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Sí, feliz San Valentín por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

Lo escribí para un concurso en un grupo de JongKey shippers. Entró en el "Top 10", así que eso es algo bueno, ¿no? 8° lugar de entre 20 publicaciones. ¡Sí, es bueno! Para empezar, yo no soy JongKey shipper (?).

Notas del capitulo:

Si debo dedicarlo, será a Talía, Cleis y Litha, porque las aprecio un montón y sé que aman a esta parejita. ¡Feliz día, mis niñas!

 

— ¿Recuerdas el día que nos conocimos?

Kibum lo hace, incluso es capaz de percibir esas primeras y extrañas sensaciones en el estómago, tal como si fuese aquella ocasión.

 

 

 

 

 

San Valentín. La fecha más odiada por el joven castaño de orbes gatunos. Kibum tenía dieciséis años y atraía la mirada de todo el mundo a causa de su belleza excepcional; claro que, el encanto del muchacho se incrementaba, o desaparecía por completo, dependiendo de su estado de ánimo. El único hijo de los Kim, adinerada y reconocida familia, se caracterizaba por poseer una personalidad desafiante, un fuerte carácter y un sentido del humor un tanto ácido, aunado todo esto a su sarcasmo venenoso. Sin embargo, aquellos que llegaban a tratarle lo suficiente, afirmaban conocer la calidez y amabilidad de Kibum, quien sólo parecía ocultarse tras una máscara de arrogancia y altanería.

— No logro comprender por qué no te gusta el día de San Valentín. — Kibum puso los ojos en blanco, seguro de haberle hablado a Taemin del tema al menos un millón de veces en los últimos dos años.

— No existe una razón en particular, simplemente no me agrada y ya. — intentó de otro modo, eludiendo la mirada del menor. — Acaso, ¿debo tener una?

— Sí. — señaló inquieto, frunciendo ligeramente el ceño.

Kibum se permitió pensar en ello. Sí, existía un motivo, sólo que contárselo a su mejor amigo se le antojaba ridículo y humillante. Después de todo, era joven y tonto en ese tiempo; así que, ¿para qué recordar estupideces?

Gimió, frustrado, mientras andaba por las calles del centro, todas ellas abarrotadas de adolescentes hormonales y enamorados melosos buscando obsequios para sus parejas, o bien, para declararse a esa persona especial.
Él no tenía una, siquiera pensaba en ello. Para Kibum, lo más cercano a alguien "especial" era su mejor amigo: Lee Taemin. Se conocieron en la academia de danza, cinco años atrás, y esos dos años de diferencia entre ellos los llevaban a pasar los momentos más divertidos y vergonzosos de su adolescencia. Adoraba al menor al grado de aceptar su invitación ese catorce de febrero, aún en contra de su sentido común y sus escasas ganas de dejar la casa.

— Bueno, no importa. — continuó Taemin, regalándole una sonrisa. — Igual esperaré por ti ese día.

— Taemin, no pienso...

— Eres mi mejor amigo... — le interrumpió, haciendo un puchero. — y esto es muy importante para mí.

— Yo...

— ¿Irás?

— Sí. — suspiró, derrotado.

— ¡Eres el mejor!

Kibum no podía negarle nada a Taemin.

Mientras se dirigía a la fuente de sodas donde el menor le citó, Kibum recordó aquel San Valentín, dos años atrás, donde creyó que esa "persona especial" por la que albergaba sentimientos sería capaz de aceptarle y quererle también. ¡Cuán iluso había sido! Tenía miedo de declararse, pero se armó de valor y lo hizo, siendo rechazado del modo más cruel existente. Solía reconfortarse pensando que podía haber salido peor, aunque la verdad es que lo único "digno" de aquella escena fue la bofetada que dio al chico antes de marcharse y el que no lloró hasta llegar a casa.

Esa fue la primera vez que preparó chocolates... y la última también,

— ¡Sabía que vendrías! — saludó efusivamente el más chico al verle de pie frente a la puerta. — Hay alguien que me gustaría presentarte. Es un chico maravilloso y...

