*Amor de niños*
El santuario
Me encontraba, junto con los demás caballeros de plata y bronce, en la gran sala del patriarca. Nos encontrábamos ansiosos y felices, ya que en cualquier momento despertarían de sus largos sueños, al que todos llamamos muerte. Miraba atentamente a cada uno de los 14 hombres (Shion y Kanon también estaban), hasta que me detuve en dos figuras que tenían las manos entrelazadas, suspire. Detestaba eso, ya ni la misma muerte los separaba. Lo admito estoy celoso, tengo celos, ¡Celos! Y de nada más ni menos que…
-“Ya despertaron” –escuche la voz alegre de Seiya.
-“Bienvenidos mis valientes caballeros” –dijo Saori con una gran sonrisa.
Me quede sorprendido de verlo de nuevo, despierto, su piel bronceada y musculosa, su cabello largo, ondulado y azulado, sus ojos turquesas que brillaban mas fuerte cada vez que estaba feliz. Cuando me miro no pude evitar sonrojarme, era él, el ser que más amo en esta vida.
Se acerco a mí sonriendo, con la atenta mirada del que era como mi padre, aquel hombre con mirada fría, piel tan blanca como la nieve, cabellos largos lacios y de color aguamarina, sus ojos eran como lo zafiros tan profundos como serenos.
Miedo. Si, aquel hombre que antes fue mi maestro tiene miedo, miedo de que le quite al hombre que más ama, pero no lo culpo, quien no sentiría eso, hasta yo lo sentí cuando Isaac siempre se le insinuaba, y eso que ¡éramos unos niños!
-“Me alegra verte Hyoga” –escuche su melodiosa voz, esa melodiosa voz que logro sacarme de mis pensamientos.
Lo veo bien, y me quedo embobado, llevaba puesto una túnica semitransparente que le llegaba hasta 10 centímetros de los muslos, vaya Saori si que quería verlos enteros; miles de imágenes se me cruzaron por la cabeza solo al pensarlo. No pude fantasear más porque él me veía aun con su sonrisa.
-“Igual digo… Milo”-el me ve tiernamente, cosa que fastidio a Camus, ¿Qué como lo sé? Pues digamos que mi antiguo maestro, cuando se trata de Milo, es demasiado celoso.
Me reí internamente, parece que mi amado bichito se percato de la mirada de Camus y se fue a saludar a los demás, yo vi a mi maestro, y lo salude, si lo sé, eso fue hipócrita de mi parte, pero lo cortés no quita lo valiente. Vi a mi alrededor y vi a Seiya un poco tenso, cuando gire mi rostro hacia donde él veía, vi a Hades junto a Poseidón viniendo hacia al santuario junto a sus marinas, entre ellos vi a mi mejor amigo y eterno rival Isaac de Kraken, cuando me disponía a saludarlo no contaba que Hades se dirigiera hacia mi otro mejor amigo, mi pequeño Shun que lo recibió gustoso entre sus brazos, aun no entiendo porque me siento fastidiado, ¿será porque él es cómo mi hermano o porque es mi mejor amigo?
Me percate de algo mas, Ikki miraba amenazante, no a Hades, sino a Radamanthys de Wyvern, los que lo observamos notamos que se trataba de Pandora, la hermana de Hades y protegida de Shun.
No pude evitar sonreír, por fin ese pollo rostizado tendrá que pelear por el amor de Pandora, cosa que no ceo que logre ya que tendrá mucha competencia.
Fijé mi mirada de nuevo en Milo y lo vi saludando a Isaac.
-“Ahora todo volverá a hacer como antes”- le dijo muy feliz, mientras cerraba sus ojos. Sentí una oleada de celos, es cierto que dije que Isaac es uno de mis mejores amigos, pero eso no significa que comparta lo que es mio, y Milo es mio, bueno debe seguir siendo mio ¿verdad?
Aioria de Leo se acerco a Milo y lo jalo del abrazo con Isaac, le agradecí internamente ya que no creía soportarlo más.
-“¡Vaya! Tienes hechizado a los tres hielos” –dijo alegremente, Camus no escucho nada ya que Shura hablaba con él. Y bueno Isaac, pues él estaba hablando con Kanon, y este estaba bajo la mirada de Saga, que no se despegaba de su hermano.
Sorrento también se acerco a ellos y también hablaba animadamente con Kanon, cosa que Julián se percato y se puso a su lado, pero a diferencia de ellos yo si escuche lo que dijo Aioria y no pude evitar sonrojarme.
Pasaron las horas, los caballeros dorados se fueron a sus templos a cambiarse y todos festejamos por la nueva vida que se les otorgo, admito que fue la primera borrachera que tengo, ya que a Deathmask se le ocurrió que lo mejor de festejar era el licor. A esta idea lo apoyo Aioria, Milo y Kanon, siendo reprochados por Aphrodite, Shura, Camus y Saga. Pero al final aceptaron, nosotros (los de bronce y Pandora) que no estábamos acostumbrados nos mareamos al toque.
