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REQUIEM FOR A RHAPSODY por CheerioFan

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Notas del capitulo:

Y otra vez... tarde. Lo sé... me disculpo, pero esto de la Universidad me tiene loca, atariada y esto de escribir me desestresa (y por esto no hice mi tarea XD). En fin... ya casi llegamos al final, un capítulo más y se acabó y SÍ, aún les debo el final de mi otro fic... no se preocupen, trabajo en eso. Por ahora les dejo este largo capítulo. No olviden comentar... POR FAVOR!!!!

 

Well I just heard the news today

It seems my life is going to change

I closed my eyes, begin to pray

Then tears of joy stream down my face

“Créame Sr. Blunt, es la mejor decisión que puede tomar ahora. La economía europea está en su mejor momento y los riesgos son mínimos.” Thomas Huntington miró por la ventana de su oficina hacia el horizonte del paisaje urbano londinense. La luz matutina iluminaba sus ojos avellanados y su cabello rubio cenizo poseía un halo dorado. La voz del señor Blunt al otro lado de la línea telefónica le indicaba que seguiría su consejo… “Sabe que estamos para servirle en cualquier momento. Fue un placer y que tenga buen día.”

El rubio colgó el teléfono mientras que en su rostro se dibujaba una sonrisa triunfal. Se permitió disfrutar del momento por un par de segundos más, pero su mente conocía el significado de haber cerrado este negocio y no era la cantidad de ceros dibujados en su cheque. No, lo que le emocionaba era saber que en unas horas vería a su prometida. En unas horas vería a su amada Santana.

El hombre estaba tan ensimismado es sus pensamientos que no se percató de la presencia de un segundo hombre en el marco de su puerta. Se dio cuenta de ello hasta que escuchó un par de aplausos, lo cual lo obligó a volverse.

Greg Richardson avanzó sin la necesidad de ser invitado y con la autoridad que sólo un jefe poseía, sus delgados labios esbozaban una sonrisa satisfecha y orgullosa. “Wow Thomas, has batido tu propio récord. Aún no son las 9AM y ya has convencido a uno de los magnates ingleses más importantes de intervenir en la bolsa. Felicidades hijo,” Greg extendió su mano la cual fue estrechada de inmediato por Thomas.

El rubio sonrió pretenciosamente, pero en su interior se sentía sumamente contento porque este hombre frente a él era como el padre que nunca tuvo y que nunca quiso conocer. Cualquier palabra que Greg pronunciara – insulto o alago – era bien recibida.

“Te tengo una propuesta,” los ojos avellanados del rubio se fijaron en su jefe sin decir nada, “¿qué te parecería asesorar a Donna Karan?”

Thomas frunció el ceño, “Donna Karan… ¿la diseñadora Donna Karan?”

Greg dejó salir una risa divertida, “se nota que Santana es una gran influencia. Sí, la diseñadora norteamericana quiere comprar acciones en algunas empresas inglesas, pero obviamente no sabe en cuáles. Quizás puedas asesorarla antes de la gran fiesta. De hecho está esperando nuestra llamada.”

“¿Ahora?” Thomas se sentó encima de su escritorio mientras pasaba sus dedos por su cabello, se sentía contrariado por la petición que su jefe le había hecho. Sus ojos se posaron en un marco de cristal en donde estaba una fotografía de Santana y él.

“La paga sería muy buena.” Añadió Greg como si esas escasas palabras fueran suficientes para convencer al rubio.

“Lo sé. Es sólo que Santana está en París y le prometí que la alcanzaría una vez que hubiera cerrado el caso Blunt.”

Greg encendió un cigarrillo, inhalando el tabaco con placer, “tal vez le pida a Timothy que se encargue.”

Thomas sonrió al sentirse liberado de la posible obligación que le estaba confiando su jefe, “Timothy es bueno.”

“Pero tú eres mejor,” respondió Greg de inmediato.

“Fue entrenado por Santana y ella es mucho mejor que yo.”

“En eso tienes mucha razón. Esa chica es una fiera cuando se trata de su trabajo. Ha hecho que muchos de nuestros cheques tengan muchos más ceros, sobre todo el mío.” Greg sonrió mientras dejaba salir el humo de su cigarrillo. “Lo juro, si no te me hubieras adelantado, yo mismo lo hubiera propuesto matrimonio.” Ambos hombres rieron con fuerza.

“¿Qué diría tu esposa si te escuchara?”

“Estaría más que complacida, el dinero que le correspondería por el divorcio la haría la mujer más feliz de la Tierra.” Los ojos azules de Greg inspeccionaron a su empleado con detenimiento, “¿nervioso?”

“Ni siquiera un poco. Creí que esto del matrimonio destrozaría mis nervios y tenía miedo de romper el corazón de San por mis miedos pero…” el rubio hizo una pausa, observando con adoración las facciones de su prometida en la fotografía que descansaba en su escritorio, “pero nunca he estado tan seguro de algo como lo estoy ahora. Quiero pasar el resto de mi vida con ella.”

Greg apagó su cigarrillo en el cenicero, “de verdad la amas,” afirmó el hombre.

