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A new Wonderland por One_FluffyMaknae

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Notas del capitulo:

Hola~~ssssss!


Nuevo Fic! XDD

Ahora escrito junto a Suho ^^ una WonKyu Shipper que sera mi CoAutora esta vez! Yey~~!

Puede que nos demoremos un poco con los capitulos...pero el mundo necesita mas WonKyu en este planeta y por eso nos hemos decidido a subir el Fic!

Mientras mas Reviews, mas rapido subiremos los capitulos, no sean vagos :DD y escriban algo! XDDD


Especial dedicacion a la Señorita Tortuga Ninja @wonkyushipper07 !!!!!!

-- Cap 00 / Misterios del Anillo --

 

 

En el gran mapa que adornaba su habitación, anotaba un nuevo círculo rojo, el cual miró con frustración antes de volver a su escritorio.

 

-         ¿Kokatahi?... ¿Dónde queda eso? ¿En Hawai?

 

Su hermana entró sin previo aviso, mirando las fotos de todas esas personas desconocidas que poblaban la pantalla de su computador. Kyuhyun negó suavemente y se enfrentó a Ahra, que paseaba la mirada por el extenso mapa que cada día se iba tiñendo aún más de rojo.

 

-         No, es en Nueva Zelanda…

-         Ah, deberías revisar Hawai…

-         ¿Por qué?

-         Seguramente está allá. Tomando esas estúpidas vacaciones que siempre quiso, con su nueva familia… 

 

Su padre había desaparecido hace exactamente 10 años atrás. Un día salió a trabajar, y nunca más volvió. Su madre quedó destrozada, negándose a rearmar su vida, a dejar de esperar a su amado esposo. Se aferró a la vida, como Kyuhyun nunca vio a nadie hacerlo, esperando, siempre esperando, hasta que su cuerpo, su alma y su ser entero se negó a seguir con la tortuosa espera, quitándole el ultimo aliento que la mantenía en pie. Su madre había muerto hacían tan solo 3 años atrás.

 

Ahra se negó a perdonar el abandono, e incluso se auto convenció de que su padre les había dejado para irse a esconder a algún lugar lejano, con una nueva familia. De esa forma, le era más fácil afrontar la muerte de su madre y el dolor mismo de verse a la deriva con un hermano pequeño y una progenitora tan inestable. Kyuhyun en cambio, nunca creyó que su padre fuese capaz de hacer semejante cosa, en especial al tener vagos recuerdos de haber conformado una familia feliz, llena del amor suficiente como para ser dejados tan cruelmente. Fue por esa convicción, que aún después de todo ese tiempo seguía buscándolo a lo largo de todo el mundo, a pesar de la oposición de su hermana mayor.

 

-         Como sea, hoy viene…………., ¿cierto?... ¿debería sacar la porcelana fina? – Ahra le sonrió burlona y salió de su habitación.

-         ¡Pensé que estabas emocionada por conocerlo!

-         Lo estoy. Solo espero que no sea “el beso de la muerte”… otra vez.

 

Dejó de lado lo que estaba haciendo y salió tras Ahra, un poco confuso ante la repentina declaración de esta. Sabía que no era el mejor ejemplo en cuanto a relaciones amorosas, pero tampoco al punto de incluso tener una especie de sobrenombre tan poco acogedor como ese.

 

-         ¿De qué hablas?

-         Kyuhyun, tú sabes que es verdad. Tan pronto traes a un tipo a esta casa, encuentras un millón de razones para no volver a invitarlo.

-         Bueno… ¡esto es diferente!

-         ¿En serio?

-         En serio, muy en serio…

 

 

----------------------------------

 

 

La mesa estaba lista, su hermana se paseaba por la cocina arreglando los últimos detalles y él estaba vestido para la ocasión. Suspiró, algo nervioso y miró la hora por octava vez en la noche, sólo cinco minutos y el timbre tendría que sonar.

 

-         ¡Hola, tú!

 

 

Zhou Mi se le quedó viendo, primero sorprendido y luego le dedicó una de esas sonrisas que le dejaban embobado, ante lo sinceras y deslumbrantes que parecían.

 

-         Hola, tú. Justamente estábamos hablando de ti.

-         ¿Necesitan más tiempo?

-         Hummm, no. Creo que lo cubrimos todo, Mimi.

