Cada vez que Matt ingresa a la habitación para intentar consolarme, es peor.
-Mello, estás hecho un mar de lágrimas por algo que ni siquiera vale la pena.
-¡Cállate, idiota! Lo vale para mí –dije a cuestas debido a los hipidos que me provocaba llorar tan abruptamente-. ¡¿Que no ves que si no puedo con esto tampoco podré suceder a L?!
-¡Por Dios! ¿Sigues con eso? Ya basta, Mello…
-Y ahora Near quedó en mejor lugar para ello, me quiero morir…
Siento como mis hombros van de arriba abajo en espasmos desesperados y ya no puedo hablar, mi garganta esta inflamada.
De repente Matt se aferra a mi en un abrazo carcelero. Odio que lo haga, mas que nada por los sentimientos que provoca en mí el simple hecho de que un hombre me abrace. Y otra vez estoy con lo mismo, sin saber identificar mi sexualidad. La espalda de Matt, ancha y fuerte, ahora descansa debajo de mis manos que la acarician con suavidad. Sentir el perfume ácido y penetrante de los hombres me embriaga hasta lo mas recóndito de mi cerebro, su respiración caliente choca contra mi cuello, pero una sensación nauseabunda recorre ahora mi espina dorsal… ¡Es mi amigo! ¿En qué estoy pensando?
Son las malditas hormonas, ese estúpido estrógeno del cual debo deshacerme ya, cuanto antes posible. Tal vez los medicamentos ayuden pero, estoy reconsiderando la cirugía. Aunque eso, tal y como dijo Roger, podría reducir mi inteligencia pero… por decirlo de alguna manera "extirparía mis emociones" y yo podría realizar con mas facilidad las pruebas y así acercarme mas a ser el digno sucesor de L.
La respiración de Matt continúa chocando contra mi cuello, continúa provocando reacciones inapropiadas en mi.
-¡Aléjate Matt! Estoy bien –dije con algunas lágrimas todavía rasgando mis mejillas, que ahora permanecían calientes y con algo de rubor-. Necesito dormir un poco, es todo.
Luego de un silencio incómodo él apagó la luz y se retiró, yo me quedé solo en la oscuridad, acurrucado en mi cama. No recuerdo el momento en que me dormí por completo pero sí recuerdo el momento en el cual desperté, y con mucha hambre. Eran las 03:45 de la madrugada, solo habían pasado dos horas y cuarenta y cinco minutos, todavía podía sentir la hinchazón en mis ojos por tanto haber derramado lágrimas.
Mi estómago resonaba pero la comida ha de estar fría y no quiero despertar a nadie encendiendo el microondas, podrían ver mi rostro y burlarse de mí por lo ocurrido en la mañana del día anterior.
Me levanté dispuesto a ir en busca de un vaso de leche con chocolate, eso calmaría mi estómago y me dejaría dormir el resto de la noche.
Bajé las escaleras y me adentré en la cocina.
Y vaya casualidad, o vaya desgracia a quien me encontré allí.
Estaba buscando algo en el refrigerador asique debí esperar unos largos minutos, con la lentitud que tiene.
-¿Podrías apresurarte, por favor? Hay quienes queremos volver a dormir.
Él no dijo nada, como siempre hacía, continuó buscando. Pasaron algunos segundos pero para mí se hicieron minutos interminables.
-¡Dios santo, tortuga, muévete, me estoy haciendo viejo! –le dije desde un rincón de la cocina.
Un silencio arduo se había apoderado del ambiente y ya podía presentir como la tensión entre ambos crecía rápidamente. Near habló calmado, cual si estuviera arrastrando las palabras para que salieran de sus labios.
-Luego de la prueba se opina todo lo contrario de mí.
¡Sabía que lo diría, sabía que diría algo así!
¡Hijo de puta! Sabía que intentaría restregármelo en la cara. No pude evitar sonrojarme al recordar la prueba y mis ojos se llenaron de lágrimas otra vez, me mantuve observando el piso pero sentí sus frias orbes clavadas en mi. Luego de un rato descorchó la botella que contenía leche y se sirvió en un vaso.
-No la guardes –le dije desde el fondo, con los brazos cruzados y él dejó la botella sobre la mesada. Near tomó su vaso y a paso lento iba saliendo de la cocina-. Ni siquiera sé por qué te crees tanto por haber sido el primero de la más estúpida prueba que han podido darnos.
