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COMO PERRO Y GATO por desire nemesis

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Vamos entonces—dijo Joseph tratando de terminar su intercambio de palabras con el fiscal. Seto se dispuso a seguirlo pensando que el otro se veía muy molesto.

 

¿Qué lo traería tan alterado?

 

Trabajaron en los autos de procesamiento y en las peticiones para el juez por dos horas en  los que Seto oyó los interrogatorios que dirigió el hábil Wheeler y que los llevó a otros peces gordos en el salón de audiovisuales de la jefatura hecho con el fin de filmar dichas entrevistas y usarlas como prueba además servían contra las demandas de abuso policial. El papeleo final les llevó hasta terminada la tarde.

 

Seto y Joey estaban terminando con la firma de los expedientes correspondientes al extenso caso cuando Honda se acercó al teniente.

 

¡Oye! Tu amiga May está aquí y quiere verte—le dijo y Joseph le agradeció.

 

Vuelvo en unos minutos—dijo a todos y se fue con cara de cansancio a otra parte del edificio. Seto se preguntó con algo de resquemor quién sería la susodicha.

 

¡No es muy profesional recibir visitas de tus novias en el trabajo!—exclamó Seto irritado.

 

El otro castaño sonrió y dijo—No creo que ella planeara venir—

 

Al rato apareció el rubio y dirigiéndose a Seto le dijo—Necesito hablar a solas contigo—Mordido por la curiosidad el otro lo siguió–Necesito que me hagas un favor—añadió y Kaiba le miró raro—Si, si, sé que no somos los mejores amigos pero esto es también trabajo. Tengo a alguien que puede darnos un dato importante de un escondite de narcos pero el testigo tiene ciertos problemas y quiere ciertos beneficios a cambio que solo tú puedes…--

 

Entiendo, entiendo. Sé de lo que hablas. Vamos a hablar con el sujeto—dijo el castaño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Etoooo. No es un sujeto—le dijo el ojos mieles.

 

Eso puedo verlo detective—dijo el asistente del fiscal general mirando a la rubia sentada en la mesa de la sala de interrogatorios desde la sala de audiovisuales. Por su vestimenta y su actitud desenvuelta el castaño podía adivinar a que se dedicaba.

 

Ella se llama May Valantine y está aquí por unos cargos de…--trató de explicar el policía cuando el otro le corto.

 

Seto levantó una mano para callarlo y dijo—Creo adivinar. Solo dime una cosa. ¿Ella es también dealer?—

 

No. ¿Importa?—preguntó sorprendido el joven oficial.

 

A mi sí—respondió el fiscal. No trataba nunca con ellos. Sentía que eran escoria que se aprovechaba de los más débiles—¿Es confiable?—preguntó luego.

 

May jamás me ha fallado. Si dice que su novio le dijo eso…--dijo el ojos mieles mirando a la pantalla como el otro.

 

¡Su proxeneta!—le corrigió con cierto tono asqueado Kaiba. Joey lo miró de nuevo.

 

No te agrada—le dijo el policía.

 

¿Por qué debería?—preguntó Seto ahora mirándolo y levantando una ceja.

 

Ella no es tan mala solo es que…--dijo Joey tratando de explicarla.

 

No me interesa. Quizás la conozcas desde hace unos años pero eso no te hace saber…--dijo Seto algo molesto con el otro porque intentara disculparla. Se suponía que el ojos mieles era incorruptible y que lo cegara una falda…

 

La conozco desde siempre. Nos criamos juntos. Ella era mi vecina. Prácticamente toda mi vida estuvo allí. Solo que ella tuvo mala suerte y yo no—dijo el ojos mieles con cierta tristeza en su voz mientras miraba la pantalla y entonces Seto pudo ver a través de él.

 

Y tú sientes culpa por haber sido más afortunado que ella—le dijo el castaño.

 

¡Tú no lo entenderías!—dijo el policía sin voltear a verlo. El ojos azules quiso replicar pero no debía así que calló. Ciertas cosas debían permanecer ocultas. --¿La ayudarás?—preguntó después Joseph.

