Tenía lo que siempre había querido. Una casa (O muchas, aunque la mansión a las orillas de la ciudad era mi preferida), un coche (o varios, ¿a quién le importaba?); mujeres y hombres rodeándome por doquier. Pero lo más importante: Dinero y poder.
Ese era yo. 
Lee Hyuk Jae.
Un importante empresario, dueño de la cadena de hoteles y restaurantes más grande del mundo. Y estaba parado en la cima del mundo a causa de mi arduo trabajo.
La gente siempre envidiaba lo que tenía. Si, siempre lo hacían.
Pero al final, el que terminaba siempre enviándoles, era yo.

Porque añoraba regresar a casa, y sentirme en un hogar, no en una prisión enorme, con todo lo que necesitas para vivir y un poco más. Quería saber que había alguien que me esperaba en al salir del trabajo, y que no pedía nada a cambio si yo quería acurrucarme en sus brazos.
Quería amar. Sentirme amado.
Pero nunca lo había hecho.  Y nunca pasaría. O al menos eso creía yo. 
Nada me preparó para caer fuertemente y ponerme de rodillas para rogar lo que nunca imaginé.