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ATADO A TÍ por Kitana

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 Como a las nueve de la mañana Anthony despertó, a su lado se encontraba Brad. No dormía. Para él había sido una noche más de insomnio.

- ¿Otra vez no pudiste dormir?

- Si. – contestó Brad sin mirarlo siquiera.

 - ¿Quieres desayunar?

- No. – Anthony comenzaba a molestarse con la actitud de Brad. - ¿A dónde vas? – le dijo Brad cuando intentó salir de la cama. – Escucha, no quiero pelear, no me interesa nada en este momento más que tener sexo, si quieres o si no quieres, ese es tu problema porque yo tendré lo que quiero de ti o de quien se encuentre en mi camino.- dijo Brad con ese tono frío y rudo que usaba cuando estaba molesto. Anthony se recostó en la cama. Brad no tardó en colocarse encima del rubio que cerró los ojos al sentir las manos frías de Brad recorriendo su piel desnuda. Los labios de Brad se apoderaron de los suyos, con voracidad succionaban y mordían dejando marcas muy visibles en la piel pálida de Anthony. – Necesito que me respondas unas preguntitas, y más te vale que digas la verdad porque sí te atreves a mentirme te irá muy mal, ¿entiendes? – dijo Brad poniendo su rostro frente al de Anthony, con una mirada salvaje en sus ojos miro detenidamente el rostro de Anthony buscando algún signo de inquietud. Notó el nerviosismo y la mirada algo triste de Anthony, nada fuera de lo normal, pensó. Pero no podía quedarse con la duda que lo había mantenido despierto toda la noche. Tenía que saber - ¿Quién era el tipo que te vino a dejar anoche? – dijo sin variar esa expresión cruel en su hermoso rostro. – Vamos, responde, si mientes te ira peor.- dijo Brad dándole una sádica mordida a Anthony en el pezón izquierdo.

- Aaaay – gritó Anthony, se asustó aún más cuando Brad levantó la cara y notó que los labios de su amante estaban manchados con sangre, sangre que de inmediato supo era suya.

 - ¿Qué esperas para contestar? – dijo Brad con esa sonrisa de medio lado que tanto atemorizaba y excitaba a Anthony.

- Él era el novio de Isabel, vino a dejarme después de dejarla a ella en su casa. – dijo Anthony sintiendo a cada instante más y más pesado el cuerpo de Brad encima suyo.

- Mas vale que estés diciendo la verdad, porque sí me entero de que ese idiota quiere algo contigo, soy capaz de matarlo frente a ti sin pensármelo dos veces.- Anthony se quedó callado, sabía que lo mejor que podía hacer en ese momento era permanecer muy callado y muy quieto permitiendo que Brad hiciera con él lo que se le diera la gana. Con violencia. Brad le hizo abrir las piernas. Los finos dedos de Brad acudieron prestos a su boca y Anthony supo lo que debía hacer. Comenzó a lamer cada uno de los dedos que con lujo de violencia Brad introducía en su boca. Pronto sintió esos mismos dedos bajar hasta su entrada, sin ninguna delicadeza Brad hizo que sus dedos se introdujeran en el interior de Anthony que gimió de dolor ante la sonrisa sádica de Brad. Pronto los dedos de Brad fueron reemplazados en el interior de su amante por su exigente miembro completamente excitado. La espalda de Anthony se arqueo debido al dolor que le produjo la intempestiva intromisión de Brad en su cuerpo. Ambos se quedaron quietos un instante. Anthony miró los ojos de Brad, de nuevo esa expresión ausente, de una aparente calma pero sin duda vacía. Al menos se había calmado. Las caderas de Brad comenzaron a moverse, el movimiento era apenas perceptible pero no por ello menos incómodo para Anthony. Hubiera querido gritarle que parara, pero ni él mismo sabía si de verdad quería que aquella tortura parase o si quería que continuara con mayor intensidad. Brad se movía cada vez más rápido, el dolor había cedido espacio al placer y Anthony se encontraba gimiendo en los brazos del hermoso asesino.

