Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nuestros momentos por Khira

[Reviews - 268]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas! En este capítulo hay un salto temporal y enganchamos de nuevo con el manga, porque sino no avanzo y ya es hora. Besos! Y muchas gracias por los comentarios!

Khira

Escena 16 — Después del capítulo 245 del manga

Naruto había vuelto.

Kakashi le vio desde el tejado donde había parado un momento tras su visita semanal a la Hokage. Estaba acompañado de Jiraiya, con el que se había marchado dos años y medio antes. Justo después de saludarlos aparecieron Sakura, Tsunade y Konohamaru. Fue entonces, tras la repentina discusión entre Sakura y Naruto acerca de un jutsu pervertido, cuando Kakashi pudo comprobar que, aunque el joven jinchuuriki había crecido varios centímetros, emocionalmente seguía igual de crío.

Y es que, por muy fuerte que se volviera, seguramente Naruto siempre sería Naruto.

«Debería avisar a Iruka», pensó, pero Tsunade tenía otros planes. 

Primero había que probar la fuerza de esos dos juntos.

***

Naruto y Sakura no le decepcionaron, aunque su método para quitarle los cascabeles fuera vergonzoso para Kakashi. Ellos dos en cambio estaban pletóricos, e intentaron que Kakashi les invitara a comer. El jounin declinó la oferta con una excusa. Ahora sí, ya era tiempo de avisar a Iruka.

Dándose algo de prisa, llegó a la casa que ahora compartía con el maestro diez minutos después.

Tadaima —saludó el jounin nada más cruzar la puerta principal.

Okaerinasai —escuchó a Iruka responderle desde la cocina.

Aunque ya llevasen ocho meses viviendo juntos, Kakashi seguía sintiendo el mismo escalofrío de placer que la primera vez tras la mudanza que llegó a la casa tras una misión y él e Iruka intercambiaron esos saludos tan típicos y familiares.

Kakashi entró a la cocina, donde Iruka estaba cocinando algo que olía delicioso. Se bajó la máscara para olerlo mejor, mientras besaba al chuunin cariñosamente en la sien.

—¿Yakisoba?

—Sí.

—Yo de ti prepararía de sobra. Creo que vamos a tener visita.

Iruka dejó de remover un momento para mirarle interrogante.

—¿Visita? ¿Quién?

—Naruto y Jiraiya han regresado a la aldea esta mañana.

Iruka soltó el cucharón y abrió mucho los ojos.

—¿De verdad?

Kakashi asintió, complacido al ver como una sonrisa de pura felicidad se extendía por el rostro del joven maestro. Aunque no sacaba el tema a menudo, era evidente que Iruka echaba mucho de menos a Naruto. Pero a los pocos segundos le vio fruncir el ceño.

—Pero… ¿alquien le ha dicho a Naruto donde encontrarme? Él no sabe aún que me he mudado…

«Ni con quién», pensaron ambos al unísono.

—No te preocupes, está con Sakura. Seguro que ella se lo dirá —dijo Kakashi.

—La cuestión es, cómo se lo tomará Naruto… —suspiró Iruka.

***

Sakura no pudo evitar un sentimiento de satisfacción cuando le comunicó a Naruto, aún genin, que ella ya era chuunin. En el fondo sabía que Naruto seguía siendo más fuerte que ella, pero el hecho de superarle en rango le confortaba un poco.

«Qué tontería», se regañó a sí misma.

—¿Y bien? ¿Vas a invitarme a comer o qué, Naruto? —preguntó ufana.

Naruto, avergonzado, le enseñó las pocas monedas que quedaban en su monedero con forma de sapo.

—¿Es que no has ahorrado nada en este tiempo? —bufó la joven.

—¡Tengo una idea! —exclamó él—. Aún tengo que ir a ver a Iruka-sensei. Seguro que nos invita a comer a los dos.

Al contrario que Naruto, Sakura no era de autoinvitarse a casas ajenas, pero enseguida cayó en la cuenta de que aquello iba a ser divertido.

—Oh, está bien. Vamos.

—¡Bien! Por aquí.

La muchacha agarró a Naruto por la chaqueta antes de que este pudiera dar dos pasos seguidos.

—No, no es por ahí. Iruka-sensei se ha mudado.