-         Entonces, ¿puedo entrar?

 

No respondió y sólo se hizo a un lado para darle la bienvenida al chico pelirrojo, quién en seguida sacó un pequeño ramo de flores blancas de su espalda. No pudo evitar la sonrisa y el sonrojo que se abrieron paso en su rostro al ver el acto tan dulce que le regalaba Zhou Mi, siempre tan cariñoso y atento con su persona.

 

-         ¿Para mí?

-         Para los dos…

 

Ahra salió de la cocina, aún con el delantal azul que su madre solía ocupar entre sus manos. Escudriñó al novio de su hermano de forma disimulada, aunque no pasó desapercibido para este. Luego, con una sonrisa se acercó para saludarlo.

 

-         ¡Vaya, qué encantador!

-         Zhou Mi, esta es Ahra, mi hermana mayor.

-         Zhou Mi, es un placer conocerte.

-         Lo mismo digo, Ahra-ssi

-         Voy a poner esto en agua…

 

Su hermana salió con una risita burlesca y se fue dejándolos solos por un rato. Estaba por arrastrar a Zhou Mi a la  mesa cuando este le agarró por la muñeca y le apresó en un abrazo, intentó reclamar pero fue callado por un suave y demandante beso que respondió gustoso.

 

-         Y esto, es para ti…

 

Una rosa roja, apreció ante sus ojos, sólo logrando acentuar el sonrojo que cubría sus mejillas. Escondió su cara en el cuello del más alto, y se aferró a su cintura, intentando calmar su agitado corazón, antes de la cena que les esperaba.

 

La comida fue agradable, Zhou Mi tenía ese poder de atraer a toda la gente a su alrededor, con su sonrisa brillante y su personalidad afable. Por lo que cuando se sentaron a tomar unas copas de vino, su hermana ya estaba encantada con el mayor.

 

-         Realmente tienen una casa hermosa…

-         ¡Gracias! – Ahra era especialmente efusiva cuando halagaban el estilo de la casa, después de todo era ella quien la decoraba.

-         Ahra…

-         Se siente como si hubiéramos estado aquí desde siempre, porque en realidad así ha sido… Supongo que casi, ¿cuánto tiempo ha pasado ya?

 

La sombra de tristeza que empañaron los ojos de su hermana, le dolió más de lo esperado. Tal parecía que el sopor del alcohol le había hecho recordar todo aquello que ella misma se había auto impuesto olvidar. Un poco dudoso desvió su mirada y tomó un largo respiro antes de contestar, con una sonrisa fingida.

 

-         10 años, el 23 de marzo…

-         Kyuhyun es meticuloso con la fechas.

-         Eso creo…después de todo, esa es una fecha importante

-         …¿Se puede saber que sucedió en esa fecha? – Zhou Mi le miró expectante y no se pudo negar a la verdad.

-         Ese día nuestro padre desapareció…

-         Oh…por supuesto…lo siento…

-         No te preocupes. Mejor me voy a mi habitación, creo que ustedes dos necesitan algo de tiempo a solas.

 

Se quedaron solos, en un silencio un tanto incómodo inundando la habitación. Kyuhyun era consciente de que había ciertas cosas que Zhou Mi no sabía con total claridad sobre su vida, pero también tenía claro que esa no era una de las mejores maneras de enterarse. Le había dicho lo de su padre, aunque no con tantos detalles como los que se habían estado a punto de develar en esos instantes.

 

La calidez de una mano encerrando la suya, le sacó de sus pensamientos pesimistas, y en cambio recibió una sonrisa reconfortante.

 

-         Lo siento por el momento deprimente…

-         No digas esas cosas Kui Xian, yo quiero saber todo sobre ti…

 

El sonido insistente del celular de Mimi le impidió contestar, haciéndolo fruncir el ceño en decepción. El mayor sacó apresuradamente su celular y se paró hasta quedar fuera de su vista por unos segundos. Kyuhyun, no entendía el repentino movimiento y nerviosismo por parte de Zhou Mi, así que le siguió de cerca.

-         ¿Qué pasa?

-         ¿Te gustaría conocer a mi familia?

-         ¿Vienen a la ciudad?

