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Incomodidad por PukitChan

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Notas del fanfic:

Nop, Harry Potter no es mío, sólo me divierto con ellos en mis noches de insmonio. ¿Acaso a alguien le afecta mis delirios? Creo que no... jajajajaja. 

Notas del capitulo:

Ehm... no tengo alguna explicación para este one-shot, sólo aclarando que más que insinuaciones de lemon, es más bien lime... jajajaja. 

Incomodidad

 

Por:


PukitChan

 

 

 

Los ruidos que provenían de las pláticas que estaban a su alrededor no eran demasiado fuertes para decir que eran molestas, así que, definitivamente, eso no podía usarlo como pretexto. Harry, que evitaba la vista de su acompañante a propósito, empezó a tamborilear nerviosamente sus dedos sobre el pulcro mantel de la mesa. Oh, Merlín, ¿cómo había llegado a esa situación? La culpa era del estúpido de Draco y su manía por comprar su ropa en esa zona porque, según las palabras de su pareja, era el único lugar donde «podría encontrar ropas diseñadas exclusivamente para su talle».

 

Oh, vaya que odiaba a Draco cuando se ponía en modo Malfoy, lleno perfección y orgullo. Y hoy lo odiaba más que nunca. Al rubio y la rubia. ¡Eso! ¡Definitivamente tenía que ser a causa del color de pelo! Esas dos entidades de cabellos dorados al parecer compartían muchísimo más en común de lo que podía apreciarse a simple vista. ¿O quizá Draco era un veela…?

 

Sus dedos golpearon la mesa más rápido. ¿Por qué rayos se tardaba tanto?

 

Al otro lado de la mesa, el hombre que estaba justamente frente a Harry, sonreía divertido ante el notorio nerviosismo del moreno. Levantaba su taza y bebía de ésta sin perderse ni un segundo de los movimientos de Potter. Oh, decir que aquello era muy entretenido era quedarse corto de adjetivos. ¡Era tan gracioso! No podía creer que, luego de tantos años y tras haber matado Voldemort, Harry aún tenía la manía de evitarle la mirada cuando se sentía nervioso ante su presencia.

 

—Harry… —el aludido se sobresaltó y apartó su vista de la puerta, para girar y buscar a quien le había llamado. El pelirrojo le dedicó una sonrisa burlona que no hizo otra cosa más que irritarlo. Le conocía, demonios, le conocía demasiado bien como para no percatarse de que el muy imbécil de William Arthur Weasley, alias Bill, estaba gozando de su sufrimiento. Rechinó los dientes y ante ese gesto, Bill lanzó una risotada que llamó la atención de sus vecinos de mesas, quienes por un breve momento, le dedicaron también una curiosa mirada a Harry.

—Sólo… sólo cállate, Bill. ¿Quieres?

 

El pelirrojo sonrió con suficiencia y se recargó un poco más en la mesa. Cuando unas horas antes había aceptado acompañar a Fleur a hacer unas compras, lo último que esperaba encontrarse era a Harry y a Draco entretenidos en una pelea sobre en qué traje se veía mejor el trasero de Malfoy, si en el verde oscuro o el negro. —Si le pedían su opinión, Bill respondería que en el negro.

 

—No tienes por qué estar tan tenso, Harry. Sólo estamos esperando a nuestras respectivas parejas… ¿o es que preferirías estar haciendo otra cosa conmigo? 

 

Potter apretó sus labios mientras sentía sus mejillas llenarse de calor. La mirada llena de reproche que le dedicó a Bill hizo que sus ojos verdes brillaran intensamente.

 

—Aquello fue sólo una vez… —murmuró el moreno.

—Pero lo disfrutamos, ¿cierto?

 

Harry se hundió más en su silla, recordando esa Navidad de años atrás en la Madriguera, trayendo de manera inconsciente a su mente las imágenes de Bill rozando sus labios lánguidamente y él respondiéndole. El pelirrojo acariciando su cuerpo, lamiendo sus tetillas, abarcando su trasero con las manos. Él gimiendo cuando una boca le devoró. El sabor del Weasley era dulce y whisky, apasionante y fiero. 

