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Vacīvus por OdiumAmoris

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Notas del capitulo: Notas Iniciales: Me dirán despistado, pero es que realmente lo fui. Terminé esta historia hace cuánto (?) ¿Dos meses más o menos? Y hoy cuando veía mis historias me  fijé 'rayos, no  he actualizado Vacivus' y me fuí a mi perfil de Fanfiction y dije "¡Demonios la terminé hace tiempo!" Aquí les traigo el último y atrasado capítulo bastante conclusivo y, por decirlo de alguna manera, corto.


Chapter VII

Caos


¿Qué cómo llegó allí?: Fue una seducción, la sed de su cuerpo y alma, el querer recoger sus pedazos y guardarlos para él; embriagarse de aquel aroma, sustituir el rencor y soledad con algo más cálido como su cuerpo y sentimientos, quería que se sintiera protegido entre sus brazos y ante sus palabras.

¿Qué si se sentía satisfecho?

A veces sí, a veces no. Tenía el presentimiento de que Sasuke sólo lo utilizaba, como algunas pocas podía apreciar que aquella vacía mirada proyectaba algo más que insanidad.

¿Y los niños?

Allí, estaban allí sin quejarse y viviendo. Adoraban e idolatraban a su padre, lo respetaban hasta un punto extremo y los consideraban a ellos como su familia, sí… hasta cierto límite todo estaba en equilibrio.

¿Y tus sentimientos… qué sucede con ellos?

Ocultos bajo siete llaves, escondidos de la vista del Uchiha, escondidos de él mismo y si temor al olvido. Tenía miedo, demasiado para poder aguantarlo en aquella vorágine de pensamientos impuros y demenciales, su cabeza daba vueltas y lo único de lo cual era agarrarse era de Sasuke, aquel pelinegro que lo sumía más y más en aquella locura que no tenia fin. No había hecho nada más que corresponderle y a la vez no, no se quejaba de que lo tocara, de que lo besara como tampoco lo hacía cuando decidía guardar distancia, no exigía nada de lo que no tenía y él quería devorarlo con sus enfebrecidas manos, acariciarlo hasta lacerarlo por completo, besarlo hasta dejarlo sin aire y corroer aquellos sentimientos con sus devastadores pensamientos de él y Sasuke juntos. Quería que siguieran el mismo camino, juntos como debió ser pero Sasuke parecía tan alejado de sí mismo… inclusive de sus propios niños.

Kaiya y Kiseki.

Pese a que le gustaría decirles que su padre y él salían sabía que era mentira, porque no habían caricias de amantes, no habían sentimientos de él en medio de toda aquella difusa relación, no había miradas cómplices ni coqueteos a escondidas.

No había nada.

Sencillamente él mancillaba aquel níveo cuerpo como se le antojara, entrando o saliendo, entregándose y jadeando… no importaba cómo: Sasuke no respondía.

Y se hundió con él, en un abismo sin igual, con una sonrisa de antaño, nostálgica del pasado y de lo venidero, con la voracidad de un amante y el recelo de una novia virgen… eso era ahora Uzumaki Naruto.


Naruto se encaminó por las calles de tierra firme hasta la academia ninja en donde debía ir a recoger a Kiseki. El pequeño gemelo Uchiha había querido seguir el mismo camino ninja que su padre y sus tíos, muy por el contrario de Kaiya quien manifestaba cierta aversión por las armas y la sangre, dos años más tarde de la fiesta de cumpleaños de ambos gemelos y ya contaban con seis años de edad.

“—Qué rápido pasa el tiempo —“ pensó jocosamente al sonreírle al menor quien se lanzaba a sus piernas.

—¡Naruto-nii! ¿Chichiue ya está en casa? —indagó mientras cogía la mano del mayor entusiasmado — ¿Y Kaiya? —volvió a insistir con una gran sonrisa. El trató de igualarla pero sólo el salió una burda mueca que no simulaba nada. Vacío.

—Kaiya ya regresó a casa, Kiseki. Recuerda que él va a una academia normal y sus horarios son distintos. Y tu padre aún no ha regresado, llega en la noche así que no podrás esperarlo despierto —contestó con voz calma —. Se buen niño y vamos a casa que aún tengo trabajo que hacer.

El pequeño niño sonrió de lado a lado y asintió.

