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Naked Love por NateKurusu

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Notas del fanfic:

Jairo Blake: 16 años; pelo color café; ojos verdes y brillantes; pile morena; delgado; estudioso; sensible; algo tímido.

 

Chiaki Noah: 17 años; rubio; ojos azul cielo; pálido; delgado pero fuerte; relajado; atrevido; amistoso. 

Ya se notaba, tanto en las persona como en el ambiente, que había llegado el otoño. Las personas estaban más centradas en empezar con sus tareas y cada vez iban más abrigadas, aunque de vez en cuando algún día seguía haciendo calor. Los árboles mostraban ya las hojas caducas de colores marrones y anaranjados, que empezaban a caer.

Jairo, un estudiante de secundaria, preparaba las cosas para el primer día de clase. Este año iba a ser su último año de secundaria y estaba tan emocionado que sabía que no podría dormir aquella noche. Simplemente preparó una pequeña mochila en la que metió un cuaderno y un estuche, el mismo estuche que tenía desde que empezó la secundaria. Ese año se iba a esforzar, quería sacar las mejores notas posibles para poder pasar sin dificultad a bachillerato. Ya casi se podía imaginar estudiando la carrera que quería. Desde pequeño le había fascinado todo lo que tenía que ver con la televisión, los documentales, los reportajes y demás. Por eso había decidido tiempo atrás, estudiar la carrera de periodismo.

Él quería ir a un instituto que estuviera en el mismo lugar que la universidad a la que quería ir, por eso vivía solo en un pequeño piso alquilado. La verdad era como mejor se estaba. Por las tardes trabajaba en un café bar como camarero. Sus padres también lo ayudaban un poco con el alquiler, dándole una pequeña paga mensual.

 

 

A la mañana siguiente, sonó el despertador con una melodía tan irritante que nadie sería capaz de aguantarla durante más de doce segundos. Jairo estiró la mano para darle al botón que tenía encima y apagarlo. Se removió en la cama, soñoliento. A los cinco minutos de remolonear, salió de la cama, se lavó la cara y se vistió con el uniforme del colegio. Unos pantalones marrones, camisa blanca y corbata verde, que se podían combinar con chaleco o jersey gris o verde, o  una americana verde oscuro.

Jairo como siempre iba con el jersey gris de manga larga del año pasado, que aún le quedaba grande. A la izquierda llevaba el escudo rojo y dorado del instituto St. Michels.    

Se miró un momento en el espejo de la entrada. Tenía la piel morenita, los ojos de un verde claro y luminosos, y el pelo color café. Sin peinarse, cogió su mochila y se la echó al hombro. Bajó por las escaleras, como siempre. Los ascensores le daban un poco de miedo. Tenía el presentimiento de que si bajaba o subía en uno de ellos, se quedaría parado de golpe y nadie lo socorrería.

 

Quince minutos después, estaba en la puerta del instituto, una gran verja de hierro negro, y más adelante la otra puerta de entrada al interior del instituto. Con paso ligero entró, buscando su nueva clase. Nueva, pero era como el resto de clases, muchos pupitres en fila, y enfrente uno más grande y largo que pertenecía al profesor, y detrás la pizarra.

Buscó un asiento libre. Se acabó sentando al lado de la ventana, en medio de la fila. Cuando sonó la campana de clase, todos los alumnos estaban en sus clases. Jairo había escogido letras para ese año y había resultado que pocos más lo habían escogido. Debía de ser como unas doce personas en total.

El profesor entró por la clase. Un hombre de mediana edad, con el pelo y la barba gris y unas gafas redonditas sobre la nariz.

-          Buenos días. Soy el profesor Núñez y seré vuestro tutor este último año. –terminó al frase carraspeando un poco.

Parecía que iba  añadir algo más, cuando alguien golpeó la puerta y una cabeza rubia asomó, preguntando si se podía entrar. El profesor le dio permiso, y un chico alto, de cabellos desaliñados y rubios, entró en clase.

-          Siento legar tarde, soy nuevo y me perdí… -se excusó con una risilla.

-          En ese casó –otro carraspeo-, preséntate.