-         No. Tendríamos que ir para allá…

 

Dio unos pasos hacia atrás, shockeado con el repentino interés de Mimi por que conociera a su familia. No era lo que esperaba, definitivamente no. Intentó controlarse y seguir calmado, por lo que volvió a avanzar para estar más cerca del ahora, nervioso Zhou MI.

 

-         ¿Cuándo?

-         ¿Qué te parece esta noche?

-         ¡¡¡¿Estás loco?!!!

-         ¿Sería una especie de aventura?

-         ¡Zhou Mi!

-         Algunas cosas son más emocionantes, cuando son espontáneas…

-         ¡No este tipo de cosas!

-         ¡¡¡Kui Xian!!!!

-         Tengo que arreglarme y…

-         Estás perfecto, siempre lo estás…

 

Le hubiese gustado sonreír y burlarse un poco de lo cursi que estaba siendo en ese momento Zhou Mi, pero el terror de encontrarse con su familia le mantuvo paralizado. Repentinamente todo se volvía tan serio, tan seguro, que tuvo miedo de dar un paso más.

 

-         ¿Qué tal si no me aprueban, Mimi?

-         Kui Xian, ellos te van a aprobar

-         Pero…

-         Sobre todo si llevas esto contigo…

 

Una especie de cajita circular se posó entre sus temblorosas manos. Se le quedo viendo intrigado, una serie de números estaba en la parte superior, como un candado con alguna intrincada clave en él. Zhou Mi aprovechó su fascinación con el inesperado regalo y se posicionó a su espalda, rodeándolo por el cuello.

 

-         Tiene una pequeña trampa.

 

Los largos y delgados dedos de su amante se enredaron con los suyos, haciendo girar la cajita, que luego de un par de vueltas y un par de sonidos provenientes de esta misma, cedió, dejando a la vista un delicado anillo de plata, con un intrincado diseño de serpientes, en varias piedras que brillaban deslumbrantemente.

 

-         Se ve realmente antiguo…

-         Ha estado en mi familia por mucho tiempo.

-         ¿Me estás dando esto?

 

Se alejó con el anillo aún entre sus manos. Asustado, aterrado, con cada segundo que pasaba sus miedos se intensificaban por mil. No podía estar sucediendo de esa forma, en ese momento. Siempre había huido de cualquier cosa que le atara con lazos tan fuertes como el que le estaba proponiendo en ese momento Zhou Mi. Asustado de encadenarse a un por siempre que tal vez no durara tanto como él esperaba. Tal como lo había sido el “para siempre” de sus padres.

 

-         ¿Te gustaría probártelo?

-         Zhou Mi, un anillo significa algo…esto es demasiado rápido…

-         Kui…

-         No, en serio, es demasiado rápido…

-         De acuerdo…Lo siento, me equivoqué…

 

No quiso seguir escuchando y prácticamente huyó hasta la puerta, para abrirla con rapidez, esperando para que Zhou Mi la traspasara. No estaba lo suficientemente preparado para lo que él esperaba de sí. No tenía la confianza suficiente para quedarse a su lado de una forma tan esencial.

 

-         Necesito tiempo… tiempo para pensar… será mejor que no nos veamos por unos días…

-         Kui Xian…

 

Negó suavemente, firme en la  puerta, manteniendo una falsa calma que en su interior estaba muy lejos de sentir. Y nada fue mejor cuando Zhou Mi le envolvió en un abrazo reconfortante antes de irse, dejando un beso perdido entre sus cabellos.

 

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Ahra le miró enojada, y estaba seguro de que en todo momento había estado espiando desde su habitación, pero que no había interrumpido sólo para ahora estar regañándolo con cara de “yo te dije que esto iba a pasar”.

 

-         ¿Y qué? ¿Acaso eran unos diamantes demasiados vistosos?

-         No… pero se veía increíblemente valioso…

-         Entonces… después de sopesar los pros y los contras, ¿simplemente le abandonas?

-         Ahra, no necesito sermones…

-         Kyuhyun…

 

Su hermana se levantó del sillón de enfrente para hacerse un lado junto a él, acariciando su cabello con ese cariño tan maternal que siempre había tenido. Con esa preocupación propia de quien se había hecho cargo de él, aún cuando era demasiado pequeño para entender la situación que  le rodeaba. Su hermana, su segunda madre.

 

-         Yo…

-         Kyunnie escúchame, sólo porque papá se fue, no significa que todos lo harán.