Thomas sonrió soñadoramente, “la amo tanto que haría cualquier cosa por ella. Sólo quiero hacerla feliz. Quiero vivir sólo para hacerla feliz.” Al terminar de decir eso, el rubio notó que su jefe se comenzaba a alejar, “¿Adónde vas?”

“Debo decirle a Timothy que la señora Karan espera su llamada ya que tú debes irte cuanto antes a París,” Greg abrió la puerta, dispuesto a partir, no sin antes volverse hacia su empleado, “no olvides saludarme a la futura señora Huntington y bueno… nos vemos en la boda.”

Thomas miró al hombre cerrar la puerta, pero en su mente sólo había un solo pensamiento: Santana López… no. Santana Huntington.

*****

With arms wide open

Under the sunlight

Welcome to this place

I’ll show you everything

With arms wide open

With arms wide open

Era imposible despertar cuando un agradable calor envolvía su cuerpo entero. Pocas veces en su vida sintió tanta seguridad, tanta felicidad, simplemente se sentía completa. Aún entre sueños podía percibir su dulce aroma a frutas y goma de mascar. No pudo evitar sonreír a causa de los eventos que habían sucedido; extrañaba la cercanía de su cuerpo y se rehusaba a dejarla ir. Alguna parte de su mente y cuerpo sabían que ese calor y cercanía le pertenecían a Brittany… la mujer que aún poseía su alma y su corazón. Ya no podía seguir negándolo.

El silencio en la habitación de la holandesa se vio interrumpido por el ringtone del móvil de Santana, quien apretó los párpados al percatarse que su paz interior era alterada por su estúpido celular y por la luz solar que se colaba por las delgadas cortinas blancas.

El sonido del aparato iba en aumento con cada segundo que transcurría y con él el fastidio de la morena. No tenía más opción que levantarse a contestar el molesto móvil; sin embargo, un fuerte brazo rodeaba su cintura y la obligó a acercarse. Santana pudo sentir el desnudo pecho de la rubia en su espalda y por un segundo consideró ignorar el teléfono pero la parte razonable de su cerebro le indicó que quien llamaba podía ser su madre o, peor aún, el mismo Thomas.

El ringtone se escuchaba muy cerca y la latina recordó de inmediato que su móvil estaba en sus jeans. Sus ojos cafés inspeccionaron el suelo rápidamente. Con satisfacción, localizó la prenda casi junto a la cama y no al otro lado de la habitación donde la mayoría de su ropa había sido arrojada por la rubia. Con un poco de dificultad levantó sus jeans del suelo y extrajo el pequeño aparato del bolsillo izquierdo. La pantalla estaba iluminada, mostrando el nombre y la foto de un sonriente Thomas.

“Hey,” fue lo único que dijo Santana, fingiendo normalidad.

“¿Por qué tardaste tanto en responder?”

La morena se volvió un poco, viendo por el rabillo del ojo los desordenados mechones rubios de Brittany y sintiendo en su nuca su respiración, la cual le indicaba que ya estaba despierta y escuchaba la conversación telefónica. “Uhm, no encontraba mi móvil. Ya sabes que mi bolso es un desastre por dentro.”

Thomas dejó salir una risa divertida, “no hay duda de eso, cariño.”

La palabra ‘cariño’ no le agradó a Santana, sonaba extraña, indiferente; sabía que su prometido la decía con todo el amor que poseía, pero simplemente no le gustaba a Santana. “Uhm… ¿a qué debo tu llamada?”

“Bueno, no me puedes culpar por querer escuchar la voz de mi adorada prometida,” la morena cerró los ojos con frustración, al mismo tiempo, sintió que una ola de culpabilidad invadía cada parte de su cuerpo, “además, hace unos pocos minutos llegué a tu hotel y, lamentablemente, me dijeron que habías salido desde muy temprano.”

La latina abrió los ojos de par en par sorprendida por las palabras de su novio, “¿e-estás en París?” Santana sintió que su cuerpo empezaba a transpirar sin control, sentía que su infidelidad estaba a punto de ser descubierta. “Creí que te tomaría un poco más de tiempo convencer a Blunt.”

“Bueno, yo creí lo mismo pero eso no importa en absoluto. Por cierto, ¿dónde estás?”

“Y-yo, uhm…” Santana no podía creer que sus habilidades para mentir se hubieran esfumado. No obstante, su preocupación y sus dudas fueron disminuyendo cuando el abrazo de Brittany se fortaleció. Por alguna razón, sintió un poco más de confianza, se sintió un poco más como ella misma, como Santana López, “estoy en la boutique de vestidos de novia.”

“¿Quieres que vaya por ti?”

La latina se rió con nerviosismo, “estás bromeando ¿verdad? No puedes verme ahora, es de mala suerte.” Sus ojos cafés miraron cada rincón de la habitación de su amiga holandesa, fijándose en la ropa esparcida por todo el lugar. No cabía duda de que si Thomas la viese en ese momento, sería de muy mala suerte. “Espérame en el bar del hotel, llego en una hora ¿de acuerdo?”

“¿Una hora?” Se quejó el rubio, pues ya no podía esperar más, “de acuerdo, te veo en una hora, no llegues tarde,” respondió con resignación el chico.

“Haré lo que pueda.”

“No puedo esperar por verte. Te amo.”

