Eran casi las once, Anthony se encontraba tendido boca abajo en su suave cama con la palma de la mano izquierda apoyada en el libro que había estado leyendo hasta que el cansancio comenzara a vencerle. Dormitaba y entre sueños escuchaba extrañas voces venidas de quien sabe donde. Decidió ignorarlas por completo y abandonarse al sueño creyendo que su día había terminado.
Empezaba a entrar en un sueño profundo cuando sintió que un par de manos recorrían suavemente su espalda. Anthony se quedó muy quieto en espera de lo que esas manos harían enseguida. No podía ser otro si no él, estaba seguro de que no podía ser otro más que él, que se aparecía después de semanas de no dar señales de vida. Sintió como aquellas manos aplicaban un suave y relajante masaje en su espalda por encima de la fina tela de su camisa. Sintió aquellas manos deslizarse por su espalda, acariciar sus hombros y ascender por su hermoso cuello con delicadeza. Pronto unos labios se unieron a las manos y se entretenían depositando suaves besos en el cuello de Anthony, él se dejó hacer, negándose a volver el rostro para mirarlo, esperando lo inesperado…
- Bienvenido Brad.- murmuró Anthony. Al sentir la respiración de Brad en su cuello, Anthony supo que eso no sería todo lo que harían esa noche. Sintió que las manos de Brad apartaban su larga cabellera de su cuello y como Brad continuaba con la cadena de besos que había iniciado en su espalda. Los largos dedos de Brad se encargaban de acariciar la rubia melena de Anthony, se enredaban en ellos sintiendo la suavidad de cada mechón y Brad llenaba sus pulmones aspirando el aroma a vainilla apenas perceptible que de ellos brotaba. Súbitamente las caricias de Brad se transformaron en un violento agarre. Sus dedos se atenazaron aprisionando la cabellera de Anthony, con violencia tiró de ella para obligar a Anthony a mirarlo.
- ¿No vas a decir nada?- le dijo casi al oído, Anthony sonreía invadido con un a extraña mezcla de temor y excitación que solo Brad podía provocarle, y que para Brad no pasaba desapercibida. Él le tiró del cabello con más fuerza, Anthony ya no opuso resistencia, dejó que su cabeza fuera hacia Brad como si de un muñeco de trapo se tratase. – Entonces… ¿no dirás nada?- repitió Brad, ahora abrazaba a Anthony, podía sentir el trepidante ritmo cardiaco del rubio ¡y como disfrutaba al saber que era a causa suya! Disfrutaba al saberse el dueño de la situación, y Anthony disfrutaba ser dominado por Brad. - Así que no dirás nada.- repitió una vez más. Anthony no respondió, solo dejó escapar una risilla nerviosa que enfureció a Brad, dejó libres los cabellos de Anthony, quien se acomodó un poco en la cama, un rápido y muy brusco movimiento de Brad hizo quedar a Anthony boca arriba. Brad lo sujetó con fuerza de las muñecas y se situó sobre su cuerpo. Lo besaba salvajemente, encajándole los dientes a la menor provocación. Brad arrancó literalmente la ropa de Anthony. Él le dejó hacer, dejo que acariciara cada centímetro de su piel, que le besara mientras con hábiles dedos despojaba a Brad de sus ropas. No le pasó desapercibido que la camisa de Brad estuviera manchada de sangre, no era la primera vez ni sería la última. - ¿Sigues sin querer decir nada?- insistió Brad.
.- ¿Qué podría decirte? – dijo Anthony sintiendo que las manos de Brad aprisionaban su miembro endurecido. – Tú nunca escuchas y jamás respondes a mis preguntas.
- Tal vez sea porque tú no haces las preguntas correctas. – él lo besó de nuevo, estaban desnudos, sus cuerpos muy juntos, mezclándose sus sudores, el pene de Anthony rozaba el muy excitado pene de Brad, cosa que no hacia sino excitarlo más. Brad se tomó un momento para acariciar el fino rostro de su amante para luego continuar con la salvaje penetración que había iniciado segundos antes. Anthony lo miraba sin dejar de sonreír, a Brad le encantaba verlo así, sometido, pero feliz. Anthony se aferraba a Brad, le acariciaba el rostro y los hombros mientras sus largas y torneadas piernas ceñían la cintura de su hombre. Brad solo le miraba sin variar ni un poco su indiferente rostro. Anthony lo encontraba hermoso mientras encontraba en sus ojos azules esa mirada que le fascinaba y asustaba, todo al mismo tiempo. Brad explotó en el interior de Anthony, quien con el último espasmo de Brad en su interior, se vino chorreando con su semen el vientre de su amante y el propio.
Minutos después ambos descansaban en la cama uno al lado del otro.
- ¿Se puede saber donde demonios te metiste esta tarde? Vine a buscarte y no estabas aquí.- le dijo Brad a Anthony en un tono de reproche que solo conseguía hacer un poco más sensual la varonil voz de éste a los oídos de Anthony.
- Isabel quiso que acompañara de compras, tú sabes, ella creé que tengo buen gusto. Necesita un vestido para la fiesta de mañana, nos tardamos un poco.- Brad lo miró como si no creyera ni media palabra de lo que estaba diciéndole mientras jugueteaba con los dorados cabellos del rubio.
- Sabes cuanto me molesta que no estés cuando vengo a buscarte; ¿y quien es esa Isabel?