 

Se puso de pie, alejando la mano de Ahra, incapaz de reconocer sus miedos, pero al levantarse bruscamente algo cayó desde su bolsillo. Ambos se quedaron sorprendidos por la cajita oscura que rodó por el suelo. Su hermana alargó el brazo para tomarla, pero él fue más rápido y la reconoció de inmediato, era el anillo de Zhou Mi.

 

-         El anillo. Mimi lo puso en mi bolsillo…

 

Salió disparado de la casa, sin siquiera escuchar los gritos de Ahra, apurando el paso para alcanzar al causante de tanta conmoción en una noche.  Corrió hasta la desierta calle, gritando el nombre de Zhou Mi contra el frío aire, pero no obtuvo más respuesta que un grito ahogado desde un callejón apartado.

 

Dos hombres de negro golpeaban con fuerza desmedida a Zhou Mi, dejándolo inconsciente y arrojándolo a un auto. Kyuhyun corrió hasta alcanzarlos, pero fue demasiado tarde. Ya había partido y su condición física tampoco era la mejor. Maldijo por lo bajo, ni siquiera se había fijado en la patente del auto como para denunciar a los agresores o llamar a la policía.

 

-         Me temo que se ha ido.

 

La voz profunda pero desprovista de emociones le asustó, poniéndose en guardia al instante. Un desconocido, con un bastón en la mano, y un conejo blanco en la solapa de su traje se le acercó de la nada.

 

-         ¿Quién eres?

-         Un amigo de Zhou Mi.

-         ¿Amigo?

-         Estoy aquí para ayudarlo…

-         ¿Entonces por qué no lo hiciste? ¿Quiénes eran esos tipos?

 

El extraño comenzó a caminar a su alrededor, estudiándolo de pies a cabeza, sin consideración alguna, con una sonrisa intrigante en su cara, respondiendo sólo con más evasivas que sólo dejaban más preguntas en el aire.

 

-         Zhou Mi tomó algo que no le pertenecía.

-         ¿Qué?

-         Necesitamos que lo devuelva…

-         ¿De qué estás hablando?

-         Del anillo, Kyuhyun.

 

Casi de inmediato ocultó la cajita que llevaba en sus manos tras su espalda, con el presentimiento de que ese tipo no era en absoluto confiable. Y aprovechando el gran interés que tenía el sujeto en observarlo, se colocó el anillo en su dedo índice, mientras cerraba la caja.

 

-         ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Dónde esta Zhou Mi?

-         Está completamente a salvo.

-         ¡Entonces tráelo de vuelta y que me lo diga él mismo!

-         Me temo que me tengo que ir… Regresa conmigo a enfrentar los cargos.

 

El sonido de la caja cerrándose resonó en la silenciosa calle, haciendo que la actitud casi amable del extraño se volviera oscura y amenazante.

 

-         ¡Así que realmente tú lo tienes!

-         ¡No!.... ¡¡¿¿Donde está Zhou Mi??!!

 

Un fuerte golpe en su brazo le hizo gemir de dolor y soltar la cajita, que rodó una vez más por el suelo. El chico ignoró su lamento y en cambio corrió a coger la caja, para luego salir corriendo sin más explicaciones por los callejones.

 

Kyuhyun no lo dudó ni un segundo y superando el fuerte dolor de su brazo, salió persiguiendo al sujeto que corría, adentrándose a una especie de fábrica abandonada que ni siquiera recordaba haber visto antes. Por más que gritaba, no había forma de que el otro parara en algún momento, sólo miraba constantemente hacia atrás, para asegurarse de que Kyuhyun todavía le perseguía.

Cuando pensaba que se quedaría sin aliento por subir tantas escaleras, el desconocido corrió hasta una pieza vacía donde sólo se podía ver un gran espejo al final de la muralla. Intentó retroceder o de bajar el ritmo de su velocidad, pero le fue imposible. Sus piernas apenas le respondían, y cuando pensó que chocaría contra el espejo, el cristal absorbió al extraño y segundos más tarde, a él también.

 

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La cabeza le dolía, y mucho. Se incorporó, algo perdido todavía por el golpe que se había llevado en su cabeza. Enfocó la vista y miró a todos lados, no tenía idea de dónde estaba y mucho menos de cómo llegó ahí.  Era como estar en un túnel abandonado, con un gran charco de agua maloliente a su alrededor, más las voces en la lejanía le hicieron desviar su atención del horrible lugar en el que estaba.