El chico se situó en frente de la clase.

-          Pues, me llamo Chiaki Noah, tengo 17 años, repetí tercero y este año decidí estudiar letras.

 Tenía unos ojos azules demasiado brillantes para ser reales, su pelo rubio estaba revuelto, algo de punta y en ningún momento dejó de sonreír. Llevaba la camisa por fuera, el jersey verde descolocado y torcido, y los pantalones algo caídos. Jairo lo miró fijamente. Nunca se había quedado tanto tiempo mirando así a otro chico. Se sonrojó al darse cuenta y apartó la mirada.

Volvió en sí, cuando el señor Núñez le pidió a Chiaki que se sentara. Este escogió el sitio libre que había detrás de Jairo.

El profesor empezó a explicar algo sobre las asignaturas que entraban en ese curso.

-          Hey, hey… -Jairo sintió una punzada en la espalda. Se giró. Chiaki lo sonreía con un lápiz con la punta demasiado afilada en la mano-. Hola, ¿cómo te llamas?

-          Jairo. Jairo Blake.

-          Encantando, Jairo.

-          Igualmente.

Ambos dirigieron la mirada al profesor, cuando este tosió muy mal disimuladamente para hacerles presta atención a lo que decía.

 

Rato después, sonó la campana del recreo. Un descanso después de escuchar al profesor hablar de sus vacaciones durante unas dos horas.

Jairo se sentó en una de las mesas de madera de picnic que había esparcidas por el patio del instituto, con los pies en uno de los bancos. Sacó una manzana de su mochila y empezó a comerla. Era normal para él el estar solo en los recreos. Todo el mundo lo tomaba por un bicho raro, siempre encerrado en casa estudiando, sin vida social,… según gente.

-          Hola de nuevo, Jairo, ¿no?

El mencionado levantó la cabeza de su manzana para mirarlo. Chiaki lo miraba con una sonrisa.

-          H-Hola…

Ni siquiera supo porqué tartamudeó.

-          Te he visto muy solo así que vengo a hacerte compañía, ¿te importa?

-          Claro que no…

“Así que me veo demasiado solo…”, pensó algo abatido. El rubio se sentó a su lado. Se quedó mirándolo fijamente, con la cabeza apoyada en una mano.

Era muy lindo para se un chico, pensó Chiaki. Tenía la cara redondita, casi como una niña, el pelo oscuro le caía liso a ambos lados de la cara hasta el mentón, con un flequillo ladeado y que necesitaba un corte. Jairo se giró cuando se sintió observado.

-          ¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara?

-          No. Solo que tienes una cara muy linda.

El chico se sonrojó. Nunca, excepto su madre, le habían dicho algo así. Se sintió algo extraño que se lo dijera otro chico.

-          Repetiste tercero, ¿no? –solo quería cambiar de tema.

-          Sí. No estudiaba y me saltaba las clases. Así que como no me presentaba ni a los exámenes trimestrales, me hicieron repetir curso. –le respondió como si fuera algo sin importancia.

-          ¿Por qué? ¿No te gusta estudiar? –preguntó curioso.

Chiaki se recostó en la mesa. Ya no tenía la misma sonrisa divertida de antes. La de ahora era algo más seria, y le hacia parecer más guapo.

-          Los estudios no me interesan, la verdad. Pero no me importa estudiar porque no me cuesta mucho quedarme con datos importantes. Simplemente, fue un año malo.

Jairo asintió, aunque por alguna razón quería saber más, sabía que había más tras ese “mal año”.

Volvió a sonar la campana y todos los alumnos entraron en sus clases.

Jairo se sentó y sacó un cuaderno negro, algo viejo, y un bolígrafo. Tenía que hacer algo para no morir de aburrimiento. Empezó a escribir una de sus canciones favoritas en una hoja. Alrededor trazó líneas y espirales para adornarlo. Sonrió cuando lo acabó, aunque no pudo mirarlo mucho ya que el profesor lo había empezado a mirar y tuvo que guardar rápidamente el cuaderno en el cajón.

