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ATADO A TÍ por Kitana

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Le tomó dos días alejar lo suficiente a Sian del refugio donde tenía oculto a Anthony pero al fin lo había hecho. Ambos estaban muy lejos de su territorio, Brad pensó que esa sería la mejor estrategia conociendo como conocía a Daniel.

 

El lugar que Brad eligió para el enfrentamiento fue un edificio abandonado donde estaba seguro que nadie iba a interferir. Se recargó en una pared semi derruida para esperar a que Sian apareciera.  

 

Sian no le defraudó, apareció a los pocos minutos. Sonriendo y lleno de seguridad, se plantó frente a Brad que solo le miraba mientras que Sian acariciaba su preciado cuchillo con el dedo índice.

- Hola. - dijo Sian, Brad lo miro.

- Hola  Daniel.

- Oh vamos, esto es horario de trabajo, llámame Sian.

- Como quieras. Dará igual como te llames cuando estés muerto.

- Así que crees que puedes matarme... interesante, muy interesante. - dijo Daniel con una sonrisa que iluminó su rostro salpicado de graciosas pecas, Daniel era un chico pelirrojo, poseedor de un par de ojos verdes muy expresivos e inquietos. Brad lo miraba sin moverse, sin perder de vista el cuchillo con el que su mejor amigo jugaba.

- ¿Vas a intentarlo sí o no? - dijo Brad irguiéndose frente a Daniel.

- No voy a intentarlo, voy a hacerlo. - dijo con una sonrisa el pelirrojo.

- Veamos que tanto has mejorado, nene. - dijo Brad con una sonrisa burlona que solo enfureció a Sian. - Nunca cambiarás, ¿cierto? Nunca aprenderás. - dijo Brad esquivando uno de los ataques de Sian desarmándole.

- Y tú nunca dejarás de ser un imbécil cínico y muy pagado de sí mismo.

- Pero creí que eso era lo que te gustaba de mí.

- Y así era hasta que me dí cuenta de que jamás me ibas a tomar en cuenta por seguirle los pasos a cuanto rubio idiota se te pusiera enfrente.

- ¿Lo dices por Evan?

- Por Evan y por el idiota en turno. - Brad se rió, Sian le soltó una patada que no fue difícil de esquivar para el moreno, aprovechó la ocasión para darle un golpe en el costado que sacó de balance a Sian haciéndole caer al suelo. - ¿Por qué Brad? ¿Por qué nunca me quisiste a mí como  los quisiste a ellos? - dijo Daniel, Brad lo aprisionó con una llave al brazo, se sintió confundido.- Dime, ¿por qué?

- ¿Para que quieres saber? No hace falta que sepas... además yo te quise, ¿sabes? Te quise pero me dio miedo quererte más... por eso te alejé. - dijo Brad ejerciendo más fuerza, Daniel sintió que el dolor se apoderaba de él, el dolor y la confusión después de la confesión de su amigo. - Nunca dijiste nada, pero yo lo noté, quizá si hubieras dicho algo, quizá si no te hubieras callado y no te hubieras ocupado de mostrarme lo fácil que era para ti llevarte a la cama a quien te gustaba, tal vez me hubiera atrevido a algo. Siempre pensé que tu y yo juntos era perfecto, ¿sabes? A ti no tenía que mentirte, no tenía que ocultarte a donde iba por las noches ni lo que hacia en mis continuos viajes porque tú eras como yo... o al menos eso fue lo que yo creía. Pero ahora es tarde para eso, ¿sabes? Habría querido que enviaran a otro, así hubiera sido más fácil; pero los tipos como nosotros no tenemos escrúpulos ni tapujos cuando se trata de dinero, ¿cierto? Nuestro único amigo verdadero es ese, el gran dios dinero, ¿cierto Sian? Si tú no me matas yo te mataré, tú piensas lo mismo que yo.

- Te equivocas... yo vine aquí sabiendo que iba a morir, porque tú eres mucho mejor que yo.  No puedo volver sin matarte y no quiero matarte.

