Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La piedra y la hiedra. por Angel_Chan

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Serie: Saint Seiya.

Pareja: Shun-Hyoga-Ikki.

Clasificación: Romance-Drama.

Advertencia: Lemon-Incesto.

Fecha: 22/10/2002.

Notas: A mi Beta no le gusto el fic… y sé por que.

Beta Reader: Pleasy Stay.

Disclaimer: Todo lo referente a Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei.

   

Notas del capitulo:

 

   

La piedra y la hiedra.

 

Primera parte.

 

Sus pisadas se marcaban perfectamente en la nieve, una gruesa capa de esta, los hacia hundirse en el polvo blanco, por varios centímetros. Por lo menos, llevaban unos 20 minutos caminando por allí, mientras la nieve y el aire los golpeaba sin tregua.

Aunque uno solo de los tres hombres que caminaban en aquel clima tempestuoso, parecía estarle prestando atención verdadera al frio que sentía, mientras los otros dos lo escoltaban y cubrían con su cercanía.

Hyoga fue el primero en levantar la vista, sus ojos celestes atravesaron las fuerte ventisca hasta lograr divisar la mancha informe que a lo lejos era la cabaña a la que se dirigían.

Shun se aferraba a su brazo derecho, al mismo tiempo que su andar sostenía del izquierdo de Ikki. Era como caminar con dos grandes muros flanqueándolo, protegiéndolo… pero al mismo tiempo ahogándolo un poco.

Por ello mismo no terminaba se sentirse seguro en medio de ambos, mucho menos de la razón por la cual estaban allí, sus sentimientos. Ahora que estaban los tres allí, se había dado cuenta de que no había pensado muy bien es las cosas que le tocaban por venir. Y por eso se sentía tan confundido, las elecciones nunca se la habían dado de manera fácil, menos cuando estaba bajo mucha presión.

Solo esperaba no equivocarse.

Se acurruco aun mas en su ropa invernal, apretando ambos brazos contra su cuerpo. No dejaba de pensar en que hubiese sido de todo esto, si aquella vez él hubiera actuado de forma diferente.

¿Por qué las dos persona que él mas amaba habían actuado de esa forma?

Lo habían cercado hasta no dejarle una escapatoria a la vista, y solo pudo lograr una tregua de aquella manera.

 

Hyoga había sido el primero, acercándose a él de manera fría y distante, al menos hasta que estaban en la relativa seguridad de su habitación, donde allí la actitud del Cisne cambio radicalmente.

En tan solo unos minutos de charla sincera, el rubio le había abierto de par en par las puertas a su corazón, desgarrando su alma y poniendo cada uno de sus sentimientos a los pies de Shun.

—Esto que siento es simple, Shun… Te amo.

Shun permaneció inmóvil, y en silencio, frente a Hyoga que lo observaba a escasos pasos de sí. Intento pronunciar palabra alguna, pero en una primera instancia nada salió.

—Simplemente no sé qué decirte, Hyoga. —Acabo diciendo cuando pudo pensar con más claridad.

—Está bien, si no lo sabes, no hay problema. Solo piénsalo… puedo esperar tu respuesta, si estás dispuesto a darme una, no importa cuál sea.

Apenas una sonrisa se dibujo en sus labios, salvando la poca distancia que había entre ellos; dejo un casto y cálido beso en su mejilla y salió del cuarto.

Shun permaneció allí tan desencajado como en el mismo momento en que Hyoga le confesaba su amor por él.

Pero no consiguió tiempo para pensar en lo que había ocurrido, ni en cuál sería su respuesta, que la puerta de su habitación se volvía a abrir, esta vez dejando entrar a Ikki como una tromba en su cuarto.

—¿Shun, estas bien? —Pregunto viendo fijamente a su pequeño hermano, mientras sus manos se aferraban a sus hombros. —¿Sucedió algo?

Shun volvió sus ojos hacia los azules de su niisan, y sin lograr detenerla, una lágrima corrió por su mejilla enrojecida. De seguro Ikki armaría un escándalo mayúsculo si se enteraba de lo que Hyoga le había dicho.

—Nada, niisan. No paso nada.

Ikki respiro pesadamente, antes de clavar en los ojos verdes los suyos, al mismo tiempo que apretaba los hombros, sin llegar a causar dolor.

—No me mientas, Shun. Vi a Hyoga salir de aquí… así que algo tuvo que haber pasado.

Shun solo se limito a negar, pues su voz no le ofrecería seguridad alguna para engañar a su hermano mayor.

Y mientras Shun trataba de ocultar la verdad de Ikki, Hyoga volvió sobre sus pasos. Al ruso no le había dado buena espina cruzarse con el andar frenético del Fénix, mucho menos ver que se dirigía hacia de donde él venía, y estando Shun solo, no sabía lo que este podía hacer.

 No lo entendía bien, pero era mejor escuchar lo que pasaba entre ambos hermanos, y así asegurarse que Shun estaba bien, permaneció fuera de la habitación, tan solo oyendo lo que hablaban.

