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Volviendo a enamorarte por LuuOkita

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Notas del capitulo:

Último capítulo de este fanfic! espero que lo disfruten :3

Habían pasado tres meses desde que Sherlock había vuelto a su vida y todo prácticamente era igual, seguían ayudando a la policía pero de una forma algo más privada. No salía de casa sin un gorro que tapase su cabello, ahora algo más largo volviendo a rizarse.

 

-¿Sherlock? -Preguntó al entrar al piso sin oír nada explotando o cosas así.- ¿Sherlock dónde estás? -Preguntó una vez más mientras dejaba las bolsas de la compra en la mesa de la cocina, al lado de las múltiples probetas que el otro tenía allí.

 

Su corazón latió más despacio cuando recibió una respuesta desde el baño seguido de una retahíla sobre lo poco que confiaba en él y es que después de haberle perdido una vez, otra seria demasiado fuerte como para soportarlo.  Se dejó caer en el sofá, viendo que el ordenador de Sherlock estaba encendido, con el correo abierto y como pidiéndole que echara un vistazo, no pasaría nada...Miró de nuevo al baño, aún seguiría duchándose, era algo en lo que sí gastaba mucho tiempo.

 

No había nada realmente interesante más que gente pidiéndole ayuda, aunque hubo un correo que sin duda destacaba entre los demás que aún no había leído.

 

Espero que lo estés pasando bien, mientras puedas.

Ya sabes lo de esta noche en el mismo sitio de siempre.

No tardes.

JM

 

Ladeó la cabeza bastante sorprendido. ¿JM? ¿Jim Moriarty? Eso le parecía claro, pero él se había suicidado en la azotea, eso le había dicho Sherlock...Abrió todos los correos enviados por ese nombre, había muchísimos incluso del tiempo que el detective estuvo "muerto". Los abría y todos ponían lo mismo, una y otra vez, aunque uno de los primeros era diferente, tenía una dirección.

 

Cogió el teléfono y copió la dirección en una nota, cuando casi se le cae de las manos al oír que el agua había dejado de correr. Sherlock había terminado y no tardía ni cinco segundos en aparecer, actuando más rápido de lo que puso pensar lo dejó todo como estaba, haciendo que contestaba a algún mensaje.

 

-¿Trajiste leche? -Preguntó secándose el cabello con una toalla mientras lo miraba ladeando la cabeza. Rostro ligeramente sudoroso, dedos temblorosos, parpadea demasiado y evita la mirada.- ¿Qué ocurre?

 

-No es nada Sherlock -Dijo negando con la cabeza y se puso en pie para ir a colocar las cosas, evitando dejarlas cerca de algunas partes humanas que no deberían estar allí.- Es solo qué esta noche tengo turno de noche.

 

-¿Otra vez? -Hizo una mueca de desagrado bufando tras inflar las mejillas y se acercó a él, abrazándolo por la espalda con un leve suspiro.- Deberías quejarte de que duermes mal y luego no cumples con tus deberes

 

-Sherlock, sería al revés -Se ríe levemente, girándose para abrazarlo con fuerza, besando sus cabellos, era como un niño grande y era su niño.

Serían poco más de las diez cuando John ya estaba preparado y con una mochila en la que llevaba las cosas del trabajo, pero no era eso lo que pretendía hacer. Salió tomando el mismo camino de siempre, pero la dirección que le indicó al taxista fue diferente.

Tras treinta minutos de conducir se paró delante de una calle, pero no siguió.

 

-Solo le llevaré hasta aquí el resto debe hacerlo usted solo, no sabe lo peligroso que es ese barrio de noche -Le dijo mirándolo por el espejo retrovisor con el ceño fruncido.

 

Iba a quejarse pero no tenía tiempo, debía entrar a aquel lugar antes que Sherlock. Se bajó y le pagó, volviendo a mirar la dirección, aún le quedaba por caminar un poco y cada paso que daba menos le gustaba aquel lugar, era el barrio más problemático y marginal de todo Londres...

 

 

-¿¡Dónde demonios está!? -Gritaba una voz un tanto chillona y quizás molesta, de la cual era dueño nada más y nada menos que Jim Moriarty, asesor criminal. Vestía de traje, y caminaba entre un montón de hombres que se preparaban para combates ilegales en un local de mala muerte.- O le encontráis o os desollaré muy despacio -Amenazó con una sonrisa algo sádica a dos de sus cinco guarda espaldas que no tardaron en asentir e ir en busca de su luchador estrella.

 

Entró al local, quitándose el gorro y la chaqueta, con una camiseta de tirantes blanca y unos vaqueros oscuros allí estaba Sherlock Holmes, vendándose las manos preparado para luchar. No le gustaba, pero era la única forma de mantener a John a salvo, pues Moriarty no es tonto y tardó apenas unos días en darse cuenta de que en realidad él estaba vivo también.