 

«Oh, Merlín, si Draco supiera esto, nunca me hubiera dejado aquí, a solas con él».

 

Eran tiempos muy divertidos —exclamó el mayor.

—Estábamos en medio de una guerra —dijo Harry, buscando cerrar el tema. Por experiencia, sabía que la mayoría de las personas evitaban hablar del pasado por todo lo que habían perdido en él.

 

Sin embargo, Bill reprimió una sonrisa. Se fijó en los resecos labios de Harry, recordándolos mas bien húmedos e hinchados luego de que él los hubiera devorado más de diez veces. La manera en la que Harry se dejó acorralar entre la pared y su cuerpo, sonrojado y respirando agitado, cerrando los ojos cuando Bill rozó su miembro erecto contra el del Potter. Oh, buen Merlín, aquel niño era delicioso. Aunque ahora, siendo Harry poseedor de un físico más fuerte, Bill no dudaba que lo era aún más.

 

—Sino mal recuerdo, te olvidaste de la guerra esa noche —susurró, ronco y sensual sin poder evitarlo. Los recuerdos habían provocado un ligero cosquilleo en cierta parte inapropiada de su anatomía. Se acercó un poco más a Harry y bajó la voz de modo que sólo él lo escuchara—. Y tus gemidos eran encantadores.

 

Harry abrió la boca, sintiendo claramente cómo todo el calor de su cuerpo se acumulaba en sus mejillas. Torpemente se trató de cubrir su ruborizado rostro con la mano derecha, evitando a toda costa que Bill notara cuán incómodo con ello, aunque de antemano sabía que estaba fracasando estrepitosamente.

 

—¿No podrías olvidarlo ya, Bill? —suplicó Potter, rascándose una y otra vez el brazo derecho.

—¿Bromeas? —preguntó el pelirrojo, levantando una ceja, logrando que sus cicatrices acentuaran la descarada fiereza de su rostro—. ¿Y olvidar cada detalle de ti… de tu cuerpo, de lo sensible que puedes llegar a ser…?

 

Tras una fugaz mirada a su alrededor donde comprobó que nadie les prestaba real atención, Bill, como si se tratara de un movimiento casual y sin importancia, rozó el lóbulo de Harry, quien inmediatamente se estremeció y reprimió el pequeño suspiro que anhelaba salir de sus labios. Qué hijo de puta era el hijo mayor de los Weasley al recordar aquellos pequeños detalles que sólo muy pocas personas habían logrado descubrir en Harry.

 

—Basta —insistió una vez más, apartando la mano caliente de su espacio persona. Harry esbozó una sonrisa malvada y miró a Bill—. ¿Acaso crees que a Fleur le agradaría este comportamiento de su esposo y el padre de sus hijos?

 

Bill se encogió de hombros, restándole importancia al asunto con esa expresión.

 

—¿Fleur, dices? Ella sin duda tiene un carácter impetuoso, pero yo me preocuparía más por Malfoy, ¿crees que a él le agradaría?

—¡Pero si no estoy haciendo nada!  —exclamó entre dientes.

—Y yo tampoco, Harry. Sólo estoy platicando con el mejor amigo de mi hermanito.

 

Harry, por un instante, deseó hacerle una seña obscena al pelirrojo. Se burlaba, el muy cabrón lo hacía con tanto deleite que fácilmente podía ver la diversión destellando en esos encantadores ojos azules.

 

«Debe haber un problema conmigo» reflexionó Harry «Parece ser que atraigo a cabronazos de ojos lindos».

 

Al levantar la mirada, el moreno descubrió que Bill miraba hacía otro lado por primera vez en todo el rato que llevaban juntos. Bebía. Aquello le permitió a Harry hacer un análisis de su persona, descubriendo qué el pelirrojo aún era tan fascinante como la primera vez que lo vio en la madriguera. Rebelde, animado, atractivo, sensual, Bill era el tipo de hombre que sin duda nunca había tenido problemas para conquistar: bastaba con ver quién era su esposa. Luego, Harry pensó en Draco, preguntándose cómo pudo haberse sentido atraído por dos personas tan distintas: vanidoso, calculador, frío y excitante, Draco no podía ser más distinto a Bill. Sin embargo, esas eran las dos personas por las que Harry había llegado a sentirse más atraído.

