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Do you really want to hurt me? por Kitana

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Notas del capitulo: Milo va a descubrir las bondades del toro? Ummm no sé ojalá que si, sería interesante, no creen? Cyberia, en respuesta a tu pregunta SagaxKanon hasta que me sangren los dedos de escribir¡¡¡¡
 

Habían pasado ya tres semanas desde que Milo dejara el hospital. Había vuelto al trabajo, pero sin lugar a dudas no había sido el mismo desde entonces. Estaba, sí cabía, todavía más deprimido, sarcástico y callado que antes.  Apenas si salía de su departamento y pocas veces se le veía apartado de Saga, con lo que los rumores de que había lago entre ellos eran cada vez más fuertes.

Kanon se ponía como energúmeno cada vez que alguno de sus generales le preguntaba por su "hermoso cuñado". La única respuesta del dragón marino era un contundente golpe y un "déjate de estupideces" que lejos de desalentar a los curiosos, no hacía sino exacerbar su ya de por si gran curiosidad.

Milo había dejado de prestar atención a los rumores, pensaba que ya se olvidarían de ese asunto y no dejaba de pensar que Saga se libraría fácilmente de las habladurías si simplemente decía la verdad.

Al menos había resultado algo medianamente bueno de aquel incidente en el que Milo no quería ni pensar. Saorí por fin había accedido a que Saga se mudara definitivamente con Milo. Shion había tenido mucho que ver y Milo se lo agradecía aunque no lo demostrara.

Milo no se decidía a mencionar siquiera lo que había ocurrido entre él y Rhadamanthys. Saga había dejado de preguntar acerca de la identidad del agresor de Milo, se había dado cuenta de que, sin lugar a dudas, ese sería uno de los secretos que Milo pretendía llevarse a la tumba.

- Buenas insecto.- dijo Saga sentándose frente a Milo para desayunar. - ¿Me prestarías tu auto? Kanon llega hoy.- dijo Saga sin poder reprimir la enorme sonrisa que se dibujó en sus labios.

- Sí, pero con la condición de que quites esa cara de estúpido que tienes en este preciso momento.- le dijo Milo en tono burlón. Era extraño, a veces Milo parecía ser el mismo de antes, pero otras parecía ser una persona completamente distinta, demasiado oscura, demasiado hundida en la tristeza.  Sin embargo, eran como flashazos de algo que no se llegaba a concretar. - ¿Y a que hora llega esta vez?

- Su avión aterriza en una hora, esta vez no tendremos que esconderlo, le dieron vacaciones en el templo marino.

-Me alegro por ustedes... supongo. En fin. Toma el auto, solo no lo estrelles.

- No soy tan idiota insecto.

- Da igual. Tengo que ir al supermercado, no queda nada en el refrigerador y si Kanon esta por llegar...

- No deberías...

-¿No debería salir solo? - los labios de Milo se curvaron en una sonrisa burlona, un tanto dolida.  - Deja de preocuparte por mí, estoy bien y no soy una damisela en peligro, no me hace falta un salvador ni un guardaespaldas. Y hablo en serio, créeme no permitiría que me hicieran algo semejante de nuevo, antes me mato. - dijo Milo lleno de decisión. - Guárdate tu preocupación para algo que valga la pena, créeme, nadie me sorprenderá así de nuevo.

- Aún así... tal vez Afrodita quiera acompañarte.

-¡He dicho que no!- gritó Milo y golpeó la mesa con el puño.

-Cálmate, por sí no te has dado cuenta solo intento ayudarte.

- Lo sé... es solo que odio sentirme débil, y actitudes como la tuya hacen que me sienta débil. Por eso es que me niego a hablar con los otros, creí que tú entendías... eres como yo en muchos aspectos.

- El orgullo griego ha hablado. Esta bien, has lo que se te venga en gana, solo no te metas en líos y no hagas que me preocupe.