 

Salió corriendo hacia una puerta que logró encontrar, y si no es porque se había agarrado al pomo de la puerta, seguramente hubiese caído al vacío. Estaba en un edificio, al parecer en la azotea de este. Se apegó a la pared con su corazón a punto de salirse del pecho. Había estado cerca de morir. Sin contar con el miedo a las alturas, nada iba como se lo esperaba esa noche.

 

Una gran casona, sobre el gran edifico, tenía conejos blancos estampados por todas partes. Estaba a punto de encaminarse hacia aquel lugar, cuando la camioneta en la que se habían llevado a Zhou Mi apareció por un recodo de la azotea. Se escondió tras los arbustos, mientras vigilaba de cerca como bajaban a Mimi, inconsciente, desde la parte trasera.

 

Una vez más, guiado por los impulsos, se encaminó hasta la “corporación Conejo Blanco”  donde hace tan sólo unos minutos, el desconocido y Zhou Mi habían ingresado. Estaba por abrir la puerta, cuando desde el cielo, un sonido metálico y atronador le detuvo. Un gran escarabajo de metal, paseaba un gran haz de luz por todo el lugar, Kyuhyun se cubrió los ojos, cegado por el resplandor, pero cuando volvió a abrirlos, un tatuaje de color verde estaba marcando su brazo.

 

Asustado, y sin saber qué hacer, entró a la corporación, que parecía abandonada por la gran cantidad de vegetación que cubría las paredes del interior. En un esfuerzo en vano, intento borrar la marca que ahora adornaba su pálida piel, pero no tuvo éxito alguno.  Laberintos de pasillos iguales entre sí, le hacían perder la noción de la salida, perdido con el miedo escalando por sus venas, una luz blanca al final de un corredor, llamó su atención.

 

Ni bien dio un paso en la iluminada habitación, lamentó en seguida su decisión. Las paredes se comenzaron a mover, provocando nuevamente el pánico en su ser. Y una risita burlona se escuchó desde afuera. Sin necesidad de meditar la reconoció, el chico del callejón. El causante de su caída a ese lugar.

 

-         La curiosidad mató al gato… ¿no crees que deberías poner más atención a quién sigues en la calle?

-         ¡Sácame de esta cosa! – gritó furioso.

-         Carácter, carácter…

-         ¿Qué demonios es este sitio?

-         No tendrías que haberme seguido, pequeña ostra.

-         ¡Oye, no te vayas! ¡Vuelve aquí!

 

Mas sus gritos llegaron a oídos sordos, porque lo que parecía una habitación se redujo a un asfixiante cajón, que con el vaivén desorganizado del descuido fue levantado y llevado lejos del extraño.

 

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Kibum entró al casino, donde un reducido grupo de personas estaban descalzos, y con un tatuaje verde, frente a las mesas de blackjack y póker. Las crupier solo repartían manos ganadoras, provocando solo expresiones de satisfacción en la gente que emitían un extraño brillo interior cada vez que ganaban.

 

Un hombre alto y fornido, entallado en negro de los pies a la cabeza, se acercó cauteloso hasta él, y sin palabra alguna le guió por las puertas traseras del sitio.

 

Una larga mesa acogía a varios respetables ciudadanos, que con sus miradas oscuras y misteriosas seguían el paso de ese hombre vestido de rojo, pelo oscuro y mirada amable que se movía de un lugar a otro. La puerta se abrió y no sólo entro Kibum, sino también el tan respetado “Carpintero”.

 

-         Escarabajo acaba de traer el último cargamento de Ostras.

-         ¿Cuántas? – El Carpintero, hombre de mediana edad, pelo castaño y semblante serio alzó la voz por sobre los murmullos.

-         Veinte. Sácales el mayor provecho posible. No podremos conseguir más, hasta que encontremos el anillo y reactivemos el espejo. Queda sólo jugo suficiente para la última remesa, y a la reina le gustaría que coseches emociones más….exóticas, por así decirlo.

-         Ya es lo suficientemente difícil conseguir las más comunes. ¡Usted sabe que se requieren cien emociones sólo para hacer la gota más pequeña!