 

 

A las dos y media finalizó el primer día de clase. Jairo recogió sus cosas, echándose la bolsa al hombro y marchando hacia su casa.

El camino no era largo. Tenía suerte de poder ir y venir tan fácil y tan rápido a la escuela.

Cuando llegó a casa tiró la mochila encima de la cama y empezó a rebuscar el cuaderno en donde había escrito la canción. Pero no lo encontró. Entonces se acordó de que tal vez se lo hubiera dejado en el cajón de clase. No era un cuaderno importante, pero en él tenía escritas todas las canciones que le gustaban, con garabatos y dibujos, y le daba vergüenza que alguien lo encontrara. Tan rápido como entró en casa se marchó de vuelta al instituto.

 

Por suerte había alumnos que desde el primer día tenían ya las pruebas para los equipos deportivos del instituto, así que no tuvo problemas en entrar a las clases. Pero cuando llegó a la suya y miró en su cajón, no había nada. Buscó en los demás cajones, pero tampoco. Alguien se lo había llevado. Le dolía porque seguramente lo usaran para burlarse de él. Ese cuaderno era algo demasiado cursi, tal vez, para ser de un chico.

Cabizbajo se fue al patio, sentándose en uno de los bancos y viendo jugar a los del equipo de futbol. Levantó la cabeza al reconocer un cabello rubio jugando en el campo. ¡Chiaki! Cuando lo vio fue solo al primera impresión de sorpresa, pero enseguida volvió a su estado de depresión por su cuaderno perdido. La verdad es que le chico no lo hacía nada mal. Era rápido y estaba bien coordinado. Por un momento Jairo se olvidó de su cuaderno y se quedo medio embobado mirándolo. Durante ese rato que estuvo como ausente, no se dio cuenta de que Chiaki se acercó para saludarlo.

-          Dije hola. Tierra llamando a Blake. Aterrice cadete Blake. –se puso una mano en la boca simulando un transmisor.

Jairo le sonrió. Era la primera persona que lo hacía sentirse bien en su vida por raro que pareciera.

-          Estoy en la Tierra. Solo miraba vuestro entrenamiento.

-          ¿Sí? Pues ya acabó. ¿Qué haces aquí? ¿Eres el presidente del club de ajedrez o algo así? –se rió.

-          Muy gracioso, pero no. Vine a buscar un cuaderno que me dejé al irme.

El rubio arqueó una ceja.

-          Sí. Es como del tamaño de medio folio, negro, algo desgastado, de pasta blanda y con un marcapáginas rojo. –le explicó.

-          ¡Aaah! Sí, lo tengo yo. –respondió como si nada.

-          ¡¿ENSERIO?! ¿Podrías devolvérmelo? –había recuperado su ilusión.

-          Claro. Pero espera a que me duche. Huelo a perro mojado.

 

A los cinco minutos los dos estaban en los vestuarios. Parecía que nadie más se quedaba a ducharse o cambiarse allí. O bien porque era el primer día y todos tenían hambre, o porque a muchas de las duchas les faltaba la puerta.

-          Voy a ducharme y cuando salga te doy el cuaderno.

-          Vale…

Jairo se giró para mirarlo, que ya había comenzado a desvestirse. Ya se había quitado la camiseta, dejando a la vista un pecho blanco cubierto por una fina capa de músculo. El chico apartó la vista, mirando a los vulgares graffitis de los baños. Se había sonrojado y se notaba las mejillas calientes. ¿Pero por qué? Se avergonzó de si mismo. Venga, si solo lo conocía de hace unas horas, nada más. ¿Qué era entonces?

Solamente se sentó en el banco cuando escuchó el grifo de la ducha abrirse.

Todo estaba en un silencio extrañó, hasta que Chiaki comenzó a cantar. Pero no era el típico canto desafinado que hace mucha gente en la ducha. Sino que él tenía una voz dulce y suave.

Rato después de que acabará su canción, salió de la ducha. Iba goteando, con unas chanclas y una toalla blanca a la cintura, que era lo único que le cubría. Sin quererlo, volvió a sonrojarse un poco. Chiaki se acercó hasta donde tenía la mochila, se secó las manos y sacó el cuaderno de Jairo. Este casi saltó a por él cuando lo vio. Primero se sintió feliz por recuperarlo, pero luego pensó en si Chiaki lo había visto o no.

