas nocturnas, la manía del muchacho por hacerlo pelear, esos ojos profundos y azules lo llamaban constantemente a acercársele a pesar de que el frío de su piel lo detuviera.
A veces, en momentos como este en donde Rukawa respondía perfectamente a lo que él le solicitaba con una inocencia que escondía sus reales intenciones, podía vislumbrar apenas un brillo de reconocimiento y la sensación electrizante en la piel de los sentimientos compartidos.
Respiró hondo y finalmente abrió el mail que Rukawa le había dejado. Y ahí estaba, la fría condescendencia de un conocido más las palabras cálidas casi al final donde le entregaba un pequeño espacio en sus pensamientos y de forma velada, lo llamaba a seguir estando a su lado.
¡Pero cómo decidirse sin saber los reales sentimientos de aquel muchacho!
Akira Sendoh se echó para atrás en su escritorio a la espera de poder dilucidar aquella paradoja que se le presentaba a sabiendas de que al día siguiente a las 8 de la noche se juntarían para practicar, como lo hacían todos los días en pleno verano. Esperaba que, a diferencia del día anterior, pudiese entresacarle alguna información o algo que lo ayudara a encontrar las fuerzas y declararle abiertamente que para él, Rukawa era mucho más que sólo un amigo.
El día amaneció cargado de una sensación que no supo identificar. La verdad era que se había despertado mucho más temprano de lo que siempre hacía, algo en el ambiente, en aquellas nubes cargadas por la electricidad de la lluvia contenida, lo habían removido de su dormida sin sueño para traerlo al mundo real, donde el sol, travieso en medio de las motas de algodón oscuro, se colaba por entre las cortinas para bañar su cuerpo desnudo aun sobre la cama. No había alcanzado a cambiarse de ropa para irse a dormir, aunque no importaba, sobre todo por la ola de calor que habían sufrido en Kanagawa en aquel verano. La lluvia sería bien recibida.
Casi por arte de magia, en una absurda coordinación, el timbre del departamento sonó y se levantó sin pereza, como si el sueño que siempre había demostrado se le hubiese esfumado. Se colocó los pantalones de entrenamiento y una camiseta blanca, finalmente abrió.
-carta para el señor Rukawa Kaede?- escuchó al otro extremo de la puerta abierta donde un oficial de correos vestido con el uniforme azul de verano lo miraba con rostro sonriente.
-gracias- dijo recibiendo aquel extraño sobre escrito a la usanza occidental.
-firme acá, por favor- dijo mientras le entregaba una tableta con una hoja con su nombre y dirección. Al parecer era correo certificado. Sin preguntárselo firmó al lado de su nombre para luego cerrar la puerta.
Algo no había cuadraba por completo. Era fin de semana, domingo en la mañana y era improbable, sino imposible, que los servicios de correo funcionaran. Miró por la ventana donde las nubes llegaban a la bahía moviendo el mar con estrepitosa fuerza, el día sería maravilloso, pero era posible que a la noche la lluvia no les permitiera tener una práctica como correspondía. Antes de abrir la carta se acercó al teléfono y marcó de memoria el número de Sendoh. Luego contuvo el aliento ante el nerviosismo que se mantenía en su estómago.
-¿Aló?- escuchó una voz femenina que había tomado el teléfono. Rukawa sabía que Sendoh tenía una hermana.
-está Akira?- preguntó con el mismo tono neutro que usaba para todo el mundo. Un tono capaz de esconder hasta los más fuertes sentimientos, y que lo convencía de que Sendoh era un amigo, solo un muy buen amigo.
-un momento- al otro lado de la línea se escucharon pasos, luego la voz de Sendoh con esa sonrisa cálida que tanto le gustaba…
-¿sí?- preguntó contestando con el auricular aun sin ponerlo en su oreja. No esperaba ninguna llamada y sabía que la mayoría del equipo de Ryonan estaban aun de vacaciones. Después de todo aun faltaban al menos dos semanas para el regreso a clases.
-¿está bien que te haya llamado?- preguntó Rukawa desde el otro extremo de la línea telefónica. Sendoh no supo cómo contestar, esperaría cualquier llamada, incluyendo al director técnico de la selección japonesa de baloncesto y no la llamada de Rukawa. Después de todo, cómo era que se había conseguido su número telefónico?
