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Buen Buqué. por arcasdrea

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Notas del capitulo:

Disculpen la demora.

Las excusas son muchas.

Abajo entro en más detalles respecto a todo. 

Buen Buqué
By Arcasdrea


Capítulo Primero

Me levante tarde, aunque desperté temprano. Por lo habitual, despiertó un poco después de alba, porque mi padre acostumbró mi reloj biológico, a base de tratamiento militar, a abrir los ojos apenas los rayos del sol se asomarán por el horizonte. Sin embargo, me levanté tarde por hacerle el quité a él. Que anda aún enojado conmigo por el desplante a su amigo, pero consté que ése Zorro comenzó primero tratándome pésimo. Yo simplemente me defendí.

Después de encerrarme en mi habitación, a los cinco minutos llegó mi padre aporreando la puerta para que le abriese y le diera una buena explicación. Yo me hice el desentendido, subiendo el volumen del equipo de música, dejándole bien en claro que no quería hablar de nada. Entendió la indirecta, pues después de una última amenaza se retiró a encerrarse a su propio cuarto, dándole un buen azotón a la puerta, pidiendo clemencia y paciencia al cielo para tratar al “tozudo puberto”.

Luego de la ducha y de vestirme, el hambre me lleva a la cocina. Me sirvo un vaso de leche y unas tostadas con mantequilla y mermelada. Hace años que no como un tazón de arroz al desayuno, precisamente desde la muerte de mamá.

El susto que me llevó por el entrar aparatoso de mi padre, hace que me trapiqué con el pedazo de tostada que masticaba. Tragó abundante leche para pasar la tos rasposa.

- Lo siento, Hana – se disculpa él, mientras se sirve y bebe un gran trago de agua.

- Apestas capitán – arrugo la nariz ante el olor combinado a calle y sudor.

- Es obvio. Sólo las mujeres son sexys cuando sudan – me debaté él, bebiendo ya su segundo vaso de agua.

- Amén por eso – elevó mi tazón de leche a modo de saludo. Hace tiempo que descarte la idea de salir a trotar con mi padre cada mañana. Me gustan los deportes colectivos, por eso en el futbol encontré el acondicionamiento físico ideal para mi personalidad sociable.

- ¿Te probaste el uniforme? Sólo tienes hoy y mañana para hacerle alguna reparación.

- No, aún no. Además no sé donde lo dejaste.

- En el respaldo de unas de las sillas del comedor.

- ¿Detrás de todas las cajas que todavia no desempacamos? Con razón no lo ví –comento con sárcasmo.

- No seas desagradable. Sé que estás enojado por lo de ayer. Yo también, pero no quiero pelear.

- Sabia decisión – acepté – tampoco tengo ganas de discutir.

- ¿Lo dejamos por la paz? – extendió su mano hacia mi.

- O.K. – acepto su mano, entrelazándolas en un apretón.

Desapareció de la cocina, para volver diez minutos después duchado y bien vestido. Rápidez militar me digo a mi mismo.

- ¿Me acompañas al supermercado? Estamos escasos – me dice después de revisar las despensas.

- Sólo si prometes comprarme unas papas – me levanto de mi silla, déjando todos los utensilios usados en el lavaplatos.

- Te dará hipertensión de tanta sal que comes – ya está en la puerta de salida cuando me critica por mi obsesión a lo salado.

- De algo hay que morir – me calcé la chaqueta que colgaba de la baranda de la escalera.

- Lo mismo me decía tu abuelo cuando lo criticaba por fumar.

- Pero no murió de Cancer a los Pulmones, precisamente – siempre me rió al recordar la verdadera razón de cómo murió el padre de mi padre; por un ataque al corazón mientras lo hacia con una de veinte.

Hace bastante que estabamos ya en el auto, con el cinturón de seguridad puesto y sin nada de música que animara el viaje.

- Por eso prefiero mentir al decir que sí murió de Cancer.

- ¿Hiciste una lista? – preferí cambiar de tema.

- Somos dos hombres solos en una casa, no necesitamos una lista.

