Sehun no muestra amor en sus ojos o en sus palabras.
No le gusta abrazar a Joonmyun en público pero sus manos siempre están conectadas. Su sonrisa es tímida y dormilona pero su corazón explota a mil por hora cada que su novio le roba un beso.
Se llevan más de diez años. No es nada, dicen ellos.
Pero Joonmyun está cerca de los 30, su vida es muy diferente a la de Sehun, quien solo tiene 17 y muchas dudas en la cabeza.
Le lleva de la mano a comprar bubble tea, le besa en la mejilla cuando da el primer sorbo a su bebida, le toma de la mano y lo trata como si fuese de cristal.
Físicamente no se ve diferencia pero sus mentes piensan muy diferente.
Tratan de hacer cosas normales e ir a conocer los gustos de ambos. Joonmyun le lleva a cuanta obra de teatro se presente en la ciudad, le invita al cine, le ayuda en sus estudios y hasta aguanta al mejor amigo de su novio, Jongin.
En cambio, el menor tiene otras ocupaciones. Su sueño es bailar hasta morir en el escenario. Su sueño es viajar y salir de aquella prisión que no le deja cumplir lo que quiere.
Aquella prisión es Joonmyun.
Quiere salir, pero no dejarla. Quiere tomar aquella jaula y llevarla a cuestas. Quiere que aquella prisión vea como cambia y le dé un beso cada que termine una presentación.
No. No la va a dejar.
Lo ama. Está claro.
Lo ama. Lo ama tanto que no quiere dejarlo. Lo ama tanto que le ha llorado para que lo acompañe a conocer el mundo. Lo ama tanto que prefiere terminar viendo por el bien de su noviazgo que por su sueño.
Pero solo tiene 17 años.
Es tan encantador como para dejarlo ir.
No conoció el amor antes, pero después de Joonmyun no quiere a nadie.
Siempre va a la oficina de su novio después de un cansado día de práctica. Su cuerpo esta sudoroso y se muere de frio. Tal vez esté enfermo.
Es el primer viernes de Diciembre y está ansioso por abrazar a su novio. Las recepcionistas lo conocen y le saludan con una gran sonrisa, le acompañan hasta el elevador, le preguntan si quiere chocolate caliente como todos los días y el pequeño solo mueve la cabeza en señal de sí.
Joonmyun es amable.
Es cariñoso y bastante romántico.
Sabe que los viernes su amor llega agotado.
Hoy le compró flores; tulipanes.
Es un arreglo hermoso que está en el escritorio de Joonmyun. Las luces nocturnas en Seúl se ven por el gran ventanal y complementan la hermosa panorámica.
Sehun sabe que puede entrar sin tocar, lo hace y sus ojos se ven rojos.
Seguramente estaba llorando.
Joonmyun avienta todo a su paso y le da un fuerte abrazo. Te amo, no llores, son distinguibles entre los sollozos que inundan la habitación Con una mano, toma su barbilla y la levanta para ver esos ojos que se ven tan tristes y apagados. Su otra mano le toma por la espalda, mientras sus ojos preguntan que le ha pasado.
La respuesta es silenciosa. Pero Sehun se vuelve a echar a llorar.
Joonmyun le ama. Lo ama tanto que le duele pensar en que le obliga de cierta forma a quedarse con él.
Le da un beso que tal vez sea el ultimo.
Sus labios se encuentran ligeramente apartados, su respiración se ha calmado un poco, sus mejillas están coloradas y su pequeña nariz también tiene un ligero tinte rojo.
Tal vez si está enfermo.
Joonmyun no espera más y toma esos labios con los suyos, se acerca hasta estar a la misma altura, muerde un poquito el labio inferior para tener acceso, mientras el fresco sabor a cereza le inunda el paladar. Su lengua hace un minucioso recorrido por aquella abertura, dejando salir un pequeño gemido por el más joven, quien, después de unos segundos regresa el beso y le rodea el cuello con sus brazos.
Su beso es apasionado.
Su amor está destinado.
Después de que se desvanece el temor de Sehun, caminan para contemplar el cielo nocturno de la ciudad, no dejan ir las manos del otro, como si fueran a desaparecer en cualquier instante.
Es romántico pero a la vez duele.
La cabeza de Joonmyun no deja de dar vueltas, quiere saber en que esta pensando el otro.
Te amo, dice Sehun mientras ve un avión pasar sobre la ciudad.
¿Y qué pasa con esas palabras?...
Se evaporan en el aire.
Tus sentimientos, tus miedos, tu amor. Me importan.
Quédate.
Quiero que dejes de ser mi jaula.
Quiero que seas un ave que pueda volar conmigo.
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