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REQUIEM FOR A RHAPSODY por CheerioFan

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Notas del fanfic:

Pues es la secuela de mi primer fic. Si no lo han leído, no es muy necesario que lo hagan.

 

Esta historia no es my larga, son como seis capitulos. Me decidí a publicarla ya porque viene otro fic en camino - muy largo, que no se enfocará mucho en Brittana, en fin.

Glee le pertenece a Fox y a su creador Ryan Murphy.

 

Notas del capitulo:

Uhm, primer cap. no mucho que decir... Oh sí, esta canción es muy buena, si no la han escuchado, deberían.

 

Santana López estaba en la cima de su carrera con apenas 27 años. Su ambición la había llevado a donde estaba ahora. Ser asesora financiera no era algo que la hubiera emocionado en su adolescencia, pero esa profesión le estaba dando todo lo que pudo desear alguna vez, dinero y poder.

La latina miró al que fue su departamento por cuatro largos años. Era un lugar espacioso, muy grande para ella, pero por alguna razón cuando se lo mostraron no dudó en firmar el contrato.

Santana se acercó a una de las ventanas, el paisaje urbano de Nueva York era único en su clase. En las mañanas el Sol se levantaba sobre los rascacielos e iluminaba por completo la sala de lo que fue su hogar. Pero eso no era la razón por la cual le gustaba tanto la ubicación del lugar, sino que justo frente a su edificio había una florería – no muy grande, ni tampoco extravagante – pero cada vez que miraba hacia ese lugar, una sonrisa se posaba en su rostro, porque en el local nunca podían faltar los tulipanes, los girasoles y los narcisos.

Cada fin de semana, la latina entraba al lugar y compraba narcisos o lirios, porque según ella, iban con su personalidad. Sin embargo, sus ojos siempre se perdían en los tulipanes amarillos. Era como si su forma y su color la hipnotizaran y la trasladaran a un ya muy lejano pasado.

La dueña del lugar se llamaba Tracy y siempre recibía a Santana con una enorme y cálida sonrisa. Su apariencia a veces no ayudaba mucho a la morena a olvidar, era un poco más alta que Santana, delgada, con unos ojos muy extraños de color azul zafiro y su cabello era del mismo tono de rubio que el de ella… cada vez que la veía por detrás, alguna parte de su memoria esperaba verla.

La morena mentiría si dijese que no se sentía atraída por Tracy, mentiría su dijese que no se acostó con ella en más de una ocasión (en realidad fueron incontables veces) pero en algún punto de los nueve años que pasaron desde que abandonó Ohio, volvió a adoptar su antiguo dicho de ‘el sexo no es salir’ y la florista lo aceptó, no sin antes cuestionarla. Santana sólo le pudo responder, “no tengo corazón para enamorarme.” Fue honesta, Tracy lo sabía y nunca se atrevió a preguntarle más, nunca tuvo el valor de preguntarle cuándo perdió su corazón o quién se lo robó.

No era que Santana no fuera capaz de amar. Lo que pasaba era que ella sentía que no sería capaz de amar a nadie que no fuese Brittany. Ese era el simple hecho.

Esa era su única verdad.

*****

A hundred days have made me older

Since the last time that I saw your pretty face

A thousand lies have made me colder

And I don’t think I can look at this the same

But all the miles that separate

Disappear now when I’m dreaming of your face

Nueve años atrás cometió el error de irse y dejar a su novia. Eso parecía ser lo correcto y por ocho meses así lo sintió, así lo creyó. Cada fin de semana recibía largas llamadas telefónicas de su adorada rubia, recibía cartas y postales, también innumerables e-mails, todo lo que fuera necesario para acortar la inmensa distancia entre ellas. Santana no dudó en acudir a Lima cada vez que podía – Día de Gracias, Navidad, incluso se tomó un fin de semana a principios de Febrero para festejar el cumpleaños de Brittany con ella. Sin embargo, algo pasó, algo que no pudo prever.

Dos semanas antes de la Pascua, cerca de la 1am, la latina recibió una llamada de Hannah, la madre de su novia, preguntándole desesperadamente si su hija estaba con ella.

Obviamente, no.

Santana llamó a todos sus amigos de la preparatoria, pensando y deseando que alguno de ellos supiera algo de Brittany. Pero la respuesta siempre fue la misma: NO.