- Entonces ¿qué demonios te propones con esto?

- Solo quería saber... saber sí yo significaba algo para ti... nunca me conforme con ser tu mejor amigo, ¿sabes?

- Y yo hubiera querido que fueras algo más que eso... por ti estuve a punto de mandar al demonio todas mis creencias y lanzarme a hacer algo estúpido, ¿puedes creerlo?

- Me haces feliz, pero... es tarde, ¿verdad? Ahora lo quieres a él y yo salgo sobrando. Espero que seas feliz, y que me perdones por matar a Marguerite y a los chicos, pero tú sabes...

- Si trabajo es trabajo, por eso te pido que pelees como si de verdad quisieras matarme.

- No sé si pueda hacerlo.

- Tendrás que hacerlo, tendrás que hacerlo o ayudarme a acabar a los dos idiotas que te siguieron.

- Creí que no te habías dado cuenta.- dijo Sian con una sonrisa coqueta.

- Bah¡ tú siempre me has subestimado.

- Igual que Yuriko y acabó muerta, porque fuiste tú, ¿no es cierto?

- Eso no importa ahora. Tú el de la derecha y yo el de la izquierda, ¿de acuerdo? - hablaban en susurros, los tipos que los vigilaban ni siquiera podían escucharles.

-Correcto, por cierto, ellos no son tan honorables como tú y aman las armas de fuego.

- No te preocupes, vengo preparado, sabía que tú no eres precisamente de fiar.

- Lo mismo que tú, por eso nos llevamos tan bien. - Brad  dejó libre el brazo de Sian y retrocedió como sí fuera a atacarle, sacó de su bolsillo una cuchilla de regular tamaño y lanzó en dirección al tipo de la izquierda, que no tuvo tiempo de reaccionar, lo mismo que el otro pues Sian se apresuró a lanzar el cuchillo que siempre llevaba consigo. - Esta listo, ¿seguimos con lo nuestro?

- Como quieras.

- Entonces adelante. - Brad se quitó la chaqueta de piel que llevaba y dejó al descubierto sus fuertes brazos. Armado con un largo y afilado cuchillo se dispuso a enfrentar a su mejor amigo. No podían dejar aquello así, Brad no pensó ni un segundo en dejar ir a Daniel, sabía que era un peligro no solo para él sino para Anthony.  

 

Sian se lanzó sobre él, ahora parecía más calmado y decidido que momentos antes. No parecía tener miedo ni  preocupación. Brad sonrió con malicia y dejó que Sian le acorralara contra una pared. El pelirrojo sonrió en forma seductora y pego su cuerpo al de Brad.

- No cabe duda que eres un tipo muy sexy Ashriel. No quisiera que te murieras sin probar tus labios.

- Podrías probar algo más... sí quisieras. - Daniel se rió, Brad solo le miraba con su clásica frialdad analizando en su mente las posibilidades que tenía de acabar a Sian con un solo corte.

- Vamos Ashriel, ¿desde cuando te ofreces de esa manera?

- ¿Y por qué no? Tú lo deseas y yo también. - dijo Brad calculando que las cosas estaban resultando tal y como él había pensado, Sian había bajado la guardia por completo.

- Vamos, no estarás hablando en serio, ¿o sí? - dijo Sian apartándose un poco, Brad se acercó como un torbellino, lo derribo con una tacleada y con una velocidad que sorprendió a Sian, se colocó sobre él apoyando firmemente  su cuchillo en la garganta del pelirrojo.

- Por supuesto que no hablaba en serio.

- Debí suponerlo... tú siempre has sido un desgraciado que usa lo que puede para deshacerse de quien le estorba. - dijo Daniel con una triste sonrisa. - Sabia que no traicionarías a ese maldito rubio... cuando escoges a alguien le eres fiel hasta que se muere, como a Evan.  Pero aún los  tipos como nosotros pueden soñar, ¿no lo crees?

