Capítulo XVIII: Tu y yo.
Por lo sucedido en la noche tuvo que decirle a Hijiri la verdad sobre su naturaleza, tenia miedo de que lo rechazara, sin embargo su sorpresa fue enorme al escuchar como Hijiri le decía no se preocupara, que así como era estaba bien.
Que él había tenido la sensación de conocer a Hisoka mucho antes de nacer, de que en otra vida…—Aunque sonara raro—… también había visto a Tsuzuki.
No tuvo de otra más que la verdad, así que Chikara y Hijiri se enterraron abiertamente de su misión y personalidad en el mundo humano, aclarando que se conocían de muchos años atrás, bueno, al menos con Hijiri.
Durmió bien en toda la noche, ya no tenia la marca que lo hacia salir de noche y rondar como ese perro rojo, ahora el problema iba a ser el como enfrentar a Akuma para que no siguiera usando su cuerpo con tanta libertad, por que iniciaba a sentir algo cuando el pelirrojo lo tocaba y eso no podía pasar.
Lo despertó el movimiento de Hisoka, este estaba ya listo para salir, era sábado y no habían clases por lo que le resultaba extraño que se levantara tan temprano, fingió seguir durmiendo, Hisoka le lanzo una mirada a su hermano que dormía en la cama, a Chikara recostado sobre la mesa de estudio y a Daion, acurrucado como un gato en los pies de la cama.
Procuro no hacer ruido al cerrar la puerta, con paso seguro y silencioso salió hacia el lugar, locación, de su sueño/recuerdo/pesadilla.
Daion se apresuró a ponerse la ropa, no fuera que los otros dos se despertaran y no quería decirles:
—“Es que Hisoka nii-chan salió, hay que seguirlo”—Esos dos no tenia ni la más mínima experiencia en el trabajo de espionaje de un shinigami.
Salto por la ventana siguiendo al rubio por los tejados, aunque se preguntaba que quería Hisoka en el bosque, surgió la inquietante pregunta de como le había hecho para volverse perro si no tenia esa facultad, se toco la nuca de nuevo, la marca no hacia eso.
Daion, se detuvo encima de un árbol, aun le rondaba la duda, se sentó en la rama y empezó a acumular su energía espiritual visualizándose en un animal, al abrir los ojos se llevo la sorpresa de que era un gato de pelaje claro, sonrió internamente y empezó a seguir un poco más de cerca al rubio, ahora tenia un disfraz mucho mejor.
Hisoka se detuvo a escasos metros de la entrada del bosque, se debatía entre ir y no ir, sintió como si el viento lo empujara al interior, como si todo el bosque le pidiera ir por los recuerdos que ya no podía contener.
Dio el primer paso y empezó a caminar al interior buscado el claro donde hubiera dos postes de madera, sin querer se relajo disfrutando del entorno, respiro hondo cuando un vientecillo cálido le removió los cabellos, se sentía bien estar allí, por lo que dudo que fuera el mismo lugar que vio en su pesadilla.
Escucho un maullido, un gato gris claro estaba enredado entre la maleza seca así que fue en su ayuda.
—Tranquilo pequeño…—Le acaricio la cabeza—… te sacare de allí ahora mismo.
Dicho y hecho saco al pequeño gato y lo dejo en el suelo, el animalito lanzo un maullido más y despareció entre unos arbustos. Hisoka siguió con su camino tranquilo, sin embargo una fuerza lo llamaba al interior como si alguien lo esperara allí y ese alguien tenía mucho que darle.
Por el frio que había, froto sus manos, se sentía en paz, en conexión con el medio ambiente… pudo ver como algo se movía entre la maleza, pero no le asusto era como si el bosque que jamás visito antes pudiera advertirle sobre algún peligro en el pulso de la vida.
Una flor violeta llamo su atención, no dudo en cortarla y aspirar su aroma, nunca antes vio una flor así, era tan hermosa, llena de vida… encandilado siguió buscando más flores iguales pero nada, no había ninguna otra, una flor de extraño color verde surgió entre un monto de plantas blancas.
La combinación lo hiso sonrojar, inconscientemente estaba haciendo con los colores de sus ojos la pareja que el deseaba, deseaba ser uno con el castaño de ojos amatistas.
—Y se te concederá…—Escucho en un murmulló.
Con sorpresa vio al padre de Daion sentado en un árbol caído mirando como amanecía, sus pasos sin querer hicieron ruido, Tsuzuki giro el rostro y sonrió.
—“Rayos…—Pensó—¿…por qué demonios tiene que sonreír así para mi?”
—¡Ven acá Hisoka…—Llamó emocionado—… que el amanecer esta hermoso!
Se sentó sin mirarlo, el castaño tenia un sesta de mimbre, y por el aroma que despedía, sabia que era un desayuno, tal vez dos.
—¿Qué te trajo por aquí? Es aun muy temprano.—Cuestiono Tsuzuki, si no fuera por Daion no se hubiera enterrado que Hisoka estaba en el bosque.
—Solo salí a caminar.—Respondió tímido—¿… y usted?
—No seas tan formal…—Rio—… solo llámame Tsuzuki.
Sintió que flotaba cuando el castaño había dicho eso, era como si quisiera que intimaran más.
Se ruborizo poderosamente, ¡¿Intimar?!... ¿Desde cuando usaba esa palabra?, sintió la mano suave del castaño tomar su rostro y girarlo, pudo apreciar de cerca los ojos amatista, todo el cuerpo se le aguado, sin querer humedeció sus labios esperando un beso que no tardo en llegar… pero no en el lugar donde hubiera querido, Tsuzuki le dio un beso en la frente comprobando su temperatura, se separo y sonrió:
—No tienes fiebre, ¿Por qué estas tan rojo?