Santana se quedó sin aliento, en su garganta se formó un nudo que le impedía respirar con propiedad. Lo peor de todo era que su cuerpo se negaba a responder a esa última declaración, no después de lo que había hecho y en ese preciso instante sintió que el espacio entre su cuerpo y el de la rubia se reducía a nada, sintió la nariz de su amiga rozar su nuca y, un segundo después, sintió un tímido beso que le quemó la piel. De sus labios se escapó un sensual “te amo” que se escuchaba sincero.

“Te veo en un rato.” Dijo el rubio antes de colgar.

La morena sabía que esas últimas dos palabras no eran para Thomas, aquellas palabras habían sido una respuesta a la delicada caricia de la holandesa. La mano bronceada de Santana acarició la piel del brazo de Brittany, deteniéndose en la firme mano que le impedía moverse con propiedad; sin embargo, la latina no obligó a su ex novia a moverse, simplemente se limitó a entrelazar sus dedos. Pronto debía partir, pero quería disfrutar sus últimos momentos con la persona que más amaba; quería pretender, por unos cuantos minutos, que no estaba comprometida, que Brittany no se había ido, quería fingir que ese departamento también era suyo, que había hecho una vida con Brittany. Quería soñar que la rubia había sido quien le había dado el anillo que descansaba en su mano izquierda.

Solamente transcurrieron cinco minutos, aquellos habían sido los cinco minutos más maravillosos en diez años, tanto en la vida de Santana como en la de Brittany. No obstante, no se podía vivir en una fantasía, aún cuando ambas lo desearan con tanto ahínco.

Santana miró por error el reloj de su móvil, 13:30hrs. indicaba la pantalla. La morena no sabía cuánto tiempo había durado su encuentro sexual con su ex, pero su cuerpo le exigía un largo descanso, el cual no le podía ser concedido por ahora.

“Brittany,” la rubia no se movió, no quería dejar ir a la latina, “por favor, Brittany, déjame ir.”

“No.”

“Britt…”

“No quiero dejarte ir porque, entonces, no te volveré a ver.” Interrumpió la holandesa con amargura, “si te vas ahora, significaría que ya no eres mía.”

Santana no podía seguir ahí, no soportaba escuchar todo ese dolor que se concentraba en la voz de su amante. Tenía ganas de decirle que siempre sería suya, pero entonces se confirmaría a sí misma que Thomas no era suficiente para ella. Con decisión, la morena se liberó del cálido abrazo de Brittany, para luego ponerse de pie, importándole poco su desnudez, debía irse ya porque su prometido la esperaba.

Desde la cama, Brittany la observaba con unos ojos que romperían en llanto en cualquier momento, observaba con dolor como Santana se vestía, como cubría con cada prenda las marcas hechas la noche anterior. Su mano derecha se aferró a la sábana blanca con fuerza, no sabía qué hacer, estaba desesperaba porque estaba plenamente consciente de que en unos minutos el amor de su vida partiría para siempre.

Justo frente a la cama, estaba el espejo de Brittany. Santana miró su reflejo, se acomodó la ropa con cuidado, también el cabello en el que los dedos delgados de la rubia se habían perdido unas horas antes. Su rostro no tenía maquillaje pero estaba lejos de verse cansada, de hecho se veía rejuvenecida. Sus ojos cafés se detuvieron en el reflejo de la holandesa, lentamente se volvió. Quería decirle tantas cosas, pero no sabía por dónde empezar; se limitó a respirar profundamente porque cualquier cosa que sus labios pronunciaran no sería suficiente para mitigar el dolor de Brittany.

Santana se dirigió a la puerta, no sin antes mirar a la rubia por última vez y con todo el dolor de su corazón dijo, “adiós Brittany,” cerrando la puerta silenciosamente.

La rubia sollozó entrecortadamente, esforzándose por no dejar salir su llanto, su mano derecha acarició el lado de la cama en el que la latina había dormido, descubriendo que aún estaba tibio y estaba segura de que su aroma seguía ahí, impregnado. La holandesa cerró los ojos con tristeza, sintiendo como una lágrima resbalaba por su rostro. No podía creer que la había perdido por segunda vez.

El timbre de su móvil hizo un eco en su habitación, la pantalla indicaba que Nolwenn la llamaba y Brittany sabía que lo que más necesitaba en ese momento era un hombro amigo en el que pudiera llorar y desahogarse…

Salut, Nolwenn,” dijo Brittany con amargura.

*****

Well I don’t know if I’m ready

To be the man I have to be

I’ll take a breath

I’ll take her by my side

We stand in awe, we’ve created life

“Britt, trata de tranquilizarte ¿ok? Voy para allá.” Dijo Nolwenn finalmente antes de colgar.

La castaña se sentía confundida. Nunca había escuchado a Brittany tan deprimida, triste, desesperada… eran palabras que no encajaban con la rubia. Pero ahora Nolwenn temía por el bienestar emocional de su amiga/amante.

El nombre de Santana López resonaba en su mente, tenía curiosidad de saber quién era esa mujer y qué representaba en la vida de la rubia. La francesa mentiría si dijese que la primera vez que había escuchado ese nombre había sido en el invierno pasado. La verdad era que, desde que tuvo sexo con Brittany por primera vez, entre sueños, la holandesa pronunció su nombre y siempre era lo mismo. Nadie podría culpar a Nolwenn por sentir celos de una mujer que no había tenido rostro hasta la noche anterior.