-          Oye, ¿miraste lo que había en el cuaderno?

-          Sí. Te preguntaría por las canciones, pero a mi también me gustan esos grupos y cantantes, así que nada.

Le sentó un poco mal que hubiera visto su cuaderno sin su permiso. Aunque por otro lado estaba contento de que además tuviera los mismos gustos musicales.

En el cuaderno había canciones de Adam Lambert, Fall Out Boy, Pignoise y otros grupos españoles que le gustaban mucho, sobe todo sus canciones.

Volvió en si cuando sintió un peso húmedo a su espalda. Chiaki se le había echado encima, pasando las manos por debajo de sus brazos y apoyando la cabeza en su hombro. Eso era realmente una situación extraña. Quería morirse allí mismo.

-          Tienes un gusto musical muy bueno. Creo que nos vamos a llevar muy bien. –soltó una risilla en su oído.

Jairo sentía que se le iba el alma. Un hombre, un chico muy guapo al que había conocido hace escasa horas, lo agarraba de la cintura, con sus labios pegados a su oído, escuchándole reír. ¿Por qué se sentía tan raro? Quería que esa sensación parase enseguida.

-          Bueno, creo que voy a vestirme antes de coger algo.

El moreno salió corriendo justo antes de que la toalla del otro cayera al suelo.

 

 

Otra vez en su casa, tumbado en la cama, con el cuaderno en una mano, sintió que le faltaban fuerzas. Se le habían quitado las ganas de comer y sentía un retortijón malo en el estómago. Cerró los ojos e intento dormir un poco. Al menos compensar lo que no había dormido la noche anterior.

 

 

Se despertó algo tarde, pero con el tiempo justo para ir a comprar algunas cosas que necesitaba. Se cambió el uniforme, que aún no se había quitado, y se puso ropa de calle. Por desgracia, el supermercado le pillaba algo más lejos y tenía que ir en bus.

 

Una hora más tarde, regresaba a casa con un par de bolsas del supermercado. Iba sentado pensando aún en cierto chico rubio que le revolvía el estomago sin saber exactamente el porqué. Él era un chico y Chiaki otro chico. Y aunque diera por hecho que su compañero fuera homosexual, él no estaba tan seguro. Nunca le habían gustado los chicos… Aunque era cierto que tampoco había estado con una chica. Además fue él quién pensó que Chiaki era atractivo. Aún así, tal vez aquellas maneras que tenía el rubio, era porque le había caído bien y cogía confianzas muy rápido, ¿quién sabe? Aún siguió pensándolo un rato más, hasta que el bus llegó a su parada.

 

Cuando llegó a casa, dejó las bolsas en la puerta para sacar las llaves y abrir.

-          Hola, buenas tardes, Jairo.

-          Buenas tardes. –devolvió el saludo pensando que era uno de sus vecinos.

Pero esa voz era muy suave para ser de la señora de enfrente. Se giró, despacio, como si al volverse aquella persona fuera a desaparecer. Pero no, hay estaba él, con su pelo rubio brillando y si sonrisa.

-          ¡¿PERO TU QUÉ HACES AQUÍ?!

Chiaki se sorprendió de verlo así de alterado.

-          Vivo aquí –señaló la puerta de al lado de la de Jairo-. Mi padre me alquilo este piso porque nosotros vivíamos muy lejos de este nuevo instituto. Así que somos vecinos. –se encogió de hombros.

Jairo volvió a sentir como se le iba la fuerza del cuerpo. Solamente dijo que se alegraba, con una sonrisa tan estúpida que no creía ni que colara. Sin saber como lo hizo, se metió en casa, cogiendo las bolsas rápidamente y cerrando casi con un portazo.

  

Notas finales:

Bueno, es la primera vez que escribo algo así... creo ._.

Espero que les gustara, está escrito algo rápido y demás pero se mejorara con el tiempo =3=


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