- Mejor cállate, tanta palabrería hace que me duela la cabeza.

- El dulce Brad, tu siempre tan considerado. - dijo Sian sin desprenderse de esa sonrisa burlona. - Te encanta jugar con los demás, restregarnos en la cara que tú estás por encima de los idiotas que se dejan llevar por los sentimientos, te encanta eso, ¿cierto? No puedo reprochártelo, es parte de tu perverso encanto. Eso es lo que me gusta de ti, ese maldito aire de superioridad, lo ególatra que puedes llegar a ser, tu maldito cinismo, el hecho de que matarías a tu madre por el precio correcto, quizá esté enfermo, pero así es  como me gustas, y te puedo jurar que eso no lo tendrás con ese rubiecito idiota con el que te acuestas.

- Eras mi mejor amigo... así que te debo esto. - dijo Brad con gesto gélido se acercó al rostro de Sian. Sin cerrar los ojos unió sus labios a los de Daniel. El pelirrojo cerró los ojos y se dejó llevar por el momento, sabía que esa era su última oportunidad. Se dejó llevar por la sensación y se olvidó de la punzante hoja que cortaba su garganta mientras intentaba profundizar el beso abriéndose paso entre los labios suaves de Brad. Pensó que no había nada mejor que eso y que bien valía la pena la herida si podía tener al menos por unos instantes a Brad tan cerca como siempre había soñado. Las manos de Daniel recorrieron la insinuante espalda de Brad y se perdieron debajo de la ajustada camiseta que el moreno llevaba puesta esa tarde. Brad entreabrió los labios dejando paso a la inquieta lengua de su mejor amigo. Estaría mintiéndose a sí mismo si hubiera pensado siquiera que no era agradable y que Daniel no era hermoso, lo suficiente como para despertar en él el deseo. Pero no por ello bajo la guardia. Notó cuando una de las manos de Sian se separó de su espalda y le sintió buscar algo, sabía que Sian no dejaría las cosas de ese modo. Lo dejó hacer, le permitió tomar el cuchillo que descansaba en el suelo húmedo y dejó que Sian intentara herirle en la espalda. Pero no esperaba que Sian simplemente haría una cortada superficial, aunque lo bastante profunda para dejarle cicatriz.

- Quiero que tengas un recuerdo mío, que cuando él te toque aquí no dejes de pensar en mí. - dijo Sian recorriendo con sus dedos la herida recién abierta -Ahora mátame porque si no lo haces yo lo mataré a él y a ti si intentaras detenerme. - dijo Sian aferrando la mano con la que Brad sostenía el cuchillo en su garganta.

- Está bien... que haya paz amigo. - dijo Brad, le miró a los ojos y supo que Daniel le entregaba su vida.

- Que haya paz... y que dios confunda a tus enemigos. - dijo Daniel. La afilada hoja del cuchillo se abrió paso en la suave carne, cortó hasta la traquea, sin violencia, sin demostraciones de fuerza, sin resistencia, solo cortó, las manos de Daniel ciñeron la cintura de Brad y le dedicó una última sonrisa. Se dijo a sí mismo que no había mejor forma de morir, al menos una vez había sentido lo que era estar así en esos brazos, había conocido el sabor de los labios del hombre que le había robado mil y una noches de sueño y que le rompía el corazón cada vez que le miraba con esos ojos fríos e inexpresivos, con sus comentarios infames sobre el amor, con su increíble facilidad para decir algo hiriente pero que se lo había ganado con esa aplastante sinceridad con que hacia todo en la vida.  Habría querido decirle que lo amaba pero no pudo, la hoja del cuchillo había llegado muy dentro y se ahogaba con su propia sangre. No tenía miedo de morir, pero habría querido decirle todo lo que sentía, todo lo que su helada personalidad despertaba en él. Hielo y fuego, así los llamaba Yuriko en los días en que los entrenó para ser asesinos. Y en ese instante, mientras se desangraba en brazos de Brad, supo que ella tenía razón. Pero Brad en realidad era fuego y hielo en sí mismo, como un volcán encerrado en el hielo, porque debajo de toda esa coraza se encontraba un ser apasionado, un ser que no había llegado a conocer y que habría amado de la misma manera que al frío Brad si se lo hubieran permitido. Pero el tiempo se le acababa.  Sintió como la vida se le escapaba, sintió que en su garganta algo se partía, el dolor era insoportable.  Un estertor se apoderó de su pecho y supo que vivía sus últimos instantes.