Dejó de escuchar, sintiéndose extraño de estar ahí de nuevo. No había reparado realmente en el establecimiento, quizá porque el nombre fue cambiado, aunque todo era igual en su interior e incluso en el personal. Miró por inercia al mostrador, encontrándose con el castaño de los orbes rasgados sonriéndole ampliamente a una muchacha bajita y rubia. Su corazón se encogió, entre dolido y enfurecido.

Lee Jinki... y su rechazo. No podía simplemente olvidarlo; a pesar de no tener sentimientos hacia él.

— Key, él es Minho. — volvió los ojos hacia el chico alto, de cabellos negros, que le sonreía levemente. — Amor, él es Kibum. — asintieron los dos, mirándose fijamente. Al castaño le tomó treinta segundos comprender la situación y al menos otros diez soltar su mano de la de Taemin y mirarle con reproche. — ¿Qué ocurre?

— Eres muy joven para tener novio. — bramó, cruzándose de brazos. — Y tú... — analizó al otro de pies a cabeza, creyendo haberle visto antes. — ¿Cuántos años tienes? No me digas, no me importa. Eres demasiado mayor para él.

— Key, sólo son dos años y...

— ¡Eres demasiado chico! — le fulminó con la mirada, afilándola.

— Cumpliré quince años en unos meses.

— ¡Quince! — chilló, ironizando. — ¿Es suficiente?

— Kibum...

El mayor se llevó dos dedos al puente de la nariz, contando hasta diez antes de buscar la mirada del pelirrojo. Minho se mantenía al margen de la discusión, entretenido con las reacciones del de mirada felina. ¿Cuánto le tomaría a Kibum aceptar que ellos dos estaban saliendo? Bueno, Choi estaba dispuesto a averiguarlo.

— Taemin, mira...

— ¡Lamento la demora! — Kibum calló. Los tres giraron los rostros para ver al recién llegado. — Se me hizo tarde.

Unos centímetros más bajo que ellos, de piel morena, facciones masculinas y ojos de cachorro. Kibum jadeó, sorprendido, sintiendo sus mejillas arder al contemplar al otro. Su corazón dio un nuevo salto, alterado.

— Kim Jonghyun. — se presentó, luego de saludar alegremente a Minho y Taemin, extendiendo su mano hacia él. — Es un placer el conocer finalmente al famoso Key.

— ¿Q-Qué?

Taemin enarcó una ceja cuando la voz de su amigo tembló. Sonrió ampliamente al tiempo que se colgaba de su brazo, dispuesto a aprovechar su desconcierto.

— Entonces, ¿está bien que Minho y yo seamos novios? — parpadeó, confundido; sólo que Jonghyun se le adelantó.

— Hacen una buena pareja, ¿no te parece? — asintió, nervioso. — No he visto un par más armonioso.

— Lo son. — coincidió, recuperándose lo suficiente para sonreírle con aire coqueto.

— ¿Eso es un sí? — soltó el más joven, incrédulo.

— Sí.

Minho apartó su batido, golpeando amigablemente la espalda del más bajo. Había descubierto algo importante.

 

 

 

 


Ante los ojos de Kibum, el encuentro con Jonghyun supuso un cambio total en sus planes. Lo recuerda como un flechazo directo, una descarga eléctrica en su cuerpo, un apretón a su corazón. Siente mariposas en el estómago al pensar en esa sonrisa bonita, en esa mirada cariñosa, en ese roce entre sus manos. Para Kibum, ahora rubio, conocer al castaño abrió la puerta a un mundo nuevo e inexplorado, entre nubes de colores y luces brillantes.

Un primer, verdadero y único amor; como esos con los que él soñaba y creía imposibles, inalcanzables, inexistentes.

— También fue un día de San Valentín cuando me declaré, ¿no? — sigue Jonghyun, riendo bajito ante los bufidos de su novio. — Siempre quise preguntártelo, pero me daba vergüenza la respuesta. Dime, Kibum, ¿fui muy cursi?