-         La gente quiere experimentar emociones poco comunes. Sorpresa, adoración, éxtasis, calma… ¡Euforia!

-         ……………….Pero………………….

-         Mantener a la multitud feliz, no es un trabajo fácil, Carpintero, es una gran responsabilidad, que pesa mucho sobre mis hombros.

-         Señor…

-         Si la gente no siente lo que quiere sentir, cuando ellos quieren sentirlo…. ¡Todo el sistema se desmorona!

 

En su paseo por la instancia, repentinamente el Rey rojo notó la presencia de Kibum. El conejo blanco traía las noticias que tanto esperaban, o por lo menos eso creía.

 

-         ¡Ah! ¡Aquí estas!

-         Señor Hangeng… - Kibum hizo una reverencia y extendió la tan preciada cajita.

-         ¡Finalmente! ¡Por fin! – El Rey dio vuelta presuroso la caja, pero entonces nada se abrió. Se quedó viendo perplejo al Conejo Blanco – ¿Cómo se abre esta cosa?

-         No lo sé, majestad….

-         Bien, ¡convoca a la Reina!

 

Entonces el improvisado consejo se disolvió, era tiempo de que la Reina Roja hiciera su aparición.

 

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Kyuhyun salió entumecido y destilando agua por todos lados. Saltar desde esa cosa en el aire, directo al agua, no había sido tan buena idea después de todo. Miró a su alrededor una vez más, absolutamente perdido. Pero sus ojos se encontraron con un cuchillo que amenazaba con cortar su cuello.

 

-         ¡¿No lo hagas?!

 

Rogar por su vida no estaba en sus planes, pero estaba desprovisto de cualquier arma, más que su ropa mojada y un poco de dinero que cargaba en sus bolsillos, que por razones obvias estaba igual de mojado que su ropa.

 

-         ¡¡¡¡Eres una Ostra!!!! – El mendigo señaló su brazo, donde la marca verde refulgía con fuerza.

-         ¡Sólo guarde su cuchillo en su lugar!

-         No quiero hacerte nada. Soy un hombre trabajador, no quiero problemas.

El gran escarabajo de metal, que surcaba los aires con miles de cajas exactamente iguales de la cual se había escapado, hizo acto de presencia sobre sus cabezas. El mendigo, trabajador, o lo que sea que fuese el hombre en su delante, huyó despavorido ante la visión del insecto metálico.

 

-         Si nos ven juntos, ¡ambos terminaremos muertos!

-         ¡Espere!

-         ¡Vete!

-         ¡Necesito orientación señor!

-         ¡No puedo ayudar a ninguna Ostra!

-         ¡Le daré dinero!

 

Con dificultad sacó un billete de su bolsillo, totalmente empapado. Era todo lo que tenía, y por el aspecto del hombre, seguramente le hacia falta.

 

-         ¿Qué es eso?

-         100 Won…

-         ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿Won??????????

-         Busco a un hombre que secuestraron y trajeron aquí. Si me ayuda a encontrarlo, el dinero es suyo…

 

Estiró su mano, con el billete entre sus dedos. Pudo percibir el temor y la inseguridad del mendigo, pero también vio un destello de codicia en ellos, haciéndolo volver a su lado.

 

-         ¿Una ostra como tú?

-         …Sí…

-         ¿Tu nombre?

-         Kyuhyun…

-         ¿Cho Kyuhyun?... ¿el chico de la leyenda?

-         En realidad, no sé de qué está hablando, ni como se enteró de mi nombre, pero digamos que nada de aquí es muy normal, así que… ¿qué tal si me ayuda?

-         Ven conmigo.

 

Sin ninguna otra opción más, siguió al desgarbado y descuidado hombre que comenzó a caminar con rapidez por pasadizos recónditos en esos altos edificios. Llegaron a un espacio más parecido a un bosque apartado del resto de la “ciudad”. En el centro, una casa de aspecto imponente pero abandonada.

 

-         Antes de cualquier cosa, vamos a cubrir esto – el hombre sacó un pañuelo de su pantalón y lo envolvió alrededor de su brazo, ocultando el extraño tatuaje.

-         No, no es necesario, estoy bien…

-         Oh, si ellos ven que eres una Ostra, estás muerta.