—¡¿Eh?! ¿Mudado? ¿A dónde? —preguntó Naruto, repentinamente angustiado.

—Tranquilo, no se ha ido muy lejos. Vamos.

Sakura echó a andar en dirección sur por delante de un más tranquilo pero ahora confundido Naruto, que no podía imaginarse ninguna razón por la que su querido sensei se hubiera mudado.

—¿Y por qué se ha mudado? —le preguntó finalmente a Sakura.

Ella se encogió de hombros, divertida.

—Cosas de la vida —dijo finalmente, haciéndose la misteriosa.

No tardaron en llegar al lago. Naruto miraba cada vez más confundido a un lado y al otro. Nunca antes había estado en aquella zona residencial y no podía dejar de admirar las preciosas casas que allí había. Un par de críos muy pequeños les saludaron desde el jardín donde estaban jugando, y Naruto y Sakura les devolvieron el saludo. Finalmente se detuvieron frente a una de esas casas, pintada de color amarillo suave, con un gran jardín delantero vallado. Sakura abrió la cancela del jardín y se detuvo frente a la puerta de la casa. Naruto se colocó a su lado. Tocó brevemente al timbre y esperó.

Iruka-sensei no tardó en abrir la puerta.

—¡Naruto! —exclamó complacido.

—¡Iruka-senseiiiiiiiii! —gritó Naruto, lanzándose inmediatamente a los brazos de su adorado maestro, haciendo que trastabillara hacia atrás.

—¡Ouch! Hola a ti también, Sakura —dijo Iruka, medio ahogado por el fuerte abrazo del rubio.

—¡Te he echado mucho de menos, Iruka-sensei!

—Y yo a ti, Naruto. Pero si no me sueltas pronto me voy a asfixiar —dijo el joven maestro, medio en serio medio en broma.

—¡Uy! Perdón.

En cuanto Naruto le dejó libre, Iruka se echó a un lado y les invitó con un gesto que pasaran.

Naruto no esperó demasiado a acribillarle a preguntas.

—¿Y eso qué te has mudado, Iruka-sensei? ¡Pedazo de casa! ¿Cómo puedes pagarla? ¿Te ha tocado la lotería? ¿Cuánto hace que te has mudado? ¡Parece nueva! ¿O es que…? —Naruto calló en seco cuando al pasar al salón vio a Kakashi sentado en el suelo junto a la mesita baja que había en el centro de la estancia, vestido sin su habitual uniforme, en camiseta manga corta. Llevaba puesta la máscara pero no la bandana, por lo que su ojo izquierdo estaba cubierto únicamente por un mechón de pelo plateado, y tenía el libro de Jiraiya en las manos.

Yo —saludó el jounin.

—¿Qué haces aquí, Kakashi-sensei?

Sakura a duras penas podía contener una sonrisa maliciosa. Oh, aquello iba a ser muy divertido.

Kakashi, como era de esperarse, y a pesar de la mirada de advertencia de Iruka, no se andó por las ramas.

—Vivo aquí.

—¿Eh?

Hubo unos segundos de silencio, los que Naruto necesitó para procesar esa respuesta.

—Pero… —empezó finalmente—, es Iruka-sensei quien vive aquí, ¿no? Entonces, ¿cómo es posible que tú también? —Iruka iba a intervenir, pero Naruto continuó hablando—. ¡Oh, ya veo!

—¿Ah, sí…? —inquirió Iruka, dubitativo.

—¿Kakashi sensei y tú sois compañeros de piso?

—Eh, no… No exactamente.

—Pero… —Naruto no pareció haber escuchado a su primer maestro—, yo creía que os odiabais.

—¿Odiarnos? —intervino Kakashi, sorprendido.

—Sí. Iruka-sensei, tú odiabas a Kakashi-sensei, ¿no?

—¿Qué dices, Naruto? —Iruka había palidecido un poco.

—Decías que Kakashi-sensei era… ¿Qué decías? —Naruto se rascó la barbilla, haciendo memoria—. ¡Ah, sí! Que Kakashi-sensei era un “engreído, arrogante y presuntuoso jounin de pacotilla”.

—¡Naruto! —le regañó Iruka, lívido.

—¿En serio? —se le escapó a Sakura.

