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Bilogía por OdiumAmoris

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No es que Sasuke no hubiese apreciado algo símil, tampoco era que su posesividad estuviese bajo del nivel normal, o sencillamente quisiera dejar las cosas así pero tenía una innegable confianza en Deidara transformada en hechos verídicos y palabras tangibles. Él no le haría una escena de celos, así se consumiera por dentro; era un Uchiha —tampoco se les permitía hacer semejante indecencia— y por lo demás Sasori era un buen amigo de su rubia obsesión.

No, no caería tan bajo como para cuestionar qué es lo que hacía el rubio sonriéndole estúpidamente  y prestándole atención como si él curase el cáncer, él no haría eso por su nombre y su novio.


III – Reconcomio


Mantenía silencio mientras miraba por la ventana de su clase de arte contemporáneo, miles de razonamientos inestables e inhóspitos atravesaban su minerva sin descanso al mismo tiempo que se consumía entre el desdén y desazón, mordió sus cerezas labios para poder dejar escapar un bufido de insatisfacción personal a la vez que copiaba por el mero hecho de ser un autómata mas que por querer hacerlo; masculló el nombre de su pareja en cortas sílabas difusas y voraginosos sentimientos de injusticia y por más que quería evitar que aquella emoción poseyera su corazón, estaba muy lejos de calmarse ante los fatídicos hechos acaecidos aquella mañana.  Dentro de sus cohesionados insultos cotidianos sobre fans dementes y amigos “con derecho a roce” el de coleta alta apretaba su lápiz con aversión y es que, por más que quisiese, no podía evitar llevar a cabo la maldición de desconfianza y duda sobre su novio, y realmente no añoraba tener aquel sentimiento rencoroso y devastador de gritarle en su cara que era un degenerado.

—“Maldita sea” —se repetía una y otra vez horrisonante en su psiquis.  Apaciguó aquellas endemoniadas ganas de salir corriendo de aquel salón para hacerle frente a aquella chica de extravagantes cabellos rosas y mirada coqueta. No es que le molestara que ella fuese su amiga — “Sí me molesta ‘hum” —se refutó indignado por aquel pensamiento malaventurado. ¡Claro que le molestaba! Haruno Sakura podía ser amiga de Naruto y Sasuke, ser Fan de su novio pero lo que nunca podría tolerar es el hecho de que intente robarle un beso de aquellos finos labios pálidos, o insinuarse sutilmente —“... ¡Puta!” —reverberó en su mente desquiciada por los celos e intranquilidad.

Okey, Sakura no era puta ni mala persona, si la hubiese conocido en otras circunstancias no estaría con aquel inherente problema pero: Ella añoraba a Sasuke, su Sasuke. Aquel hombre con el cual despertaba la mitad de la semana, aquel muchacho al cual había visto enfermo, sudar y sonrosarse sea por la pasión o por vergüenza —aunque era una anomalía si sucediese aquello—;  era su novio, con el que tenía sexo, se insultaban y le hacía ataques de celos. ¡Era suyo maldita sea!

—“Mío” —increpaba con hostilidad ante el sólo hecho de imaginarse una mano de Sasuke sobre las prendas rosadas que no eran suyas —ni serían—.

—¿Deidara? —su nombre vocalizado de manera perezosa y pasiva lo distrajo de cavilaciones dolorosas y odiosas.

—¿Qué sucede, Sasori? —indagaba sin curiosidad, más por costumbre que porque realmente quisiera saber.  Akasuna era uno de aquellos ‘amigos’ con el que tenías roce de secundaría, de aquello hacia ya mucho tiempo de sus locuras. Sasori gozaba de la vida sin prejuicios pero a su ritmo, mientras que él le gustaba salir sin mediciones —cosa que al contrario le molestaba— una de las tantas razones para terminar con cualquier lazo amoroso.

