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Adicto. por MomoMorada

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Notas del fanfic:

La verdad no sabía qué nombre ponerle, se me da mal lo de los nombres, pero creo que Cristian cumple con las características de un adicto, eso es lo que es.

La historia está situada en Santiago de Chile, sin embargo, intento no hacer mucha referencia a los lugares ni a los modismos.

Le dedico el fic a mi amor de verano, Agnela, porque la verdad hace mucho no escribía de esta manera con resultados que me satisfaciesen y quizás el surgimiento de esta historia se deba en gran parte a ella, así que todo mai lov para ella <3.

Notas del capitulo:

Siempre he querido saber ponerle nombres a los capítulos, pero nunca he logrado algo decente, ¡así que no me arriesgo!

Sentía la respiración de Rodrigo chocando contra su nuca, erizando su cabello, sus dientes hambrientos hundiéndose en su hombro.

-Supongo que hoy sí te vas a quedar -la voz áspera le ronroneó al oído, pero antes de que pudiese responder nada, Rodrigo hizo un movimiento de caderas que hizo brotar un quejido doloroso de su garganta y es que desde la última vez que había estado con Rodrigo no había estado con nadie.

Sintió la larga nariz de Rodrigo hundirse en su nuca, en un intento de calmarlo, conocía aquel gesto, Rodrigo estaba impacientándose.Y a decir verdad, a pesar del dolor punzante, él también.

-Relájate, Cris -Susurró con la voz excitada, besó los hombros y la nuca de Cristian y cuando sintió que éste comenzaba a relajarse, decidió adentrarse un poco más.

Aquel movimiento casi desesperado por poseerlo provocó en él no solo un dolor punzante que trepaba por su columna, si no que una leve opresión en el pecho que le recordó que estaba cayendo, cayendo por un abismo que no parecía tener final, pero no iba a intentar detenerse.

-Tan estrecho -se quejó Rodrigo en su oído -¿Es que no has entretenido este culito con nada? -Y entonces la opresión se acrecentó.

 

Despertó entre los brazos de Rodrigo y sintió una calidez que sabía falsa, que no le pertenecía, quiso irse sin dar explicaciones, pero lo que en realidad buscaba era que Rodrigo lo siguiera, que se preguntara por él; pero estaba consciente de que eso no iba a pasar.

Rodrigo despertó en un bostezo.

-Chico, deberías traerme el desayuno -dijo afirmando el abrazo, envolviéndole en una calidez que lo reconfortaba y asustaba,  pudo sentir el olor del cuerpo de Rodrigo embriagándole y quiso permanecer ahí.

-Si, claro, sueña -negó rotundamente Cristian -Es más, yo debería irme, tengo que estudiar -En el fondo esperaba ser detenido. Que Rodrigo sintiese la necesidad de detenerlo.

-¿En serio no me vas a traer el desayuno? ─insistió Rodrigo sonriendo con su sonrisa de niño consentido.

-En serio –negó, divertido ante la actitud de Rodrigo. Se levantó de la cama y comenzó a buscar su ropa.

-Por lo menos deberías traer ese culito por aquí más seguido -dijo con voz incitante y una sonrisa ladina.

-Tu llama y yo veré si puedo –respondió simplemente, terminando de ponerse los zapatos, fingiendo un desinterés absoluto.

-Ya, ven, despídete como un buen niño -Cristian rió y besó a Rodrigo.

-Nos vemos, guapo.

Al salir del edificio el portero le miró con curiosidad, siguiendo su caminar hasta la puerta.  Cuando estuvo fuera, suspiró aliviado, pero le invadió la imperiosa necesidad de haberse quedado, de estar entre los brazos de Rodrigo, de sentirlo, de compartir con él. Sonrió ante lo ridículo de su idea y se llevó un cigarrillo a los labios.

 

Había quedado con Gustavo en el metro, Gustavo era compañero de universidad, de casi todos sus trabajos y lo más parecido a un mejor amigo que había tenido nunca.

-Llegas tarde -Lo acusó al verlo.

-Tuve que pasar a ducharme a mi casa, dormí fuera ─se explicó sin mayores detalles.

-¿Dormiste con el tipo, ese con el que sales? -Gustavo sabía que se había estado viendo con alguien desde hace un tiempo, pero no sabía nada más.

-Sí y no -Gustavo lo miró con curiosidad -Sí, estuve con él. No, no salimos, sólo nos enrollamos de vez en cuando.

Gustavo comprendió que la conversación había terminado y no preguntó más, se encaminó a la salida del metro sabiéndose seguido por Cristian.

 

Llegó a su casa pasado las nueve, y no se sorprendió de encontrar la casa silenciosa y las luces extintas. Su madre dormía. Era enfermera y trabajaba turnos de veinticuatro horas así que los días que pasaba en casa los dormía enteros y él, por su parte, decidió hacer lo mismo.

Ya en su cama, extrañó a Rodrigo, extraño su cuerpo, su voz su aliento, quiso encontrar un mensaje de él en su celular, pero no había nada. Sintió de pronto ganas de llorar, pero se recriminó mentalmente y se revolvió en su cama decidido a dormir.

Notas finales:

y... chan chán!


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