Pasó por unos vestuarios y luego llegó a algo parecido a un ring de boxeo maltrecho donde estaban el resto de luchadores de esa noche y ese maldito sádico, que al verlo sonrió con levedad.

 

-Has tardado -Fue todo lo que dijo sonriendo de lado y se cruzó de brazos, avisando de que ya podían dejar entrar al público.

 

 

John estaba confuso, había llegado a una especie de cola para un local de combates ilegales. ¿Qué demonios haría Sherlock allí ¿A lo mejor investigaba un caso peligroso? Ladeó la cabeza confuso, comprando una entrada, la miró y cuando las puertas se abrieron entró empujado por el público a aquel sitio, que parecía más bien un corral. Oscuro, con una triste bombilla colgando del techo, el público debía permanecer de pie a la misma altura a la que iban a pelear.

 

Se quedó en primera fila, si es que eran filas, le habían empujado contra las verjas del ring prácticamente y levantó la mirada muy sorprendido, no podía ser cierto, entre los gritos del público oyó la voz de Jim Moriarty anunciando que el combate iba a empezar. ¿Dónde demonios estaba Sherlock?

 

 

El moreno estaba algo intranquilo, John llevaba muchos turnos trabajando de noche por lo que no era justo que tuviese otro turno más, pero aún así sabía que algo estaba mal. Cerró los ojos y respiró hondo, encaminándose luego a la zona de lucha, poniéndose en una postura defensiva, mirando a su adversario. Otro extranjero, ruso seguramente, pensando que en su país las cosas le irían mejor cuando en realidad había terminado allí, casi como un esclavo que trata de pagar sus deudas sin posibilidad de hacerlo nunca.

 

-¡Sherlock! -Exclamó John, en un grito prácticamente imperceptible debido a la gran cantidad de gente que había gritando a los luchadores, pero uno de ellos sí que le escuchó y es que estuviese a punto de luchar o no, no había dejado de observar a su alrededor. El rubio se llevó las manos a la boca muy sorprendido, negando varias con la cabeza.

 

-John...no John...vete aquí -Dijo en un murmullo, mirándolo a los ojos olvidándose de lo demás. Fue entonces cuando recibió un puñetazo entre el ojo y la sien, tumbándolo en el suelo.

 

Trató de levantarse a duras penas, cuando recibió una patada en los costados, dejándolo boca arriba totalmente expuesto a más golpes, pero esta vez si se pudo levantar, agarrándolo de la nuca y dio un rodillazo a su esternón, le había dejado sin respiración al menos unos segundos.

 

Parpadeó sintiendo la sangre bajar cálida por su rostro, pero le dio igual y se acercó a John, mirándolo a los ojos.

 

-Sal de aquí, ahora -Ordenó mirándolo a los ojos fijamente y dio un golpe a la reja, pero el rubio no se movió seguía quieto mirándolo con los ojos llenos de lágrimas y temblando.- ¡Sal de aquí! -Le gritó volviendo a dar golpes a la reja.

 

Iba a decirle que no le dejaría solo cuando aquel hombre enorme se volvió a lanzar contra el moreno, quedándose sentando sobre él y le volvió a dar puñetazos en el rostro a placer, hasta que John no pudo más y saltó la verja, dando una patada a la cara del tipo que le echó hacia atrás boca arriba contra el duro suelo. Miró al moreno, no había tiempo para hablar o discutir, por lo que agarró su mano con fuerza y echó a correr sin mirar atrás tratando de huir de aquel lugar.

 

-¡Huye! -Gritó entonces el moreno soltándose de su agarre, dejando que los gorilas que trabajaban vigilándolo le atrapasen.- ¡Vete de aquí! -Volvió a gritar, viendo él seguía allí parado.

 

-Oh, la parejita reunida de nuevo, qué dèjá vu -Se oyó entonces la aguda voz del asesor criminal que tras sonreír de forma cínica miró al militar, aún parado allí, clavado en el suelo.

 

Había perdido a Sherlock una vez por su culpa y esta vez parecía que iba a suceder lo mismo, pero no se lo permitiría. Se acercó a pasos rápidos pero firmes y los hombres que sujetaban a Holmes se miraron entre sí, atentos a lo que haría. De su bolsillo interno de la chaqueta sacó su pistola, disparando sin dudar al corazón de Moriarty, viéndolo caer con una mueca de dolor mientras se desangraba.

 

El moreno no supo reaccionar, ahora ya libre lo miró claramente sorprendido cuando sintió que volvía agarrar su mano, echando a correr de nuevo. Muerto el perro se acaba la rabia.

Corrieron minutos en silencio hasta volver a las calles que estaban cercas de su hogar, al cruzar el umbral de la puerta el doctor le abrazó con fuerza. Era un abrazo cálido, lleno de necesidad y de ternura que el detective no tardó en corresponder escondiendo el rostro en su cuello.

 

No hacía falta decir nada al respecto, porque ellos dos eran el equipo perfecto. 


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