- Por eso siempre nos falta de todo, capitán – le critique, sin apartar la mirada de la vista de las casas y calles pasar, entrando a la zona comercial de la base. En realidad, el viaje no era tan largo, la base contaba con todo lo necesario para no tener que ir hasta la ciudad.

El estacionamiento del supermercado no estaba muy lleno. Y por lo que me di cuenta cuando entramos, sólo los solteros de la base iban a comprar provisiones a esa hora, un sábado en la mañana. Supongo que todos se dieron cuenta que cuando pretendían desayunar no tenían ni ázucar para endulzar el café y capaz que no hayan tenido ni café que servirse.

Sigo a mi padre por una serie de pasillos, empujando el carro que va siendo llenado de innumerables cosas inservibles.

- Capitán ¿Para qué llevas café en granos, si ni siquiera tenemos una cafetera?

- Uno nunca sabe cuando podría ser necesario

Cuento hasta diez para evitar dar una escena de apología en pleno supermercado.

- ¡Mon dieu! Pues creo que ahora más necesitamos unas cuantas sopas instantáneas que ésto – y levanto la bolsa de café en granos.

- O.k, O.k. Tú eres la dueña de casa – eso es cierto. Yo me encargo de todas las tareas domésticas y él me ayuda de vez en cuando - ¿Qué debemos llevar querida? – me habla sarcasticamente, mientras me quita la conducción del carro.

- Sígueme querido e inútil esposo.

Me encamino rápido hacia los útiles de aseo, cargando el carro desde papel higiénico hasta líquido limpiavidrios. Luego, vamos por algunas provisiones y finalmente vamos a los arminículos de aseo personal. A mi por lo menos se me quedó el desodorante en Tokio.

En eso estaba, viendo cuál marca de desodorante elegía esta vez, pues nunca me gusta usar el mismo dos veces seguidas, cuando siento un golpe seco en mi pierna. Era un bebe, no mas alto que mi rodilla aferrado a mi pierna.

- Pa.pi... – balbucea mirándome con ojos de corderito.

- Que bebe más tierno – exclama mi padre agachandose hasta quedar a la altura del “enano” - ¿Dónde está tu mamá, pequeñin?

- Pa.pi – balbucea otra vez el bebe, que sigue aferrado a mi pierna, pero ésta vez frunce el ceño cuando mira a mi padre.

- ¡Naoki! – una mujer aparece llamando al bebe, que apenas la oye más se aferra a mi pierna, riendo traviesamente – niño travieso, no me juegues estas bromas – le critica, pero el bebe sólo rie más fuerte.

- ¿Lucy? – pregunta de la nada, mientras se pone de pie ante la mujer pequeña y menuda, de largo cabello negro medio ondulado. Tenia unos ojos chispeantes, muy joviales, no necesitaba de sonreir con los labios, con sus ojos era más que suficientes.

- ¿Daigo? – puedo contar con los dedos de una mano el número de personas que alguna vez han llamado a mi padre por su nombre de pila. Incluso, ni yo entro en esa pequeña lista.

- Me recuerdas, Lucy – esos dos se han olvidado completamente del bebe y de mi.

- Por supuesto que sí, Daigo, Kaede me había dicho que estabas aquí, pero no creí encontrarte tan pronto.

- Ese chismoso... – se quejo mi padre - ¿Y qué haces aquí?

- Estoy trabajando en los astilleros como Ingeniero. Kaede me consiguió el trabajo después de divorciarme, así que estoy viviendo con él desde entonces.

- Vaya... y éste es tu hijo – señaló al bebe, que se escondió tras de mi, poniendo su peor cara de enojo a mi padre.

- Así es, y parece que se encariño con el tuyo. Es igual que tú a esa edad, sólo que tú tenías el cabello negro.

- Lo tenía – se lamento el capitán pasándose la mano por la rapada cabeza, que en realidad sólo trataba de menguar la prominente calva.

- Jajajaaj... – se rió de su lamento y luego, volteándose hacia mi, me tendió la mano – Mucho gusto, Rukawa Lucero.