- Correcto... "santidad"- dijo Milo haciendo una burlona reverencia ante Saga que no pudo sino carcajearse con la actitud del escorpión. Lo vio salir del departamento enfundado en un cómodo pantalón tipo militar. Definitivamente Milo estaba mal... pero lo peor era que no tenía idea de cómo podía ayudarlo. Él y Kanon lo habían intentado todo sin conseguir nada más que evasivas y comentarios sarcásticos de Milo.

Tenían que pensar en algo realmente bueno para poder sacar a Milo de su profunda depresión y tenían que hacerlo rápido.  Parecía como si Milo se sumiera día a día un poco más en esa oscuridad que se asomaba cada vez con mayor frecuencia en su personalidad ya de por sí ácida y llena de recovecos oscuros.

Por su parte, Milo se dirigió al supermercado, iba, en sus palabras, ocupado en sus asuntos y sin meterse con nadie. No notó la mirada escrutadora que lo seguía a cierta distancia. Era Aldebarán, el brasileño había estrechado su vigilancia a raíz de la estancia de Milo en el hospital, estaba decidido a no dejarlo solo ni un segundo, estaba decidido a no permitir que nada ni nadie le hiciera daño de nuevo. No entendía muy bien lo que había ocurrido con Milo. Solo entendía que alguien se había atrevido a tocar a su más preciado tesoro y que cuando descubriera quien había sido le haría pagar con sangre el daño que Milo había sufrido. Se culpaba a sí mismo, si no hubiera estado tan furioso por haber descubierto a Milo en compañía de Shun, seguramente lo hubiera seguido de regreso a su departamento como solía hacer normalmente, y entonces hubiera impedido que ese desconocido hubiera tocado siquiera uno de los preciosos cabellos azules de Milo.

Milo seguía sumido en el repaso mental de lo que debía comprar. Aún estando así de distraído notó que alguien lo seguía. Con paso decidido y una mueca de fastidio campeando en su rostro se dirigió hacia donde el jovencito se encontraba observándolo, junto a él estaba Ikky.

- ¿Quién demonios te crees como para seguirme? - dijo el griego haciendo gala de rudeza.

- Es que yo...

- Es que nada, ¡maldita sea! ¿Es que no pueden entender que se me cuidar por mí mismo? ¡Con diez mil demonios!- dijo Milo hecho una furia. - ¡No necesito una puta niñera!

- Deja de gritarle a mi hermano.- intervino Ikky. - Discúlpate con él o tendré que obligarte a hacerlo.

- No me hagas reír, tendrías que volver a nacer para siquiera estar cerca de lograrlo. - dijo Milo con una sonrisa burlona.

- Por favor Ikky... basta.- dijo el jovencito aferrando el brazo de su hermano como sí la vida le fuera en ello.

- Está bien, solo déjame aclararte que ni él ni yo estamos siguiéndote porque nos caigas muy bien, estamos aquí porque Saorí lo ordenó.

- ¡Ja! Esa niña... - murmuró Milo.- ... Como sí me sirviera de algo tener a dos inútiles siguiéndome... ¡maldita mi suerte! Ustedes dos no podrían ni siquiera cuidarse a sí mismos, solo mírense, vestidos como un par de colegiales... y pensar que se supone que ustedes solos han salvado al mundo tantas veces. - dijo Milo imprimiendo un toque de sarcasmo e ironía a sus palabras que irritó en exceso a Ikky.

- ¡Escúchame bien desgraciado! - dijo Ikky alzando la voz.

- Ikky por favor... - pidió Shun, un poco molesto Ikky se quedó callado mientras Milo le miraba con la misma sonrisa burlona y altanera de siempre.

- Solo déjenme en paz, ¿quieren? - dijo Milo y se dio media vuelta.

- Pero Milo...

- Demonios... sé que me voy a arrepentir de esto, pero... puedes acompañarme, pero tu hermano se larga.- dijo señalando a Ikky.

- ¿Y piensas que con la reputación que tienes voy a dejar solo a Shun contigo? Debes estar loco.