- Basta Daniel... es mejor acabar con esto. - dijo Brad. Con suavidad le tomó las manos y se las cruzó  sobre el pecho bañado en sangre. Lo dejó en el suelo y con ambas manos aferro el cuchillo con que había degollado a su mejor amigo. Los instantes de agonía de Daniel le parecían eternos y quiso acabar con su sufrimiento, así que le clavo el cuchillo justo en medio del corazón. Daniel emitió un extraño quejido y luego cerro los ojos, en sus labios cubiertos con su propia sangre podía verse una suave sonrisa. - Ella siempre dijo que acabaríamos matándonos... por una vez en la vida hubiera querido que Karma se equivocara. - dijo Brad, su inexpresivo rostro se mantuvo inmutable, sin embargo se sentía roto por dentro, no había creído que sería tan difícil hacerlo. No había querido creer jamás que Karma había tenido razón cuando le dijo que lo que Sian sentía por él iba más allá de un simple cariño de amigos, casi de hermanos.

 

Dejó el cuerpo de Daniel en el suelo, tomó su cuchillo y se acercó a uno de los cadáveres, limpió la sangre de Daniel y entonces se alejó, no tenía nada más que hacer ahí. Se preguntó si podría volver a ser el de antes después de haber matado a su mejor amigo.

 

Caminó lentamente hasta su motocicleta, le dolía la herida que Sian le había inflingido, pero se dijo que no podía permanecer ahí por mucho tiempo, había estado ahí demasiado tiempo ya y tenía que alejarse lo  más rápido posible.  No podía permitir que se le vinculara con aquello. 

 

Tenía que volver a sus dominios y tenía que hacerlo rápido, no era saludable estar tanto tiempo lejos.

 

Se subió a la moto sintiendo que la sangre tibia le bañaba la cadera, Sian sabía donde y como cortar, así que no le sorprendió que aquello no doliera tanto pero fuera aparatoso. No podía volver así nada más, así que antes de regresar hizo una escala en la florería de la vieja Marie, tenía que suturarse la herida.

- Vaya, hace tiempo que no nos veíamos.  - dijo Marie cuando lo vio aparecer en la parte posterior de la tienda.

- ¿Qué hay de nuevo abuela?

- No mucho, solo que tengo al todopoderoso Ashriel aquí, ¿te descuidaste?

- Algo así. Vamos, haz lo tuyo que tengo que salir de la ciudad.

- ¿Te siguen?

- No. Pero tengo asuntos que resolver fuera.

- Así que Sian perdió, lástima era un buen tipo.

- Ja, todos somos buenos tipos cuando estamos muertos.

-  Tienes razón, y Sian solo será un buen tipo muerto.  Igual tú. Ustedes son los desgraciados más grandes que el mundo haya conocido, tú en especial.

- Vieja, yo solo hago lo que mejor sé hacer.

- Como todo el mundo, pero ¿sabes? Eso no es consuelo cuando llegas a viejo.

- Nunca he considerado la posibilidad de llegar a viejo, pero te agradezco el consejo. - dijo Brad descubriéndose la espalda.

- Chico, ¿estás seguro de que Sian iba en serio? Esto más me parece una marca de amantes que una herida de pelea.

- Guárdate tus comentarios y haz lo necesario para que deje de sangrar. - dijo Brad algo molesto. Soportaba a Marie porque había sido una buena amiga de Karma, pero de eso a soportarle algo semejante...