-¿Kaede?- preguntó con mayor confianza… si se había atrevido a llamarlo, lo mínimo era que aceptara que lo llamara con más confianza- …claro, pero no deja de sorprenderme- y sonrió con ese dejo de tranquilidad que dejaba a Rukawa sin aire.
La estrella de Shohoku contuvo el aliento ante aquel gesto tan natural del que fuera su contrincante en un momento y ahora se mostraba como su amigo.
-hoy va a llover- se limitó a contestar, como si eso explicara de por sí la llamada
-Para saber eso no necesitabas llamarme, Rukawa- Sendoh sonrió ante aquellas palabras que nada le decían pero que contenían, según sospechaba, algo muy importante para Rukawa.
-Hoy nos íbamos a juntar a entrenar-
-como todos los días, Rukawa
-pero la lluvia no nos dejará practicar- razonó coherentemente ante las arremolinadas nubes que tapaban la luz del sol y ensombrecían la bahía- juntémonos antes
-por mí no hay problemas. Si quieres, luego de almuerzo nos juntamos en la misma cancha- con el tiempo, Sendoh se había acostumbrado a aquellas frases que pareciendo no tener sentido, contenían una forma clara y prístina de razonar de Rukawa. De la misma manera, su falta de tacto no era otra condición más de su carácter tan extremadamente ensimismado.
-nos vemos entonces- dijo al tiempo que colgaba el teléfono.
Para volver a la normalidad de su día, Kaede se fue a dormir otro tanto antes de almuerzo dejando olvidada la carta que había recibido aquel domingo de lluvia veraniega sin sospechar cuánto iba a cambiar su vida aquel trozo de papel escrito en maravillosa letra occidental.
“Dear Rukawa-kun:
In this moment, your mom and I are in USA for a while. Is not the moment or the way in which to explain the change in the plans. When we will back to Japan, we will talk about all about this, only I can to say you is the next arrive of your cousin, Hajime, to you house.
Please, take care of her. Is so important for all of us you can understand and will give her a place in your home.
We love you, Kaede.”
Sendoh sonrió ante la imagen de Rukawa respirando luego del primer partido de Basketball que habían jugado luego de encontrarse a la hora donde la mayoría iba a la playa o dormía la siesta. Aquel día estaba todo vacío, la proximidad de la lluvia estaba latente en el ambiente con una electricidad que erizaba la piel.
Sin embargo, para Sendoh, la electricidad nada tenía que ver con el clima. Sabía que su nerviosismo, la sensación de vacío en su estómago, aquel mareo de sentir su aroma y la quemazón en su piel cuando tocaba la de Rukawa, tenía relación con el propio Rukawa.
-el clima se ha vuelto loco- dijo acercándosele mientras bebía de su botella de agua- al parecer, el invierno le quiere robar días al verano
-extraño- coincidió Rukawa completamente empapado en sudor. Nuevamente esa sensación cálida en su pecho al ver al muchacho acercársele y sonriendo de esa manera. Aun así, se contuvo
-supongo que es por la cercanía del regreso a clases- dijo en tono casual. Los días de entrenamiento le habían dado a entender a Sendoh que cuando Rukawa decía algo como lo que estaba diciendo, significaba que quería dejarle la responsabilidad completa a su contraparte de la continuación de la conversación- ya vi tu mail- sacó finalmente el tema- no sabía que tenías tantas cosas en la mente, sobre todo por lo poco que hablas.
-no soy bueno para hablar- comentó viendo como la figura de Sendoh se paseaba delante de él mientras los escasos rayos de sol se reflejaban en su rostro haciéndole brillar los ojos. El muchacho se ruborizó ante la mirada de Sendoh y su sonrisa amable. Definitivamente estaba comenzando a descontrolarse ante la presencia siempre insistente de aquel muchacho un año mayor y del cual siempre sintió entre admiración y antipatía.