 

Brad se sentó en la cama haciendo que Anthony quedara sentado sobre él sin romper la penetración. Sus hábiles manos comenzaron a acariciar la espalda de Anthony. Intercalaba delicadas caricias con rasguños. Anthony estaba disfrutándolo a morir. Solo en Brad había podido encontrar ese punto medio entre el dolor y el placer que tanto le gustaba. Brad comenzó a lamer el cuello de Anthony, de nuevo comenzó la pequeña tortura de mordisquear y besar mientras sus manos se entretenían con el firme trasero de su amante, deliberadamente hizo caso omiso del pene de Anthony, quien se frotaba contra su marcado abdomen.

– Aún no.- murmuró Brad con esa voz ronca y varonil que enloquecía a Anthony. – Haz sido un niño malo y tengo que castigarte Tony. – dijo Brad clavando sus uñas en el blanco trasero de Anthony al tiempo que empujaba su pene aún más hacia el interior de Anthony. Los movimientos de Brad en su interior adquirieron un ritmo frenético, Anthony gemía de placer ante la fría mirada de Brad. El rubio sintió que no podía más, se dejó llevar por el ritmo de las afiladas caderas de Brad y vació su simiente en el vientre de su amante. Brad aún quería más. Siguió son su frenético ritmo y unos segundos después, eyaculó en el interior de Anthony que lo miraba sonrojado y satisfecho. Sin miramientos Brad salió de su interior. Tomó a Anthony de los cabellos y empujó la rubia cabeza en dirección de su vientre. – Límpiame.- dijo restregando la cara de Anthony en el sitio exacto donde se encontraban los restos de su propio semen. - ¿Qué estas sordo? Te he dicho que me limpies. – dijo Brad restregando el rostro de Anthony contra su piel con más fuerza. Anthony intentaba separarse de él, apenas podía respirar.

- Brad, ¡espera! No puedo respirar.

- Puedes hablar, entonces puedes respirar, déjate de niñerías y usa la lengua para algo más que decir tonterías. – dijo un muy molesto Brad. Anthony obedeció la orden de Brad y comenzó a lamer el músculo abdomen de su amante que sonreía con crueldad, le gustaba Anthony, pero le gustaba más verlo humillado. Le gustaba saber que esa belleza rubia le pertenecía solo a él, que le temía y que le adoraba casi en la misma medida. Anthony terminó de borrar todo rastro de semen en el cuerpo de Brad, él se recostó en la cama con los brazos a modo de almohada y miro a Anthony con cierto sarcasmo que no le pasó desapercibido al rubio. – No me mires así, ya sabes que esto es lo que a mí me gusta, y sé que a ti también, sino no seguirías conmigo. Así que a otro con esa mirada de cachorro herido.- le dijo Brad. Anthony se molestó un poco pero no quiso decir nada, sabía que cuando Brad actuaba así era porque estaba molesto. Sabía que estaba celoso, Brad era demasiado posesivo y celoso, aunque su orgullo y arrogancia eran mayores porque jamás admitiría que estaba celoso, por supuesto que no lo haría.

El teléfono comenzó a sonar, Anthony hizo intento de levantarse a contestar, pero Brad lo detuvo aprisionándolo en sus fuertes brazos.

- Sí es urgente te llamarán después. – dijo y lo abrazó contra su pecho. Anthony se quedó callado escuchando los latidos del corazón de Brad. Le pareció que aquel corazón latía a una velocidad muy lenta, como sí para Brad no existiera ningún sentimiento o emoción fuera de la crueldad y la pasión. Cerca del medio día Brad le permitió salir de la cama. Anthony se estaba bañando cuando se escuchó el inconfundible sonido del interfono haciendo eco por todo el departamento. - Maldita sea.- masculló Brad arrojando al suelo la revista que hojeaba al escuchar que quien fuera que tocara el timbre seguía insistiendo. – Voy a ver quien demonios es. – anunció mientras salía de la cama hecho una furia para ir a atender el interfono.-¡Joder! – gritó furioso al escuchar el insistente zumbido del interfono que no era precisamente música para sus oídos. - ¿Quién? – preguntó con tono fastidiado, se reprimió de soltar una maldición mientras presionaba con furia el botón del infernal aparato.