La morena no sabía cómo manejar la depresión, no era de las clásicas personas que se encerraban en su habitación a llorar todo el día y tampoco tenía tendencias suicidas. Su forma de escapar a su realidad era ahogarse en sus actividades académicas y, cuando eso no fue suficiente, la chica consiguió un trabajo de mesera en un bar los fines de semana. De esa manera no tendría tiempo de pensar, de llorar o de recordar.

Los días se volvieron semanas y las semanas se convirtieron en meses. De vez en cuando llamaba a Ohio para saber si Brittany había vuelto o si al menos había llamado y una vez más la respuesta era no. Un día recibió la llamada de Hannah para notificarle que la rubia había llamado, diciendo que estaba bien y nada más.

Santana sentía que su vida la vivía con el corazón roto porque no podía entender el por qué Brittany había decidido desaparecer tan repentinamente. Su comportamiento no tenía sentido alguno y la latina se culpó a sí misma porque tal vez su partida a la Universidad había provocado esto. Luego su mente le gritó que tal vez Brittany no la amaba como juraba hacerlo y después… después se dio por vencida y se negó a seguir pensando en una razón que explicara su partida. Santana, por su parte, dejó de ir a su hogar, sus padres eran quienes la visitaban, pero seguía atada a ese lugar, sobre todo por Lizzy, la hermana menor de la rubia, quien le enviaba cartas y fotos y Santana le respondía, cumpliendo con su promesa de escribirle cada semana y enviar una postal a Holanda en Navidad, una postal que siempre tenía una compañera que la morena silenciosamente esperaba que fuera contestada, rogándole a su novia por una respuesta.

*****

I’m here without you, baby

But you’re still on my lonely mind

I think about you baby

And I dream about you all the time

El 12 de Enero de 2015, a las 12:01am, en el cumpleaños número 21 de Santana, el teléfono timbró, despertando a la morena de mala manera. Se levantó descalzada, sintiendo como el frío del suelo recorría sus tibias piernas, “¿diga?” su voz era ronca, aún estaba medio dormida, “¿quién rayos habla?” Preguntó con fastidio cuando no recibió respuesta alguna.

Al otro lado de la línea fue capaz de escuchar el tráfico y fue cuando un sollozo familiar se dejó oír. Ese corto sonido agudizó sus sentidos y la despertó por completo, sintió un nudo en su garganta y su boca se secó. Era ella, no cabía la menor duda de que era ella, “¿Brittany?” la voz de Santana era tímida e infantil, tenía miedo pero ¿de qué? Transcurrieron un par de segundos y lo siguiente que escuchó fue el tono de colgado. Ella se atrevió a colgar sin decir NADA.

Santana no despegó el auricular de su oído. Cerró los ojos tratando de evitar las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos y su mano sólo pudo apretar el aparato. ¿Cómo le podía hacer esto? ¿Por qué le hacía esto? Esas eran las preguntas que flotaban en su mente.

“¿Estás bien?” Una voz masculina sacó a la morena de sus pensamientos. La chica colgó el teléfono y dirigió su vista hacia el hombre que ahora estaba parado en el marco de la puerta de su habitación.

“Sí,” fue el monosílabo que abandonó sus labios, mientras caminaba hacia él.

“¿Quién era?”

“Nadie. Número equivocado.”

*****

I’m here without you, baby

But you’re still with me in my dreams

And tonight it’s only you and me

Después de esa extraña y odiosa llamada, el tiempo siguió su curso y de pronto su graduación de la Universidad había llegado. Santana fue la segunda mejor de toda su generación y, gracias a eso y muchas recomendaciones de sus profesores, ya tenía ofertas de trabajo. Incluso, ya se había decido por una que la obligaba a mudarse a Nueva York.

En su graduación pudo ver a Quinn, a su propia familia y a la familia de Brittany, pero ella no estaba entre ellos. Eso ya no le sorprendió a la morena; sin embargo, el dolor seguía ahí, no había desaparecido ni aminorado, se había acostumbrado a él, había aprendido a vivir con él día a día.

Ver a Lizzy no fue sencillo. La niña tenía 12 años y era casi igual a Brittany, mismos ojos, mismo cabello – mucho más astuta que su hermana – pero físicamente eran demasiado parecidas y, por primera vez, su mente se permitió viajar al pasado, cuando ambas empezaban a saber cómo usar el maquillaje y cómo hacer que los niños se fijaran en ellas para que las invitaran al cine.

