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Falling in Reverse por Ahria

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Notas del fanfic:

Es una historia que creo será emocionante. Tiene lenguaje de adultos y sexo, así que no está recomendada para menores de 14 años. Espero les agrade. Es el primer fanfic que escribo así que espero esté bien.

Notas del capitulo:

Aquí comienza la historia.

Bill está en un sanatorio des de los 11 años. Ha perdido la cordura. Se reencuentra con su familia después de 6 años encerrado. Repito. Es mi primer fanfic, espero les guste.

Capítulo 1.

 

By Bill:

La luz que apenas se filtraba por la diminuta ventana de la puerta del aquel endemoniado cuarto acolchado y lleno de un sucio blanco me hizo comprender que mi tiempo de castigo se había acabado. Ya ni me molestaba en contar las horas o los días. Intenté mover las manos pero tenía los brazos entumecidos por la apretada camisa de fuerza y aún seguía temblando de frío por la ducha de agua fría que había recibido por parte del amable enfermero que me había encerrado allí.

Tenía tantos deseos de matarlo que a veces creía que en realidad estaba tan loco como me decían. Sólo por esas veces en las que realmente salía de toda lógica y quería hasta matarme a mí mismo sentía que tenían razón en lo que decían.

Hacía más de dos años que no pronunciaba una palabra, eso sinceramente los tenía cabreados. Los médicos en las clínicas mentales no tenían los escrúpulos para seguirte el juego, si no te mejorabas tus familiares comenzaban a dejar de hacer donaciones anuales e incluso buscaban nuevas opciones para explorar otras instituciones con efectos más rápidos en el proceso de curación. Eso no les convenía, tenían que obligarte de alguna forma. Pero a mí no podría doblegarme su maldita tortura, a pesar de mi apariencia débil tenía una tozudez que pocos compartían. De alguna forma, no importaba cómo, siempre conseguía escaparme de aquel lugar. Ya iban 5 intentos en el último año, todos frustrados. Sin embargo las pequeñas cicatrices en mi cabeza no eran en vano. Los electroshocks no me importaban ya. De hecho prefería que me frieran el cerebro de una vez. Seguiría haciéndolo hasta que lograra irme tan lejos que nadie volviera  a preguntarse si alguna vez había existido. Me estaban haciendo perder la maldita cabeza en vez de supuestamente arreglarme.

Como lo esperaba la puerta se abrió y una mujer baja y regordeta se acercó a mí con una jeringa preparada en caso de que yo pudiera ponerle las cosas difíciles. Sinceramente no tenía esa intención, sólo quería salir de allí así que me comportaría.

Primero me desató la camisa de fuerza, sin entablar apenas una conversación conmigo y se lo agradecí en silencio. Me puse de pie y le saqué bastante en estatura, ella me miró con algo de pena y luego me tomó suavemente del brazo. Desgraciadamente empezó a hablar mientras me guiaba fuera de ahí. Odiaba cuando se compadecían de mí.

_ Es una pena Bill_ me dijo con tono condescendiente_ Estás aquí desde que eras un niño de apenas 11 años, has pasado 6 años en este lugar y aún no te decides a hacer lo que quieren… ¿Por qué te lo pones aún más difícil?_

No iba a darles el gusto de ganarme, simplemente por eso. No estaba loco, no tenían otros motivos por los que retenerme en aquel lugar, excepto por el hecho de que mi padre aún no se había ocupado de sacarme de allí.

_ Por eso me alegro de que por fin hayan venido por ti mi niño, están desperdiciando a un buen chico como tú aquí dentro_

¿Qué quería decir con venir a por mí? ¿Mi madre estaba ahí? ¿Iban a sacarme?

No, no podía ser… ¿Por qué? Quería preguntar, decir algo por primera vez en todo aquel tiempo, pero no me dejé a mí mismo esperanzarme en vano. Seguramente era una forma cruel de la enfermera de jugar conmigo, pero por otro lado aquella señora siempre había sido amable conmigo. ¿Por qué querría hacer algo así ahora? ¿Algún tratamiento de psicología inversa?

Me llevó hasta mi cuarto, al que yo veía más como una celda y me sorprendió aún más ver la desvencijada maleta que tenía con toda la poca ropa que me pertenecía encima de mi cama, arreglada para mí.

No dije nada, aún no iban a doblegarme, les seguiría el juego si querían pero no me harían acceder a sus deseos, ¡nunca! No había nada que pudiera a hacer para ganarme aquella guerra.

La enfermera me ayudó a vestirme con unos viejos jeans ajustados y gastados y una simple y gris camiseta. Me dejé el cabello suelto y largo como lo traía y tomé la valija con aire despreocupado. Ella volvió a guiarme y llegamos hasta la sala común en donde estaban la mayoría de los médicos reunidos y el personal de enfermeros. También había algún que otro paciente para mantener la imagen. Se habían montado un buen escenario.