— Sí, lo fuiste. — coincide, dibujando una pequeña sonrisa, al tiempo que busca una postura más cómoda en el sofá y cambia de oreja el teléfono celular.

 

 

 

 

 

San Valentín... otra vez. Kibum gimió alto al contemplar la fecha en el calendario. ¿Por qué el tiempo pasaba tan deprisa y la estúpida celebración llegaba nuevamente? Todavía tenía presente el anterior; con su maravilloso primer encuentro con Jonghyun y su no tan afortunada conversación con Jinki. Lo de Minho y Taemin pasó a segundo plano cuando el inútil de su "primer amor" adolescente, ese que no cuenta, lo secuestró de la mesa y le llevó a la parte de atrás de la tienda. Odiaba a Lee, de eso estaba seguro.

Tenía un plan, uno bastante sencillo a decir verdad. Se quedaría en casa, bajo las mantas de su cama, hasta que el día terminase. Así no tendría que soportar a todas esas parejas cursis ni a sus amigos encimosos. Además, no habían quedado en nada. Siquiera Jonghyun, con quien era muy cercano, lo que se dice mucho, le propuso algo.

Aunque claro, ¿qué esperaba? Su amigo estaba enamorado de alguien, así que lógicamente usaría la fecha para estar con esa persona o confesarse. Por alguna razón, la idea no le agradaba.

Kibum se sentía extraño cerca del castaño, eso era seguro. ¿Podía decir que estaba enamorado de él? Lo pensó un momento, imaginándose en una relación con el mayor como la que sostenían su mejor amigo y el alto del grupo, como la que alguna vez quiso con Jinki. Se sonrojó, con el corazón acelerado y un leve temblor en las manos. Él sí quería algo así con el moreno; una mirada dulce y un beso suave. ¿Era mucho pedir?

— ¡Debe estar bromeando! — gritó media hora más tarde, de pie frente a la recepción del edificio donde vivía. — Usted claramente me llamó y dijo que debía bajar, ¿por qué ahora insiste en que no lo hizo?

— Está equivocado, joven Kim. — repitió el hombre, acomodándose la corbata. — Lamento las molestias.

— ¡Pero....! — cerró los ojos con fuerza, contando hasta diez. — Gracias.

Llamó al elevador, cansándose luego de varios minutos de espera infructuosa. Acaso, ¿era a propósito? Se dirigió a las escaleras, chocándose de bruces con un enorme corazón hecho de cartulina roja en la pared frente a sus ojos. Si no lo pasó por alto fue porque tenía su nombre (mejor dicho su apodo) en el centro. Permaneció en el mismo escalón lo que le pareció una eternidad, el tiempo justo para recuperar la compostura y calmar el latir errático de su corazón agitado. ¿Quién era responsable de ello? Continuó subiendo, dispuesto a descubrirlo.

« Eres como un gatito, ¿lo sabías? Lindo, tierno y encantador »

Sus mejillas se encendieron. ¿Por qué...? Sostuvo la nota entre sus dedos, jugando con la tarjeta rosada. A sus pies, entre el segundo y tercer piso del edificio departamental, un gato de felpa con un enorme lazo rosado le contemplaba con sus ojos marrones de plástico. Lo alzó con cuidado, sonriendo inconscientemente.

¡Cómo adivinar que esos detalles le harían temblar las piernas! Kibum no salía de su asombro, riendo de modo risueño conforme avanzaba hacia su hogar, mirando sobre su hombro con la esperanza de encontrar con el "culpable" de ese revoloteo en su estómago. Una vocecita en su interior susurraba un nombre cada paso, y él negaba aunque nadie le viese, avergonzado. Si Jonghyun estuviese detrás de ello, ¿qué haría? No lo sabía con certeza, pero desmayarse no era una opción.