- Mucho gusto, Sakuragi Hanamichi – respondo amablemente, pero inmediatamente caí en cuenta de su apellido. Seguramente es la pareja del desagradable amigo de mi padre. Entonces el Kaede del que habló debe ser... ahora entiendo el puzzle.

Ella se divorcio, después se reencontró con su ex-novio de juventud, el tal Rukawa Kaede, y éste se la llevó a vivir con él, consiguiéndole un trabajo. Y mi padre la conoce desde aquella época, por eso se tratan con tanta familiaridad. Pero creo que es muy cínica al presentarse con el apellido de su pareja, sin estar casados. Sin embargo, no sé ni de que me sorprendo, si así es la típica vida de los marinos. No lo sabré yo, que vivó con el más desvergonzado viudo de todo Japón.

Este mismo desvergonzado viudo, fue el que comenzo a caminar con el carro al lado de la mujer que también empujaba el suyo y donde el bebe ya habia sido colocado.

Yo sólo me limito a caminar tras ellos, mientras terminan las compras hablando de una y mil cosas a las que no presto atención, pues más me divierto en hacerle morisquetas a Naiko que me mira y se rie asomando su cabeza por un costado de su madre. En realidad, es una moneria. En la caja, mientras nuestros respectivos padres pagan sus compras, me entretengo indicándole el nombre de alguna cosas que Naiko señala y que luego repite tratando de imitar el como yo las digo.

- Si quieres le puedes cargar – me dice amablemente la señora Rukawa – Eres muy alto para sostenerle de las manos mientras camina, en cinco segundos te dolerá la espalda. Además este pilluelo se escapa y corre como mono suelto.

- ¿Naoki quieres que te cargue? – le hablo al niño mientras abro mis brazos.

- Shi

Lo cargo en mis brazos como si fuera una bolsa de compras más, sólo que bastante más pesada. Mientras caminamos hasta el estacionamiento, seguimos conversando con Naoki, aunque el monopoliza la conversación en realidad indicando todo lo que se le cruza por el camino.

- ¡Mia un guau!

- Eso es un perro.

- Pedo.

- Perro. P-e-r-r-o. Perro

- Pegro.

- Perrrrrrrrrrrrr- o

- Perrrrrrrrrrrrg- o

- Perro.

- Pegro.

- Excelente, Naoki, aprendiste – le miento para que se alegre por haber aprendido. Por alguna parte leí que los niños no dominan la pronunciación de la “r” hasta los seis y Naoki tiene sólo dos años y medio, así que no me gastaré inútilmente. Yo cuando niño dije “estuatua” hasta los siete.

De repente miró hacia atrás, pero nuestros padres no venían siguiéndonos, se habían quedado más atrás, pues la señora Rukawa parecia leer el panel de anuncios de servicios, donde puedes encontrar desde un gasfiter ofreciendo sus servicios hasta alguien que venda algún electrodoméstico de segunda mano.

- ¿Qué sucede?

- Lucy, necesita una niñera y ve si hay alguna entre las publicaciones – me explica mi padre, sin mirarme, pues también busca algún posible anuncio.

- ¿Suerte?

- Nada – suspira la señora Rukawa - ¡Necesito hallar una!. Desde el lunes tengo el tercer turno en los astilleros, por lo que necesito que alguien en la tardes desde las 6 y hasta las 12 de la noche pueda cuidar a Naoki.

- Y por qué no lo cuida Hana – de repente mi padre lo sugirió de la nada.

- ¿Yo? – exclamé con sorpresa y mis ojos inevitablemente se encontraron con los de Naoki, que me miraba como si suplicará que lo considerase.

- ¿No cuidaste una vez al bebe de los vecinos en Osaka?

- Fue por 30 minutos apenas – refunfuñe.

- Pero sobreviviste, ese bebe no tenía ni el año cumplido.

- ¿Hana-kun? Mmmm...– la señora Rukawa se llevó la mano al mentón – no es mala idea, Naoki se dio con él inmediatamente, por lo general es arisco con los extraños, pero Hana-kun es la primera excepción – luego clava su mirada interrogante en mi – ¿No te importaría? Podría interferir con tus estudios ¿Comienzas la escuela el lunes, no?