- Escúchame grandísimo cretino, no cambio pañales, ni me meto en los asuntos de nadie, así que deja de actuar como una mamá gallina y deja que el chico viva su vida; y si no les gusta el trato, lárguense los dos. - dijo Milo seguro de que Ikky no dejaría a su hermanito en las garras del lobo feroz. Los vio intercambiar algunas frases, luego Ikky se marchó. Excelente, ahora tendré que lidiar con este fastidioso crío; pensó Milo desilusionado después de que su plan fallara, bueno, ya tendría oportunidad de perder al chico en algún lugar. No le apetecía tener que lidiar con la forma de ser del chico, le enfermaba tanta dulzura. Pero le enfermaban más las miradas del chico, no era nada feo, en realidad se podía decir que era atractivo con esa carita tierna y esos ojillos temerosos como los de un conejito. Pero él no tenía tiempo para cursilerías. No, tenía cosas mejores en que pensar, tenía que pensar en venganza.

Se encaminaron al supermercado. Milo caminaba a prisa, Shun apenas podía seguirle el paso sin tener que trotar ligeramente, definitivamente Milo estaba en mejor forma que él. Al fin alcanzaron el supermercado. Milo llevaba una enorme lista de compras. Milo intentó perder al peli verde en más de una ocasión, sin embargo, Shun se empeñó en continuar a  su lado.

Después de las compras, tomaron un taxi para regresar al departamento de Milo.

- ¿No piensas venir? - dijo Milo al notar que Shun se quedaba parado frente a la entrada mientras lo contemplaba entrar cargado de bolsas. Sun no pudo reprimir una sonrisa. Entró al departamento siguiendo a Milo. Escucharon música proveniente de una de las habitaciones. -Carajo... esta vez comenzaron temprano.- dijo Milo. - Ven, vamos a la cocina, será mejor que nos larguemos de inmediato. - añadió. Shun lo siguió. No pudo apartar la vista de ese hermoso hombre que estaba frente a sí. Aún llevaba vendadas las muñecas. Notó la pequeña cicatriz que Milo tenía en la oreja. - ¿Qué tanto miras? - dijo Milo con una mirada extrañada.

- Nada, nada.- dijo Shun sonrojándose.

- Era la cicatriz, ¿cierto? Ja, eso fue una estupidez. - murmuró Milo recordando como se había hecho esa cicatriz.

- ¿Cómo...?

- ¿Cómo me la hice? Eso no te lo pienso contar, solo digamos que es verdad que el león no es como lo pintan.- dijo Milo y sonrío de una forma que a Shun le pareció en extremo sensual. - Será mejor que nos vayamos, no quiero seguir escuchando. - dijo Milo con gesto de repulsión en sus labios. Tomó de la mesa de la cocina las llaves de su auto y se dirigió a la salida seguido por Shun. - Te llevaré a la mansión, no quiero que tu hermano piense que te he llevado a un lugar oscuro y apartado para hacerte gritar de pasión. - dijo Milo entre risas. El chiquillo solo se sonrojo, ¿cómo podía decir esas cosas con tanta naturalidad?

Milo lo hizo subir a su auto, era un auto sencillo, limpio en extremo, justo como el departamento en el que Milo vivía. El griego colocó un disco en el reproductor.

-¿Quién canta? -se atrevió a preguntar Shun.

- Julieta Venegas... Kanon me lo regaló. - dijo Milo. - Se oye bien, ¿no crees?

- Si, bastante bien.

- Yo te quiero con limón y sal, yo te quiero tal y como estas, no hace falta cambiarte nada... - comenzó a cantar Milo en voz baja. - Es mi favorita. - dijo sin poder evitar la sonrisa. Era extraño, no se sentía tan mal. Parecía que con el chiquillo se sentía relajado y tranquilo. Pero... ¿estaba él en posición de ilusionar al chico? Por supuesto que no. Él no era la clase de persona que ese chico se estaba creyendo, es más, él no era la clase de persona adecuada para nadie en ese momento.

No abrió la boca en el resto del camino a la mansión. Al fin llegaron. Milo se quedó en el auto mientras el jovencito le miraba con los ojos brillando de emoción, había conseguido arrancarle al griego un sí a una salida a comer para el día siguiente.