« ¿Crees en el amor a primera vista? Yo no lo hacía... hasta que te conocí »

Un par de escalones más; sólo eso. Un ramo de rosas le esperaba a mitad de la última serie. Llevó una de las flores rojas y el perfume le inundó los sentidos. ¿Era normal sentirse así de nervioso, de ansioso? Casi corrió el tramo restante, doblando velozmente al final del pasillo. ¡Oh, decepción! Estaba solo. Su sonrisa se congeló, su mirar vaciló.

¿Era una broma?

Le cubrieron los ojos y la calidez de aquellas manos volvió a dispararle el pulso, robándole el aliento. ¿Sería posible...?

— ¿Crees en el amor a primera vista? — repitió la pregunta, sólo que esa segunda vez en voz alta.

— Ahora creo. — musitó débilmente, reconociendo su voz al instante.

— ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

— Tú, Jonghyun.

Retiró ambas manos al mismo tiempo y entonces Kibum se giró. Encontrarse con los ojos de cachorro tan cerca, tan brillantes, como de enamorado, provocó una nueva descarga eléctrica en el menor. Pegó la espalda a la pared, seguro que no podría mantenerse en pie por mucho tiempo si las cosas continuaban así.

— Me gustas, Kibum.

Jadeó, sorprendido, impactado. ¿Cómo podía decirlo tan de repente?

— ¿Me darías la oportunidad de demostrarte cuánto te quiero?

¡Y justo en San Valentín! ¿Por qué no eligió un día distinto? Sonrió, travieso.

— Pregúntamelo mañana. — el mayor se mordió el labio inferior, coqueto.

— Mejor ahora, aquí. — dio dos pasos al frente y Kibum dejó caer las flores, sorprendido. — Me gustas.

Un primer beso dulce, profundo y maravilloso con ese primer amor inolvidable. Kibum le rodeó el cuello con ambos brazos, acercándolo más aún, degustando los labios suaves, encantado con ese amor que sentía por el mayor, que éste sentía por él. Dios, sentía que moriría de un momento a otro.

— ¿Me darás la oportunidad, Kibum? — cuestionó apenas separarse, acariciando el rostro del más joven.

— Sí. — asintió, buscando un segundo beso.

Kibum creyó escuchar un "no volverás a odiar este día" en algún momento, pero lo ignoró. Sólo quería pensar en Jonghyun, en sus labios tentadores, sus miradas amorosas y su calidez.

 

 

 

 

 

— Sabes que te amo, ¿verdad?

— Quizá. — se burla, mirando preocupado la pantalla del móvil. — Jjong, mi batería está por...

La frase queda a medio terminar y la luz del pequeño aparato se extingue totalmente. Kibum se golpea la frente con la palma de la otra mano, maldiciendo su suerte. La oscuridad lo envuelve de nuevo, pero no se asemeja al sentimiento de desolación que le inunda el pecho al no poder decirle a Jonghyun cuánto le ama y le echa de menos desde que se fue a Nagoya.

Se tumba en el sofá y tira de la manta, hasta entonces olvidada, para cubrirse completo. La energía eléctrica no parece desear volver y la lluvia se torna cada vez más intensa en el exterior. Sólo la llamada de Jonghyun logró espantar a los fantasmas, demonios y entes malignos. Al estar nuevamente ahí, sin ver siquiera sus manos en la penumbra, el corazón de Kibum se desboca y los nervios surgen de nuevo. Odia la oscuridad. Se siente afligido, perdido y sin vida.

Si tan sólo hubiese podido hablar con su novio un poco más...

Las horas transcurren con normalidad y Kibum vuelve a abrir los ojos, confundido. Parpadea varias veces, despertando lentamente. ¿Cómo ha podido quedarse dormido? Escucha ruido en la alcoba y pega un salto.

— Es una pesadilla. — murmura, levantándose con piernas temblorosas del mueble. — Es mi imaginación.

Un nuevo sonido; un salto más. Ahoga un chillido entre sus manos frías y se dirige a la habitación principal. Cree escuchar música y gira la chapa con dedos temblorosos, seguro más que nunca de que se encuentra dormido. La puerta cede y el resplandor de las velas despea sus dudas. Huele a rosas y culpa al montón de pétalos dispersos por el piso y al arreglo en su mesita de noche.