- Es mi mejor amiga, ya te lo había dicho. – Anthony lo miró, no estaba furioso como en otras ocasiones pero más valía no tentar a la suerte.
- Así que tu amiga irá a esa fiesta… tal vez también yo decida presentarme. Aún no me decido.
- Entonces tal vez nos veamos allá. Anthony quiso sonreír pero la helada mirada en los ojos de Brad le desalentó. No eran necesarias las palabras, esa mirada era suficiente para hacerlo desistir de ir a la fiesta. - ¿Dónde estuviste está vez?
- Sabes que no voy a responder a eso. Mejor hablamos de otra cosa, dime ¿qué tal tu trabajo?
- Aburrido como siempre. A veces odio a esas muchachitas ricas.
- No entiendo por que insistes en seguir ahí si te aburres y odias a tus alumnitas.- dijo Brad con tono burlón.
- Tú no entiendes… no lo dejo porque lo necesito.
- ¿Para qué? Yo te doy todo lo que necesitas, solo tienes que pedírmelo y te lo daré sin escatimar el dinero. ¿Hay algo que necesites y yo no pueda darte? – dijo Brad con autosuficiencia.
- No se trata de dinero, ojala fuera tan simple.
- Entonces explícame, no soy tan idiota como aparento ser.- murmuró Brad con fastidio. Se sentó en la cama, Anthony se abrazó a la ancha y fuerte espalda que Brad le ofrecía, le encantaba aquella parte de la anatomía de su amante.- Adelante, estoy escuchándote Anthony.- era tan raro escucharlo llamarle Anthony, generalmente no se refería a él por su nombre sino como Tony.
- ¿No te das cuenta? Mi vida contigo es un verdadero desastre.
- No pensé que fuera tan malo. – dijo Brad en tono burlón.
- No me entiendes, yo necesito algo a que aferrarme, algo que me impida enloquecer mientras espero a que vuelvas a aparecer, algo que me de estabilidad… la estabilidad que nunca tendré contigo.
- En eso tienes razón. – dijo Brad con un cinismo que le molestó a Anthony. – Aunque... no entiendo, si todo es tan malo como lo pintas, ¿por qué no me dejas de una vez?- añadió él con una provocadora sonrisa. Anthony se dejó caer en la cama; con la mirada clavada en el techo intentaba encontrar una razón, solo una para no apartarse de Brad, una forma de expresar lo que ambos sabían. - ¿No sabes? Yo sí, es muy simple. Tú no puedes dejarme.
- ¿De verdad crees eso?- dijo Anthony sintiendo como Brad se recostaba junto a él.
- No es que yo lo crea, es que así es como son las cosas.- respondió Brad con una sonrisa de satisfacción. – Es que sencillamente no puedes hacerlo, no me dejarías ni aunque tu vida dependiera de ello.
- Estás loco Brad… aunque tal vez tengas razón. Después de todo, ¿por qué te dejaría si tú me das todo lo que pido?- Brad volteo a mirar a Anthony, no sonreía, solo lo miraba de una forma sobrecogedora, Anthony no dejaba de mirar el techo.- Nadie me podría dar lo que tu me das, ningún hombre podría.
- Cierto.- dijo Brad con su acostumbrada arrogancia.- Y no te olvides que yo soy algo más que un hombre, soy tu hombre.- dijo aprisionando los labios de Anthony en un salvaje beso.
Por la mañana Brad se levantó antes de las seis. Anthony permaneció en la cama mientras él se bañaba. Anthony no tardó en levantarse, recogió del piso la ropa ensangrentada de Brad y sin darle importancia la arrojó junto a la demás ropa sucia. No era la primera vez que Brad se presentaba en su casa con la ropa manchada de sangre, aunque jamás era su propia sangre. Anthony estaba acostumbrado a las peculiaridades de su amante y a cada uno de los detalles escabrosos que lo rodeaban. Sabía que no debía hacer preguntas, además de que Brad jamás respondía, estaba convencido de que lo mejor era no saber demasiado de las actividades secretas de Brad.
No dejaba de resultarle extraño que Brad estuviera enterado de cada detalle de su vida mientras que él a duras penas sabía algunos detalles de Brad. Se levantó de la cama y fue a la cocina envuelto en una bata, era una mañana especialmente fría de diciembre. Se preparó el acostumbrado café de las mañanas, Brad no tardó en reunirse con él; se sentó a la mesa sin apartar sus ojos de la cabellera de Anthony. Se acercó a él y lo hizo levantarse. Besó su cuello, sus hombros, las manos de Brad se deslizaron hasta la cintura de Anthony intentado deshacerse de la estorbosa bata que éste llevaba puesta.
- Ahora no Brad.
- ¿Por qué no?
- Porque tengo trabajar.
- ¿Y eso tiene que importarme?- Brad le arrancó la bata, pegó su cuerpo al de Anthony. Brad reía mientras aplastaba el cuerpo de Anthony contra el suyo. . lo tomó en brazos como si no pesara nada y lo llevó de vuelta a la cama. Mientras Brad le hacia el amor, Anthony lo miraba lleno de placer, aunque no pudo dejar de notar que por momentos Brad parecía ausente. – Es hora de irme.- dijo Brad cuando terminaron. Anthony se quedó mirándolo mientras Brad se vestía a prisa, antes de irse le dio un beso en los labios y le acarició la mejilla. - Hoy mismo haré el depósito en tu cuenta.- otro beso y Brad se fue tan intempestivamente como había llegado.