- ¿Quién es usted? – dijo la voz chillona de una mujer, Brad supuso que era una mujer ya mayor. -

 ¿Qué quiere? – preguntó Brad de mala gana.

- Busco a Anthony Keegan. – dijo la mujer – Soy su tía.

- Espere. – dijo Brad al borde de la ira. No esperaba eso, se suponía que la familia de Anthony jamás le buscaba, era un detalle que no estaba en sus planes.

- ¿Qué pasa?– dijo Anthony apareciendo frente a él.

- Una tía tuya está buscándote. – respondió Brad sin disimular ni un poco su profundo disgusto.

-¿Una tía? Debe ser Amelia. – dijo Anthony cerrándose la bata que llevaba puesta. Brad lo siguió con la vista esperando que se deshiciera de esa mujer cuanto antes. No le gustaban las intromisiones ni nada que se saliera de sus siempre bien trazados planes. Miro a Anthony sin dejar de pensar que la famosa tía era un cabo suelto que tenía que ser atado de inmediato.

- ¿Hola? – dijo Anthony

- ¿Tony? ¿Eres tú? – escuchar a esa mujer llamar Tony a su Tony enfureció aún más a Brad. – Soy tu tía Amelia. 

- Sí, soy yo, ¿qué pasa?

- Necesito hablar contigo, ábreme; tu tío y yo vamos a subir para hablar contigo. – dijo la mujer, la cara de fastidio de Anthony no podía ser peor, ese fue el signo inequívoco para Brad de que Anthony terminaría haciendo lo que él quería sin que tuviera que pedirlo siquiera. - No es buen momento… no puedo recibirlos ahora.

- Sí lo dices por el tipo que está contigo, despídelo ya para que podamos hablar.

- No voy a hacer eso, mejor vengan más tarde.- dijo Anthony visiblemente afectado. Tenía miedo, no quería ver a esa gente, no quería hablar con ellos, sabía que si los veía terminaría siendo obligado a hacer algo que no quería y ya era suficiente con Brad. Se sintió tranquilo al ver que Brad seguía ahí aunque solo fuera para saber en que terminaría todo aquello.

Muy satisfecho, Brad le sonrió y le dio un beso en la mejilla. Volvieron a la habitación a pesar de que el interfono seguía sonando, esta vez ninguno atendió. Sabían que era Amelia.

 - Tengo hambre.- dijo Brad después de un rato de contemplar el cielo a través de la ventana.

- Te preparo algo. -

 No. Quiero salir. – dijo Brad mientras cerraba la ventana. A paso lento se dirigió al closet para seleccionar la ropa que iba a ponerse. Al fin ese  atlético cuerpo sería cubierto por algo más que caricias. -¿Sabes? Creo que sería buena idea que te mudaras. – dijo Brad sin mirar siquiera a Anthony.

- Estoy de acuerdo.- dijo el rubio, los fríos ojos azules de Brad se dirigieron a él y una sonrisa retorcida adornó sus labios.

- Bien, entonces mañana empezaré a buscarte un nuevo departamento..- Brad acarició la mejilla de Anthony.- No me gustan las visitas, en especial esa clase de visitas.- dijo Brad con esa fría mirada de furia.

 

Anthony se vistió y se arregló con esmero frente a la mirada atenta de Brad. Él podía permanecer observándolo durante horas sin mover un solo músculo. Anthony nunca entendió porque lo hacia. Cuando ambos estuvieron listos abandonaron el departamento. Al llegar a la puerta principal del edificio Anthony sintió que su corazón latía más y más rápido. No supo porque pero tomó la mano de Brad con fuerza.

- ¿Qué te pasa?- preguntó Brad.