 

—¿Recordando buenos momentos? —indagó Bill, luego de percatarse que toda la atención de Potter estaba volcada sobre él. Harry apretó sus labios y, con una mirada llena de decisión, se enfrentó aquel hombre. No era un cobarde, por Merlín, había matado al puto de Lord Voldemort.

—¿Y qué si lo hago? Son mis recuerdos —espetó.

—Siéntete libre de masturbarte pensando en mi —susurró—. Yo lo haré, Harry. Esta noche habrá una paja en tu honor.

 

Harry deslizó un dedo por la orilla de la taza que hacía mucho quedó olvidada en la mesa.

 

—¿Sabes, Bill? Hace mucho tiempo que dejé de ser un niño —aclaró, relamiéndose los labios.

—Oh —rió—. ¿Crees que acaso no lo he notado? ¿Acaso piensas que nadie ha notado cuánto… creciste?  Apuesto a que no soy el único que inapropiadamente quiere llevarte a la cama, aunque en mi caso sería una vez más. Draco debe ser muy cuidadoso contigo.

 

Por primera vez, aquella oración le hizo soltar una carcajada a Harry.

 

—Los dos tenemos esa clase de problemas.

—Aquello debe ser muy interesante —comentó.

 

«Muy interesante». Harry no pudo evitar rememorarlo. La voz de Bill susurrándole que era muy interesante lo que estaban haciendo, a escondidas de toda la familia Weasley, recostados sobre la cama de Ron, que seguramente se moriría si alguna vez llegara a descubrir que su mejor amigo y su hermano mayor retozaron donde suele dormir.

 

Se mordió el labio inferior. Las manos de Bill recorriendo su espalda, abriendo sus nalgas, lamiendo la humedad de su cuerpo. Sus dedos abriéndolo mientras se inclinaba sobre Harry diciéndole lo caliente y estrecho que estaba. Cómo jadeaba sobre su cuello mientras entraba aquel falo en su interior, hasta que los testículos golpearon su cuerpo. El excitante placer de sentirse penetrado por aquel hombre que, sin duda sabía lo que hacía, moviéndose, buscando el ángulo perfecto para darle placer. Los largos cabellos rojos acariciando su cuerpo. La sonrisa llena de lujuria de Bill, y él asintiendo, gimiendo, obedeciendo y derramándose sobre la cama de Ron.

 

Entonces Harry tuvo que admitir que, tal vez ahora, le interesaría ser él quien poseyera a Bill. Con una sonrisa cargada de lasciva tuvo que imaginarse una curiosa escena en la que se involucraba al pelirrojo abajo mientras a su vez, Harry estaba siendo penetrado por Draco y…

 

…Mierda.

 

Abriendo los ojos con demasiada sorpresa, Harry se volvió a cubrir la boca mientras sentía un intenso palpitar en su entrepierna. ¿Draco, Bill y él? ¡Por todos los magos, qué clases de cosas estaba pensado! Era culpa de Draco, el muy cabrón le había transmitido todas sus perversiones. Tenía que ser así. Era su culpa, después de todo, ¿no por Draco también estaba así?

 

Bill, que estaba pendiente de las reacciones de Harry, disfrutó que el hombre fuese tan transparente. Observó con placer cómo las expresiones del atractivo moreno pasaban de la sensualidad al desconcierto en unos cuántos segundos. Y aunque Harry era el retrato mismo de la incomodidad, eso no eliminaba la imagen donde parecía gritar que había encontrado la llave a la dimensión desconocida.

 

—Si quieres… —musitó Bill, comprendiendo la mente de Harry. Aquello había resultado ser más entretenido de lo que imaginó al principio—. No dudes en llamarme si alguna vez necesitas algo, Harry. Creo que no te he agradecido correctamente todo lo que has hecho por Ron…

 

Harry se obligó a mirar a Bill, a esos ojos azules pícaros, antes de entender lo que le estaba insinuado. Mas bien, lo que le estaba ofreciendo.