- Este... yo... no sé... – realmente no coordino ninguna idea.

- Tiene jornada escolar hasta las dos y aún no está inscrito en ningún club. Tenía pensado asistir al equipo de soccer, pero la escuela de la base no tiene ese club – mi padre dio todas las buenas razones de por que debería ser el niñero de Naoki, que aún me mira como si suplicará. Y pensándolo de ese modo, tiene razón, si no hay fútbol, no entraré a ningún otro club, simplemente por que no me interesa otra cosa, así que dispondré de bastante tiempo libre en las tardes, y un trabajo de medio tiempo no me hará mal. Podré ampliar mi colección de mangas.

Además... ¿Qué tan díficil podría ser cuidar a Naoki? Podré estudiar mientras duerme... aunque en realidad detesto estudiar y hacer tareas.

- Creo... que sí podré hacerlo – respondo finalmente.

- Excelente – exclama con entusiasmo la señora Rukawa – me has sacado un peso de encima. Kaede estará feliz cuando se lo diga. Es reticente a cuidar de Naoki.

¡Mon dieu! ¡Lo había olvidado! ¡Esa aberración de zorro estará ahí!

- ¿No le gustan los niños? – pregunta mi padre, volviendo a poner en movimiento su carro de compras.

- Sí le gustan, pero siempre rehuye – la señora Rukawa también emprendio su andar hacia los estacionamientos – creo que tiene miedo de cometer algún error que perjudique a Naoki.

La he fregado, no debí aceptar. Ahora deberé aguantar a ese detestable hombre.

- Por lo menos tú estarás ahí para ayudarme – le digo al bebe luego de un suspiro, quien como si entendiera mi frustación, alza su mano para palmearme la mejilla.

- Naoti feis – aplaudió después – Ana juhaga con Naoti.

- Yo también estoy feliz de jugar contigo – le sonrei al tiempo que le refregaba su cabello negro.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Estoy nervioso. Estoy frente a la puerta y no me decido a entrar, aunque es extraño si ya he pasado por esta situación varias veces. Ser el nuevo de la escuela no es ninguna novedad para mi, pero no puedo evitar estar nervioso.

Golpeo dos veces antes de abrir la puerta y pedir permiso. El profesor que está en la clase, parece que ya está informado de mi llegada, pues apenas asomo me llama por mi apellido.

- ¡Ah! Tú debes ser Sakuragi.Por favor, pasa. No te quedes afuera.

A medida que avanzo hacia él, sin mirar a la clase, escucho como estallan los murmullos. Todos deben estar hablando de mi cabello. Siempre lo hacen, creen que soy un freak o un punk que se tiñe de rojo, cuando en realidad heredé este color de mi madre que era Irlandesa. Mi padre la conoció en un viaje de instrucción, se enamoraron y vivieron un gran romance. Apenas llegó a Japón, volvió por ella a Irlanda y se la trajo a vivir aquí. Se casaron, nací yo y cuando tenía ocho años, ella murió a raiz de un cáncer fulminante.

- Puedes presentarte a la clase – me habla amablemente el profesor, que se presentó como el señor Maruyama.

- Soy Sakuragi Hanamichi. Vengo de Tokio, debido al traslado de mi padre. Espero que todos me reciban bien – y me inclino en señal de respeto. No puedo evitar pensar que esa presentación me salió como si fuera un robot programado.

- Bien Sakuragi, sientate al lado de Mitsui – el aludido levanto la mano e indico el puesto al lado suyo. Su gesto era risueño, se notaba que era buena gente.

- Gracias – y me encamine a mi puesto. Una vez ubicado, me di cuenta de un papel doblado sobre mi mesa. “Bienvenido. Soy Mitsui Hisashi. En el receso de almuerzo te mostraré el cole” decia la nota, más una flecha que indicaba hacia mi izquierda, cuando volteé en esa dirección, el tal Mitsui sonrio ampliamente y luego concentró su mirada en el profesor que ya dictaba la clase.

Creo que mis nervios han pasado.

...................................................................................

- Y este es el casino.

