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Ashita Kuru Hi (De seguro el mañara llegará) por Shikata_Hikari

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Notas del fanfic:

Buenas noches a todo el mundo. Mi nombre es Shikata Hikari y les traigo mi segundo fic del mes...

Sólo que éste será absolutamente diferente del anterior, ya que incluye una fuerte dosis de amor, desesperanza... y mañanas.

Pues bien... no diré más al respecto, ya que se trata de una sorpresa muy especial para todas aquellas o aquellos que nos hemos sentido tristes por la pérdida de alguien a lo largo de nuestras vidas.

Enjoy it.

Hikari.

Notas del capitulo:

Espero que les agrade, verán... a pesar de que perdí a un ser amado... no entiendo muy bien el sentimiento de haber perdido a un hijo, es por eso por lo que hice que Akihiko sonara insensible y... decepcionado de la vida.

Lo sé, es algo extremo. Pero así es él...

Todos los días me despierto tarde, lo hago más por obligación que por ganas.

No me cambio de ropa, todo el tiempo permanezco con la pijama puesta. Ni siquiera como algo, no lo necesito, a pesar de que mi estómago me esté doliendo. Luego, voy a la sala de mi enorme y vacía casa, me siento en un sillón, prendo la televisión y reproduzco un video. Es lo único que hago en todo el día, ver una película. Nada más.

En la pantalla aparece una hermosa joven de largos cabellos negros, ella es Ai y la conozco desde hace mucho, mucho tiempo. Se balancea rápidamente en un columpio rosado, de eso de trata el video… de esa joven sonriente, que mira con sus curiosos ojos lilas hacia la cámara que la está filmando.

Saluda a la persona que la graba, cierra los ojos más alegre aún. Se impulsa con más fuerza y su cabello le cae en la cara.

Entonces, después de varios minutos, la película se termina. Ai desaparece unos instantes, pero en seguida vuelve, eso es porque he puesto el video una vez más.

No me canso ni me aburro de verlo… no podría hacerlo. Es algo sumamente especial para mí, algo que me trae recuerdos hermosos.

Cuando Ai del video sonríe por milésima vez yo hago lo mismo; me gusta imitarla para distraerme del dolor que siento a diario. Por supuesto que me he controlado, la sonrisa de Ai y los antidepresivos que tomo me ayudan bastante, precisamente ahora mismo estoy ingiriendo unos cuantos, son unas amargas y redondas pastillas de color blanco. Me las paso todas de una sola vez, ya no me dan asco, al contrario, han comenzado a gustarme, quizá demasiado.

No bebo agua, no la necesito, aprendí a tragarme la medicina sin ella. Suspiro largamente mientras me recuesto en el respaldo del sillón, el video se terminó de nuevo pero ya no lo volveré a poner. Miro el techo, al foco apagado, doy un vistazo a la televisión, la pantalla es negra. Cierro los ojos lentamente, de nuevo me empieza a doler la cabeza, tal vez es a causa de las pastillas. La imagen de una niña llorando y sosteniendo mi mano con fuerza pasa por mi mente y abro los ojos de manera pesada. Cada vez que trato de dormir esa niña regresa, y lo detesto.

La detesto porque es idéntica a Ai, eso me entristece… y poco tiempo después pienso en ella.

Su nombre completo era Usami Ai, significa AMOR, sus padre creyeron que era perfecto para aquella joven tan especial, porque según ellos, Ai había sido el producto del profundo amor que ambos se tenían, puro y sincero…

También puedo decir muchas otras cosas sobre ella, le gustaban los gatos blancos, los días en los que nevaba, los dulces de cereza, los días de campo, mirar por la ventana durante toda la noche y observar a la Luna… y ella detestaba las cosas saladas y amargas, batallaba con sus padres para comerse los vegetales y la sopa. Ai era… amable… poseía un fuerte espíritu altruista, siempre ayudaba a las personas aún si no las conocía, andaba de buen humor todo el tiempo y siempre sonreía… cautivándonos a todos.

Cuando lloraba parecía una niña pequeña y tierna y cuando se molestaba se iba a su habitación y no salía hasta la hora de la cena. Ai era una joven muy talentosa, era perfecta en todo, se empeñaba en hacer las cosas lo mejor que podía, pero lo que más me gustaba de ella… era su voz.

Cantaba, y cada vez que lo hacía, las personas se emocionaban y lloraban.

Eso no es todo lo que sé sobre ella, sé otras cosas más… como que Ai fue abandonada por su madre cuando era niña, que su padre hizo todo lo posible para cuidarla y que eso no le sirvió para nada, porque Ai tenía su tiempo contado, debido a que su corazón era realmente frágil… tenía una enfermedad mortal… y un día… Ai se despidió, dijo “Buenas noches”… y ya nunca despertó.

Yo sé todo eso… porque yo era su padre, la persona que la vio partir… y quien pasa todos los días perdido en sus recuerdos, tratando de hacer que Ai vuelva.

Comienzo a llorar y me dejo caer en el sillón, volteo hacia la derecha y miro por la ventana, una mariposa amarilla se atraviesa; de pronto pienso en mi hija otra vez, usa su vestido favorito y da vueltas y más vueltas en el jardín.

Sonrío levemente, estiro la mano hacia la mesa de centro para tomar un frasco anaranjado, en cuanto lo alcanzo lo destapo y agarro tres pastillas más, me las tomo de golpe y luego de unos segundos mi vista se hace borrosa, me siento mareado… y poco a poco pierdo el sentido cayendo inconsciente…

 

Un dolor muy agudo en la cabeza me despierta, me levanto un poco del sillón y veo la hora que marca el reloj de pared, son las diez de la noche. Me desmayé por mucho tiempo, tengo nauseas, lo usual, lo que ocurre después de ingerir tantos antidepresivos. Casi siempre hago lo mismo, casi siempre me encuentro al borde de la muerte, no me preocupa en realidad… porque yo quiero ver a mi hija, quiero estar con ella, por eso trato de morir por culpa de las pastillas. Eso no lo sabe nadie, jamás lo he mencionado, aunque yo sepa que ninguna persona me quiere no es por eso por lo que ya no quiero seguir viviendo.

Todavía tengo el frasco en mi mano y todas las pastillas están regadas en el piso, las miro fijamente y sin ánimo, tengo muchísima sed, aun así no quiero beber agua. Toso un par de veces, de nuevo mi garganta está seca, escupo algo, es sangre que cayó al piso, estoy seguro de que eso es lo que escupí. No me sorprendo, diario algo de ese asqueroso líquido rojo termina por salir de mi cuerpo. Es absolutamente normal, pero no importa. Desafortunadamente aún me queda bastante…

Cierro los ojos, quiero dormir ésta vez… no es muy tarde y ya tengo sueño por quinta vez en el día.

Me arrodillo sobre el sillón, debo volver a mi habitación como siempre lo hago.

Lo pienso durante mucho tiempo, estoy demasiado cansado como para subir las escaleras al segundo piso. No, mejor me quedo aquí.

Me recuesto otra vez, hace un poco de frío, me encojo sobre mí mismo tratando de calentarme en vano, a fuerza necesito una manta.

No creo aguantar… pero tampoco puedo estar sin ella.

Es un gran dilema… ¿qué debo hacer?

Suspiro entrecortadamente, comienzo a quedarme dormido mientras trato de decidir.

Finalmente no lo soporté por mucho más… y caí en los “brazos de Morfeo”.

Notas finales:

Bien, al siguiente capítulo.

Una cosita más, Ai es parecida a Kobato de Kobato de CLAMP, sólo que ella tiene los ojos lilas como su padre y el cabello negro.


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