 

La anciana se apresuró a suturar la herida, tuvo que darle once puntos.

- Te va a quedar cicatriz. - dijo la mujer, Brad solo sonrió pensando que eso era justo lo que Daniel pretendía cuando lo cortó.

 

Se dirigió a su departamento en cuanto le fue posible. Necesitaba darse un baño y descansar, la pelea con Daniel no había sido nada fácil y ya deseaba volver a ver a Anthony.

 

Se metió a la ducha pensando solo en relajarse. Escuchó sonar el teléfono sin preocuparse siquiera de que pudiera ser algo importante. En realidad nada le parecía importante en ese momento. Se encontraba de pie bajo el chorro de la regadera dejando que el agua recorriera su piel desnuda, la herida le dolía bastante. Pero no podía sacar de su cabeza lo sucedido con Daniel. Estaba preparado para pelear con él, estaba preparado para matarlo inclusive, pero no estaba preparado para que su mejor amigo le confiara su corazón antes de morir en sus manos.  Aquello lo había sacado del delicado balance que había logrado encontrar después de haber compartido sus secretos con Anthony. Tuvo miedo de ir a buscar a Anthony, miedo de que se le escapara entre los dedos como Evan, como el propio Daniel. Pero se dijo que esa sería la única oportunidad que tendría con el rubio. Después de todo, el chico le había confesado que lo amaba, no tenía que preocuparse de que él se alejara ¿o sí?

 

Decidió no pensar más en el asunto y esperar a ver a Anthony para evaluar la situación, después de todo él era Brad Orbach, un tipo con más mente que corazón, así que al final de cuentas saldría adelante con aquello como con todo lo demás en su vida.

 

Se sintió estúpido, ¿es que siempre terminaría sintiéndose así? Recordó lo arrepentido que estuvo al día siguiente de su boda con Eve, lo mal que se sintió cuando Evan le confrontó y la forma cruel y despótica en que trató al chico y el consecuente odio del que por un tiempo fuera su mejor amigo. Ante todo esto, el único que estuvo presente fue Daniel, soportando su mal humor, sus arranques de celos cuando veía a Evan con su esposa, las noches sin dormir bebiendo con él, riéndose de estupideces, solo Daniel estuvo ahí... y él lo había matado apenas unas horas antes.

 

Seco su cuerpo con una suave toalla, se vistió con calma y se sentó en la cama. Se sentía raro. Quería llorar, pero era como si en sus ojos no quedase lagrima alguna que derramar, como si todas se hubieran secada hacia ya tiempo. Pensó en Anthony y pensó en la clase de vida que le esperaba junto a él. Sí, sería bueno para sí mismo, pero ¿qué pasaría con ese frágil rubio que le esperaba en casa? ¿acaso él soportaría la angustia de no saber si iba a regresar vivo o muerto?

 

La respuesta era un claro no. Y pensó que si quería seguir con Anthony tendría que dejar en el pasado a Ashriel y volver a ser una persona normal, pero ¿él podría hacerlo? Se dijo que tendría que hacerlo, se lo debía a Anthony.

 

El teléfono no dejaba de sonar. Cansado de ello, se levantó de la cama y desconectó el infernal aparato. No tenía ninguna intención de hablar con nadie. Se tiró en la cama. Estaba cansado y sangrando, le importó poco manchar las sábanas, le importaba poco todo, quería ir y reunirse con Anthony, abrazarlo, ¿y por qué no? Decirle que lo amaba.  Se había dado cuenta hacia tiempo de sus sentimientos por ese rubio. Lo que en un principio había sido simplemente necesidad de compañía y ánimo de posesión, se había ido transformando en amor.  Dada su naturaleza pragmática pensó que podría desechar ese sentimiento sin prescindir del rubio. Pero le había sido imposible. Anthony se le había metido tan dentro que le era imposible arrancarlo de su corazón. Y eso le molestaba al principio, pero cuando descubrió que al enamorarse de Anthony había encontrado una razón para volver a casa cada día, se sintió tranquilo. Hacia tiempo que no tenía una razón para levantarse ni para regresar a casa después de hacer su trabajo. Y creyó que eso no podía ser malo, aunque sí peligroso, en su experiencia, fijarse demasiado en alguien era ponerle un gran blanco en la frente y gritar a los cuatro vientos, esto es lo que me duele.

