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The Damned por Ahria

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Notas del fanfic:

No se si les guste esta historia pero bueno, las pongo a su consideración. Comenten sin pena si quieren lincharme ;) Ahria

Notas del capitulo:

asi empieza todo...

Este de Alemania…    Invierno de 1825

 

La nieve seguía cayendo mientras corrían sin cesar por entre las callejas de aquel pueblo silencioso adonde habían ido a parar. No se detenían a mirar atrás o a respirar. No lo necesitaban. Eran lo que los humanos denominaban como muertos vivientes. En este caso, se llamaban a sí mismas Demonios… Y nada más apropiado que ese nombre para la clase de criaturas que eran ambas. Alessandria dio un salto en la oscuridad y voló en un segundo hasta el tejado más cercano que encontró. Su hermana repitió la acción y aterrizó junto a ella con un leve suspiro de fastidio.

_ Creo que ya los perdimos…_ le susurró mientras sondeaba los alrededores oyendo y viendo el vacío que las encarcelaba en aquel lugar_ Estamos en mitad de la nada…_

Alessandria no dijo nada. Miró a Samantha y se quitó la capucha de la cabeza para sentir el frío de la noche. Siguieron su camino sobrevolando los tejados de las casas que conformaban la comunidad dormida con destino al bosque que colindaba con ella, para largarse de allí. El silencio era casi extraño, como si las personas se propusieran respirar o hacer el menor ruido posible. Como si el pueblo estuviera sumergido en el miedo, el miedo a algo que como ellas podría destruir su paz y convertir sus vidas en un infierno con sólo unas horas de caza.

Saltaron al suelo en el preciso lugar en el que empezaba el sendero que llegaba al bosque tupido y también extrañamente silencioso. Había algo allí que no era enteramente humano… Podían sentirlo, y ellas nunca se equivocaban en lo que a su sentido respectaba. Samantha se internó en la amiga oscuridad esquivando los árboles de troncos gruesos como si fueran arbustos en su camino sabiendo que su hermana pequeña la seguía. Si lograban correr lo suficientemente rápido estarían en un lugar completamente diferente para los primeros albores del amanecer. Claro que antes debían de hacer una parada rápida para comer algo. Tres días sin alimento no eran bastante recomendables… Ya podían sentir la debilidad en sus movimientos que se hacían más lentos por la falta de energía… El bosque se hacía más abierto  a medida que avanzaban. Como si los árboles se apartaran para dar cobija a algo existente allí, algo que necesitara el espacio que ellos abarcaban. Y en unos minutos se dieron cuenta de que eso era una mansión que se erigía en un claro bastante extenso entre la espesura de los árboles. Era una mansión enorme, con todas las luces encendidas, y eso, en medio de la madrugada de una noche invernal era algo bastante raro. Era bastante hermosa, hecha completamente de madera y revestida con paredes de rocas de río grises y lisas. Las ventanas eran grandes, completamente de cristal, por donde se podía apreciar los cientos de velas que iluminaban los pasillos y habitaciones de la casa. Tenía un estilo poco convencional y extraño, pero no se podía dudar que era imponente en medio de la naturaleza que la rodeaba. Especialmente con el resplandor que despedía… Las hermanas se detuvieron extrañadas, tratando de sondear a los humanos que debían de vivir allí, pero no lograban captar presencias humanas en ese lugar. Las cosas se hacían cada vez más extrañas. De pronto, la puerta principal que daba al espacioso porche se abrió y en el marco de la puerta pudieron ver claramente a un hombre de mediana edad, con cabellos rubios platinados peinados completamente hacia atrás, lejos de la moda de la época, con facciones exquisitas y como congeladas… El hombre les sonreía abiertamente en la distancia, pero no era humano, Samantha y Alessandria no lograban reconocer el olor o la falta de esencia de aquel ser que las escrutaba desde el marco de la puerta sin dejar de sonreír…

_ Sean bienvenidas_ les dijo sabiendo que podían oírlo perfectamente.

_ No estamos aquí para quedarnos…_ le dijo Samantha tratando de seguir su juego aunque no tenía idea de cuál era.

_ Pero no tienen un lugar a dónde ir… Y me atrevo a asegurarles que en esta casa estarán a salvo…_

Las dos hermanas se miraron extrañadas y luego dirigieron sus dos pares de ojos verdeazulados al desconocido con desconfianza. ¿Cómo sabía aquel hombre que no tenían adónde ir y que las estaban persiguiendo? ¿Estaría con Los Reichs…?

_ Estamos de su lado, sólo queremos ayudar…_

Alessandria miró a su hermana y tomó su mano.

_ ¿Podemos confiar?_

Samantha cerró los ojos y apretó la mano que sostenía con fuerza. Su cabeza vagó por entre imágenes sin sentido y ruidos que no comprendía hasta que abrió los ojos y se vio a sí misma sentada a la mesa con Aless y lo que parecía una familia de dos jóvenes, una muchacha de unos 20 años como ellas y una mujer más madura acompañada por aquel hombre que las había recibido de aquella forma tan extraña. Estaban todos en paz, riendo, e incluso Aless sonreía…

Cuando volvió a abrir los ojos esta vez estaba de nuevo en el presente y una sonrisa se había dibujado en su rostro…

_ Sí Aless, podemos confiar…_

 

Gordon sonrió también y les extendió su mano mientras ellas se acercaban a toda velocidad y entraban en la casa.

_ Las esperábamos Samantha y Aless… Me alegro que hayan llegado a salvo…_

La puerta se cerró detrás de ellas que lo miraron escépticas.

_ ¿Cómo sabe nuestros nombres?

_ Sé que fueron descubiertas hace poco por Los Reichs, que han estado dándoles caza desde entonces y que se han visto obligadas a dejarlo todo y huir como animales… Una actitud deplorable por parte de Otholf si me preguntan, pero él es uno de los Antiguos y no puedo hacer nada contra eso…

_ ¿Y cómo sabe tanto acerca de todo eso?

_ Porque somos vampiros Samantha, y sabemos lo que hacen los Antiguos con las criaturas que creen una amenaza…

_ Pero los que nos persiguen son humanos…

_ Ciertamente, pero son controlados por Los Reich… No pensarás que en serio los humanos se atreverían a enfrentarse a seres tan poderosos como ustedes si no estuvieran siendo controlados…

_ ¿Y Ud. Dice que puede mantenernos a salvo de ellos?

_ Si_ dijo Gordon y retomó su sonrisa anterior.

_ ¿Cómo?_ preguntó Alessandria desconfiada.

_ Como mismo he protegido a mi familia… Otholf y yo mantenemos un pacto. Él no se acerca a mis tierras y a cambio yo controlo el bajo perfil de los de nuestra raza… Un trato que no le convendría violar… Ya que yo también pertenezco a los Antiguos y sabe que tengo el poder de revelarme…_

Samantha y Aless se miraron sin saber cómo creerle.

_ ¿Entonces por qué Ud. no nos odia?

_ ¿Y por qué tendría que hacerlo?_

Las chicas no pudieron encontrar algo con lo que rebatir aquello. Sólo se permitieron un suspiro de alivio y viendo que el hombre entendía su rendición los siguieron hasta el interior de la casa…

_ Una cosa más_ les dijo antes de que penetraran por unas puerta dobles de madera tallada exquisitamente_ Sólo puedo protegerlas si se mantienen en mis dominios… Fuera de aquí sería impotente. ¿Comprenden?´

_ Perfectamente_ replicaron las dos a la vez.

_ Entonces_ dijo Gordon y las puertas se abrieron solas_ Bienvenidas al Clan Kalliat…_


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