-pero bueno para escribir. La verdad es que me gustó mucho lo que pusiste, el desafío para Shohoku es bastante grande sobre todo con la vara en alto que dejaron en el último campeonato nacional
-tenemos un año para mejorar…
-¿Y quieres seguir entrenando?- preguntó con aquel halo de energía que lo rodeaba llamativamente.- a mi me gustaría ayudarte en eso
Un silencio se alojó en medio de ambos que se miraron directamente a los ojos. Lentamente y desde lejos, se escucharon las primeras gotas de lluvia cayendo y pegando en el pavimento, poco a poco, como el comienzo de una orquesta, cada gotita resonó en el suelo hasta hacer una gran sinfonía que repicaba rítmicamente en cada una de las superficies que estaban a la intemperie. Rukawa se levantó de donde estaba sentado sin medir las proporciones que lo hicieron chocar con SEndoh quien, al contrario de lo que estaba haciendo Rukawa, se estaba acercando lentamente sin quitarle la mirada a aquellos ojos azul profundo.
Lo que pasó después, se mezcló con la lluvia que caía cada vez con más fuerza. Los labios de Sendoh no pudieron evitar acercarse a los de Rukawa, y los de Rukawa, inmersos en las dudas y el autocontrol que el muchacho había mantenido cedieron ante el leve espacio de libertad que la conciencia del muchacho le había entregado a su cuerpo.
Aquel beso fue el sueño con el que Sendoh había estado soñando el último año, desde que lo vio debutar en Shohoku, luego de las miradas de desprecio que con ahínco trabajó por desechar y llegar a este momento.
Sin dudarlo, lo abrazó con fuerza para acercarlo a su cuerpo, mientras la lluvia los empapaba, enfriando el calor compartido de sus cuerpos apegados, sus labios seguían entrelazados besándose con pasión. Había sido un año, un año completo en el cual había estado soñando este momento y no lo dejaría escapar.
Finalmente necesitaron aire para respirar, aunque con la presencia del otro hasta el aire se hacía poco importante.
-no sabes todo el tiempo que he estado esperando esto- dijo Sendoh acercando su frente a la de Rukawa que respiraba agitado, abrazado a Sendoh y sin querer soltarlo.
-sígueme- dijo finalmente decidido a terminar con todos los deseos con los cuales había estado luchando durante tanto tiempo. Se volteó tomando la mano de Sendoh y corriendo hasta su departamento que quedaba frente a la Bahía. La lluvia estaba cayendo con más fuerza, el día se había vuelto completamente oscuro y en su mano podía seguir el palpitar, el nerviosismo y la ansiedad de Sendoh y que él mismo podía sentir en su pecho.
Doblaron a la esquina en el momento en que un trueno iluminaba la calle. Sendoh se adelantó y volvió a tomarlo por la cintura para volver a besarlo antes de entrar al departamento de Rukawa. El muchacho respondió con la misma necesidad con la cual Sendoh se le había insinuado.
-no puedo esperar- le dijo al oído mientras seguían sintiendo la lluvia que caía.
-yo tampoco- contestó Rukawa en un reconocimiento inusual de sus sentimientos. Ambos sonrieron repletos de ese sentimiento y se adentraron hasta la reja que dividía la entrada del condominio de un pequeño parque. Iban a dar otro paso cuando la figura de una muchacha que intentaba refugiarse de la lluvia detrás de un cobertizo que apenas podía soportar la ventisca de verano que traía las gotas heladas desde lo más profundo del mar los sacó de la fantasía compartida de la cual se estaban dejando llevar.
Los ojos de Rukawa se vieron reflejados en aquel rostro blanquísimo enmarcado en un cabello negro azabache que caía con dulces ondas a cada lado, sobre cada uno de sus hombros. Sus labios tiritaban con un lívido color morado, seguramente por el frío, los grandes ojos azules como zafiros, los miraron con intriga, pero ante todo, se les acercó con premura.
-¿Are you kaede-kun?- preguntó en un perfecto inglés a pesar de que parte de sus rasgos fuesen indudablemente orientales- I’m Hajime Rukawa, I’m from England, and arrived for to live with you.
Sendoh pasó del rostro de la muchacha al rostro de Rukawa que no sabía cómo responder
-¿Vivir conmigo?- preguntó ahora sin entender nada. La muchacha se le acercó, pero antes de poder contestar nada, se desmayó a sus pies mientras la lluvia seguía empapándole el cuerpo que, al parecer, ya la había estado mojando desde hacía un buen rato.