 

Cayó la noche y Brad no pudo dormir pensando en lo que debía hacer. Sabía que iba a ser perfectamente posible dejar de ser Ashriel, por eso se había ocupado de mantener su vida como Brad Orbach, para si algún día tenía que retirarse hacerlo con elegancia. Siempre había sabido que esa vida no podía durar para siempre, o lo mataban o se retiraba a tiempo. Así que el momento había llegado. Tenía que trazar un muy buen plan y hacer algunos tratos, cobrar algunos favores, hacer algunos más, pero sabía que podría salir de ese enredo.

 

Al día siguiente se comunicó con su armero, Shark, el pelirrojo lo miró con una sonrisa franca cuando entró en el pequeño local.

-¡Maldición! Sabia que ese carnicero  no iba a poder contigo viejo, tú si que eres un artista. - dijo Shark sonriendo todavía.

- ¿Qué hay? - dijo Brad con una sonrisa de medio lado.

- No mucho, hay alguien limpiando  las calles.

- ¿Los italianos?

- No, a esos ya los mataron. - dijo Shark en voz baja. - No se sabe mucho de esos tipos pero sí se sabe que esperan al sobreviviente del enfrentamiento entre Sian y tú.

- Ja¡ supongo que esperan para matar o contratar al que sobreviva, pero les tengo malas noticias, yo me retiro después de esto.

- ¿Es en serio Ashriel? - dijo Shark con incredulidad,

- Sí, me estoy haciendo viejo en esto y la verdad es que ahora que todo está cambiando de manos no creo que haya mucho espacio para mí. La verdad es que estoy harto Shark. Tal vez sea tiempo de tener una vida normal.

- Es una lástima, tú siempre has sido el mejor.

- Ja¡ lo dices porque siempre he sido tu mejor cliente. Da igual, no voy a hacerlo más, ya he hecho demasiado.

- Así que te dolió matar a Sian.

- No sé. Solo sé que ya estoy harto de esto. Además, sí borraron a los italianos es obvio que tienen a sus propios asesinos y yo no les hago falta, así que lo más seguro es que me estén buscando para matarme. - dijo Brad metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón. - Lo mejor seré desaparecer un tiempo y cuando se hayan enfriado las cosas, tal vez regrese para averiguar en que paró todo esté lío.

- Viejo, no puedes irte así como así.

- Si que puedo y tan puedo que lo haré Shark.

- Como quieras viejo, pero creo que no te dejaran en paz tan fácilmente.

- Me las arreglaré para que no me encuentren. Además, solo queda una persona con vida que puede identificarme, y esa persona eres tú. - dijo Brad clavando su penetrante mirada en Shark.

- No estarás pensando en matarme, ¿o sí? - Brad se rió divertido.

- Claro que no idiota, sí quisiera matarte ya lo habría hecho y no estaría tan tranquilo hablando contigo. Lo único que quiero de ti es que pongas atención y me mantengas al tanto de todo lo que suceda hasta mi regreso, ¿lo entiendes'

- Si, lo entiendo, pero no veo como te va a ser útil todo eso.

- No importa si no lo entiendes, solo quiero que lo hagas, obviamente te pagaré por tus servicios, y ni una palabra de lo que hablamos a nadie, si preguntan solo vine a surtirme como de costumbre.

- Dalo por hecho, aunque dudo que crean que viniste solo a surtirte si planeas desaparecer.

- Shark, deja de pensar y haz lo que te digo, empaca algunas cosas para mi, cosas que solo yo compraría y me las das, con eso tienes resuelto el asunto de que no creerán que solo vine por suministros.