Ese día, sus recuerdos y la realidad se mezclaron. Santana no supo diferenciar la línea que dividía el pasado del presente y llegó un momento en donde sin querer llamó a Lizzy Britt. Fue un momento sumamente incómodo, las miradas de familiares y amigos fueron de ¿lástima? Santana odiaba la lástima, ella era quien veía a la gente de esa manera y no viceversa. Lizzy abrazó a la latina y le susurró, “yo también la extraño.”

Santana llegó a Nueva York para trabajar incasablemente. Ganaba su propio dinero – mucho dinero – con extrema facilidad. Eso era así de sencillo porque ella era una fiera en lo que hacía.

Ese mismo año se reencontró con Rachel, Kurt y Mercedes y reconstruyó una amistad que había quedado en el pasado. Ellos nunca le preguntaron por cierta rubia que al parecer ya no tenía nombre y Santana nunca se esforzó por sacar el tema. Sin embargo, en el cajón inferior de su mesa de noche, había una fotografía de ambas, de cuando tenían 17 años. La latina la encontró un día mientras buscaba algo que perdió importancia apenas sus ojos se posaron sobre la imagen.

Brittany rodeaba la cintura de Santana y sus mejillas estaban prácticamente adheridas. En ambos rostros había una sonrisa que expresaba todo el ‘amor’ que sentía la una por la otra. La morena trazó con la yema de su dedo índice las facciones de la rubia. No supo cuánto tiempo estuvo mirando la imagen, su mente había reproducido cada uno de sus recuerdos con esa chica, desde el primero en jardín de niños, hasta el día de la despedida en el aeropuerto. Muchas memorias, mucho tiempo.

Santana regresó la fotografía al cajón, esperando olvidar su existencia. Ese mismo día abandonó su departamento y corrió a los brazos de la florista, esperando que su cuerpo se permitiera olvidar, tratando de desarrollar algún sentimiento de odio.

Nada de eso pasó, lo único que obtuvo fue un orgasmo decente y una jugarreta de su mente, porque cuando el éxtasis alcanzó su máximo, el rostro de Tracy fue reemplazado con el de Brittany.

*****

The miles just keep rollin’

As the people leave their way to say hello

I’ve heard this life is overrated

But I hope that it gets better as we go, oh yeah, yeah

Fue un miércoles en la mañana que Santana recibió una oferta que no pudo despreciar. Un trabajo en Londres en el cual le triplicaban la cifra de su actual bien remunerado empleo y, no sólo eso, su sueldo dejaba de ser en dólares para convertirse en Libras Esterlinas. Tendría un mes para arreglar todos sus pendientes y para despedirse de su familia y amigos – otra vez.

Rachel, Kurt y Mercedes la obligaron a celebrar y bueno, los cuatro terminaron en un bar de Manhattan bebiendo Martinis y Margaritas. Esa noche hubiera sido ideal sino se hubiera presentado algo, o mejor dicho, alguien que le recordara a su ¿ex novia?

“¿Santana?”

La morena se había disculpado con sus amigos para dirigirse a la barra para pedir algo más fuerte. Ahí vivió un muy desagradable déjà vu. Junto a ella estaba una mujer pelirroja de ojos verdes a quien recordaba extremadamente bien, no recordaba su estúpido nombre, pero sabía quién era ella.

“Mandy ¿cierto?”

La mujer dejó salir una carcajada, “Maggie” corrigió la pelirroja.

“Como sea,” murmuró la latina para luego pedirle al bar tender un shot de tequila.

Maggie esbozó una sonrisa amigable, “es bueno saber que algunas personas nunca cambian.”

Santana se sintió incómoda con la presencia de esa mujer a su lado y ¿por qué rayos era tan amigable? La morena la odiaba, nunca se molestó en esconderlo.

“¿Cómo has estado?”

“Uhm ¿bien?” ‘Hasta que apareciste’ pensó la latina.

“Me alegro,” la pelirroja tomó su bebida y le dio un sorbo, “¿puedo atreverme a preguntar cómo está Brittany? ¿Aún tienes contacto con ella?”

La morena sintió como un escalofrío recorría su columna. Hace años que no escuchaba ese nombre en labios de otra persona, ella misma se había negado a pronunciarlo en voz alta. “Sí,” gran y gorda mentira, eso era patético, “ella está muy bien.” Santana se anticipó a la siguiente pregunta, “se decidió quedar en Ohio.”