-         ¿Ellos? ¿Quiénes son ellos?

-         Los que están en la casa del Té, ¡lógicamente!

-         ¿La casa del Té?

-         Primero voy yo, luego cuentas hasta diez y me sigues, ¿entendido?

-         No espere, ¿quién está allí?

-         ¡Un hombre que te dará respuestas!

 

 

Su benefactor entró corriendo a la mentada “Casa del Té”, y sin saber qué más hacer, contó hasta diez y se internó en el lugar.

Los gritos llenaban el lugar, donde un hombre anotaba y borraba un sin fin de veces los números que no dejaban de salir de boca de la gente que abarrotaba la habitación. En las paredes, tras gruesos cristales, iluminados cuidadosamente, cientos de botellas con líquidos multicolores adornaban la habitación. Lujuria, emoción, excitación, pasión, eran sus nombres. Kyuhyun los miró intrigado, sin entender el significado de toda esa algarabía alrededor de las botellas multicolores.

 

-         Por aquí…

 

El mendigo apareció de la nada y lo arrastró por entre la multitud, hasta que llegó a un lugar apartado del bullicio exterior. En su interior, un hombre de ojos negros, pelo del mismo color, cuidadosamente recortado, figura varonil y sonrisa incisiva les recibió.

 

-         ¿Quieres una taza de té?

-         No, gracias…

-         Una lástima…

-         ¿Quién eres?

-         Un amigo… Espero… Dirijo la tienda de Té.

 

Quién fuese una ayuda hace tan sólo unos segundos, ahora arrancaba casi con desesperación el pañuelo que cubría la marca verdosa en su brazo, mostrándosela a quien no dejaba de observarlo.

 

-         ¿Cómo le hiciste para evadir al escarabajo?

-         ¿La cosa esa?

-         Si…

-         Usé mis llaves para abrir la puerta y luego…

-         Wow, feroz…

-         Como puedes ver, estoy empapado…

-         ……………

-         ¿Qué es este lugar? ¿Dónde estoy?

-         El País de las Maravillas.

 

El nuevo extraño que se presentaba ante sus ojos, con ese sombrero que ajustaba en su posición cada vez que se movía un poco, se acercó sonriendo hasta él, con un par de hoyuelos marcándose en sus mejillas, haciéndolo parecer todo una mala broma.

 

-         ¡Eso es un cuento para niños!

-         ¿Esto luce como un cuento infantil para ti?

-         No…

-         Ha cambiado mucho desde entonces.

-         ¿Estás diciendo que eso fue real?

-         Ustedes, las Ostras, no saben cómo encontrarnos, así que convéncete a ti mismo de que no existimos. Sería agradable que siguiera así.

-         ¿Por qué soy una Ostra? ¿Y qué es esto?

 

Señaló su marca, tan temida y tan desagradable de llevar. El sujeto tomó su brazo, y el contacto con su cálida piel envió miles de descargas por todo su cuerpo, pero siguió estoico ante el minucioso escrutinio al que fue sometido por parte del más alto.

 

-         Eso no va a salir. Sólo la gente de tu mundo se vuelve verde cuando es quemada por la luz del escarabajo.

-         ¿La luz?

-         Es la forma en que los Trajeados marcan a sus presas, y ellos los llaman Ostras, por las brillantes perlas que todos ustedes llevan dentro.

-         ¿Qué quieres decir con perlas?

 

La conversación se interrumpió cuando repentinamente el mendigo se interpuso entre los dos, con una ansiedad tal que no dejaba de retorcer el pañuelo que tenía entre sus manos.

 

-         ¡Dile quién eres! ¡Dile que eres Kyuhyun!

-         Vaya, ¿en serio?

-         No sé de qué hablan…

-         Aquí, Hyukkie, cree que eres Cho Kyuhyun, el legendario.

-         ¿Quién?

-         La última vez que un chico llamado Cho Kyuhyun vino aquí desde tu mundo, derribó el castillo de naipes de la Reina. Causó mucha impresión…aunque eso fue hace 150 años atrás…

-         ¡Yo aún quiero un buen precio!

-         ¡Espera! ¡Yo no estoy a la venta!

 

Fue ignorado y el tipo del sombrero fue hasta un pequeño ventanal que resguardaba varias botellitas como las que estaban afuera, paseó cuidadosamente sus dedos sobre ellas y finalmente tomó una de color azul.