 

Si lo que dice es cierto, si—respondió Seto y marchó rumbo a la sala.

 

Joey se quedó en audiovisuales con el técnico que monitoreaba las máquinas para ver que era lo que sucedía. Tal vez el genio del fiscal y su repulsión hacia las mujeres como su amiga hicieran que necesitaran su intervención.

 

¡Hola guapo! ¿Quién eres tú?—preguntó May ni bien Kaiba entró.

 

El fiscal que llevará el caso y que te dará algo a cambio si tu información es buena—anunció Seto sentándose y sacando una estilográfica y una libreta tamaño oficio de su maletín.

 

¿Uh, en serio?—preguntó ella de pronto con cara visiblemente preocupada.

 

Seto la miró por un instante, calibrándola. Mientras Joseph se levantaba de su asiento. Esa conversación sería difícil gracias al tono formal usado por el castaño. Mejor ir en su auxilio porque si no…

 

¡Tranquila! Una mujer tan guapa como usted seguro que ha lidiado con problemas más difíciles que este en el pasado—dijo el asistente del fiscal general con una sonrisa de un millón de dólares.

 

Parece que lo está manejando muy bien. ¿No es así?—preguntó el técnico al boquiabierto rubio. Le costaba asimilar que estaba viendo al filoso abogado portarse cortésmente con alguien. Mucho más tratandose de alguien con quien no parecía simpatizar.

 

Media hora después y tras mucha charla amable el castaño salió de allí con toda la información necesaria y habiendo prometido que los cargos contra ella serían retirados.

 

A mitad de un pasillo se encontró con Wheeler.

 

¿Qué fue eso?—preguntó el rubio e interiormente el ojos azules se alegró de que usara ese tono molesto.

 

¿Qué fue qué?—preguntó el otro como si no entendiera.

 

Eso que hiciste con May. ¿Ahora te gusta y quieres invitarla a salir?—preguntó enojado Joseph y a Seto le pareció que estaba celoso de ella. Tal vez le gustaba y eso le enfureció un poco.

 

¡No seas idiota! No iba a sacar nada de ella si estaba a la defensiva. Solo hice lo necesario—le explicó.

 

¡Claro! ¡Olvidaba que eres abogado!—dijo con desprecio por esa profesión Joey. Solo espero que no la molestes—dijo el ojos mieles. De alguna forma sentía que por el momento May era su responsabilidad.

 

¿Qué? ¿No quieres que molesten a tu nena?—preguntó sardónico Seto.

 

¡Cariño! Eres el mejor. Sabía que si alguien podía sacarme de esta eras tú—declaró la rubia que corrió a abrazar al policía.

 

Seto experimentó algo que nunca había sentido cuando oyó como lo llamaba y lo abrazó con tanta familiaridad.

 

No es nada. ¡Cuídate! ¿Si?—le dijo Wheeler.

 

Ella sin pensarlo dos veces lo besó y él la dejó hacerlo para enojo del castaño que no les quitaba la vista de encima.

 

Tú siempre tan galán. Por eso te quiero—le dijo May desde muy cerca y dejó de abrazarlo.

 

Y yo a ti—respondió Wheeler en voz baja y sonriéndole para sorpresa del otro que para entonces estaba de los nervios.

 

May saludó con la mano al fiscal y dijo un “nos vemos” antes de irse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Kaitou Minase era un pandillero que siempre quiso meterse en la yakuza para disfrutar de la gran vida de los criminales de esa organización. Cuando su primo le dijo que sabía de un trabajo donde dichos criminales buscaban mano de obra no lo pensó dos veces antes de presentarse bien dispuesto a colaborar y por eso había terminado ahí.

 

Lo encontraron con la mercancía y con un buen fajo de dinero en los bolsillos cosa que solo sirvió para hundirle. El defensor que el estado le proporcionó le dijo que aceptara un trato por tres años pero él no estaba dispuesto a pasar un día en la cárcel.