 

—Yo… —Antes de que terminase de formular su oración, la campanilla de la cafetería sonó, obligándole a regresar a la realidad. Al apartar la mirada, notó a Draco y a Fleur entrado, ella cargada de bolsas y el rubio, ayudándole con una que otra más por caballerosidad que por gusto. Por supuesto, Draco no llevaba nada, él nunca sería una fémina cargando, qué vulgaridad. Harry suspiró, desesperado porque el calor de su cuerpo disminuyera y su miembro dejara ser punzar. Al divisar a sus respectivas parejas, se acercaron a la mesa, dispuestos a irse en esos momentos. Bill rió y al ponerse de pie ayudó a Fleur, quien finalmente logró hacer un equilibrio entre sus bolsas y su esposo.

Ella le sonrió a Harry, guiñándole un ojo mientras su mano se aferraba al brazo de su esposo.

 

—Hagui —pronunció ella, con su acento francés aunque su inglés había mejorado bastante en los últimos años—. Malfoy es encantador. ¿Cuándo vendrán a visitarnos?

—Próximamente —respondió Bill, riendo—. Harry y yo hacíamos planes, ¿no es cierto?

 

Potter sintió la mirada de Draco taladrar su nuca.

 

—Bueno, si podemos, lo haremos —susurró—, quiero ver a sus chicos —añadió, esto último con soltura. Fleur, que parecía complacida, habló un poco más sobre la agradable compañía que había sido la de Draco y antes de retirarse, volvió a recordarles su invitación.

—Ya sabes, Harry —finalizó Bill, animado—. Cuando quieras, puedes llamarme.

 

Y así fue como el matrimonio se perdió ante sus ojos.

 

Draco, que se sentó frente a Harry en el mismo lugar donde había estado Bill, había estado mirando a su pareja mucho antes de que Fleur y él entraran a la cafetería. Desde la distancia, Harry era la imagen misma de la estupefacción. Pero le irritó más su sonrojo, ése que sólo lograba sacarle cuando estaban en la intimidad. Y aunque, efectivamente, el Weasley y Harry sólo habían estado hablando, parecía que ahí hubo algo más.

 

—¿Harry? —preguntó Draco, notando que su pareja no le prestaba atención—. ¡Potter!

 

El moreno alzó el rostro y Draco se estremeció de placer al ver la mirada lujuriosa de Harry, el brillo del anhelo en sus ojos y sus labios húmedos. Sonrió mientras lo tocaba sutilmente con la mano.

 

—Vamos a casa, Draco… —susurró ronco—. Necesito que me folles y follarte.

 

Sintiendo cómo toda su sangre se acumulaba en su entrepierna, Draco no necesitó más invitación. No sabía que había ocurrido y no lo pensó durante esas horas, donde ninguno salió de la habitación. Sin embargo, Draco supo que un pequeño detalle cambió en Harry y no tenía nada que ver con su amor. Estaba seguro que se amaban demasiado.

 

Por eso, esa tarde, mientras observaba a Harry dormir, luego de una intensa sesión sexual, Draco se puso de pie y escribió una carta a Bill Weasley, hombre que, aunque nunca lo admitiera, Draco lo encontraba apetecible.

 

Días después, la respuesta de Bill llegó.

 

«Hey, Malfoy, ¿no crees que sería interesante eso…?

Apuesto a que a Harry lo disfrutaría…»

 

Bill Weasley

 

Draco leyó el pergamino y sonrió antes de arrojarlo a la chimenea, justo en el momento en el que Harry ingresó a la habitación y se sentó a horcajadas sobre él, besándole y desnudándole. El rubio besó a apasionadamente a Harry y acunó las nalgas de Potter en sus manos antes de sumergirse por completo en su piel.

 

Sí, sería muy divertido.

Notas finales:

¡Saludos de madrugada a quien haya llegado aquí! XD Besos y abrazos. 


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