- Excelente, ya tengo hambre – y me froto la panza, lo que provoca que Mitsui se ria atrayendo algunas miradas sobre nosotros. Me yergo cuan alto soy, para pasar entre todos y así no huelan mi nervio y vergüenza a ser el nuevo de la escuela.

- ¿No trajiste tu bento?

- No, desde mañana traigo uno – ya estaba frente al mesón viendo que elegiría para comer – Además salimos temprano como para almorzar aquí, así que sólo traeré una merienda liviana, que me ayude a pasar la mañana sin problemas. Me da un sandiwch de atún y un jugo de naranja en caja – le solicito a la dependienta.

- Allá hay una mesa desocupada, vamos allá – Mitsui se adelanta para coger el lugar.

Cuando ya voy en la mitad de mi sandiwch y diez minutos de interrogatorio de Mitsui, dos muchachos y una chica se acercan a nuestra mesa con gran barullo. Uno es bajito y tiene un aro en la oreja izquierda, el otro es relativamente alto y usa lentes opticos. La chica es bajita, de pelo ondulado y tiene una sonrisa amplia y gentil.

- Hisashi, te andabamos buscando – señalo el bajito, mientras caia en una silla justo a mi lado.

- Estaba mostrándole la escuela al nuevo estudiante. Chicos, él es Sakuragi Hanamichi – me indica con su mano, y yo miro a los tres saludándolos con una venia de mi cabeza, mientras pronuncio un “mucho gusto” de cortesía – Sakuragi, ellos son Kogure – el cuatro ojos me saluda con un gesto de mano – Ayako – la chica me guiña un ojo (¿?) lo cual lo interpreto como un simple saludo – y Ryota – el bajito me mira serio y sólo dice “qué tal”, parece que no le agrade.

- ¿De dónde eres? – me pregunta la chica.

- De Tokio.

- ¿Hijo de marino? – preguntó de nuevo.

- ¡Ajap! – asentí – Mi padre fue trasladado por su ascenso a Capitán de Fragata, llegamos el viernes.

- ¿Te inscribirás en algún club? – el cuatro ojos preguntó esta vez.

- Practicaba fútbol en la otra escuela, pero aquí no tienen equipo, así que no estoy interesado en nada.

- Ya – comentó el bajo.

- Genial, tienes tiempo libre – suspiro Mitsui, y luego indicando sólo a los chicos agregó – nosotros el sábado tenemos “Musashi”.

- ¿Musashi? – no sabía que era eso, y al parecer eso no les gusto a ninguno de mis interlocutores, porque pusieron mala cara inmediatamente.

- Musashi, es un batallón especial de la armada para jóvenes menores de 20 años y que desean después hacer carrera militar. Es un buen referente en tu curriculum a la hora de postular a la Escuela Naval – me explico el tal Ryota, con un brillo fulminante en los ojos. Se nota que es un devoto de lo militar.

- Vaya... no sabía.

- ¿No te interesaría postular y entrar al Musashi? – me pregunto Mitsui.

- Lo pensaré – dije por cortesía, nunca en mis planes ha estado la milicia.

Justo la campana de término de la hora de almuerzo me salva de más preguntas, por lo que con Mitsui nos despedimos de los chicos y volvemos a nuestro salón para la última hora de clases.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

- ¡Voy atrasado! ¡Voy atrasado! – recito como mantra, mientras corro colina abajo para llegar rápido a la casa de los Rukawa. Me atrase con las tareas domésticas de la casa, por suerte había puesto alarma de mi celular para saber a qué hora debía partir, pero me demoré duchándome (había sudado un poco limpiando la casa) y vistiéndome. Salí hecho una bala de la casa, metiendo apenas en mi bolso los cuadernos que me prestó Mito para pasar en limpio materia. Mas encima, con la desesperación no encontraba las llaves para cerrar la casa, así que heme aquí corriendo como poseso.

Llego medio muerto a la dirección que me dio la señora Rukawa, queda a sólo cinco cuadras de la mia, pero como soy nuevo y no me conosco la Base de punta a cabo, la distancia que corrí y con todas las vueltas que me dí, hacen parecer que la casa quedá en otro estado.