—¿Ah, sí? —Kakashi entrecerró los ojos, mirando fijamente a su “compañero de piso”.

—¡No es cierto! —Iruka se atoró—. Es decir… Lo dije una vez, cuando decidiste que el equipo 7 estaba listo para presentarse al examen de chuunin, sin tomar mi opinión en cuenta… —Se giró hacia Naruto con un dedo acusador—. ¡Pero se suponía que tú estabas dormido!

Naruto se echó los brazos tras la cabeza con gesto despreocupado, haciendo memoria.

—Ese día no me apetecía dormir solo en mi apartamento, así que me hice el dormido para que no me obligaras a marcharme.

—¡¿Y cómo es posible que te acuerdes de las palabras exactas, cuando a veces no recuerdas ni que comiste ayer?!

El joven jinchuuriki se encogió de hombros. Sakura se mordía el labio para no reírse.

—Si Naruto estaba dormido… ¿a quién le decías esas lindezas sobre mí? —inquirió Kakashi.

—¡A nadie! Solo estaba desahogándome en voz alta —respondió apresuradamente Iruka.

—Ya veo… —Kakashi volvió su atención al libro de Jiraiya.

—Bueno, entonces, ¿sois compañeros de piso? —insitió Naruto.

—No…

—¿Por qué vivís juntos, entonces? —Naruto estaba más perdido que nunca.

Haciendo visiblemente un esfuerzo por calmarse y dejando a un lado las impertinencias de Naruto, Iruka inspiró hondo.

—Verás, Naruto… Kakashi y yo… somos pareja.

Sakura miró a Naruto, con ganas de no perderse su reacción, pero el rubio iba a necesitar algo más concreto.

—¿Pareja? ¿Pareja de qué? ¿De misiones?

«¡Que no, estúpido!», se impacientó mentalmente la kunoichi.

—No, Naruto… —Iruka suspiró, mientras Kakashi parecía centrado en el libro, ajeno a la conversación—. Kakashi y yo somos pareja… sentimental.

Dicho por fin alto y claro, los tres miraron con atención a Naruto, incluso Kakashi levantó la vista del libro para observar la reacción de su pupilo.

—¿Pareja… sentimental? —Naruto miró a sus dos maestros alternativamente, sus ojos azules muy abiertos—. ¿Te refieres a que sois… novios?

Con un leve sonrojo al oír esa palabra, Iruka asintió.

Hubo un momento muy largo de tenso silencio, mientras todos esperaban a que Naruto procesara la noticia.

Lo que ninguno se esperaba fue que Naruto saltara de improviso sobre Kakashi, gritando y kunai en mano.

—¡¡MALDITO JOUNIN PERVERTIDO!! ¡¿QUÉ LE HAS HECHO A MI Iruka-SENSEIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII?!

***

Entre Iruka y Sakura consiguieron reducir a Naruto y calmarlo, aunque solo la mención del yakisoba consiguió que el impetuoso muchacho cejara en su empeño de matar a Kakashi (quien por cierto no se había dado por aludido de su intento de asesinato y seguía leyendo el libro tranquilamente). Tras varios reproches por parte de Naruto por no haber sido avisado de la situación con anterioridad y explicaciones varias por parte de Iruka de que había sido imposible hacerle llegar una carta, los cuatro pudieron sentarse a la mesa por fin, y Naruto no tardó en comenzar a contar todo lo que había vivido junto a Jiraiya durante esos dos años y medio que había pasado fuera de Konoha.

—¡Debes haber aprendido un montón de técnicas nuevas! —dijo Iruka en un momento dado.

—¡Oh, y tanto! En especial una, aunque Ero-sennin no me deja emplearla cuando quiero.

Entonces Naruto miró de reojo a Kakashi, como si estuviera sopesando usar esa nueva técnica contra él. Sin embargo, para tranquilidad de todos, pareció decidir que no, y en lugar de eso, Naruto se dirigió de nuevo hacia Iruka, con una pregunta tan inesperada como incómoda.

—¿Vais a casaros?

Iruka se atragantó con el yakisoba y casi se le salió por la nariz.

¡Cof, cof!

—¿Estás bien, Iruka-sensei? —le preguntó Sakura, tocándole ligeramente en un hombro.