—Tenías una cara que da miedo —enunció con el mismo tono de voz mirando al pizarrón. El rubio asintió sin decir nada más antes que el contrario agregara —. ¿Te puedo ayudar en algo? —el pelirrojo no era de aquellos que ofrecía su ayuda, pero tampoco no lo hacía nunca. Estuvo a punto de objetarle cortantemente que se metiera en sus asuntos hasta que, claro, por su amarilla cabeza atravesó la perturbada idea de probar el amor de Sasuke por él.

—¡Sí ‘hum!


Aquel día había estado particularmente tranquilo, el idiota de Naruto no había estado molestándolo —por irse tras Tenten su nueva novia—, Itachi salió con Nagato y Kisame a ver algunos asuntos empresariales, su FC no estaba merodeándolo como de costumbre y Neji había dejado de joderlo por un trivial asunto que tenía con Hinata; todo normal y bastante armonioso.

Era precisamente aquello lo que le estaba molestando.

Ningún día de su vida —desde que podía recordarlo— no era ajetreado, partiendo con sus laboriosas mañanas si estaba Deidara a su costado, o el que lo despertara Itachi, llegando con Naruto quien no perdía tiempo en engancharse a su espalda y hablar a mil revoluciones, siguiendo su endemoniado FC y las burdas peleas con Rock y Hyuuga a la hora de almuerzo, las llamadas de ‘medio tiempo’ de su novio y finalizando con estruendosos ataques de celos del por qué estaba parado en una esquina con Sai y Gaara ‘conversando’ —cuando realmente planeaban vengarse de una trastada provocada por los de último año—. Pero todo estaba demasiado templado como para siquiera pensar en que Shikamaru podría molestarse.

—Sé que sonará problemático —murmuró Nara —, pero algo malo te sucederá Uchiha —y él también lo creía fieramente.

Todo estaba demasiado tranquilo.

—“Lo sé” —quiso contestarle preocupado, pero un Uchiha nunca lo está.

Esperó el toque final de la campana dando por terminada su clase de Cálculo Avanzado, salió sin prisas para ver si Kakashi quería molestarlo, pero siquiera eso sucedió, se encaminó mirando para todos lados buscando un ataque sorpresa por el chico perro o Naruto y los estúpidos mocosos de primaria, pero tampoco.

—“Definitivamente hay algo raro” —bisbisó para sí al ver que su revoltosa pareja no estaba al costado de su vehículo asesinando con la mirada a cuanta chica veía. Ágil se subió a su transporte y sin pensar demasiado prendió  el motor y partió a la facultad de Arte, esperando no descubrir nada raro: Magnificente abyección.

No se bajó del vehículo, porque no era necesario, no quiso gritar porque no lo veía viable; no maldijo, montó una escena de celos, no llamó eufórico a su novio, no lloró, no hizo nada: porque realmente no sabía qué hacer; pero Deidara —su adorado rubio— estaba abrazando en plan sentimental a otro que no era él, no tenía su figura ni su rostro, tampoco se parecía y siquiera era de su edad.

—“¡Confianza!” —chistaba su razonamiento que a éstas alturas le parecía ilógico. No, no quería confianza, quería matar —“. Es eso o te montará peores escenas de las que te hace. Demuéstrale lo que hace a un Uchiha”.

No, no quería eso, lo único que anhelaba a estas alturas del partido era bajarse, patear al idiota, deformarlo, arrastrar a Deidara y perforar aquel trasero hasta que se le quedara bien grabado a quién le pertenecía. Mancillaría y marcaría aquella pálida piel con contundentes tonos rojizos, violáceos y nimias mordeduras de las cuales más de alguna dejaría marca. No se fue de aquel lugar, sería darle en el gusto a Deidara y aquel pelirrojo obstinado en mantener sus manos en la caderas que él poseía, tampoco se rebajaría a aquellos parajes que tanto detestaba; sencillamente esperaría hasta que el rubio parase con aquella exhibición en medio de la calle donde todos podían verlo, respiraría y contaría hasta cien mil mientras su mente urdía sanguinarios acontecimientos del homicidio de aquel muchacho.