- Nada, no es nada. – él lo abrazó como queriendo ahuyentar ese miedo irracional que notó en los ojos verdes de Anthony. -Vamos, hay que irnos ya.- Brad jaló a Anthony hacia su auto, un precioso Ashton Martin plata. Brad sintió el frágil cuerpo de Anthony estremecerse. No podía entender que era lo que le estaba causando semejantes reacciones a su Tony. También sintió miedo, miedo de haber sido descubierto y de ser él la razón de ese temor irracional. Le abrió la puerta del auto y lo hizo entrar, entonces notó que los ojos de Anthony reflejaban un pánico inaudito, de inmediato volteó para localizar el punto en el que esos ojos se clavaban. Se encontró con un hombre y una mujer algo entrados en años. El hombre les miraba sonriendo mientras que la mujer les dirigía una mirada reprobatoria. Brad no quiso esperar a que los alcanzaran. Con agilidad digna de su profesión, Brad se deslizó sobre el cofre del auto para aterrizar al otro lado del vehículo y entrar él también al auto.

-Vamonos Brad.- dijo Anthony con una voz llena de temor. Él no le respondió, simplemente echó a andar el motor y en cuanto fue posible se alejaron del lugar lo más rápido que el tránsito permitía. Brad no pudo evitar preguntarse por la razón por la que Anthony se había impresionado tanto con aquella pareja.

 

 Fueron a comer a un lujoso restaurante donde todos parecían conocer a Brad, él solo respondía con una ligera inclinación de cabeza a todos los saludos que le dirigían. Anthony aún no se reponía de la impresión que le había causado ver a esa gente. Brad seguía sumido en sus pensamientos, ¿por qué lo buscaban esos dos y por que lo habían puesto así? Se preguntaba.

 

No hablaron hasta que terminaron de comer. Mientras esperaban el café de Brad, él le tomó la mano a Anthony, quien se sorprendió mucho al sentir que Brad colocaba en uno de sus dedos un delicado anillo de oro y diamantes.

- ¿Por qué…? – dijo Anthony algo confundido.

-¿Qué importa? ¿Desde cuando necesito una razón para hacer algo? – dijo Brad algo contrariado. Anthony no dijo más, comenzó a llorar - ¿Estás bien? – dijo Brad limpiándole las lágrimas con los dedos.

- Ahora estoy mejor.

-¿Quiénes eran y por qué te pusieron así? – dijo Brad, directo como siempre. Anthony bajó el rostro. Brad tomó su barbilla y lo hizo mirarlo. - ¿Quiénes eran? – repitió.

- Robert y Amelia… mis tíos. – dijo Anthony llorando, las lágrimas de Anthony cayeron sobre la mano de Brad.

- Tranquilízate, yo me haré cargo, como siempre. – dijo Brad.

- Lo sé, sé que tú puedes arreglarlo, pero aún así no puedo dejar de tener miedo porque… - Anthony se cubrió la boca para ahogar un sollozo. Brad sostuvo su mano con más fuerza, se sintió por primera vez en su vida incapaz de hacer algo. Podía alejarlos de él pero no podía alejar a sus recuerdos. No podía hacerlo olvidar. Pidió la cuenta, Anthony se desmoronaba frente a sus ojos y él no podía hacer nada, esta vez ni siquiera su mente fría y analítica era capaz de encontrar una respuesta a lo que estaba sucediendo.

 

Cuando dejaron el restaurante, Brad abrazó a Anthony, lo sintió temblar de nuevo. Tenía fiebre. Supo que no podía llevarlo de vuelta a su departamento así que hizo lo primero que se le ocurrió. Lo llevaría a su departamento. Aunque Anthony se dio cuenta de que no se dirigían a su departamento, no se preocupó. Se sintió aliviado, conociendo como conocía a sus tíos sabía que seguramente estarían esperando su regreso. No se explicaba como era que después de tantos años siguiera sintiendo el mismo miedo que de niño. Le vino a la mente el abuso de Robert, las golpizas de Amelia, los huesos rotos, los labios sangrantes, los moretones perpetuamente presentes en sus años de infancia. Cerró los ojos, sintió como la mano de Brad buscaba la suya. Sintió cierto alivio al saber que a pesar de todo él estaba ahí.