-¿Por qué demonios dije que sí? - se preguntó Milo estando ya solo en el auto. Se había metido de cabeza en un problema. Por una parte estaba el fastidioso hermano del muchacho, y por la otra el hecho de que en cuanto se supiera estaría en problemas, no solo por las consabidas burlas de Saga y Kanon, también porque el chico era la mascota favorita de su insípida diosa. - Soy un verdadero estúpido.- dijo Milo contemplando su reflejo en el espejo retrovisor.

Recordó que tenía que ir a la farmacia, recordó que había una cerca de la mansión y se dirigió hacia allá. Entró en la farmacia y solicitó los dos medicamentos que tenía en mente comprar. Aldebarán aún lo seguía, a pesar de sus celos, estaba decidido a no volver a dejarlo solo.

Milo iba enfrascado en sus pensamientos, ya era costumbre que no lo notara, pero repentinamente sintió que había alguien más detrás de él, supuso que debía ser de nuevo Shun.  Volvió sobre sus pasos con gesto molesto. Se acercó lo más rápido que pudo para evitarle a su vigilante escapar. Se llevó una tremenda sorpresa al toparse con un muy confundido Aldebarán.

- Así que tú también eres parte de la brigada de niñeras.- dijo Milo con una sonrisa retorcida muy propia de él. - ¿A ti con que te amenazó la bruja? - dijo Milo.- Oh vamos, no vas a decirme que estas aquí por el enorme placer de ser mi sombra. ¡Bah! Al menos lo has hecho mejor que esos dos chiquillos tontos, tardé más en descubrirte. En fin, voy a casa. Dile a la bruja que ya crecí y no necesito una niñera, en especial si es tan inútil como sus mascotas de bronce. - dijo Milo, no espero la respuesta de Aldebarán, se encaminó a su auto.  El brasileño lo miró. Al menos esta vez no había sido tan sardónico como era su costumbre. - Demonios, soy un imbécil al que no pueden dejar solo... un pedazo de idiota que se mete en más problemas de los que puede manejar, no sé en donde esconderme para dejar de causar lástima. - dijo Milo en un arranque de sinceridad.

-Vamos. No puede ser tan malo.- dijo simplemente Aldebarán.

- Solo yo sé que tan malo es, ¿de acuerdo?

- Si no te molesta puedo acompañarte a tu casa

- ¿A mí casa? Está bien, pero dime, ¿por qué?

- Porque sí, porque quiero hacerlo.

- Como quieras.- dijo Milo, metió las manos a los bolsillos. Aldebarán siguió a Milo en su auto, el griego iba recitando toda la letanía de maldiciones que se sabía, todas dirigidas a su querida diosa y a sus guardianes. Finalmente llegaron al edificio. Milo no tenía muchos deseos de subir, pero ¿qué más daba? En algún momento tendría que volver a su confinamiento. Estacionó el auto, se despidió de Aldebarán con la mano y entró a la carrera al edificio sin mirar atrás ni un momento.  Subió corriendo las escaleras, había sido demasiado para un solo día, se dijo. No debía desviarse del que era su objetivo.

Aún le faltaban detalles, insignificantes detalles que pulir... pero su plan de venganza estaba muy cerca de poder concretarse. La oportunidad se encontraba al alcance de la mano y no iba a desperdiciarla.

Se encerró de inmediato en su habitación. La música en el cuarto de Saga estaba a todo volumen, lo que solo podía indicar que él y Kanon estaban haciendo el amor.

Decidió que no escucharía semejante cosa. Se tomó untar de pastillas para dormir. Se levantó de la cama y fue al baño, abrió el anaquel y sacó a sus pequeñas salvadoras, solo le quedaban tres, bien, las tomaría todas. Estaba nervioso, tenso, necesitaba dormir, y para dormir sin problemas necesitaba de esas pastillas. Por fortuna Saga no se había dado cuenta de su nueva afición por las píldoras o le habría reprendido. Pero es que necesitaba que al menos por las noches, al momento de dormir, los recuerdos del infierno vivido a causa de Rhadamanthys se desvanecieran. No soportaba sentirse como un chiquillo asustado, no soportaba que le preguntaran la razón de su cada vez mayor aislamiento, que estuvieran pendientes de cada una de sus reacciones... estaba harto de sentirse observado y analizado.