Muy por el contrario de los pensamientos irreverentes y soñadores del rubio, Sasuke no se acercó, permaneció impasible al costado de su vehículo fumando un cigarro y afilando aún más su mirada viéndose aún más sensual.

—“Peligroso” —definió de manera inmediata al ver aquella pose tan pasiva del contrario, pero aún así no se separó. Le dio cuerda a aquel espectáculo hasta que se volvió lo suficientemente repulsivo, se alejó de Sasori despidiéndose con aquellas monumentales sonrisas y caminó feliz hasta su novio quien con sólo una señal le dijo que entrara sin dirigirle la palabra. ¡Quería celos, gritos y señales de que para Sasuke él le importaba! Pero se topó con la no tan grata sorpresa de que el Uchiha lo llevaría directo a su casa ya que tenía que hacer un trabajo con Nara, Akemichi, Aburame y Yamanaka. Bufó desconfiado y comenzó con sus fútiles preguntas con el fin de disuadirlo, pero no lo logró, fue un casto beso de despedida y un “nos veremos pronto” que pronunció su novio cuando se marchó; estaba furioso, demasiado  como para siquiera pensar en algo por lo cual sin remordimientos se encerró y no lo llamó hasta el otro día cuando el Uchiha le cortó sin miramientos porque estaba ocupado.

Un día más sin hablarle y estaba seguro que se tiraría del puente más próximo que tenía cerca de su casa, Sasuke no le contestaba, no le enviaba E-mails ni mensajes de textos, no lo había visto durante siete días por lo cual su estado de mal donaire no superaba a nadie, maldecía a aquella persona que estuviese a su lado, gritaba y golpeaba al primer idiota que lo saludaba, asustaba a las parejas y sobre todo: Abstinencia. Deidara era de aquellos que practicaban el sexo como método de vida, sin sexo no hay felicidad y siete días con el “agua cortada” era prácticamente un suicidio lento y tortuoso.

—“Maldito Uchiha del mal” —argüía para sí. Sin más ganas de soportarse él mismo su desgraciada vida tomó las llaves de su casa y se fue al Departamento de Sasuke, era Viernes y a esas horas él tendría que estar allí  sin objetar.

Cuando Itachi abrió la puerta supo que nada bueno saldría de allí.

—¿Y Sasuke? —masculló fastidiado haciéndose paso por su amigo.

—¿No te avisó? —murmuró Itachi arqueando una ceja, y supo que no serían buenas noticias. Giró su cabeza mirando bajo dando así a entender que no estaba en perfectos términos con el menor —... bien. Se fue a una excursión por una semana, volverá en dos horas en la puerta de su colegio.

—“¿Excursión?” —indagó el mismo.

—¿Con quién? —cuestionaba cortante apretando su puños.

—Con todos los segundos.

¡Oh Dios! Castraría a Uchiha Sasuke.

No paró en su casa, no se cambió, no intentó razonar ni qué palabras decir, tampoco intentó siquiera menguar su enojo, sólo quería gritarle hasta que se quedara sin garganta y sobre todo cuando lo vio bajar con aquella sonrisa altanera al costado del pelirrojo Sabaku quienes se reían de sus amigos —Naruto y Sai — al ver que aún tenían una extraña rojez en su rostro.  Caminó decidido a gritarle unas cuantas verdades cuando la gota que rebasó el vaso llegó: Haruno Sakura se prendió de su espalda y él no hizo nada para sacarla.

—¡Zorra! —chilló colérico sin siquiera saludar — ¡Eres un maldito cabrón bastardo Uchiha, no te hablo en una semana y ya te acuestas con media población de este endemoniado país puto cabrón!

Naruto abrió sus orbes sorprendido por tremendo griterío que tenía la pareja de su amigo, los cursos del mismo nivel no habían alcanzado siquiera a despedirse o bajarse del bus cuando el espectáculo ya estaba montado. Un rubio gritaba fuerte y hiriente en medio de la calle apuntando a Sasuke con el dedo mientras miraba con odio a cualquier persona a menos de dos metros cerca del Uchiha.