—Sí… gracias. —Iruka tosió un poco más y se recompuso. Echó una rápida mirada a Kakashi, quien le estaba observando con mal disimulado interés, y luego volvió a mirar al chico rubio—. ¿A qué viene eso, Naruto?

Él simplemente se encogió de hombros.

—Bueno, si sois pareja y estais juntos y tal es porque os quereis, ¿no? Y las parejas que se quieren se casan.

La simpleza del argumento le dejó momentáneamente sin palabras.

—Bueno, sí… pero no entre hombres.

Por el rabillo del ojo, Iruka notó que Kakashi seguía mirándole fijamente, y eso le ponía aún más nervioso. ¿Qué pensaba él del tema? ¿Por qué no decía nada?

—¿No entre hombres? —repitió Naruto—. ¿Por qué no? ¿No pueden?

Era sabido por todos, incluso por Naruto, que había países que no permitían el matrimonio entre hombres, especialmente en países de población mayoritariamente civil. Pero no era el caso del País del Fuego, donde dos hombres también podían inscribirse en el registro como unidad familiar.

—Sí que pueden —terció Sakura, al parecer también al tanto. Iruka le echó una mirada sorprendida y ella se sonrojó.

—Sí, sí que pueden —acordó él—. Pero no es tradición. —Y esperó que aquella respuesta contentara a Naruto, pero este parecía dispuesto a no dejar el tema.

—¿No es tradición que dos hombres se casen?

—No, no lo es…

—Pero pueden hacerlo, ¿no?

—Sí.

—No me queda claro. Entonces, ¿no os casais porque no es tradición, o porque no quereis?

—Bueno, yo, eh… —Iruka no sabía sinceramente qué decir. Desde que se había dado cuenta de que le atraían más los hombres que nunca se había planteado casarse. Y Kakashi tampoco le había hablado jamás del tema, así que no quería meter la pata.

Por fin, el jounin acudió en su auxilio.

—Naruto, déjalo ya. No es asunto tuyo.

«A buenas horas», pensó Iruka, suspirando de alivio.

Naruto le dio la espalda al jounin con los ojos achinados y bufó.

—¡A mí no me hables, pervertido!

Kakashi puso los ojos en blanco. Luego algún pensamiento malicioso le cruzó por la mente, Iruka lo vio en su expresión, pero no pudo detenerle antes de que soltara la siguiente pregunta.

—¿Por qué soy solo yo el pervertido?

—¡Pues porque….! —Naruto calló de repente, al mismo tiempo que se ponía rojo como un tomate.

Imaginar lo que debía estar pensando el muchacho hizo que Iruka también se sonrojara.

—¡Ya basta, los dos! Y terminad de comer, que se enfría.

Aún ruborizado hasta las orejas, Naruto le hizo caso. Pero mientras se terminaba el yakisoba, Iruka pudo notar que la expresión del joven ninja se había entristecido por momentos.

El chuunin creyó saber por qué.

Y si era por eso, también sabía cómo animarle.

—Ey, Naruto, aún no has visto la casa. ¿Te la enseño?

—Bueno… —Naruto se encogió de hombros.

Como Sakura ya les había visitado con anterioridad y ya conocía la casa, ella se quedó con Kakashi, mientras Iruka guiaba a Naruto por la amplia vivienda, primero por la planta baja, enseñándole la otra sala, la cocina y el baño, y luego la planta piso, empezando por el dormitorio que compartía con Kakashi (ninguno hizo comentario al respecto), el segundo baño, y por último, el segundo dormitorio, en el que Iruka había instalado su mesa de escritorio, donde corregía exámenes o repasaba clases y temarios.

—Este dormitorio lo uso como estudio, pero como ves es una habitación grande y todavía hay sitio de sobra para poner un futón. —La mano de Iruka se apoyó en el hombro de Naruto—. Así que cuando no te apetezca dormir solo en tu casa, aquí serás siempre bienvenido.

Al oír eso, Naruto se giró hacia Iruka, sorprendido.

—¿De verdad?

Iruka sonrió.

—De verdad.

Naruto dudaba.

—Pero… ¿y qué dirá Kakashi? También es su casa, ¿no? ¿Y si él no quiere que me quede?