— Te amo. — susurran a su oído y una enorme sonrisa le cruza el rostro. — Sorpresa, Kibum.

— ¡Oh, Jonghyun! — se da la vuelta, abrazándolo con fuerza, con ojos llorosos. — ¡Te amo!, ¡te amo muchísimo!

Busca los labios del mayor, pero a cambio sólo obtiene un beso en la mejilla. Frunce el ceño, desconcertado.

— Han pasado tres años desde que nos conocemos. — Kibum asiente, consciente de ello. — Hoy es nuestro segundo aniversario como novios. — el rubio sonríe, tratando nuevamente de besarle, sin éxito alguno. — Kibum, amor, hay algo más que me gustaría celebrar este día.

— ¿Qué cosa? — le mira a los ojos, curioso, entusiasta, emocionado. Jonghyun acaricia su mejilla, complacido.

— Una promesa. — responde, dejando en las manos del menor una pequeña caja de terciopelo rojo. — La promesa de un amor sin límites, sin fronteras; un amor único, especial, eterno. Kibum, no deseo un final feliz, porque las historias de amor no acaban nunca. Quiero un felices por siempre, y lo quiero a tu lado.

Kibum abre la cajita, encontrando en su interior una forma material de hacer cumplir esas palabras. Sin embargo, más allá de la sortija que parece resplandecer en la penumbra, era el deseo de Jonghyun la causa de sus lágrimas silenciosas. Rodea el cuerpo del más bajo, y quedan mejilla con mejilla, respirando a un mismo compás, con sus corazones latiendo a un mismo ritmo, con las velas dando un encanto a la escena.

— Siempre voy a amarte. — promete mirando los ojos de cachorro. — Es una promesa para toda la vida, Jonghyun. Más que eso, es una promesa para toda la eternidad.

— Te amo, Kibum.

Finalmente el menor obtiene el beso que tanto quiere. Es diferente y lo nota de inmediato, porque es una confirmación de las promesas hechas en voz alta y las silenciosas que ninguno de los dos se atreve a pronunciar. Ese beso sabe a primero, quizá debido a que marca una nueva etapa en sus vidas, un nuevo capítulo de su historia.

Kibum sigue diciendo que odia el día de San Valentín, pero sólo cuando Jonghyun no está por ahí para recordarle lo especial que es esa fecha. Para él, un 14 de febrero es un día más si su novio no se encuentra a su lado.

Si no fuera por Jonghyun, todos los días de Kibum serían idénticos, aburridos, tontos.

Gracias al cielo él está a su lado, amándolo, dejándose amar.

— Esto también ha sido cursi. — se queja el rubio, tomando la mano del mayor para llevarlo consigo a la cama.

— ¿De verdad? — alza una ceja, contento. — Puedo serlo aún más, ¿sabes?

— ¿Ah sí? — le sigue el juego, acariciando sus cabellos. — ¿Cómo?

Sus labios son sellados por los de Jonghyun y todo reproche se queda en el olvido. Kibum cree escuchar un "mientras te hago el amor" entre las caricias y sonrisas, y lo deja pasar, porque realmente le gusta descubrir el lado romántico de su novio en cada oportunidad, especialmente en la intimidad, donde el paraíso se pinta de tonos rosados. Para Kibum, hacer el amor con Jonghyun es igual a recostarse sobre nubes de algodón, con un arcoíris brillante de fondo, con aroma a rosas entre las sábanas.

"Feliz San Valentín, amor", escucha antes de caer dormido entre los brazos del mayor. "Sí, feliz San Valentín", piensa en algún punto, sonriendo entre sueños.

Si a Kibum ha comenzado a gustarle San Valentín es por Jonghyun. Él es la única razón; y con eso basta.

Notas finales:

¡Feliz día de San Valentín a todos! Coman muchos chocolates ^^


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