Primer día escolar para muchos alumnos de una pequeña ciudad de Inglaterra. El caso de César, un joven bastante introvertido.
“Excelente, otros tres años por soportar” Pensaba César, una y otra vez. No es que le molestara ir a la escuela. Lo que realmente detestaba era el hecho de tener que socializar, o de menos convivir con tanta gente.
–¡Hijo, baja a desayunar!- El aviso de su madre lo sacó de sus pensamientos, haciendo que se vistiera rápido y saliera de su habitación.
Entre mordidas al sándwich que estaba frente a el y palabras conversó con su madre, mientras esta le daba ánimos para comenzar bien su primer día.
–Esta bien mamá –Dijo mientras se ponía de pie y tomaba su maletín. –Me voy.- Y antes de que su madre pudiera decir algo, el ya estaba cruzando la puerta principal.
No muy lejos de ahí, se encontraba otro chico de la misma edad, pero con opiniones y pensamientos totalmente diferentes. David, un chico rubio y de tez clara, tenía la idea de que un nuevo año escolar era sinónimo de nuevos amigos, por lo tanto, nuevas experiencias.
Joder…fue la primer palabra que cruzo la mente de César al ver su nueva escuela. Aunque su madre prefería que entrara a una escuela mixta, la convenció de ingresar a una exclusiva para varones. Y es que eso de convivir con las chicas, no se le daba muy bien, tomando en cuenta que desde que tenía memoria la preferencia hacia los hombres era muy evidente. Claro que ella no lo sabía.
Intentó pasar desapercibido y encontrar su salón de clases que ya tenía asignado desde que se inscribió. Entre pasos rápidos y miradas disimuladas, pudo reconocer varios rostros. Muchos alumnos de ahí eran ex compañeros de secundaria, así que no tendría que hablar con desconocidos.
Y mientras avanzaba y sonreían las caras conocidas, sintió como alguien se acercaba a él riendo. Cuando clavó la vista al frente, ya era tarde. Chocó contra alguien y ambos terminaron en el suelo.
– ¡Ay! Fíjate por donde caminas, ¿quieres? –Gritó el moreno sin siquiera haberse levantado.
Ante él se encontraba un joven de ojos color miel y cabello rubio. No sabía que decir. Había sido demasiado grosero y ni siquiera sabía su nombre. Joder que este año sería muy largo.
–Lo siento… ¿Creo que estábamos un poco distraídos no? –Dijo el desconocido mientras se ponía de pie y le extendía una mano a César.
–Hmmm, cierto. –Intentó sonar menos violento– ¿Estas bien?
-Si, gracias…. – Dirigió su mirada hacia el brazo del contrario. –Pero creo que tu no…
Lo imitó, y vi como unos delgados hilos de sangre bajaban desde el codo hasta la muñeca, manchando su sweater nuevo y ahora roto.
–Vaya mierda…. – murmuró.
– ¿Quieres que te acompañe a la enfermería?
–No es necesario. –Sonrió César. –Yo puedo ir solo…
–Insisto… me sentiré culpable si no hago nada.
–Va…Vale.
Ambos se encaminaron a la enfermería. Iban en silencio pero no me sentía incomodo, como generalmente le ocurría al moreno cuando estaba con otras personas.
–Y bien… ¿Cuál es tu nombre?
–César. –Dijo volteándolo a ver. – ¿Y el tuyo?
–Lindo nombre – Esas palabras le causaron un leve sonrojo. –Yo me llamo David.
–También es un lindo nombre
–Si… bueno, oye, realmente te pido disculpas por lo de hace rato… creo que te debió de haber dolido mas que a mi. –Dijo posando la mirada en el suelo.
–No te preocupes. – Se detuvo el moreno y le jaló del brazo al contrario para que hiciera lo mismo. –Ya estoy bien. Seguramente solo me pondrán alcohol para desinfectar y alguna venda. Nada de que preocuparse– Volvió a sonreír.
–Bueno. –Dijo no muy convencido – Entonces déjame hacer algo por ti. ¿Este viernes estarás libre?
–Hmmmm– Se tardó un momento en asimilar la situación. – Supongo que si, ¿Por que?
–Perfecto– Le sonrió animadamente –Entonces te invito a comer. Dame tu dirección y paso por ti a las 5 ¿de acuerdo?
–P-pero. - No lo dejo hablar. Hizo una expresión de “No protestes” y le tendió una pluma. –De acuerdo...
Escribió rápidamente los datos en una hoja de cuaderno y la arranco. Se la entrego, y el con una sonrisa la recibió.
–Entonces el viernes a las 6.
...
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