“Ya veo…”

“Maggie ¿por qué tardas tanto?” Una castaña abrazó la cintura de la mujer.

“Santana, ella es Louise, mi esposa. Louise,” la mirada de Maggie miró a la mujer a su lado, “ella es Santana. Nos conocimos en Ohio hace muchos años, cuando aún éramos adolescentes, bueno, al menos ella lo era.”

La latina forzó una sonrisa cuando estrechó la mano de esa mujer.

“Fue un verdadero placer volver a verte. Saluda a Brittany de mi parte ¿;quieres?”

“Lo haré cuando la vea,” murmuró Santana, mientras miraba a la pareja alejarse.

En su mente resonaba la palabra ESPOSA. Nunca antes pensó es esa cosa, en ese estado o condición. Estaba súper segura que ella nunca se ataría a nadie por el resto de su vida. No estaba en su naturaleza ser monógama, al menos no en la actualidad.

La morena tomó su shot de tequila rápidamente. ¿Matrimonio? Jamás. Era atractiva, exitosa y aún era joven, esas cualidades no se las daría a alguien, era muy egoísta para hacer algo así. Sin embargo, tal vez en una realidad alterna, en donde Brittany no hubiese desaparecido, tal vez, sólo tal vez, el matrimonio hubiese sido una buena opción.

*****

I’m here without you, baby

But you’re still on my lonely mind

I think about you, baby

And I dream about you all the time

I’m here without you, baby

But you’re still with me in my dreams

And tonight, girl, it’s only you and me

En una semana, Santana debía estar en Londres para empezar con su nuevo empleo, y solamente por eso, había decido regresar a Ohio. Debía decirles ‘hasta pronto’ a Quinn y Puck, a su familia y, por supuesto, a la familia de Brittany, quienes siempre fueron un apoyo extra en cualquier cosa que ella se quisiera proponer.

Caminó hasta la puerta y una infinidad de recuerdos pasaron frente a sus ojos. Encaró la puerta blanca por unos instantes antes de tocar tres veces. No tardó mucho tiempo antes de que alguien respondiera.

Santana abrió los ojos de par en par cuando una rubia, alta, en uniforme de animadora rojo, con las letras WMHS se paró frente a ella. Sus ojos azules brillaban de la emoción y una dulce sonrisa se dibujó en su rostro antes de abrazar a la latina. Santana se aferró al top como si no hubiera un mañana; sin embargo, no era ella, su olor no era el mismo, el abrazo no era igual.

“San qué sorpresa. Pasa,” Lizzy prácticamente arrastró a Santana hasta la sala. “¡Mamá, papá vengan, hay una sorpresa!”

La morena miró a la hermana menor de Brittany. Con ese uniforme de animadora era casi idéntica a la rubia. Sonrió cálidamente, porque verla vestida de esa manera, era algo halagador, “wow, eres una cheerio.”

Lizzy sonrió orgullosa, “no sólo eso. Soy la capitana del escuadrón y…” la chica alzó la barbilla y cruzó los brazos – modos que copió obviamente de Santana, “también soy miembro del Glee Club.”

La latina frunció el ceño mientras esbozaba una sonrisa, “¿esa cosa aún existe?”

“Sí y es mucho más popular de lo que era cuando estaban ustedes los perdedores.”

“Ay por Dios Lizzy, ese club es lo que es por nosotros. No lo olvides.”

“¿Santana?” La voz de Hannah hizo eco en la habitación. La mujer se escuchaba incrédula y emocionada. La morena se levantó del sofá para abrazar a la madre de Lizzy. “No lo puedo creer. ¡Qué bien te ves! Aunque un poco más delgada y eso es decir mucho San.”

La latina sonrió. No era la primera vez que escuchaba eso ese día. “Tú también te ves muy bien. Los años no te parecen afectar.” Los ojos cafés de Santana repararon en Arjen, quien le sonreía tiernamente, “no puedo decir lo mismo de ti.”

“Oh vamos San, sigo siendo igual de atractivo que en mi juventud.”

La conversación que siguió a los saludos, fue acompañada por café y galletas. Hablaron de la vida en Lima, de Lizzy y las animadoras, del retiro de Sylvester y de que Schuester seguía a cargo del Glee Club y por fin la pregunta que Santana esperaba se presentó.