Años habían pasado ya, dos entes distintos estaban formando y al parecer el Uchiha al correr los años más desviado se sentía. Lo podía notar cuando miraba a los niños cuando estaban dormidos, pronto no lo necesitarían y la meta de él estaría cumplida.

Él estaba enfermo de algo incurable, mal del corazón, no había nada que hacer. Con el paso de los años la vida del Uchiha mayor parecía consumirse con mayor rapidez, con cada nuevo diente, cada nuevo cumpleaños y cada nueva vivencia de los niños él parecía ganar cargas invisibles en sus hombros y que no quería compartir ni en la calidad de su lecho, ni en lo abrumador de sus sentidos… cada vez más lejano y él quería alcanzarlo, se estaban yendo juntos donde quiera que Sasuke quisiera ir, estaban abandonando la vida y sacrificando un futuro pero le parecía justo y egoísta a la vez.

Justo porque así lo quería Sasuke.

Egoísta porque así lo tenía sólo para él, sólo Naruto y Sasuke.

Al llegar a la mansión Uchiha la encontró envuelta de un calor hogareño que componía Sakura, Kakashi y Kaiya. Si bien el sensei parecía perdido en la fantasía de aquel libro acompañaba a Kaiya con sus deberes de Matemáticas y Lengua, mientras que Sakura se esmeraba por preparar la mejor de las cenas. Kiseki se desentendió de su mano cálida yendo donde su gemelo y compartiendo experiencias, sonriendo y añorando que aquella puerta se abriera para poder abrazar a su persona importante.

Los niños reían y se correteaban ajenos a la realidad, Hatake los miraba a lo lejos con melancolía y felicidad, entremezcladas en una sola hilarantes por separarse, aquello no debía ir junto, como la felicidad y la tristeza. Cuando Sasuke posó un pie sobre la casa sus hijos aún revoloteaban por allí, observaron los tres aquellos vacíos ojos entregándoles nada y aquellas tres personas sintieron el mismo escozor lastimero de un perro abandonado.

Sería una última noche.

El Uchiha mayor mandó a acostar a sus hijos con una nimia sonrisa como siempre mientras que sus hijos iban felices sin recriminar nada. Se acercó hasta Sakura regalándole una efímera caricia en su mejilla como la de un amante al dejar a su mujer en casa, se sentó en la cabecera de la mesa esperando una última conversación entre viejos sabios con Kakashi y esperaría hasta la madrugada para despedirse como un amante de Naruto. Todo estaba tan unido que dolía, todo estaba tan claro que la inamovible realidad les pareció surrealista y ponzoñosa, dolorosa y cruel, los aplastaba ciclópeamente con dardos envenenados de quimeras rotas. No había nada que hacer, todo estaba dicho.

Terminando de comer dejó aquellos platos en el fregadero, los pasos del ninja adulto se dirigieron al cuarto de sus hijos, los arropó y beso la coronilla con paciencia y les narró el último cuento de su vida: El del ninja testarudo y solitario. Las palabras brotaron de sus labios como lava hirviente, su sangre enfebrecida recorría sus venas con sapiencia, su minerva explotaba aquellos recuerdos entre dolorosos y felices, y mientras su arrulladora voz embriagaba a sus hijos se permitió soñar despierto, en lo que hubiera pasado si no hubiese sido tan impulsivo, si hubiese dado un paso atrás en vez de uno adelante, en muchas cosas que ahora ya no tenían sentido y que su corazón se negaba a soportar. No tenía fuerzas para seguir despierto, ya había soportado mucho tiempo sin hacer nada, había cedido ante el impulso de su amigo como su último regalo y obra de buena fe, ya no le importaba lo que podía pasarle y si en su vida ya no había meta no tenía por qué estar allí. Se preguntó cuándo todo se volvió tan complicado, cómo su vida se transformó en esto y si no era lo suficientemente tarde como para regresar.

Pero no había marcha atrás, todo estaba dicho y hecho, y lamentablemente él allí poco tenía que hacer.

Sus frases dejaron de desfilar por sus finos labios y acarició por última vez aquellas cabezas dejando dos pergaminos en cada mesa de noche, era la última vez y se sentía como un tránsfugo regalando amor.