 - Llegamos.- dijo Brad mientras entraban en el estacionamiento de un enorme y lujoso edificio. Brad llevó el auto muy cerca del elevador. Bajaron del auto y caminaron el corto trecho que los separaba del elevador. Subieron hasta el piso catorce. Brad pulsó algunos dígitos en el panel que cerraba la puerta y salieron del elevador para entrar en un muy bien dispuesto departamento que era casi el doble de grande que el de Anthony, era obvio que a Brad le gustaba la buena vida y disfrutaba de los lujos y comodidades. El departamento parecía más bien una mansión en miniatura.

-¿Aquí vives?- preguntó Anthony con una mirada ingenua en sus ojos verdes.

 - Algunas veces, algunas noches, no siempre.- dijo Brad sin poder reprimir una sonrisa. -¿Te gusta? Lo compré el año pasado. No sé por qué, nunca me quedo mucho tiempo en ninguna parte. – dijo Brad con ese aire juguetón que de vez en cuando se le escapaba dejando saber que en el fondo no era tan frío y cruel como se esforzaba en parecer.

- Sí, es bonito. – dijo Anthony.

-Ven, te llevaré ala cama. Necesitas descansar y yo tengo cosas que hacer. – le rodeo los hombros con el brazo y lo condujo a su habitación. Lo dejó en la cama y solo se separó de él cuando recordó que tenía cosas que hacer. Anthony dormía profundamente. Fue a la habitación contigua y se sentó frente a su mesa de dibujo en la que estaban extendidos los planos del edificio al que tendría que entrar en su próximo trabajo. Nunca había llevado a nadie ahí. Ese departamento era lo más cercano a un hogar que tenía, ni siquiera Daniel había estado ahí, y Daniel era su mejor amigo. Aquella noche Brad durmió en el sillón, no quería molestar a Anthony.

 

Por la mañana se levantó temprano para estudiar una vez más los planos de su próximo trabajo antes de destruirlos. Fue a la cocina y se preparó un café antes de llamar al restaurante donde acostumbraba pedir la comida cada vez que tenía que parar en ese departamento. Cuando llegó el desayuno Anthony seguía durmiendo. No quiso despertarlo. Mientras desayunaba pensó en adelantar un poco las cosas que tenía pendientes. Tomó el teléfono y marcó el número de su abogada, Marguerite.

-¿Marguerite? Soy Brad, ¿recibiste mi mensaje?

-Si, sí, ya tengo la información que me pediste; ¿qué planeas esta vez Brad?

-Nada, nada, solo necesito saber que terreno piso. Es todo. Quiero pedirte algo más, necesito que consigas otro departamento para Anthony.

-Correcto, ¿algo en especial?

- No, solo lo acostumbrado.

-¿Para cuando?

-Para ayer. Hazte cargo de la mudanza.

-¿Sabías que eres un tirano? Lo tendrás para esta noche. Por cierto, ¿qué tal Munich?

- Bastante bien, conseguí lo que me proponía.

- ¡Ja! Mi niño está creciendo, ¿pudiste cerrar el trato con esos japoneses locos?

- Claro, tú sabes que puedo ser muy persuasivo si me lo propongo.

- Vaya, veo que además de ser un buen limpiador estás cultivando otros talentos.

- Aprendí de ti, eras la mejor.

- Eso es cierto, en fin, ¿algún día te veré en la oficina?

- No será mañana, eso te lo puedo asegurar, tengo algo en puerta.

- Sabía que esos tipos te llamarían a ti. Ven a visitarnos pronto a Phillipe y a Lucy les dará gusto ver a su primo favorito.

- Entonces nos vemos pronto.

- No puedes sorprenderme, no soy tan vieja como para que un crío como tú me sorprenda en mi propia casa.

- No me retes Karma.

- Ni tú a mi Ashriel.

-Te llamo después.

-Hecho, no te desaparezcas, y lo más importante, no te mueras sin despedirte. Por cierto Sian anda muy raro, cuídate de él.

-Lo tendré en cuenta. –Brad colgó y se dirigió a su pequeño estudio. Sintió deseos de pintar, hacia mucho que no tenía ese deseo; así que tomo su cuaderno de bocetos y comenzó a trazar el bosquejo de un retrato de Anthony… se sorprendió a sí mismo por aquellos. No era un romántico, no, él era demasiado pragmático para algo semejante, le pareció absurdo y dejó el dibujo por la paz.