“No es que no nos agradé tu presencia, San, pero…” Arjen le dio un sorbo a su café, “¿a qué debemos tu agradable visita?”

Santana se limpió la comisura de los labios, para luego abandonar su taza de café en la mesa de la sala. “Uhm bueno…” las despedidas eran como un momento de debilidad para la morena, “Me voy a Londres. Me ofrecieron un mejor trabajo y me voy en una semana. Vine a despedirme.” Santana apretó los labios, en momentos como este se sentía tan vulnerable, “No sé si lo sepan, pero yo los aprecio… los quiero como a mi propia familia. Quería que lo supieran, eso es todo.”

Hubo un momento de silencio en la sala de la familia. Arjen sonrió orgulloso. Hannah lloraba, al parecer de felicidad y Lizzy atinó a tomar la mano de la morena, “¿te puedo ir a visitar?”

Santana dejó salir una leve risa, “más te vale que así sea.”

El tema de Brittany nunca se presentó, porque era una cuestión delicada para su familia. Era una herida que nunca cerraría y que Santana no deseaba tocar.

*****

Everything I know and anywhere I go

It gets hard but it won’t take away my love

And when the last one falls, when it’s sad and done

It gets hard but it won’t take away my love, whoa

Adaptarse a la vida europea no fue difícil para la latina, es más, vivir en Inglaterra era un paraíso para ella, las costumbres, la vida, era como un renacer para ella. Vivía extremadamente bien, se divertía con las personas y conoció a Thomas Huntington, un hombre dos años mayor que ella, atractivo, de ojos color avellana y cabello rubio cenizo. Todo un caballero con quien salía muy seguido, con quien resultó ser honesta, por primera vez en años. De una manera muy natural, las cosas fueron evolucionando y de una noche de sexo, pasaron a ser novios, lo cual duró seis meses, hasta que él le propuso matrimonio a la morena. Y del noviazgo pasaron al compromiso, así es, Santana dijo que sí.

No dijo que sí por despecho o por miedo a ser una solterona, sino porque sí se sentía enamorada de Thomas, si se sentía feliz a su lado, al parecer sí lo amaba.

Durante su estancia en Londres, el recuerdo de Brittany ya sólo era eso, un simple recuerdo, que ya muy esporádicamente llegaba a su mente. Tuvieron que pasar casi diez años para que Santana admitiera que nunca la volvería a ver y para que al fin admitiera que la había superado, porque Thomas no se parecía a ella.

El hombre era elocuente, astuto, un tanto manipulador y cínico, a veces un poco brutal en decir las cosas, en resumen, el hombre era la versión masculina de Santana. Era el hombre perfecto para la morena y todas esas cualidades – más sus aptitudes sexuales – eran muy bien recibidas.

Brittany… Brittany tal vez y después de todo no había resultado ser el amor de su vida. Sí, una parte de ella siempre la amaría, es decir, era su mejor amiga, fue su primer amor, su amor de juventud y le entregó tanto sin pensar en las consecuencias. Había conseguido estar en paz consigo misma cuando un día se sorprendió orando – aunque fuese difícil de creer – por el bienestar de la rubia, porque encontrara lo que fuese que estuviese buscando, porque encontrara el amor que fuese capaz de darle lo que Santana no pudo ofrecerle en su momento.

Los preparativos de la boda estaban casi listos, en dos semanas la ceremonia se llevaría a cabo y el evento sería algo inolvidable. Al menos para Thomas y Santana así sería. La morena veía a su boda como una metáfora ‘linda’ en donde el destino se reía de ella. Un año atrás, ella se negaba a comprometerse y ahora, estaba en el aeropuerto, a punto de tomar un avión a París para ir a recoger su vestido de novia hecho a la medida.

“Ni se te ocurra querer hacerte una despedida de soltera en donde me termines engañando con un pretencioso francés.” Thomas abandonó un tierno beso en los labios de su prometida.

Santana sonrió, “lo intentaré. Pero no te prometo nada.”

“Cuando termine de revisar las cuentas de la firma Blunt, tomaré el primer vuelo a París. Te llamo.”

La morena acomodó el cuello de la camisa de su novio, “OK, pero asegúrate de terminar lo más pronto posible. Quiero practicar besos franceses.” Susurró Santana seductoramente.