No quiero consultar mi reloj de pulsera, para no ver cuántos minutos de atraso tengo, así que simplemente a grandes zancadas me acerco a la puerta y pulso el timbre.

Nadie responde. Pulso otra vez.

Ahora si me abren, pero mi vergüenza por llegar tarde pasa en automático a un humor de perros y animadversión multiplicada al cubo, cuando me doy cuenta que quien me recibe es el ZORRO antipático.

- La “babysister” llegó, Lucy – avisa hacia el interior de la casa, después de escanearme con esos rasgados ojos de arriba a abajo.

Esquema mental traductor de Hanamichi en ese minuto (y a su máxima capacidad):
BABY + SISTER= BEBE + HERMANA - es decir - BABY SISTER = HERMANA DEL BEBE.

- ¡¿”Baby Sister”?! ¡Oiga! ¡Yo no soy la hermana de nadie!

- Aprende inglés, Do’aho – y me da la espalda entrando a la casa.

- ¡Kaede! – le reprende Lucy apareciendo ante mi – no molestes a Hana-kun.

El zorro sigue su camino y se pierde por un pasillo.

- No le hagas caso, Hana-kun. Es un plomo.

No sabe cuanta razón le encuentro.

- Pasa, Hana-kun. ¿Te costó llegar?

- No, en absoluto – prefiero mentir, pero no sé por qué.

- Ah, bueno. Naoki está ansioso por verte – dicho y hecho siento que algo se estrella contra mi pierna.

- Anaaaaa – el pequeño Naoki abraza mi pierna y me mira hacia arriba con sus grandes ojos negros.

- Hola, Naoki – le revuelvo los cabellos.

- ¡Upa! – levanta sus brazos hacia mi, es obvio que quiere que lo cargue.

- No Naoki, debes ir a comer – su madre le señala con la voz cargada de advertencia, y recién ahí caigo en cuenta de que lleva un babero amarrado al cuello.

- Yo lo llevo – digo conciliadoramente y lo cargo para montar sus piernas sobre mis hombros.

- ¡Ale! ¡Ale! ¡Cahaito!

- ¡No, Naoki, duele! – me quejo, pues tira de mis pocos pelos como si fueran riendas.

- Lo sento, Ana.

- Don’t worry.... ¡A COMER! – y comienzo a brincar para llevarlo a la cocina, siguiendo las indicaciones de la señora Rukawa, que rie divertida ante los gritos y risas de su hijo que salta en mis hombros.

- Además de Babysister, es caballo – me detengo en automático cuando escucho la voz del zorro. Está sentado a la mesa, con una taza de café en una mano y con un periodico en la otra.

- Kaede, no lo molestes. ¡Eres tan pesado!- le espeta la señora Rukawa, dándole un manotazo en el hombro, y como no mostró gesto alguno creo que le dolió menos que una picada de zancudo – Hana- kun fue muy amable al aceptar cuidar de Naoki.

- Como quieras – se encogio de hombros.

- ¡Ogo! – exclamó Naoki señalando al zorro con el dedo.

- Ogro tú, enano – le contesto al tiempo que se ponía de pie.

- ¡Noooo, ogo tu! – se removio tanto sobre mis hombros que pensé que caería, por eso le sujete más fuerte de las piernas.

- Tú – reclamo el zorro otra vez mientras caminaba hacia nosotros.

- TUUUUUUUUUUUUU – chillo Naoki. Mis oidos retumbaron.

- Tú - el zorro estaba pegado a mi, pero su vista estaba concentrada en Naoki.

- OGO TUUUUUUUUU – y en su furia se reclino hacia adelante afirmándose de mi pelo.

- ¡¡¡Ahhhhhhhhhh!!! ¡Naoki! ¡Mi cabello!

- ¡Basta Kaede! ¡Naoki dejarás calvo a Hana-kun! – gracias a Dios, la señora Rukawa intervino.

- Lo sento, Ana – el pequeño Naoki se inclino sobre mi cara.

- No te preocupes, sólo dolio un poquito – ¡Como jala el condenado! Un poco más y habría tenido que usar peluca.