No podía más con aquello. Tenía pensado pedir unas vacaciones o algo semejante para poder apartarse de todos. Necesitaba un tiempo a solas, además necesitaba madurar ciertas partes de su plan. Definitivamente necesitaba algo así como un retiro espiritual, lejos de las burlas y preocupación de sus compañeros.

Lo tenía decidido. Hablaría con su diosa y haría uso de esa última carta que se había guardado para un caso de emergencia. No había opción.

Se durmió el resto de la tarde, no tenía ánimos de otra cosa.

- De nuevo está dormido.- dijo Saga saliendo de la habitación de Milo.

- No sé... creo que ya es demasiado. - dijo Kanon. - Tenemos que hacer algo.

- Estoy de acuerdo contigo, pero ¿qué podemos hacer? Él se niega a mencionar siquiera lo que le sucedió, no me ha insinuado siquiera quien le hizo aquello. Por más que lo intento no logro pensar en un posible candidato.

- Verás, no es que a mi me guste intrigar... pero yo pienso que pudo ser Aldebarán.

- Estás loco Kanon, él no se atrevería a hacer algo así, sin mencionar que Milo no seguiría viéndolo con la misma indiferencia de siempre.

- Aún así... no me parece nada normal que lo hayas pescado espiando al insecto.

- Lo sé, al toro le interesa el insectito en serio y... él no se ha dado cuenta, en fin, lo que trato de decir es que Aldebarán solo esta preocupado por Milo.

- Como sea, a mi me parece que tenemos que tener más cuidado con él.

- Mejor cambiamos el tema, ¿no te parece? - dijo Saga al notar que Kanon definitivamente sospechaba de Aldebarán.

- ¿Y de que quieres hablar? - dijo Kanon sentándose en el sofá.  Saga se sentó a su lado, se le veía serio, el corazón de Kanon se estremeció cuando lo escuchó hablar.

- Creo que ya no podemos seguir así... - los puños de Kanon se crisparon imaginando que lo que venía a continuación no sería algo que él quisiera escuchar.

- Saga...

- No interrumpas por favor.

- Está bien, continúa.

- Verás yo... he estado pensando... y la verdad es que ya me cansé de estar así como estamos.

- ¿Qué quieres decir?

-Pues que ya no quiero esconderme. Es decir... que si tú no te opones... yo quiero decirles a todos que eres mi pareja...

- ¿Estás hablando en serio? Pero, ¿y tu diosa...?

- Si claro, mi diosa, me importa un reverendo carajo lo que ella piense. Además si decide enviarnos a Cabo Sunion, no me importaría siempre y cuando estemos juntos. - dijo Saga y extendió la mano para tocar el rostro de su hermano. - No sé si esta bien o no amarte, yo solo sé que te amo y no quiero que nada ni nadie me aparte de ti.

- Esto va a traernos más problemas... te harán volver a la mansión... ellos no te van a dejar en paz...

- ¿Y qué? No me importa soportar a esos pelmazos con tal de no separarme de ti. Ya no quiero esconderme. Eres todo lo que me importa Kanon... y quisiera pedirte algo más... quédate aquí conmigo...

- ¿Quieres que deje todo para venir aquí?

- Si... pero si no quieres hacerlo entonces yo me iré contigo.

- No seas idiota, claro que me quedo contigo... he querido quedarme desde la primera vez que vine a visitarte... - sus labios se unieron en un beso, Kanon aferró el rostro de su hermano entre sus manos pensando que no había nada en el mundo que lo hiciera dejarlo.

Notas finales: Hola hola , espero que les este gustando, dudascomentarios, sugerencias, y después de lo de la violación pues hasta mentadas porque no? se reciben ya sea por reviews o por mi correo amazing_kitana@hotmail.com, pasenlo bien, nos leemos el próximo sábado, bye bye¡¡¡

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