Con un gesto cariñoso, Iruka acarició el pelo rubio de Naruto.

—Kakashi no pondrá pegas, te lo aseguro.

El muchacho sonrió por fin, los ojos brillantes.

—Gracias, Iruka-sensei.

—No hay de qué. Otra cosa, aún tenemos mucho que contarnos, y no hemos podido estar a solas. Te invito esta noche a cenar, en Ichiraku, solos tú y yo.

—¡OOOHHHH, ESO SERÍA GENIAL, Iruka-SENSEIIIIII!

***

Media hora después, Naruto y Sakura se marcharon, no sin que el primero le recordara tres veces a Iruka que habían quedado esa noche en Ichiraku. Tras despedirlos, el chuunin se dirigió a la cocina, donde Kakashi, sin máscara, ya había empezado a fregar los platos. Sin atreverse a decir nada, aún incómodo por la conversación que había tenido lugar durante la comida, Iruka se puso a su lado y empezó a secar la vajilla en silencio.

El primero en hablar fue Kakashi.

—Así que… “engreído, arrogante y presuntuoso jounin de pacotilla” —murmuró sin mirarle.

A Iruka casi se le cayó un plato al suelo. Casi se había olvidado de aquello.

—¡No pienso eso! —exclamó alarmado—. Lo he dicho antes, ¡solo me estaba desahogando! ¡Estaba enfadado porque…! —Se detuvo al ver que Kakashi sonreía. Iruka bufó—. Mira que te gusta torturarme…

Habiendo terminado de fregar, Kakashi se secaba las manos con un trapo, mientras le miraba con esa sonrisa ladina pintada en su perfecto rostro. Oh, cómo le gustaba a Iruka que Kakashi jamás llevase la máscara a solas en casa.

—Si por torturarte te refieres a atarte a la cama mientras te hago gritar de placer, sí, me encanta, y por lo que vi a ti también.

Iruka abrió mucho la boca, indignado. Solo habían jugado a ese juego una vez, pero el jounin iba a recordárselo siempre.

—¡No cambies de tema!

Meneando divertido la cabeza, Kakashi se dirigió a la puerta de la cocina diciendo algo sobre ir al bosque a practicar un nuevo doujutsu[1]. Se detuvo un momento en el umbral y miró a Iruka. Aún sonreía, pero sus ojos de repente se veían serios.

—Sabes, yo sí me casaría contigo.

—¿Qué? —Iruka parpadeó.

—Que yo sí me casaría contigo —repitió Kakashi—. Pero podemos hablarlo en otro momento, ¿vale?

Y dicho esto, el jounin se marchó.

Por varios minutos Iruka se quedó allí de pie, paralizado, sin saber qué pensar.

***

En cuanto Shizune entró en el despacho de la Hokage diciendo que el Kazekage había sido raptado por Akatsuki, Iruka supo que tendría que despedirse otra vez de Naruto, aunque hubieran pasado apenas unos días desde su vuelta. Y también de Kakashi, por supuesto.

A las pocas horas, Iruka acompañó al equipo 7 hasta la entrada principal de Konoha, junto a Tsunade y Jiraiya.

—Kakashi-sensei, Sakura-chan, ¡vamos! —gritó Naruto, poniéndose en marcha.

—¡Espera un minuto, Naruto! —exclamó Sakura, yendo tras él.

—Nos vemos —se despidió Kakashi simplemente, pues ya se había despedido apropiadamente de Iruka en privado.

Iruka les vio partir a los tres, sintiéndose impotente, pero solo podía esperar por su regreso. Naruto era el que más le inquietaba. Eso de que Akatsuki fuera tras él…

—¿Preocupado? —oyó que le preguntaba Tsunade, siempre tan perspicaz.

—No… Él no es el tipo de ninja débil sobre el que deba preocuparme —mintió—. Sakura tampoco…

Tsunade y Jiraiya le miraron, como esperando un comentario sobre Kakashi, pero Iruka se guardó sus pensamientos sobre él.

—La madurez es una cosa extraña…

 


[1] Técnica ocular.

Notas finales:

Por cierto, he subido la primera parte de un two-shot kakairu que se llama 'Familia', por si le queréis echar un vistazo. Lo podéis encontrar en mi perfil ;)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).