 

Fue a su habitación para ver si Anthony había despertado, lo encontró en la cama llorando sobre la almohada, Anthony le lanzó una mirada que a Brad le intrigó, ¿era alivio o resignación? no supo definirlo. Anthony sentía que su pequeño mundo construido sobre las ruinas del pasado estaba a punto de reducirse a nada. Miró a Brad pensando que podría ayudarlo como siempre lo había hecho, aunque en ese momento quizás ni el mismo Brad pudiera hacer algo. Brad no dijo ni una palabra, solo se sentó a su lado. Se quedó ahí, muy quieto y muy callado. Brad se dio cuenta de que Anthony no necesitaba que le dijera que las cosas saldrían bien y que todo iba a resolverse, solo necesitaba que estuviera ahí. Se detuvo a pensar que quizá era tiempo de alejarse de Anthony.

 -¿Estás bien? – le preguntó después de un rato.

- Sí, ya estoy bien. Abrázame. – dijo él lanzándose a los brazos de Brad, quien confundido correspondió al abrazo. Lo sintió llorar de nuevo apoyado en su pecho. Brad se sintió extraño, sintió que de algún modo. Anthony se le escapaba de las manos como siempre había temido. Sí, era mejor dejarlo a esperar a que él lo dejara. Quizá era lo que Anthony necesitaba, una vida normal como él siempre decía. Quizá era por él que tenía tantos problemas. Abandonar antes que ser abandonado, su eterna regla se hacia presente una vez más, pero nunca se había mostrado tan renuente a acatarla como en ese momento. Se resistía a pensar que la separación era lo que Anthony necesitaba para estar bien. No quería alejarse. Decidió que no podía hacerlo mientras él se encontrara así, ya habría tiempo de replantearse lo que haría al respecto. No se sentía seguro.

 

Sabía que Anthony quizás estaba llegando al punto en el que le pediría más que lo que tenían, y sabía también que no podía dar más. Aún quedaban muchas cosas en el pasado de ambos que debían ser resueltas, y Brad sospechaba que Anthony no sería capaz de resolver solo esos asuntos. El pasado de Anthony se estaba haciendo presente y eso le molestaba aunque no ignoraba del todo ese pasado.

 -¿Quieres comer algo? – dijo Brad apartando un mechón de su larga melena negra que caía sobre su rostro.

-Sí, eso estaría bien.- dijo Anthony. Se limpió las lágrimas y se puso de pie con ayuda de Brad.

-Ven.- dijo Brad tomándolo de la mano, Anthony temblaba, se sentía tan mal, tan desamparado ante el inminente reencuentro con su familia. Maldijo el momento en que su hermana lo había buscado. Sabía que Brad no estaría ahí siempre para protegerlo. Anthony apenas probó bocado, Brad solo lo miraba con esos ojos azules que parecían hechos de acero. Estaba preocupado, no tenía idea de lo que iba a pasar y eso lo molestaba e inquietaba.

 

No salieron del departamento en todo el día. Brad no quería salir y Anthony estaba tan asustado por encontrarse de nuevo a sus tíos que ni siquiera protestó. Anthony se pasó el día en la cama mientras Brad se paseaba por el enorme departamento sin hablarle, no tenía idea de que decir, Anthony le agradeció su silenciosa presencia, el hecho de que no hiciera preguntas, en esos momentos entendió que quizá Brad tenía un pasado tan doloroso como el suyo y que por eso no le gustaban las preguntas. Él tampoco sabía que decir, ¿cómo explicarle a Brad las razones de su estado ni de lo que sentía en ese momento?

 

Así pasaron tres días, Anthony seguía igual y eso tenía preocupado a Brad. Pero el rubio se empeñó en volver a su departamento, Brad al principio se molestó Marguerite aún no había conseguido un nuevo departamento con las especificaciones que Brad exigía. Al final decidió que era mejor dejarlo ir y no causar más problemas, no era el momento de ponerse en su contra. Además tenía trabajo pendiente, y debía hallar la forma de deshacerse de los molestos parientes de Anthony.