Santana López era una mujer atractiva, coqueta y un tanto presuntuosa. Era difícil imaginarse a una mujer como ella a lado de Brittany. La morena parecía carecer de paciencia y la rubia era una mujer singular. De hecho, a Nolwenn le costó trabajo entender a la holandesa, pero poco a poco, esa despistada mujer se fue ganando su corazón, no estaba segura de amarla, pero sin duda, lo que sentía se acercaba bastante al amor.

No era que no quisiera amar a Brittany totalmente, el problema era que la misma Brittany se lo impedía. Por muchos años trató de ‘formalizar’ su relación, Nolwenn trató de que Brittany se dejara amar por completo, pero entre ellas siempre existió una barrera; la castaña tenía prohibido seducir a la rubia en su departamento, la vez que lo intentó, la chica le exigió que se fuera.

Durante ese tiempo, la francesa trató de comprender, sabía que la barrera entre ellas se llamaba Santana, pero nunca tuvo el valor de preguntar por ella. Por un tiempo creyó que la latina había muerto o algo así, pero esa idea fue descartada cuando Brittany recibió su postal navideña.

Ahora Santana tenía rostro, cuerpo y una historia que la castaña desconocía. Sabía que esa mujer era la causante del llanto de Brittany y no podía evitar detestarla con toda su alma.

Sin embargo, al fin había llegado el día en el que sabría la verdad, sabría del pasado de Brittany, del por qué la rechazaba tan fácilmente, del por qué se impedía amar. Nolwenn se sentía contenta por un lado, pero tenía el presentimiento de que las respuestas que obtendría no serían de su agrado.

*****

With arms wide open

Under the sunlight

Welcome to this place

I’ll show you everything

With arms wide open

Los dedos de Santana aplicaban el maquillaje con delicadeza y precisión, ésta era una acción que había perfeccionado a lo largo de su juventud y que iba más allá de la frivolidad. La morena se esmeraba en el arte del maquillaje porque podía esconderse tras él, era una máscara para fingir seguridad, para cubrir sus emociones y para… bueno, para disfrazar las marcas que Brittany había dejado deliberadamente en su piel.

Santana quería sentirse furiosa por el mordisco en su labio inferior, el cual se empezaba a hinchar y enrojecer, pero no, ver esa pequeña herida la transportaba a la noche anterior, la hacía sentir una vez más los besos y las caricias, los rasguños y los mordiscos; le hacía sentir la piel de la rubia sobre la suya, su aliento, incluso el palpitar de su corazón tan en sincronía con el suyo propio.

La latina despertó de su sopor cuando sintió al taxi detenerse. Miró a su alrededor descubriendo que estaba entrando al centro de París y que muy pronto llegaría al hotel en donde Thomas la esperaba. Observó la luz roja del semáforo y deseó que la señal se demorara, pero no gozaba de tanta suerte, un minuto después, el semáforo hizo el cambio y el vehículo inició de nueva cuenta su marcha. La chica suspiró profundamente mientras posaba sus ojos en el espejo retrovisor. Su aspecto era sobrio, pulcro, no había rastros de pasión pasada, no había evidencia de que el cuerpo de Santana le seguía perteneciendo por completo a Brittany, así era, así siempre sería.

La confusión la devoraba, la culpa la tenía intranquila, pero una sensación de amor la empezaba a invadir poco a poco. La morena odiaba sentir tantas cosas tan diferentes entre sí, tan contradictorias… ¿por qué tenía que aparecer la holandesa justo ahora que su vida parecía tan perfecta? Tuvo diez años para hacerlo, ¿por qué ahora cuando a su vida había llegado un hombre maravilloso que la amaba a pesar de todo?

‘Siempre te voy a esperar’… Santana pretendía dormir cuando escuchó esas palabras que ahora le perforaban la mente. No dudaba que Brittany fuera capaz de esperarla; sin embargo, la morena no estaba segura de poder perdonarla. El sufrimiento aún estaba presente, ya no dolía tanto, pero aún estaba allí; tenía miedo de que la holandesa rompiera su frágil corazón una vez más y, si eso llegase a pasar, la latina sería incapaz de reponerse. Por esa misma razón, Thomas era una opción más viable, más segura; él nunca la lastimaría, la vida sería más sencilla y la felicidad… bueno, con el paso del tiempo, la felicidad sería real.

“Hemos llegado,” dijo el conductor con un marcado acento francés.

Santana se vio obligada a salir de su ensimismamiento, miró el complejo a través de la ventanilla. Sentía terror y confusión. De su bolso extrajo su billetera y extendió un billete al hombre, “gracias, conserve el cambio.” La morena salió del taxi, pero no se acercó al hotel. No estaba segura de poder ver a su prometido a los ojos, le había fallado, ¿cómo podría prometerle fidelidad eterna, cuando había pasado la noche con otra persona a menos de dos semanas de su boda?

Con detenimiento miró su anillo de compromiso. Era una obra de arte, una sortija que muchas mujeres querrían poseer y que le había sido dada por un hombre que muchas matarían por tener. Sin embargo, ¿Santana era una de esas mujeres?