«Putón».

«Degenerado».

«Maricón».

«Impotente».

Eran pocos los insultos que procesaban algunos, la cara de aquel ente estaba enrojecida por el furor, pero Sasuke, tan calmo e impasible ante todo eso.

—¡Ah no! Sobre todo ése maldito zorro regalado que te muestra el culo. ¡Eres bazofia Uchiha Sasuke! Tú y toda tu tanda de estúpidos amigos mariquitas.

Un fuerte golpe se escuchó, seco y doloroso. No era una patada, ni un combo, era una cachetada.

—“Como las mujeres” —pensó Naruto al ver a Sasuke alzar la mano ante Deidara.  Frunció levemente el ceño y con su voz pasiva, baja y altamente peligrosa habló.

—Súbete al auto —inexpresivo y demandante, todos sabían lo que llegaría.

—¡No lo haré! —farfulló obstinado el mayor tocándose la mejilla mientras sus zafiros brillaban de puro odio.

—No lo repetiré de nuevo, Deidara, súbete al maldito auto.

Uchiha sacó las llaves de su bolsillo y presionó el botón de la alarma, cuando se desactivo no miró más al rubio y se subió echando a andar el motor esperando pacientemente al rubio quien cerraba la puerta a su costado  todavía mirando con furia a todo ser vivo. Uzumaki los vio irse callados, demasiado tensos como para siquiera mirar con angustia la situación.

—Esta vez sí se pasó —murmuró el pelirrojo al rubio.

—Sería sorprendente que Deidara llegara vivo para mañana.


Cuando el pelinegro pisó su hogar Itachi no estaba, era un absoluto silencio y no esperó nada más cuando sus manos viajaron hasta el cuello contrario estampándolo con la recién cerrada puerta apretando fieramente la clavícula y apreciando con un odio avasallador al que era su pareja.

—Su-él-tame —trataba de hablar el mayor. Cualquiera que lo viera en aquel instante los cojones de Deidara estaban olvidados.

—¿Qué te suelte? —añadió con desdén en voz baja — Dime cariño, ¿de verdad crees que te voy a soltar? ¿De verdad piensas que te voy a perdonar? Te he aguantado ataques de celos por meses pensando que confiarías en mí, me mordí la lengua con tu estúpido ataque hormonal que tuviste con tu amigucho, te he sido fiel y sobre todo: Aguanto tu jodida personalidad. Pero tú, muy por el contrario, vas con la primera chorrada en aquella boca tan bonita que tienes a insultarme en frente de mis compañeros porque eres tan idiota que no confías en mí y en que te soy estúpidamente fiel.

Enojado era decir poco. El artista comenzó a quedarse sin aire por lo que comenzó a golpear las manos del menor.

—Ahora —murmuró tétrico en el lóbulo del mayor —. Utilizarás ese cuerpo tan bonito que tienes, y junto a esa boquita harás lo que yo te diga, ¿bien? —preguntó sádicamente.

Asintió con orbes brillosos, era sorprendente el cambio que tenía su novio cuando se enojaba. Agarró una bocanada de aire cuando estuvo libre, pero Sasuke no lo hacía tan fácil, lo arrastró sin piedad a su cuarto el cual cerró con llave y cortantemente le dijo que se desvistiera.

Sumiso hizo caso sonriendo  en su afuero interno, estaba seguro que era el único que había despertado aquel instinto animal de su novio, ahora vería qué tan temible podría llegar a ser el Uchiha.


Notas finales:

Me encantan las parafilias y especies de torturas xDD. Nos vemos en otra ocasión. Lamento la demora, cualquier cosa: Atízen la cabeza de mi Médico y la Clínica con piedras, ¡ellos tienen la culpa! 

Más información LJ. 


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