Thomas esbozó una media sonrisa al percatarse de la insinuación, “Oh créeme que lo haré.”

*****

I’m here without you, baby

But you’re still on my lonely mind

I think about you, baby

And I dream about you all the time

Era el tercer día en París y Santana no se cansaba de visitar todas las tiendas y casas de moda de la ciudad. Chanel parecía ser su marca favorita del día, llevaba seis gigantescas bolsas cuando entró al Starbucks del centro de la ciudad, era como entrar a una embajada norteamericana. En lugares como estos – o McDonald’s – se sentía un poco más cerca de su país. Por más tonto que pareciera, era cierto, su nacionalismo parecía haberse incrementado al abandonar los Estados Unidos y no desaparecería mientras existieran corporaciones como estas.

Santana pidió un café cappuccino y casi de inmediato recibió una llamada de Thomas, diciéndole que en tres días estaría con ella. La morena sonrió ampliamente mientras emprendía su camino hacia la salida. Estaba tan ensimismada en su conversación que no se fijó en nada más y algo la golpeó… con fuerza.

Una persona se había atrevido a chocar con ella, provocando que su móvil se callera junto con varias de sus bolsas y lo peor de todo, un poco de su café salpicó su abrigo Versace.

“¡¿Por qué no te fijas?!” Exclamó Santana mientras trataba de limpiar rápidamente con su servilleta las tres gotas de café de su abrigo. Frente a sus ojos apareció una cabellera rubia, a la cual no le dio mucha importancia. Recogió su teléfono y se cercioró que Thomas siguiera al otro lado de la línea.

“¿Estás bien?” Su prometido casi gritó, por el repentino caos que se escuchó.

“Sí, sólo un despistado. Te llamo luego.” Santana se oía muy molesta. Vio frente a ella la silueta de la persona, estaba muy enojada y se sentía cegada por esa sensación. Esa misma persona tenía bien sujetas sus bolsas entre sus delgadas y pálidas manos, no daba señales de querer devolvérselas, ni tampoco de querer moverse.

Incompetencia. Esa característica era algo que la latina detestaba. Santana dejó salir un sonido de fastidio, “me quieres devolver ya mis…” sus ojos cafés viajaron de una de las bolsas negras con la palabra CHANEL hacia el rostro de esta extraña persona…. La morena se topó con una mirada celeste que la miraba fijamente, de arriba abajo, incrédula… y fue cuando todos sus recuerdos y sentimientos, que estaban encerrados en alguna parte de su mente, se liberaron abruptamente.

Santana parpadeó sólo una vez, dudando de lo que tenía frente a ella; pensando en que esto era un producto se su mente enferma y obsesionada. Idea que descartó en seguida porque ninguna alucinación podía estar cargando sus cosas y no la podía estar viendo con incredulidad y… y esto debía ser una pésima broma.

“Santana…” Susurró la mujer frente a ella.

La morena tenía la boca ligeramente abierta y al escuchar su nombre desvió la vista, tratando de encontrar las cámaras, porque esto DEBÍA ser una broma.

“¿San?” Definitivamente ella no era una ilusión, fantasía, sueño y al parecer tampoco una broma. Sus ojos oscuros regresaron hacia la rubia. ¿Siempre fue así de alta? Se preguntó Santana cuando la vio de arriba abajo; no había cambiado mucho, tal vez una muy pequeña arruga debajo del ojo, su cabello rubio seguía igual de largo, las mismas pecas, la misma inocencia de sus ojos seguía ahí ¿cómo demonios conservaba eso? Era ella, ahí estaba frente ella, tras diez años de incertidumbre…

La latina sintió que algo crecía en su ser, no era ira, no era dolor. Pero era algo grande que se empezaba a desbordar, sin duda quería gritar, pero no sabía si quería gritarle a esa mujer o si sólo quería gritarle al mundo…

“Brittany…”

I’m here without you, baby

But you’re still with me in my dreams

And tonight, girl, it’s only you and me

Yeah, oh yeah, oh.

 

Notas finales:

Puede que este primer cap, resulte ser algo aburrido, pero díganme que piensan. Uhm.. prometo que los siguientes serán mucho más interesantes.

Song: Here Without You

Artist: 3 Doors Down

Nota final: No dejen de leer 'Una semana entre fotos y un corazón roto' la actualización está muy cerca. Comenten!!!!


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