 

En un descuido tomó el arma de uno de los polis que le custodiaban y se dio a la fuga por los pasillos de la jefatura, pero en un lugar así era difícil escapar, claro.

 

Cuando dio vuelta en el pasillo y se encontró con un estirado trajeado no lo pensó dos veces y lo tomó como su rehén, apuntando a su cabeza con el 38.

 

¡Espera!—dijo un rubio que sacó su arma ni bien lo vio apuntarle al castaño--¿Qué piensas hacer? ¿Qué vas a hacer? ¡No seas tonto! ¡Deja eso ahí y suéltalo!—le dijo Wheeler al sujeto con cara de drogado que atrapaba el cuello del fiscal con un brazo mientras le apuntaba con el arma en la cabeza y lo usaba de escudo.

 

¿Qué piensas que hago, imbécil? ¿Jugar a la lotería? ¡Deja esa arma en el suelo o el estúpido este pagará el pato!—exclamó el criminal.

 

Seto estaba algo impresionado y molesto de estar en tal situación. No debió haber ido pero el impulso de tener una excusa para hablar con el perro fue más seductora de lo que supuso. Le gustaba verlo molesto y después de las tarjetas y su visita suponía que sería entretenido observarlo.

 

Pero jamás pensó que terminaría así.

 

¡No! ¡No voy a dejar mi arma! ¡Tú debes hacerlo! ¡Mira bien! Estás rodeado. Entrégate y mejorarás las cosas. De lo contrario…--le dijo Wheeler.

 

¿De lo contrario que?—escupió en el oído del fiscal el miserable.

 

Tú si que eres bueno para aplacar las cosas—dijo disgustado Seto al teniente. –Si sigues así lograrás que me mate—añadió.

 

¡Y tú! ¡Tú cállate, mequetrefe! ¿Qué eres? ¿Un abogado? ¡Odio a los abogados más que a los policías!—exclamó el tipo.

 

Te entiendo—dijo Joey al sujeto y Seto lo miró con cara de “no eches más leña al fuego”. –Pero él no es abogado—añadió y Seto puso cara de expectativa al igual que Kaitou.

 

¿Ah, no? ¿Y qué es?—preguntó el delincuente.

 

¡Es… es un fiolo!—respondió el rubio para desagrado de Seto. Era una venganza del otro. Eso de tratarlo de proxeneta era una jugada de muy mal gusto pensó.

 

¿Qué eres un fiolo? Pues te va bien, ¿No?—preguntó el tipo y Seto se puso rojo tanto que a Joseph le dio mucha gracia. Uno de los policías de al lado se movió y el delincuente se molestó. Kaiba, que se había contenido hasta ese momento porque no quería ser demasiado aparatoso frente a la policía, vio su oportunidad de sacarse al tipo de arriba y mientras este apuntaba hacia un lado y decía--¡Hey tú! No te muevas que…--lo agarró del brazo con el revolver y con una toma de karate lo catapultó por su espalda cayendo este al suelo boca arriba.

 

El delincuente por acto reflejo le apuntó de inmediato a la cabeza y le gritó--¡Que te jodan!—El fiscal pensó que dispararía y que era su último día en la tierra y entonces…

 

Wheeler se arrojó y trató de sacarle el arma. Mientras forcejeaban en el suelo el arma se disparó. Por un momento nadie supo que pasaba solo que de repente se habían detenido. Entonces el tipo empujó a Joseph y este se quedó sentado en el suelo. Una gran mancha roja se extendía en su estómago.

 

Seto vio rojo, como un toro de lidia enfurecido y cargó contra el delincuente asestándole una patada en la cabeza mientras se levantaba.

 

El criminal cayó inconsciente y los policías se arracimaron sobre él y sobre el oficial caído. Antes de desvanecerse el ojos mieles miró al castaño con unos ojos llenos de desconcierto.

Notas finales:

espero les gustara

espero su opinion ansiosamente

mata ne

 

^^


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