Hasta que tu muerte nos separe.
Está despierto, ¿lo ha escuchado?
Se acerca a mí, hasta volver a tomar mis hombros, aunque estoy pegado a la ventana.
-No llores.
Siento que la sangre huye de mi rostro, poniéndome terriblemente lívido y mi corazón por un momento deja de bombear para luego ir de nuevo en carrera, como si fuera a reventar en cualquier momento.
-Me has oído.
No es una pregunta. Es sólo la certeza que tengo al mirar su rostro preocupado. Por un momento creí que se enfurecería conmigo, que saltaría sobre mí para recriminarme a puños ser tan desleal y tan innoble. Pero sólo me aleja de la ventana, atrapándome contra su pecho.
-Desde el principio.
Nunca estuvo dormido, todo mi tacto lo sintió y escuchó cada palabra.
-No debiste.
Culparlo es bajo, sólo yo soy responsable de lo que pasa por mi cabeza y de lo que sale de mis labios. El suspira, soltándome un poco para enfrentar nuestras miradas.
-Siempre te escucho, vas diciendo lo mismo desde hace unos meses, aunque es la primera vez que logras terminar. Ya sabíamos ambos que me sobrevivirías, así que, ¿cuál es el punto?
Me atraganto con el aire, ¿cómo puede hablar tan sencillamente de algo tan doloroso como su propia muerte?
-Quisiera amarte por el resto de mis días.
-Pero no vas a hacerlo.
Niego efusivamente con la cabeza. No lo haré, no tengo ninguna duda sobre eso. No me atrevo a mirarlo.
-Amarás a otros…
Asiento ahora, sí, lo estoy traicionando, de la pero manera en que es posible traicionar a un amante, haciéndolo consciente de que es reemplazable. Que de hecho, será remplazado. ¡Y se lo digo de frente!
-Pero vas a amarme a mí hasta el día en que yo muera, ¿verdad?
Noto en su voz una cierta congoja, un desasosiego, como si temiera que fuera a negarlo.
-¡Claro que sí! Sabes que sí. Ya lo sabes…
Me lamento en voz baja, ¿Incluso ha llegado a dudar de eso?
Aferro mis largos dedos a sus hombros, como si al clavárselos en la piel pudiera trasmitirle lo mucho que le quiero.
-Shion, ¿Crees que yo quiero que sufras por el resto de tu existencia?
Ahora es él quien niega con la cabeza, con una sonrisa triste, pero completamente calmada.
-No quiero que pienses en esto de nuevo. Al menos no ahora. Vamos a seguir amándonos, como lo hemos hecho estos años, hasta que mi muerte llegue y debamos separarnos por última vez y para siempre.
Me aprieto contra él, ahora por necesidad de sentirlo junto a mí. Y libremente descargo todo el llanto y el dolor que había mantenido encerrados en mí por estos meses. Quiero vaciar mi cuerpo de este pesar, para siempre.
¡Amo a este hombre! Mas sé que no lo amaré por siempre. Amé a todas las personas que estuvieron antes que él y amaré a otros, una vez que él me deje. Después de su muerte, para conservar la cordura, mi corazón se entregará a alguien más. Y no será que lo sustituya o que olvide mi amor por él. Es sólo que para no torturarme convertiré su amor en un recuerdo. En algo que desde el fondo me impulse a vivir aunque mi corazón lata por otra persona.
…l me recibe entre sus brazos, siendo una vez más la piedra que me sostiene para que no me hunda en mí mismo. Siendo el amante que esperé por años y dándome en pequeñas caricias todo ese amor que siente por mí.
Quizá sea un traidor. Y un poco hombre por estar dispuesto a traicionar su memoria. Pero por ahora, él está aquí, consolando mi dolor y entregándome su tiempo. Y yo lo amo. Justo ahora, más que a nadie. Lo amo y lo haré feliz. Quizá no hasta el fin de mi vida, pero sí hasta el fin de la suya.
Seremos lo único el uno para el otro, hasta su último día sobre esta tierra.
Fin.
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