Pero Ikki no volvió a hablar, tan solo permaneció observando cada cambio en la actitud de su hermano, hasta que este decidiera confiar en él y le contase lo que había pasado; pero eso no paso, por lo que no le quedo mas remedio al Fénix que tomar cartas en el asunto.

—Shun, necesito que me escuches, porque es importante lo que voy a decirte. —Ikki busco calmarse antes de seguir hablando, pues no podía evitar pensar en que alguien se le había adelantado. —Te amo. Y no es ni remotamente, un amor fraternal como lo que puedes llegar a pensar… en verdad estoy enamorado de ti.

Shun quedo aun mas estupefacto que con la declaración del Cisne, pues era su hermano quien le confesaba sentimientos que de seguro no debía sentir.

¿De eso le hablaba su hermano?

—Tú sabes que eres lo más importante para mí en este mundo, y si pudieras amarme del mismo modo, no habría nada que nos separase nunca. ¡Sin que importe nuestro lazo sanguíneo!

El mundo entero se detuvo para Shun, al oír tales palabras salir de los labios de su hermano, tanto que no se percato del momento en que Hyoga dejaba de ser un simple observador de lo que ocurría, para entrar en esa incomoda escena.

—Siempre supe que llevabas tus relación con Shun, a un punto muy enfermizo… pero todo esto ya es asqueroso, Ikki.

Hyoga parecía verdaderamente molesto con la declaración de Ikki. Dejándose llevar por su enojo.

—Ustedes son hermanos de sangre… ¡Lo que dices seria incesto, y tal cosa esta prohibida!

Ikki no se molesto en girar su vista hacia Hyoga, por mucho que odiara al rubio por oír lo que le había confesado a su hermano. Apenas apretó sus dientes antes de emitir una risa sarcástica.

—¿No me digas?... Pues te recuerdo, que tu y Shun también comparte parte de su sangre. Este amor también esta prohibido para ti, Hyoga.

El Cisne trago saliva, era tal extraño reconocer tal cosa, pues solo recordaba aquel pequeño detalle cada vez que los llamaban ‘señor’ Kiddo, lo cual no era siempre.

Miro a Ikki, resoplándole en la cara, e inmediatamente busco la mirada de Shun, quien había comenzado a llorar, asustado por la peligrosa cercanía que habían obtenido ambos.

—Además… —Ikki murmuro, llamando su atención. —Todos aquí somos hambres… el tabbo es mayor aun.

Hyoga lo pensó escasos segundos, antes de asentir a la idea.

—Sí, religiosa, social y culturalmente… ambos estamos mal.

Sus miradas volvieron a cruzarse, cargadas de ira y unos irrefrenables celos; se estaban enfrentando por lo que ellos mas amaban, y ambos sabían que si la única forma de acceder a él, era librar una cruenta lucha… ¡Por él, lo harían!

Aunque Shun tratara de detenerlos, e intentara impedírselo, ellos lucharían por su amor.

Ambos se giraron al tiempo en que Shun no pudo contener el leve gemido que el llanto le provocaba. Y fue Hyoga quien presidio la situación.

—Solo es tu decisión, Shun. Ya conoces nuestros sentimientos… ¿A quién amaras, tú?

Pero Shun no podía pensar siquiera en como debía mover sus piernas para alejarse unos minutos de allí, de ambos hombres. Todo aquello era una locura, pero si contestaba, por uno o por otro, era muy probable que en ninguno de los casos acabase bien.

—¡No pueden pedirme que elija! —Shun oculto sus lagrimas detrás de las manos temblorosas, dejándose caer a un lado de su propia cama. —Solo denme un tiempo, necesito pensar con claridad. ¡Necesito que se vayan! ¡Ahora!

Mientras las lagrimas ya no podían detenerse, Shun necesito descargare algo de su enojo; y aunque lo gritos no eran dirigidos directamente a ellos, ambos se sintieron mal por haber sido los culpables del estado de Shun.

Pero de nada serviría nada que hicieran ahora, la mente de Andrómeda estaba llena de pensamientos tan disimiles, que lo llevaban de una punta a la otra del posible final que podía tener todo eso. Tendría que elegir a uno eventualmente, de eso no tenía dudas… pero mientras tanto, necesitaba estar solo y tranquilo, al menos un tiempo.

 

Solo dos semanas después, Shun los llamo a ambos para retomar su ‘charla’, pero si bien no tenía una respuesta propiamente dicha para darles, debía pedirles una prorroga en el tiempo, y proponerles algo que quizás ninguno de los dos rechazaría.

Shun había entendido muy bien que no tenia ninguna razón para elegir por uno o por otro de ellos, no tenían porque forzarlo a hacer tal cosa, él simplemente podía decirles que lo sentía, explicándoles que esperaba a la persona justa para sí; pero al mismo tiempo sentía que debía de retribuir algo de todo aquello que esos dos hombres le habían dado. Ambos eran sumamente especiales para él, por lo que…

Lo que les sugería era sencillo de realizar, pasar un tiempo solos, ellos tres. Lo cual ayudaría a Shun saber a quién elegir, sino también a limar ciertas asperezas entre Hyoga e Ikki. Necesitaban arreglar aquello, ellos solos, y cuanto más alejados de todos, mejor.