Después de esa última pregunta algo hizo click en su mente. No tenía respuestas para todas estas preguntas, pero la incertidumbre que sentía era la única respuesta que necesitaba por ahora.

La latina comenzó a caminar con paso decidido hacia el bar del hotel, pero antes debía llamar a la tienda de vestidos de novia…

*****

Now everything has changed

I’ll show you love

I’ll show you everything

With arms wide open

With arms wide open

I’ll show you everything… Oh yeah

With arms wide open…wide open

Nolwenn era incapaz de describir el semblante de Brittany. Nunca, en todos sus años de amistad, la vio tan miserable, tan devastada, destrozada. Sus ojos azules estaban hinchados por tanto llanto, el cual le impedía hablar por completo, sus sollozos eran desgarradores, como si toda esta triste emoción hubiera sido reprimida por largo tiempo. La francesa sabía que sólo había una culpable. Santana López.

“Shh, Britt. Trata de calmarte,” la rubia estaba acurrucada en el regazo de Nolwenn quien sólo atinaba dibujar círculos en la espalda de la rubia en señal de consuelo. “Por favor, linda, ya no llores. Te lo suplico,” susurró la castaña.

Eventualmente, el llanto fue cesando, dejando sólo reminiscencias de sollozos que se iban quedando sin aliento.

Brittany se incorporó en el sillón, secando sus lágrimas con la manga de su sweater, su rostro estaba ruborizado y se sentía muy cansada.

“¿Te sientes mejor?” Preguntó la francesa solamente para iniciar la conversación.

“No,” fue la obvia respuesta de la rubia, “nunca me voy a sentir mejor.”

“¿Quieres hablar de eso?”

La holandesa dejó salir un último sollozo, “no tiene caso… ya nada importa.”

“Hablar de lo que te está molestando es la mejor manera de sentirte mejor, aunque sea un poco.” Entre ellas reinó el silencio, Brittany evitaba mirar a Nolwenn, pero la francesa quería respuestas, quería saciar su curiosidad, “estás así por Santana ¿no es así?”

Los ojos azules de la rubia miraron de inmediato a Nolwenn con mucha intensidad, en ellos no había rencor ni furia, sólo dolor. Tal vez la castaña tenía razón, tal vez hablar de lo sucedido podría mitigar un poco su torturante dolor.

“No debes dejar que te haga daño, Britt.”

La holandesa dejó salir una leve risa de resignación a causa de la ignorancia de su amiga. No podía culparla por decir esas palabras, después de todo desconocía su historia y aún creía que la rubia era la víctima de ese mismo pasado. Era momento de cambiar eso.

“Tú no entiendes, Nolwenn.”

“Entonces hazme entender,” respondió la francesa con sutileza.

Brittany miró hacia su habitación con la esperanza de que Santana se materializara como por arte de magia, pero nada ocurrió. “Anoche… hicimos el amor. Santana y yo hicimos el amor otra vez.”

La castaña sintió una punzada en el pecho y supo de inmediato que ese dolor eran puros celos. La holandesa nunca se refería al sexo como ‘hacer el amor’, ¿por qué con esa mujer era diferente?

“Dijiste que no te ibas a acostar con ella porque está comprometida,” Nolwenn trató de que su voz sonara tranquila, pero le estaba resultando muy difícil.

“Fue algo que simplemente se dio,” en los labios de Brittany se dibujó una tierna sonrisa inconsciente, “fue increíble… fue como si el tiempo no hubiese transcurrido,” la rubia cerró los ojos reviviendo cada instante de la noche anterior.

Nolwenn tragó saliva con dificultad, sentía furia porque esa tal Santana había lastimado a Brittany y ahora… ahora la hacía ver completamente feliz. Debía hacer algo, por más cruel que fuera, debía recordarle a la rubia que no podía vivir en un mundo de ensueño. “Britt, ella se va a casar. Lo que me estás diciendo es que Santana le fue infiel a su prometido contigo y aún así… aún así se va a casar con él.” La castaña se aseguró de decir esas palabras con lentitud.

La holandesa abrió los ojos con pereza y de su rostro se borró su inocente sonrisa. “Yo la amo tanto. Nadie la va a amar como yo lo hago,” susurró la rubia más para sí misma que para su amiga.

“Eso no importa Brittany. Santana se va a casar y eso significa que no te ama de la misma manera.”

“¡NO! Tú no entiendes,” La rubia se levantó de su lugar enfadada. No le agradaba la manera en cómo su amiga se expresaba del amor de su vida sin siquiera conocerla. “Santana me ama, me ama con la misma fuerza que yo a ella.”

Nolwenn cruzó los brazos sobre su pecho, mientras se acomodaba en el sillón, “bueno, entonces explícame, si te ama tanto ¿por qué se va a casar con alguien más?”

“Yo la orillé a eso,” susurró la holandesa con timidez.

La francesa frunció el ceño en señal de confusión. No se esperaba esa respuesta. “¿Por qué crees eso?”