- Entonces dalo por hecho. - dijo Shark. Bajo el rostro y murmurando le dijo algo a Brad. - Viejo, creo que tu plan acaba de irse al demonio, ahí están dos de ellos. - Brad solo sonrió. Estaba preparado para un enfrentamiento, lo único que lamentaba era que la herida que le había causado Sian aún dolía.

-Lárgate de aquí antes de que te maten. - murmuró Brad al notar que los dos tipos corrían directamente hacia él. No conocía a ninguno de ellos, sintió la curiosidad propia de su oficio, ¿qué clase de asesinos se muestran así nada más frente al blanco? Aún siendo lo que eran, la mayor parte del gremio mantenía un cierto orgullo profesional y no era bien visto lanzarse en un lugar público a atacar a un blanco. Eso le hizo saber a Brad que esos tipos no eran gente como la que él acostumbraba a tratar. Se quedó quieto esperando, mientras Shark escapaba, después de todo, iban contra él, así que no tenía caso aplazar lo inevitable.

 

Los vio venir, y como un suspiro, se dejó ir contra ellos. Un par de cortes, un par de movimientos y se había deshecho de ellos. En cuanto vio el intercomunicador en el oído de uno de ellos supo que no estaban solos. Salió a la calle. Afuera estaba una camioneta, supo que no había mucho que hacer. Sonrió perversamente y camino hacia el hombre que bajaba en esos momentos de la camioneta.

- Ashriel, ¿cierto?- Brad solo le dirigió una inclinación de cabeza. - Eres difícil de encontrar, llevamos semanas tras de tu rastro y solo ahora te hemos encontrado. Con tu armero.

- Predecible, ¿cierto? Pero en mi oficio se necesitan armas de confianza, y solo con él consigo lo que me gusta.

- Siempre me habían dicho que nadie te iba a atrapar y yo me decidí a hacerlo, ahora te tengo muchacho.

- ¿Qué te hace pensar eso? Solo vine a mirar. - dijo Brad con una sonrisa malévola que sorprendió al hombre  que estaba frente a él. El hombre recobró muy rápido la compostura, se dijo que no podía esperarse menos de Ashriel, el llamado ángel de la muerte.  

- No creo que hayas venido solo a mirar, todo el mundo dice que nadie que te haya visto una vez vive para contarle al mundo como eres.

- Y es cierto, solo que según veo tu tienes intenciones de seguir con vida, ¿no es cierto? Así que dime, ¿qué es lo que quieres de mí y quién demonios eres? - el hombre se rió, con lo que la cicatriz en su mejilla se acentuó aún más.

- Siempre al punto, bien, eso me agrada muchacho. La gente con la que trabajo me llama Derek Finneman, pero cuando era un crío como tú me hacia llamar Omega 13. ¿Alguna otra pregunta?

- Así que eres Omega 13... vaya, diría que es un gusto, pero estaría mintiendo, aunque eso no responde del todo a mi pregunta.

-cierto. Verás... yo ya estoy viejo y la organización necesita a alguien que haga el trabajo que pronto no podré hacer, ¿entiendes?

- Básicamente me ofreces tomar tu lugar en una organización que no tengo idea ni de cómo se llama ni a que se dedica, ¿por qué crees que aceptaría?

- Fácil, muchacho, ellos no son como el resto de la gente para la que has trabajado, y no saben el significado de la palabra no.

- Eso me importa un cuerno, voy a retirarme y eso esta decidido.

-Ellos no te dejarán, como a mí no me dejaron. - Brad miró a ese hombre, fue un chispazo en su mente, un recuerdo.

