Un final feliz
Sus dedos volaban sobre las teclas del computador, una sonrisa inconsciente se posaba sobre sus labios, al mismo tiempo que una lágrima solitaria recorría su mejilla.
El final de esa historia le había costado horrores, por no decir que en su transcurso casi había caído en depresión. Pero le llego un rayo de esperanza desde que vio aquella persona por primera vez y literalmente le cayó encima. Los dos habían terminado en es suelo después de que uno fuera distraído y otro fuera por ahí corriendo como loco sin fijarse quién podía se atropellado en su camino. Tal vez no fue el único afectado en aquella carrera pero con gusto decía que era el más afortunado entre todos ellos.
Guardo el documento aún sin revisar, ya mañana tendría tiempo para hacerlo, ahora lo único que quería era dormir junto aquella persona.
Pero como cada vez que tenía lo que él creía una gran idea, no pudo resistirse a escribirla.
Así que hizo un documento nuevo y comenzó a escribir, esta vez sus sonrisa era aún más grande que la anterior y sus emociones podían leerse fácilmente en sus ojos. Escribía su historia, pero no escribía para los demás, sino para ellos mismos, para recordar cada hermoso momento que habían vivido hasta ahora, sería algo tan íntimo y hermoso; ten preciado que no se atrevería a mostrárselo a alguien quien no fuera el amor de su vida y aun así sentía algo de pena.
Cuando levanto la vista hacia el reloj, vio que ya pasaban de las 3 de la madrugada, dejo todo lo que estaba haciendo y dirijo si vista hacia el sillón que se situaba a su espalda..
Como la bella durmiente, su musa dormía totalmente entregada a los brazos de Morfeo.
Había cumplido su promesa, estaría ahí con él hasta que terminara su trabajo.
Él le había dicho que jamás lo dejaría solo, y así era. A donde quiera que miraba, podía sentirlo. Lo tenia gravado hasta los más profundo de su ser.
Lo miro detenidamente, deleitándose de la paz que emanaba, grabándose cada pequeño detalle en lo mas hondo de su memoria.. Repaso los gruesos labios y la piel tostada, ahogo una carcajada al ver como el largo cuerpo colgaba por los costados del diminuto sofá.
Fue hasta él y lo llamo suavemente.
-amor, amor –lo sacudió levemente.
El otro entre abrió los ojos.
-vamos a la cama –le dijo, para después guiarlo entre los pasillos de la casa hasta la habitación que compartían desde hace un tiempo.
Cuando estuvieron recostados uno al lado del otro.
-Taemin – dijo el mayor con voz ronca por el sueño
- si –contesto levantando la cara para mirar al otro.
-Te amo –dijo.
Sintió que el aire abandono sus pulmones.
Minho siempre se lo decía, pero estaba seguro que jamás se acostumbraría a que su corazón se congelara cada vez que el otro pronunciaba esas palabras.
-También te amo, Minho –respondió antes de acomodarse de nuevo en el pecho del pelinegro.
Pero Minho no dejo que las cosas se quedaran así, le beso suavemente la frente, no una vez sino tres, después le alzo la barbilla para dejar un camino de besos hasta las ahora sonrosadas mejillas del castaño, para terminar con un dulce beso en los suaves y rosados labios del menor. Fue un beso profundo, pero sin ferocidad uno lleno de sentimiento.
Cuando por fin el aire dejo sus pulmones, se miraron profundamente a los ojos y sonrieron para el otro.
- buenas noches, Minho –Taemin se volvió a colocar en la misma posición de antes para que los brazos del pelinegro lo envolvieran y apretara contra él.
Minho nunca dejaría escapar a Taemin, porque le había costado encontrarlo y el camino no había sido nada sencillo, pero ahora que estaban juntos, podrían tener un final, uno feliz, uno que escribirían ellos mismos.