Brittany se sentó en una de las sillas de su pequeño comedor quedando frente a Nolwenn, “no es algo que crea, así son las cosas,” la rubia suspiró nerviosa, esta sería la primera vez que sus labios contarían la historia de su dramática historia amorosa…

La castaña se limitó a escuchar cada palabra, se limitó a observar cada sonrisa, cada mirada soñadora, cada suspiro enamorado. No pudo evitar compartir el dolor y la pena de la rubia cuando ésta le contó que había dejado al amor de su vida para demostrarle que podía ofrecerle la vida que se merecía, la vida que Santana siempre soñó y, lamentablemente, falló. Ahora era muy tarde, diez años son demasiado tiempo de espera; en diez años las cosas y las personas cambian y Santana López tenía todo el derecho de rehacer su vida.

Nolwenn estaba sorprendida de lo que sus oídos acababan de escuchar, los celos que sentía por la morena se habían transformado en simpatía; trataba de imaginarse lo que era vivir con el corazón y el alma destrozados, pero ahora podría decir que conocía a dos sobrevivientes del desamor.

“Britt, no sé qué decir.”

La holandesa miró a su amiga con dolor, pero en sus labios se dibujó una triste sonrisa, “apuesto a que nunca te imaginaste lo cruel que puedo llegar a ser.”

La francesa se levantó de su lugar y obligó a la otra chica a hacer lo mismo, la miró a los ojos y, sin más, la abrazó fuertemente. “No eres cruel. Hiciste lo que creíste mejor.”

Brittany comenzó a llorar por enésima vez esta tarde, “¿por qué las cosas nunca me salen bien?” La voz de la mujer sonaba áspera, dándole una triste melancolía.

Nolwenn no tenía palabras, se limitó a abrazar aún más fuerte a su amiga… pero, finalmente, algo le llegó a la mente, “tarde o temprano tu recompensa llegará. Ya lo verás.”

*****

If I had just one wish

Only one demand

I hope he’s not like me

I hope he understands

That he can take this life

And hold it by the hand

And he can greet the world

With arms wide open

“¿Santana?”

La latina sintió la mano masculina de su prometido sobre la suya. Algo no estaba bien en aquella caricia, su mano pesaba y no le hacía sentir nada… absolutamente nada.

“Disculpa, ¿qué decías?”

Los ojos avellanados de Thomas estudiaron con detenimiento a la mujer frente a él. Se veía hermosa, como siempre, pero algo había cambiado, podía verlo en sus ojos los cuales ya no brillaban cuando lo miraban. “¿Te pasa algo? Estás como desconectada.” El rubio quería preguntarle si estaba nerviosa por la boda… pero en su mente oscilaba una pregunta diferente… ‘¿Por qué te estás arrepintiendo?’

Santana ya no sabía cómo hablar con su novio, no sabía si debía darle un preámbulo o simplemente dejar que la verdad lo golpeara en la cara… Thomas era un hombre directo, prefería la verdad, aún cuando fuera cruda y dolorosa. Debía terminar con esto de una vez…

“Vi a Brittany.”

Thomas alejó su mano de la de su novia súbitamente, se enderezó en su silla como si el acto le ayudara a entender las palabras que su novia le acababa de decir. La historia de Santana y Brittany no le era desconocida, estaba al tanto de quién era Brittany Pierce, había visto un par de fotografías de esa mujer, pero lo más importante era que sabía que esa rubia norteamericana le había roto el corazón a su prometida. Brittany había representado la última barrera antes de llegar al frágil corazón de la latina, fue casi imposible derribarla… pero lo había logrado – o eso pensaba el inglés.

“¿Sólo la viste o…?”

Santana se acomodó un mechón de cabello tras de su oreja, mientras evitaba enfrentar la miraba del hombre. “También hablé con ella.”

Entre ellos reinó un silencio incómodo que pareció eterno, pero que en realidad habían sido un par de minutos.

“Wow… el mundo sí que es un lugar muy pequeño… demasiado pequeño,” dijo Thomas con el fin de calmar la tensión que había nacido entre ellos. Sin saber más qué hacer o decir, el rubio levantó su mano para lograr llamar la atención de algún mesero.

“¿Desea algo más?”

“Sí, un whisky por favor.”

“¿Y para la señorita?”

La morena levantó la mirada y esbozó una pequeña sonrisa, “estoy bien, gracias.”

El mesero se alejó, dejando a la pareja nuevamente a solas.

“¿Y bien? ¿Cómo está? ¿Vive aquí o qué?”

“Vive aquí y está bien… creo.” Santana comenzó a jugar con uno de los cubiertos de la mesa, exponiendo su incomodidad y nerviosismo.

“¿Qué sentiste cuando la viste?”

La pregunta fue inesperada, la latina no pensó que Thomas quisiera saber esa respuesta tan pronto. La chica suspiró profundamente, “muchas cosas.”

El rubio emitió una risa de frustración, “eso no me dice absolutamente nada Santana. Quiero saber qué sentiste, ¿odio, frustración, ira, decepción? ¿Qué rayos sentiste?” Thomas comenzaba a alzar la voz, sin embargo, no estaba enfadado, al menos no con Santana. Estaba enojado por la situación, por el azar… estaba enojado con Brittany y su imprevisto regreso a la vida de su novia. “¿Aún estás enamorada de ella?”

Santana dejó en paz el cubierto para luego recargarse en el respaldo de su asiento. Su rostro no expresaba emoción alguna, pero sus ojos… sus ojos lo decían todo, “por favor, no me preguntes eso.”