Sus pasos lo dirigieron a su dormitorio en donde la presencia de Naruto lo llamaba y al entrar se abandonó en un mundo de caricias fogosas y pensamientos en blanco. Sintió con el último resquicio de su mente todo lo que podía captar de la vida y de él, jadeó con sus finos labios aquel nombre que aterciopelado salía de sus labios como un hechizo embriagante y único; se ilusionó con fastuosos campos e irremisibles recuerdos de niñez, tocó con ingenuidad la trigueña piel sintiendo el fulgor y deseo emanar desde ella buscando marcarle con fiereza y se dejó en aquellos brazos fuertes y orbes azules, que hicieran lo que se le antojara con su cuerpo porque él ya no podía dar nada más. Era un ente vacío sin motivo ni razón, había tenido años para dirigir a sus niños pero no podía más. Desertó a la vida como un vil cobarde de abyectas acciones y lo peor es que no tenía ganas para salir del fango en que se hallaba envuelto.

No había fuerzas.

No había motivo.

No había meta.

No tenía nada.

Se dejó abstraer en aquel mundo de sudor y azul cielo que sólo le podía dar una persona y esperó hasta los últimos momentos para unir sus labios sobre los contrarios en un vaivén intoxicante e irreversible. Trazó aquellas delgadas cejas rubias con sus dedos blancos y desgastados, acarició aquella mejilla en un único gesto de cariño durante este último tiempo.

—Cuida de ellos, Naruto —sería su único favor a pedir, su anhelo más profundo y su tesoro más recóndito. Le estaba dando lo único que tenía con una mirada suplicante y asintió conmovido por aquel calor irregular dejándose acunar por el mar de pensamientos inherentes entre sí.

No sabía cómo había llegado a eso, y no lo quería recordar. Sólo que en un momento de aquella caótica existencia que tenía con Sasuke aquellos obsidianas orbes dejaron de brillar con rencor y vivacidad entregándose a un mar gris de insatisfacción y desidia. Aquel Sasuke que llegó a Konoha hacía ya tres años no era el mismo que conoció, debería de haberlo reconocido ya que cuando llegó lo único que pidió fue felicidad para sus hijos, pidió alojamiento y protección porque estaba cansado de todo y nada.

Su rostro estaba empapado y sabía qué era, pero a pesar de eso, cuando el cuerpo del Uchiha debajo suyo —aquel cuerpo que tenía agarrado con tanta vehemencia— se volvió frío e inalcanzable que no podía hacer nada. No reconoció a tiempo que su Sasuke no era suyo, sino un esbozo de lo que fue en su tiempo, no bisbisó que aquellas miradas felices eran añoradas de antaño y que aquella irrealidad de relación era sólo su deseo reflejado en el Uchiha.

Se sentía utilizado: Sí.

Se sentía solo: Sin duda alguna, más solo que nunca.

¿Incomprendido?: Como lo estuvo Sasuke desde sus inicios. Incomprendido y abandonado.

¿Sentía dolor?: Aquello ya no era dolor porque no sentía sus emociones, pero sí podía decir una cosa con certeza:

Esto era el caos.


Notas finales:

Ahh, irreal, utópico, existencialista, desbocado, irreverente y sobretodo abierto. Ustedes no esperaban un final pronto pero yo sí, lo vaticinaba con regocijo y lo escribí con el peor del existencialismo puro y a la vena. Nunca he sido de escritos propiamente largos así que si me leen constantemente sabrán que termino mis escritos entre los capítulos cinco a ocho. Sinceramente creo que dejé todo demasiado conclusivo, digo: Los niños son felices como Sasuke quería y se quedaron con las únicas personas que los cuidarían. Kakashi lo perdonó y Sakura lo comprendió. Sasuke le dio lo que quería a Naruto y él se desmoronaba en silencio, como siempre debió ser. Muchas señales que me hacían temblar de emoción.

Este escrito no tendrá Epílogo porque está bien así —lo aviso para que no digan que no les dije—. Un capítulo orgásmico a mi gusto y con sabor a poco, pero si le hubiera puesto más Angst hubiera quedado exagerado :)

Un Angst / Hurt/Comfort y Romance con todas sus letras.

Espero sus comentarios y saludos. Nos vemos en… Big Lies, Dirt y Worms (?). No sé si podré subir otro SasuNaru o NaruSasu pronto… realmente he estado algo inestable pero lo intentaré.

|| Gaara D. ||


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