 

-         Néctar Azul, lleno con la emoción de la excitación humana.

-         Dámelo….

-         50 Ostras fueron “drenadas” para que tú tuvieras esto en tus manos…

-         ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Dámelo!!!!!!!!!!

-         Una advertencia, no lo tomes con el estómago vacío y sólo un sorbo a la vez. De otra forma la experiencia podría reventar tu pequeño y marchito corazón.

 

Apenas recibió el líquido, el tal Hyukkie salió corriendo feliz por la puerta, dejándolo solo a su suerte, con ese extraño hombre.

 

-         ¿“Ostras fueron drenadas”?

-         Hyukkie me dijo que buscabas a alguien – Ignoró su pregunta y se fue hasta el escritorio para prepararse una taza de, al parecer, té.

-         Su nombre es Zhou Mi, él fue secuestrado por un chico con un conejo blanco en su solapa.

-         Ya veo…”El Conejo Blanco” es una organización controlada por los Trajeados. Ellos viajan de aquí para allá a través del espejo, y desaparecen gente de tu mundo para traerlo al nuestro.

-         ¿Por qué?

-         Para usarlos… en el Casino.

-         ¡¡¿Usarlos?!!

-         ¿Usarlos? Acaso dije eso…Lapsus lingual, ellos están bien.

 

La taza resonó en el amplio espacio, cuando fue dejada con brusquedad sobra la mesa. Kyuhyun miró cauteloso al tan particular hombre que no dejaba de acercársele cada vez que podía.

 

-         ¿Dónde esta el Casino? ¿Cómo llego ahí?

-         Ese es el problema…No puedes, es demasiado peligroso… Pero… Conozco a cierta gente, que conoce a cierta gente que, bueno tú sabes….

-         ………….

-         Son los privilegios de administrar una Tienda de Té.

 

Se separó furioso y nervioso de la repentina invasión a su espacio, todavía sintiendo el fantasma del aliento contrario rodando sobre su cara. El extraño se alejó presuroso y sacó un largo abrigo negro de un armario de cristal, para luego extendérselo con esa sonrisa tan molesta.

 

-         Tú… deberías vestir esto – le extendió la ropa y esperó pacientemente a que se decidiera a aceptarla.

-         ………….

-         Ocultará el brillo verdoso y te prevendrá de un resfrío.

-         ¿Por qué me estás ayudando?

-         ¿Necesito una razón  para ayudar a un chico hermoso con un traje empapado?

-         Sí…

-         Oh, ya veo, no confías en mí…

 

En un inesperado arranque de ira, el alto lanzó el abrigo que le ofrecía contra una silla que estaba cerca, y con los ojos llameando en furia se alejó de él. Se dejó caer pesadamente en el sillón tras su escritorio y clavó su profunda mirada en Kyuhyun.

 

-         ¿Sabes por qué todos me llaman “El Sombrerero”?

-         ¿¿¿Porque llevas un sombrero???

-         No… Porque siempre estoy ahí “cuando pasan el sombrero”. Si se puede decir así. Filantropía, generosidad, puedes llamarlo como quieras, es quién soy, y aquí, ahora, en este momento, mirándote ahí, no hay nada que deseé más que ayudarte a encontrar a……………….

-         Zhou Mi…

-         Eso, Zhou Mi, y regresarlos a ambos a su mundo.

-         No te creo…

-         Sé lo que estas pensando, si yo soy la sartén, allá fuera, ellos son el fuego.

-         ¿Y?

-         Conozco gente que le gusta ayudar a tu clase, y sí, de vez en cuando les “rasco la espalda”

-         De esa forma, ellos rascan la tuya, ¿no es así?

-         ¡Exacto!

 

Miró por enésima vez esos ojos oscuros pero astutos y sin mediar consecuencias, tomó el abrigo que estaba tirado sobre la silla, se lo puso y tomó en ese instante la decisión de hacer lo que fuese necesario por salvar a Zhou Mi, aún si eso significase confiar en alguien que no le inspiraba la más mínima confianza.

 

-         Está bien, iré contigo…

-         Ok, intenta mantener el ritmo… Y por cierto, me puedes llamar Siwon.

 

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Notas finales:

REVIEWS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! No sean egoistas! :P


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