No recuerdo mucho que paso, ni adonde fuimos, pero solo vi como Ikki se llevaba a una, borracha Pandora hacia lo más profundo del templo, Shion iba a dar el grito al cielo, ya que ese par se dirigía a su habitación, Dohko solo reía divertido, ya que detrás de ese par les seguía Radamanthys, Hades al presenciar esa escena iba a dar un grito, al igual que Shion, pero fue tranquilizado por su hermano (Julián/Poseidón) y por Shun.
Seiya era vigilado por Aldebarán, mientras que Aioros se encontraba acosando a Saga, junto a Kanon, ambos no dejaban de toquetear al pobre de Saga, que aunque se quejara, en su rostro se veía que se excitaba, Shaka y Mu, se fueron sigilosamente fuera del templo del patriarca, ellos por lo menos eran los más discretos.
Shiryu no dejaba ni respirar a Dohko, ya que no se despegaba del gran maestro, Shion imitando al dragon, también no se despegaba de Dohko. Mientras tanto yo me quede me tambaleaba hacia Milo, que al verme me cargo, le hizo una señal a Camus para que lo siguiera, sentí que me que encontraba en los Elíseos, los brazos de Milo era como tocar el cielo; no recuerdo en que momento, pero me quede dormido, recordando cuando Milo y yo éramos pareja, y también empecé a sonar, pero con… ¿Shun?
Me desperté de golpe y vi que estaba en los aposentos privados de escorpio, lo reconocí pues he estado muchas veces aquí. Me sonroje solo al pensar en ello, Salí de la habitación, estaba muy cansado y la cabeza me dolía a horrores, pase a una de las habitaciones de huéspedes y escuche gemidos, eran Milo y Camus. Me quede petrificado al escuchar a Camus pedirle más a Milo, hervía de celos solo al pensar que Camus estaba en pleno acto con mi bichito. Pero luego me tranquilice, lo dejaría pasar ya vería mi ex-maestro salí de escorpio y me encontré a Shun que no lucia nada bien, ahora que lo pienso no lo vi en toda la noche, me acerque a él y le salude.
-“Hola Shun” –el me miro con una mueca en los labios, parece que a él también le dolía la cabeza.
-“Hola” –susurro
-“¿Qué ocurre Shun?” –lo veía demasiado desanimado y eso me preocupo. El se dio cuenta y me sonrió.
-“Nada” –se levanto y me dio un abrazo- “te quiero Hyoga” –al escuchar esas palabras mi corazón empezó a palpitar, pero la imagen de Milo no dejaba de aparecer en mi mente, iba a responderle pero el volvió a hablar- “nos veremos luego” –sus palabras me sonaban a despedida.
-“Shun ¿adónde vas?” –pregunte entre curioso y con miedo.
-“En el inframundo con Hades” –diciendo esto se fue y desapareció. Sentí de pronto un vacio, no quería aceptar que Shun estuviera con Hades en el inframundo.
Desde que eso paso no lo volví a ver, pasaron 6 años y muchas cosas cambiaron, Camus y Milo se casaron, Shura y Aioria se confesaron después de haber sido separados por la muerte del primero y el dolor por la pérdida de alguien especial (Aioros), Shaka y Mu iniciaron una relación, dejando a todos sorprendidos, Aioros, pues él seguía igual, siempre que podía acosaba a Saga, y Kanon pues él le seguía los pasos, y Saga pues el disfrutaba de esa “atención” que recibía de su hermano y su mejor amigo. Aldebarán aun no encontraba a la persona indicada, ya que a pesar de tener muchos pretendientes, ninguno lograba llamar su atención. Shion y Dohko se iban de viaje por todo el mundo cortesía de Saori, Deathmask y Dite, pues ellos siempre fueron pareja desde niños, al igual que Camus y Milo y le siguieron los pasos y se casaron.
Y a pesar de que todo eso paso, yo no le tome mucha importancia, extrañaba mucho a Shun, y nosotros al ser mortales no podíamos pasar, tal vez se preguntaran “nosotros” pues Ikki y yo queríamos ver a Shun y no solo a él, Ikki quería ver también a Pandora que cada vez que podía se veía con el fénix en un parque o en el departamento de este.
Pero cierto día apareció el, con esa enorme sonrisa y me abrazo, nos sonreímos y nos fuimos a la mansión Kido, aun así no quise preguntar que fue lo que hizo allá, algo me decía que no me gustaría. Y ahora nos encontrábamos paseando, pero tenía una sensación extraña, algo que me decía que esta paz no duraría.
“Milo, Camus”
Escuche un murmullo.
FIN