Thomas se inclinó hacia la mesa, tratando de acortar la distancia, “Eso no…”

“Su whisky señor.” Interrumpió de pronto el mesero para luego retirarse. El rubio tomó el vaso y bebió un largo sorbo de alcohol, “sabes que esa no es la respuesta que espero, Santana…. Me estoy volviendo loco ¿ok? Así que te ruego que seas sincera conmigo.” Thomas miró a su aún prometida a los ojos, sentía que todos sus planes y toda su felicidad estaban al borde de un precipicio y el silencio de la latina sólo hacía más agonizante su espera. “San, no quiero recordarte que esta mujer te abandonó, literalmente. Te lastimó y… Dios, si no fuera una chica, le rompería la…”

“Por favor, Thomas,” interrumpió la morena, “no digas más… tienes razón, no es necesario que me lo digas, lo recuerdo perfectamente bien ¿ok?” Santana miró hacia la salida del bar, podía ver los vehículos pasar sobre la avenida principal... “cuando la vi, me confundí. La última vez que sentí algo así, tenía 16 años.”

“¿Qué te confundió? ¿Ella, la boda…?”

La mirada oscura de la chica enfrentó valientemente la del inglés, “No, nada de eso… Yo misma, supongo,” Santana tomó el vaso con whisky de Thomas y bebió tranquilamente, tratando de encontrar las palabras correctas. El olor a alcohol era penetrante pero le produjo cierta sensación de calor, “no puedo evitar hacerme miles de preguntas acerca de mí, de ella, de todo… preguntas que simplemente no tienen respuesta.”

Esta conversación se estaba extendiendo más de lo debido, Thomas entendía la confusión de la latina, pero desde su punto de vista, esta situación era más sencilla de lo que parecía, sólo debía responder a una sola pregunta, la más importante. El hombre tomó la mano izquierda de su prometida con devoción, la acarició y la aprisionó en un gentil apretón. “Sólo responde a esto, ¿aún estás enamorada de ella?”

Santana nunca le escondió nada a su novio, al menos hasta ahora… obviamente no le podía confesar que había tenido sexo con su ex novia y, por esa misma razón, le debía sinceridad a este chico. “Thomas, tú eres un hombre singular. Me entiendes, pero todas estas preguntas me han hecho darme cuenta que no la he olvidado, nunca seré capaz de hacerlo,” la morena nunca había visto la parte vulnerable de su novio hasta ese momento, sus ojos avellanados se había inundado en lagrimas. El rubio ya sabía la respuesta, siempre la supo pero debía escucharla de voz de Santana… “Sí, aún estoy enamorada de ella. La amo a pesar de todo y siempre lo haré.”

Thomas se secó discretamente una lágrima que se había escapado, su ceño se frunció mientras pensaba detenidamente… su ego masculino lo obligó a hacer un último esfuerzo para mantener a la chica a su lado, aún cuando dicho esfuerzo fuera bajo, “¿qué va a pasar si te vuelve a herir? ¿Quién estará ahí para consolarte?”

La latina miró a su novio con respeto y en sus labios se dibujó una sonrisa confiada, “es un riesgo que estoy dispuesta a correr.” Santana vio con tristeza como el rubio ya no era capaz de sostenerle la mirada, no quería que viera su semblante derrotado… y fue cuando sintió que su anillo de compromiso se deslizaba, liberando su dedo anular, liberándola de su compromiso.

“No te voy a detener, no podría hacerlo.”

La mano bronceada de Santana se dirigió a la mejilla de Thomas, la cual acarició por última vez, “eres todo un caballero.” El inglés se encogió en hombros sin tener más qué decir, “bye Thom,” dijo finalmente Santana plantando un beso en la mejilla de su ex novio, para luego correr a la salida.

El rubio la miró partir. No cabía duda, la amaba tanto que haría cualquier cosa por ella, incluso dejarla ir…

*****

With arms wide open

Under the sunlight

Welcome to this place

I’ll show you everything

With arms wide open

“Yo sé que es difícil, pero no te puedes aferrar a su recuerdo. Debes intentar ser feliz por tu cuenta,” Nolwenn necesitaba que la rubia se animara. Era una tarea difícil, pero no se rendiría tan fácilmente.

“No, Nolwenn. No insistas, la única manera en la que yo puedo ser feliz es si Santana está a mi lado y eso ya nunca va a ser posible.”

El timbre del móvil de Brittany comenzó a sonar, dudó en contestar, pero cuando notó que era del estudio de baile, descartó esa idea. No podía arriesgar su trabajo, aún cuando sus ganas de vivir fueran escasas. “Debo responder. Ahora vuelvo.”

La rubia se introdujo en su habitación, dejando a Nolwenn sola. Sin embargo, el tiempo fue mínimo, porque alguien golpeaba discretamente la puerta principal. La castaña no se esperó ver a la persona que estaba al otro lado de la puerta, un par de ojos cafés la miraron peligrosamente de arriba abajo.

“¿Quién eres tú?” Preguntó Santana con muy poca cortesía.

La francesa frunció el ceño, sorprendida por la rudeza de la latina, “soy Nolwenn, nos conocimos anoche Santana.”