_ Su madre lo espera Sr. Kaulitz_ me dijo el psiquiatra que me había atendido durante todo aquel tiempo_ Estamos muy alegres de ver que se ha recuperado casi del todo. Siga con los consejos de terapia y no dudamos en que tenga una feliz reintegración en la sociedad_

¿Reintegración? ¿Era hipócrita? Bueno, por supuesto. Aquel maldito viejo cínico me había mantenido encerrado allí desde los 11 años. Era imposible que pudiera saber algo de integración.

No dije nada, por supuesto, y salí de allí con paso rápido, dirigiéndome a la puerta de salida donde supuestamente estaba mi madre. ¿Qué tendrían planeado? ¿Derribarme con una manguera? ¿Inyectarme las drogas que siempre escupía por intravenosa?  ¿Qué sería esta vez?

No había enfermeros cerca de la salida, en realidad no había nadie. Seguí mi camino sin mirar atrás y darles la satisfacción de que supieran que estaba asustado. Abrí la puerta doble y salí al exterior con el corazón martilleándome en la cabeza. ¿Por qué me dejaban incluso salir? Ya aquello era más cruel de lo que había sido nunca.

Miré al frente y de pronto me quedé paralizado. Había un auto allí, un auto real. Mi madre estaba frente a él, retorciéndose las manos y con una sonrisa nerviosa en los labios. En cuanto me vio corrió hacia mí para abrazarme. No me lo podía creer. ¿Estaba alucinando? ¿Por qué se sentía tan real esta vez?

_ ¡Oh mi niño! Mi pobrecito Bill_ balbuceó mi madre antes de romper a llorar y de pronto entendí que todo aquello no podía ser un sueño. Me estaba pasando, era cierto.

La abracé y los ojos se me llenaron de lágrimas. Había esperado tanto aquello, cada noche, cada día, cada hora…

Cuando me soltó quise retenerla, de alguna forma ella me hacía sentir que toda aquella realidad inverosímil podía ser palpable.

De pronto algo más me dejó atónito.

Había alguien más observándome apoyado en el auto. Alguien de mi misma altura y que compartía mi mismo rostro. Mi corazón terminó de dispararse cuando vi a mi hermano sonriéndome a pocos metros. Era aún más hermoso de lo que había rememorado cada noche en aquella celda en la que había vivido durante 6 años. Él, mi amor por él, un amor considerado prohibido como el más sucio pecado era la razón por la que mi padre me había encerrado en aquella institución cuando era apenas un niño. Al principio me había aferrado a él, los primeros años, recordándolo una y otra vez, hablándole para confortarme. Después había empezado a odiarlo. Luego la culpa, la añoranza, el odio, la locura, todo había convergido dentro de mí. Mi mente no estaba sana, sabía que aún lo amaba más de lo que podría explicar nunca, y era precisamente por eso que lo odiaba tanto. ¿Cómo era posible que hubiera pasado por aquel infierno por su causa y aún así sólo de verlo aquella familiar punzada en mi alma me despertara como nada había hecho en 6 años. Sólo verlo y mi vida había cambiado de gris a un arcoíris de colores y gamas que me habían sido arrebatadas. Arrebatadas por su culpa. ¿Por qué me sonreía como un idiota? ¿Acaso pensaba que eso lo arreglaría todo? ¿Acaso eso justificaba su abandono?

Mi madre me encaminó los pasos que restaban para llegar al vehículo y Tom se enderezó, dirigiéndose a mí. Lo miré a los ojos y él me sostuvo la mirada, posesivo. La sonrisa se borró de su rostro cuando lo fulminé con los ojos y algo así como duda se cruzó por su expresión. Terminó parándose frente a mí, y me abrazó con fuerza, llevándose con él más cordura que el psiquiatra que había dejado atrás unos minutos antes.

_ Es bueno tenerte con nosotros por fin, hermanito_ me dijo al oído y sentí a mi madre sollozar_ Te extrañamos Bill_

Me solté de su abrazo y asentí con la cabeza, temblando de pies a cabeza. Aquel contacto había sido demasiado. Seis años imaginándolo y en aquel momento no podía soportarlo. Quería vengarme, quería verlo rabiar de dolor, enloquecer y perderlo todo como había hecho yo en aquel infierno que había sufrido por su causa.

Sin decir nada abrí la puerta del auto y me metí en él, deseoso de largarme de aquel lugar de una vez por todas. Él me siguió, obligándome a pegarme a la ventana contraria para dejar un margen entre nosotros. No quería ni siquiera tocarlo por accidente, la piel me ardía de sólo pensarlo. Mi madre se puso al volante y comenzó a hablarme pero apenas podía entenderla, tenerlo tan cerca se me hacía desconcertante. Agradecí el silencio un rato luego y la comodidad del asiento junto con la tranquilidad de saberme lejos del sanatorio me venció, después de todas las noches pasadas sin poder dormir. Cerré los ojos y caí dormido. Ya habría tiempo para planear mi venganza, por ahora, simplemente quería dormir y despertar en casa. Era real, realmente había salido del averno. Suspiré y simplemente dejé que el peso del cansancio me venciera.

 

 

 

Notas finales:

Déjenme comentarios para saber si les gusta y seguir publicando. Espero que sí. LOL


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