El zorro no se disculpo, sólo siguió con su camino y se fue de la cocina. La señora lanzó un suspiro de frustación, supongo que por el cáracter tan antipático de su pareja.

- Bien Naoki – habló la señora Rukawa – a comer. Mientras yo doy las indicaciones a Hana-kun porque ya me tengo que ir – y extendiendo sus brazos, cargo al pequeño para sentarlo en su silla para comer.

...................................................................................

- ¿Está bien el agua?

- Sip – Naoki unde su barco de hule en el agua, mientras cierra los ojos porque le hecho una jarra de agua en la cabeza.

- Te echaré shampoo – le echo un poco del liquido y comienzo a fregarle la cabeza hasta hacer espuma – cierra los ojos - nuevamente le echo una jarra de agua encima.

- No quieo domi – se quejo haciendo berriche.

- Tu madre dijo que a las 8 en la cama.

- Quieo juha contio.

- No, debes dormir y ser un niño bueno.

- Naoti malo – se ve gracioso frunciendo el seño.

- No, Naoki bueno.

- ¡Naoti malo! –comenzo a chillar, golpeando el agua con sus manos y chapoteando para todas partes.

- ¡Ahhh! Naoki se convirtio en un Ogro – exclamé y en un dos por tres Naoki se quedo quieto.

- ¡Naoti no e ogo! – su puchero era digno de fotografiarse.

- Entonces ¿Naoki se irá a dormir a la hora?

- ¿Dejae de se ogo?

- Sí

- Esta ben, Naoti ia a la cama.

- ¡Bien, Naoki ya no es un ogro!

- Shiiiiiiiiii – vitorea mientras lo saco de la tina y lo envuelvo en la toalla. Luego lo cargo hasta su cuarto, donde le visto con un pijama de cohetes, estrellas y lunas estampadas.

- ¿Te leo un cuento?

- Shiii

- ¿Cuál? – tiene una basta colección de cuentos infantiles en una repisa al lado de la cómoda.

- Lo tes chanchitos.

- Ok – busco el libro en cuestión y parece que es el favorito de Naoki, por que esta bastante gastado. Me siento en la cama y comienzo a leer. Naoki me escucha con atención y sólo paro la lectura cuando él me hace algún comentario o pregunta algo sobre el cuento. Hay otras partes donde él hace eco de mis palabras, supongo que deben de leerselo tanto que ya se lo sabe de memoria. Cuando llegamos a la parte donde el lobo sopla sobre las casas de los chanchitos, él me obliga a actuarsela. Accedo sintiéndome ridiculo en un principio, no obstante a medida que avanzo, termino de pie y gruñendo como si fuera el lobo, mientras Naoki chilla fingiendo miedo como si fuera uno de los chanchitos.

- ¡Ay! ¡Ay! ¡Se quema mi cola!... sus aullidos se escuchaban por todo el bosque mientras escapaba y se cuenta que desde esa vez nunca más quiso comer cerdito.

- ¡Yey!

- Y colorin colorado...

- ... ete cuento a teminao – completa la frase Naoki.

- Bien, muchachote a dormir – dejo el libro a un lado y me levanto para arroparlo tapandolo con la cobija hasta el cuello.

- Shao, Ana.

- Buenas noches, Naoki.

Me retiro de la cama y prendo la lámpara de mesa que proyecta en las paredes del cuarto planetas y estrellas, al tiempo que apago la luz principal. Dejo la puerta entreabierta, por prevención y me dirigo a la cocina a servirme un café. Pues aún me queda por pasar el limpio toda la materia para ponerme al día con la escuela.

Sin embargo, para mi mala suerte, está el zorro apestoso dentro.

- ¿Un café, Babysister? – extiende la cafetera hacia mi.

- No gracias – giro sobre mis talones y regreso a la sala. Cuando se marche de la cocina iré por mi café.

Saco los cuadernos y los dispongo sobre la mesa del comedor principal. Noto que estoy nervioso pues las manos me tiemblan, incluso se me cae un lápiz. Lanzo una maldición por mi torpeza mientras lo recojo, cuando tras mio escucho.