 

Brad dejó solo a Anthony en su departamento, después fue a buscar al muy conocido Jack Sutton, uno de sus buenos amigos, necesitaba cierta información que solo él podía proporcionarle. Una vez que Brad se fue, lo primero que Anthony hizo fue encerrarse bajo llave. No se sentía seguro en ese lugar, pero se había cansado de huir y de esconderse. Llamó a Isabel, pero ella no estaba en casa. Se sentía muy mal. Pensó que lo mejor sería dormir un poco, descansar su mente antes de decidir lo que haría.

 

Se tendió en la cama sin quitarse los zapatos, con los brazos abiertos y los ojos clavados en el techo de la habitación. Por momentos le parecía que el techo se le venía encima y le aplastaba, sentía que su mundo casi perfecto se hacía añicos. Estaba más solo que nunca, más solo de lo que se había imaginado. Se aferraba al pensamiento de que Brad, a pesar de todo, era el único que podía ayudarle, se aferraba al propio Brad como una última esperanza de seguir con vida. Le volvió a la mente aquella idea de cuando era niño, desaparecer; desaparecer sin dejar huella de su existencia. Al fin y al cabo a nadie le importaba realmente si él existía o no. En ese preciso instante Brad le pareció tan distante, como si estuviera a años luz de él, del Anthony que se sumergía en el dolor y en el desamparo, y que tendía los brazos en busca de algo a que aferrarse sin encontrar nada. Aquello le daba un inmenso temor, no imaginaba como podía librarse de ello y seguir con vida, no tenía idea. No creyó tener fuerzas para seguir y pensó que era preferible que todo terminara de una vez.

 

Se quedó tendido en la cama madurando aquella idea… en realidad no le importaban demasiado las consecuencias. Quizá el único afectado con su decisión sería Brad, pero se dijo que alguien tan pragmático como él seguramente terminaría olvidándolo todo por considerar que se trataba de un desperdicio de tiempo el detenerse a pensar en algo semejante. Él no se tomaría mucho tiempo para recordarlo, como no se tomaba mucho tiempo para las emociones y sentimientos que pudiera llegar a tener. Al final de cuentas, él estaría bien y buscaría a alguien que lo reemplazara en su cama y en su vida.

 

Decidido entró en el cuarto de baño y comenzó a buscar en los cajones hasta hallar una de las afiladas cuchillas que Brad usaba para afeitarse. Se miró al espejo, su rostro hinchado y pálido no era una visión agradable, no se sentía nada bien. Tomó firmemente la cuchilla y se sentó en el piso del baño. Lloraba. Consideró inútil escribir una nota, no tenía nada que decir y para todos sería obvio que se trataba de un suicidio. Cerró los ojos al hacer el primer corte. Le pareció extraño el sonido que produjo su propia garganta cuando gritó al hacer el segundo corte. Soportó el dolor subsiguiente pensando que ese sería el último que sentiría en su vida. No quiso ir a la cama, creyó que lo más correcto era quedarse justo donde estaba. Se sintió más y más cansado y somnoliento, pero no se arrepintió de lo que había hecho.

 

Aproximadamente media hora después Brad llegó al departamento. Estaba preocupado por Anthony. Se preocupó aún más al encontrarse el departamento cerrado con llave. Lo encontró desmayado en el piso del baño desangrándose.

- ¿Qué has hecho pequeño idiota? – dijo Brad mientras intentaba hallar algún signo de vida en el desmadejado cuerpo de su amante. El corazón de Anthony apenas latía. Llamó a una ambulancia. Cuando los para médicos entraron al departamento, Brad estaba arrodillado junto al cuerpo de Anthony intentando detener la hemorragia. Lo subieron a la ambulancia y le condujeron al hospital. Brad estuvo a su lado en todo momento. Anthony estaba casi muerto cuando llegó al hospital. Los médicos hacían todo lo humanamente posible por salvarle la vida

 

 

Notas finales: al fin puede terminar este cap, espero que les agrade, espero sus rewiews, bye¡¡¡

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