Llegó a las escaleras y puso un pie sobre el primer escalón para poder dirigirse a su dormitorio.
-A nadie le importa, solo a ti –dijo con su asquerosa, repugnante y odiosa voz.
A este enano le daré un puñetazo tan fuerte en el rostro que lo enterraré de cabeza en el piso.
Olvidé el vaso, olvidé el hambre, lo olvidé todo.
-Ya hubieras querido acercarte siquiera a la puntuación de L –le dije con sorna. Él se detuvo a mitad de la escalera mientras yo iba subiendo detrás de él a mucha prisa.
-Eso es lo que tú querrías que yo sintiera. La psicología inversa es demasiado obvia en ti, Mello. No va contigo.
-AHH… ¿Acaso contigo si, enano feo?
-Yo jamás mencioné algo al respecto. Aunque no dudo que habrás hecho un excelente trabajo con dicho tema.
Continuó subiendo las escaleras. Yo me quedé helado… el pulso desapareció en mi pecho y creí haber olvidado como respirar… ¡EL TRABAJO! ¡LO OLVIDÉ POR COMPLETO! ¿Cómo había olvidado agendarlo? Oh no, esto es terrible, además del mas lento seré el peor de la clase al no entregar ningún trabajo, ¡me sacaré un cero!
-¡Mierda! –golpee la pared con mi puño, Near permanecía mirándome desde la cima de las escaleras-. Lo olvidé, lo olvidé por completo… Por Dios, no puedo creer que lo haya olvidado-. Iba a llorar, definitivamente lo haría. Eran las 04:30 de la madrugada, faltaban tres horas y media para que la clase comenzara y debiera entregar el trabajo… estaba frito-. ¡¿Cómo mierda se supone que tendré un trabajo de 150 hojas listo para las ocho en punto?!
Solo escuché los gruñidos que salían de mi garganta, desesperados y en parte ahogados. Hasta que mis oídos percibieron su voz… otra vez.
-Ahora sí que sería de tu conveniencia tardar solo 25 minutos.
Su voz seria y tranquila me cayó pesada como el plomo. Creo haber sufrido una explosión por dentro porque de un segundo a otro, lo que había sido interpretado como desesperación ahora era completa ira y agresividad. El enojo acabó cegándome.
Recuerdo haber visto únicamente sus enormes y horrendos ojos clavados en mí como dagas.
Recuerdo haberlo tomado del pecho de su pijama blanco.
Recuerdo haber jalado de él con todas las fuerzas de mi cuerpo.
Recuerdo haber olvidado por completo que llevaba un vaso de vidrio en su mano derecha.
Lo primero en golpear contra uno de los escalones fue el rostro de Near. Lo siguiente que percibieron mis oídos fue el sonido del vidrio rompiéndose en mil pedazos. Y ya no pude hacer nada para detenerlo, el cuerpo de Near rodaba escaleras abajo a una velocidad agitada. Su cuerpo se había hecho un bollo blanco… y acabó desplomado en el suelo.
-¡Oh por Dios! –grité al ver que uno de sus tobillos estaba dislocado, pero esa no era su herida más grave… un gran trozo de vidrio descansaba embarrado en su estómago. Y la sangre no tardó en empapar su pijama blanco y diluirse en el piso lustrado de madera.
Debía hacer algo, ir a la enfermería… no… no estaría abierta a estas altas horas de la madrugada. Además si yo iba lo mas seguro era que me culparan, jamás creerían que estando yo allí Near se caería solo de las escaleras. Ni un estúpido se creería eso. Diablos… la sangre continuaba brotando de su estómago, debía moverme ya.
Corrí rápidamente hacia el pasillo donde estaban las habitaciones de los hombres en Wammy´s House. La habitación 6 precisamente era la que buscaba. Agradecí al cielo que él jamás trababa con llave su puerta. Entré a toda velocidad y lo sacudí de la cama con fuerza logrando que él despertara abruptamente.
-¡Matt! ¡Matt despierta! Es una urgencia –le dije al borde de las lágrimas.
-¿Qué carajos…? ¿Qué haces aquí, que pasa? –dijo aun algo adormecido.
-Es Near ¡Matt… arrojé a Near por las escaleras!