- Actuaste bien al lobo.

Hago como que no le escucho y sigo con lo mio, sentándome rápido en una silla y abriendo algún cuaderno que tenga a mano, pero inevitablemente mi cara se ha puesto roja.

- Me encanto cuando decias... – su aliento golpea en mi oreja, haciendo que tiemble de pies a cabeza – ... “soplaré, soplaré y tu casa derrumbaré”.

¿Cómo le hace para que una burda frase de un cuento infantil suene tan sensual?. Este desagradable hombre me hace temblar completo, mi corazón se ha acelerado igual como la primera vez que le vi, aunque ahora creo que me he olvidado de cómo se respira. ¡Mon dieu! ¿Qué me pasa?... nunca antes me habia sentido así... tan débil... tan vulnerable. ¿Qué rayos sucede conmigo?

- Supongo que es porque aún eres un niño que juega con autitos – y se aleja de mi riendo con prepotencia, mientras a mi me hierve toda la sangre por la rabia.

¡Juro por mi vida que a este Zorro de mierda, lo cazo y lo despellejo vivo!.

 

Notas finales:

La frase final que piensa Hana es un arma de doble filo y me encanta por lo mismo. 

Aunque creo que quién está siendo cazado es el "puberto" Hanamichi. 

Ahora bien, debo dar las gracias a Lupillar por prestarme a su persona para conformar al personaje de Lucero Rukawa... (ahora aguanta Lucy el ser odiada por ser pareja de Rukawa) Ya sé que te encanto, y sólo nosotras sabemos la verdad (hasta que sea develada), así como también amaste a tu hijo Naoki desde que lo leiste  en el borrador qye te mande y que es la fiel copia del hijo de una amiga mia. (Más rico el mocoso cuando cumpla diesiocho me lo rapto)

Como les conte arriba una suma de cosas y problemas demoraron mis actualizaciones.

Primero, la escapada del muso... nos dimos cuenta con una de mis betas que mi muso es pareja del suyo, porque el suyo desaparecio en el mismo periodo. Siempre se escapaban los dos para "compartir" como amigos a las costas caribeñas de Colombia, pero sacando conjeturas dimos con el hecho de que son parejas... conclusión: Con razón hace tan buenos lemons el weon. 

Segundo, la falta de ganas. Habrá vuelto con muchas ideas, pero yo no tenia ganas de escribir. El simple hecho de abrir un archivo Word era una lata para mi. 

Tercero, mi mano con Tendinitis. En realidad, es mi muñeca derecha, que me duele mucho cuando la sobre esfuerzo, ya sea cuando tengo entrenamiento o partido (juego en la posición de arquero en mi equipo de futbol. Ahora, por lo mismo, me bajaron a defenza) , marco y reviso los cuadernos y libros de mis alumnos o bien, cuando escribo por mucho tiempo en el Laptop... tanto  es así que el doc me prohibio usar el mouse. (¡El touchpad es un infierno para mi!) 

Cuarto, el postitulo en la Universidad. Como es de ciencias y educación es dos asignaturas en paralelo. Ahora estamos con Evaluación y con Química. Y ambos me tienen cargadisima de trabajos que presentar, test que estudiar y combinado con el punto Quinto, que es el laburo, debo hacer malabares con mi tiempo para no morir de stres. 

Quinto, el laburo en el cole. Finaliza bimestre, así que te dan una serie de exigencias que cumplir y como sólo han pasado dos meses, es inaudito que un ramo ya deba tener 5 calificaciones puestas en el libro de clases. Haciendo malabares otra vez. 

Y sexto.... ¡Quiero gritar!

Nací para amarte está en construcción, llevo unas cinco páginas, y recién está comenzando, creo que será un capítulo largo. 

Mansaka está en lo mejor... estoy haciendo la pelea del siglo... pero creo que también será un capítulo final (¡Chachán!) muy largo, lleva siete páginas y ni siquiera va en lo esencial. 

Un beso a tod@s y gracias por tenerme paciencia, L@s quiero muchisimo. 

 

Andre. 

 

PD:  Me duele la mano. 


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