“¿Ah sí?” La morena examinó el rostro de Nolwenn con detenimiento, tratando de identificarla y el momento en que fueron presentadas, “no, no te recuerdo. Ahora si me disculpas, necesito hablar con Brittany.”

“¿Para qué quieres hablar con ella?”

Santana cruzó los brazos sobre su pecho defensivamente, “creo que eso no es de tu incumbencia.”

“Ella es mi amiga, me preocupo por ella, claro que es de mi incumbencia…”

“¿Quién es, Nolwenn?” Interrumpió Brittany desde el interior del departamento.

La francesa se volvió para ver a su amiga, su rostro triste la obligó a hacerse a un lado mostrando que la persona quien llamaba a la puerta era Santana… Santana había regresado. Nolwenn observó la callada interacción y esa fue su señal para dejar a las antiguas amantes resolver sus conflictos.

Brittany abandonó su sopor cuando escuchó la puerta cerrarse, con un poco de pánico notó que Santana y ella estaban a solas… una vez más. “¿No deberías estar con tu novio?”

La morena se adentró en el departamento, observando el pequeño lugar con curiosidad, notando que la vista era poco espectacular, pero poseía una belleza particular. No se veían los Campos Elíseos o la Torre Eiffel, sólo la estrecha avenida y una serie de viejos edificios, pero la luz vespertina les proporcionaba un halo bronceado y, esa misma luz, iluminaba por completo el pequeño departamento… nunca se imaginó vivir en un lugar como este – hasta ahora.

“Tengo algo que decirte Brittany, algo que nunca te dije,” los ojos azules de la holandesa no escondieron el miedo que el resto de su cuerpo sentía, tal vez Santana le venía a decir que nunca la amo, que todo había sido un error… “por muchos años viví en un error…” la verdad le dolería, la rubia estaba segura, “pensé que la vida debía estar llena de lujos y despreocupación, que lugares como este eran síntoma de infelicidad. Anoche cuando vi tu departamento… no sé qué pensé.” La latina miró a su alrededor.

Brittany tenía su mirada clavada en el suelo, se sentía tan pequeña y fracasada. Por un momento pensó que su decisión de abandonar a Santana había sido la correcta, pero la morena se había acercado, quedando muy cerca de la holandesa. Con delicadeza tomó su mano y con el dedo índice de su mano izquierda obligó a la chica a enfrentar su mirada.

“Yo no sé por qué nunca te lo dije pero yo deseo tanto tener un hogar contigo, no me importa donde, no me importa si es aquí o en una choza o en un castillo, mientras estés conmigo, nada más importa.”

Brittany se había perdido el resto de las palabras de Santana, su mente sólo se concentraba en una sola palabra: DESEO. Eso era tiempo presente ¿cierto? Santana estaba hablando del hoy y del ahora.

“Necesito saber si todavía puedo ser parte de tu vida.” Susurró la latina muy cerca de los labios de la rubia.

“Pero tu… boda…” Brittany tenía dificultad con construir oraciones congruentes.

Santana levantó su mano izquierda, mostrándole a la holandesa que era una mujer libre… “no quiero hacerte esperar por siempre Britt… ya pasaron muchos años.”

La rubia tomó la mano de la chica frente a ella con suavidad, incrédula de que ésta fuera la verdadera Santana, pero su olor, su piel, toda ella le indicaban que esto no era una ilusión. “¿E-estás segura, Santana?” Tartamudeó la holandesa.

La morena esbozó una radiante sonrisa, “me gusta más cuando me llamas San y sí, estoy muy segura,” Santana cubrió el rostro de Brittany con ambas manos, acercando peligrosamente sus rostros, “te amo, te amo, te amo… tú sabes que siempre va a ser así.”

“Te amo… te amo demasiado,” dijo Brittany sin aliento mientras juntaba su frente con la de la morena, “perdóna…”

“No, no lo digas… no hay nada que perdonar ¿ok?”

Brittany se aferró a la cintura de Santana, atrayendo su cuerpo hasta colisionar con el suyo, sintiendo el suave movimiento de su respiración, embriagándose en su aroma… acarició la mejilla ruborizada de la morena con el dorso de su mano, “te voy a besar ahora,” susurró la holandesa, inclinándose para juntar sus labios en un tierno y romántico beso que rápidamente fue evolucionando en uno más sensual y ardiente.

La rubia sentía la urgencia de sentir el cuerpo de Santana fusionarse con el suyo, quería hacerlo ahora, en ese preciso lugar y momento… inconscientemente, su abrazo levantó a la latina del suelo y de inmediato, sintió su par de piernas enredarse en su cintura…

Now everything has changed

I’ll show you love

I’ll show you everything

With arms wide open

With arms wide open

I’ll show you everything… Oh yeah

“Llévame a nuestra cama… ahora,” murmuró Santana cuando se alejó de los labios de Brittany quien no dudó en cumplir su deseo…

With arms wide open… wide open

 

Notas finales:

Ya sólo resta un Epílogo y LISTO!!!! Gracias por leer y por tenerme paciencia...

Song: With Arms Wide Open

Artist: Creed

Nota: Tengo preparada una nueva historia que estaré publicando pronto... hahahaha. Saludos


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