- No todos somos como tú. Yo no dejaré mi vida atrás como tú lo hiciste. Yo no dejaría que mi hijo se convirtiera en esto que soy solo para mantener mi cabeza en su sitio. - dijo Brad con una sonrisa cruel. - ¿Creíste que no me daría cuenta? Debes creer que soy muy idiota. Y yo creyendo todo este tiempo que deshonraba tu memoria siendo lo que soy, ¡vaya idiota! ¿no lo crees así padre? - dijo Brad, se dio media vuelta y estaba dispuesto a irse cuando sintió que era sujetado por el brazo.

- No te vayas Brad.

- ¿Por qué? No me interesa tu oferta, no me interesa nada que venga de ti, ¿entiendes? Tú decidiste abandonarme a mi suerte y aquí tienes las consecuencias. Yo sí tengo deseos de seguir con mi vida, ¿sabes?- dijo Brad deshaciéndose del agarre de su padre.

- Y por eso es que te pido que aceptes, ellos te ayudaran a salir de esta porquería, como me ayudaron a mí.

- Bah! Deja de decir tonterías, si eres en verdad Omega 13, eres peor de lo que yo he sido y eso no es ningún consuelo. Tengo que seguir con mi vida y no voy a terminar así, no quiero ser un viejo amargado, ¿entiendes? No, no creo que entiendas lo que yo quiero, para hacerlo, tendrías que saber todo lo que pasé por tu culpa, por culpa de ese imbécil de tu primo y no lo sabes ¡por qué te largaste de mi vida haciéndome creer que estabas muerto! Por mi puedes irte al infierno Julien Orbach, por mí puedes morirte ya mismo porque no me importa lo que hagas, solo mantente lejos de mí.

-Eso es imposible... tú sabes que no. Ellos te quieren y te tendrán. Además no puedes rehusarte. Esto será mejor de lo que tú crees, ellos no son criminales.

- ¿Ah no? ¿Y entonces que son? ¿Hermanas de la caridad? Vete al diablo Julien, vete al diablo con tu maldita organización.

- ¡Deja de comportarte como un niño caprichoso y escucha lo que tengo que decirte Bradley! - dijo Julien.

- No me llames por mi nombre, para ti soy Ashriel... en especial porque vas a hablarme de negocios. - dijo Brad adoptando una gélida expresión. A Julien le asustó la forma que tenía de mirar, no era nada parecida a aquella mirada ingenua y amable que solía tener Brad de niño, no aquella mirada era en extremo dura y cruel. - Así que explícame en que consiste tu oferta. - dijo Brad, la forma en que lo miró y el tono de su voz, no dejaron lugar a duda, Brad no pretendía un acercamiento de ningún tipo, solo negocios.

- La organización a la que pertenezco es una sección de la Agencia, sí del gobierno, por eso están tan interesados en ti. Lo de limpiar la ciudad no fue sino una demostración de fuerza, querían enseñarte de lo que son capaces. Básicamente harías lo mismo que haces ahora, con la diferencia de que nadie podría hacer nada contra ti. Ellos te protegerán en todo momento. Tendrás una vida tan normal como la de cualquier otra persona, solo que cuando te llamen tendrás que presentarte de inmediato. Se te asignará un compañero de equipo, trabajaran juntos en todas las misiones que se les asignen. Yo estoy a cargo. ¿Alguna pregunta?

- ¿Qué gano yo con eso? Porque no esperarán que yo trabaje por nada, ¿o sí?- dijo Brad con su sonrisa más burlona - Verás Omega 13, yo estoy retirado, al menos lo estoy desde que maté a Sian. Y para aclarar algo, jamás trabajaré para nadie, soy agente libre y trabajo solo. - dijo Brad.

- Al menos piénsalo.

- Bien, lo pensaré... claro que prometer no empobrece. Cuando tenga mi respuesta te encontraré... a ti o a quien esté a cargo entonces. - dijo Brad. Se alejó rumbo a donde estaba su motocicleta sinsabor que la organización para la que trabajaba su padre le tenía preparada una gran sorpresa.

 

 

Notas finales: Hola a todos, espero que este cap les guste, me tarde un poquitin , pero al fin está listo, nos leemos pronto, bye¡¡¡

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