Hyoga fue el primero en asentir a la idea propuesta por la persona que mas amaba, no podía llegar a negarse en esas instancias a pasar un tiempo con Ikki, aunque eso fuera lo último que quisiera hacer, pues retroceder en esos momentos era como servirla a Shun en bandeja de plata, con una tarjeta que dijese su nombre. Además, sabia de un lugar ideal, apartado de la ciudad y que tendrían por un buen tiempo.

Una de las cabañas en el bosque, de las que pertenecían a los terrenos Kiddo, él ya había estado ahí una vez, y no era precisamente muy grande ni lujoso, pero ideal para lo que ellos requerían, de seguro a Sahori no le importaría cedérsela por unos días.

Decidieron ir a pie, luego de que el tren los dejara a unos considerables diez kilómetros de donde estaba la cabaña, por lo cual no fue fácil la caminata bajo la pequeña tormenta que los recibió apenas dejaron el tren. Justo a tiempo, pensaron los tres, ya que de otra manera hubieran tenido que abandonar la formación, y caminar por un trayecto aun más largo.

Pero lograron llegar antes de que la noche cayera, poniéndose a limpiar el lugar con cuidado, y en un silencio algo incomodo, por lo menos para Shun.

Andrómeda estaba totalmente agotado, los nervios le consumían mucha energía; esa situación era demasiado para él, y lo mantenía exaltado todo el tiempo. Ahora podía decir que entendía la razón primaria por la que ni Ikki ni Hyoga se llevaban bien entre ellos, y eso era porque él siempre estaba en medio, acaparando a uno u a otro alternativamente.

Su mediación jamás había hecho el bien que él había creído que hacía, sino que los incitaba a pelear mas, a demostrarse quien era el más cercano a él.

Ahora todo ese asunto quedaba solamente en sus manos, en su contestación… en su manera de ver las cosas, y su idea de arreglarlo todo de una vez por todas.

Luego de arreglar las cosas, y de limpiar, Shun se dejo caer delante de la chimenea recién encendida, el suelo no era lo mas cómodo, pero estaba tan cansado; le dolían los brazos y las piernas del frio, y su estomago gruñía como si un oso rondara en las cercanías

Hyoga e Ikki pronto se unieron a él, estos que en las últimas semanas solo se habían dirigido la palabra para pelearse, se quedaron observando el pecho delgado subir y descender mientras descansaba; y mientras ellos esperaban saber que hacer luego.

—Tengo hambre. —Murmuro Shun, abriendo sus ojos, y cruzándolos con los de su hermano.

Ikki sonrió, tenían suficiente comida como para unos cuatro días, aunque no sabían por cuánto tiempo permanecerían allí, ni cuanto dudaría la repentina nevada que los había sorprendido, de lo contrario debían buscar el pueblo más cercano para reabastecerse.

Aun era temprano para pensar en preparar la cena, además que habían tomado un O-bento en el tren, no podía creer que Shun aun tuviera hambre. Pero podía ver como el frio los había calado a los tres, incluso a Hyoga. Prepararon el café, al que acompañaron con unos dulces biscochos de avena y miel.

Los tres se mantuvieron en silencio por un largo rato, solo a veces se escuchaba a alguno sorber de su tasa humeante, y nada más. Pero la espera se estaba prolongando mucho para el gusto del Fénix y del Cisne, quienes por primera vez, estuvieron de acuerdo en algo.

—Shun. —Ikki fue el primero en juntar el valor para llamar su atención. —¿Has llegado a pensar en algo en estos días? —Pregunto, ya incapaz de contener las ganas de preguntar.

Shun negó lentamente, sabiendo que Hyoga también lo veía insistente. Sabía que no podía verlos por separado, los amaba a ambos por igual, pero estaba seguro de que esa no era una respuesta buena para darles.

—Tengo miedo… —Shun dejo su tasa en el suelo de madera, mientras su ojos se perdían en la negrura del líquido aun caliente. —Sé que perderé a uno si elijo al otro, y eso no es algo por lo que quiera pasar. ¡No puedo elegir a ninguno de ustedes! —Concluyo mirándolos alternativamente, una vez más sentado entre ellos.

Sentía el calor proveniente de ambos cuerpos, y eso solo avivaba las ideas que había cruzado su mente en los últimos días, pues si tenía que ser él quien decidiera, estaría dispuesto a comprobar que no se equivocaba en su elección.

Sonrió con dulzura, sabiendo que en esos momentos sus mejillas estarían verdaderamente rojas, pues así era como las sentía. Los miro a ambos, al mismo tiempo que se arrodillaba en medio, a cercándose delicadamente a los labios de su niisan, los cuales beso muy suavemente.

 

Continuará.

   
Notas finales:

 

   

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).