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COMO PERRO Y GATO por desire nemesis

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Se fue al pequeño cuarto que le había sido asignado por el dueño y se dedicó a deshacer la maleta. De allí sacó sus artículos de tocador y ropa que le había llevado Honda al hospital. Por último sacó su arma, su placa y sus documentos. Iba a colocar el arma bajo su almohada cuando se dio cuenta de algo.  Nadie sabía que estaba ahí, por lo tanto no había forma de que el “Neko” se enterara de donde estaba. Ahí estaría a salvo de su persecución implacable. Al menos mientras se recuperaba del todo y volvía al servicio, en unos días. Mientras tanto podría dormir como dios manda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Terminó de lavar los platos y secó la cocina. Pronto para tomar un baño se dirigió a su dormitorio. Por el camino pasó por en frente de la fotografía y la tomó entre sus manos. Acarició la cara de su hermano con la yema de uno de sus pulgares y se dijo que tal vez haber comentado aquello era un error, pero que no podía negar a su hermano. Dejó la foto en su lugar y entró a su cuarto.

 

Se bañó y al salir de la ducha se miró, después de muchos años, esa vieja cicatriz que una vez se hizo en uno de sus primeros robos. Era bastante grande y le tomaba un costado y parte de la barriga. No importaba si se la veían porque nadie le había visto hacérsela. Ventajas de trabajar solo.

 

Aunque no siempre había sido así, se recordó con dolor.

 

 

 

 

 

 

Tal vez por todas esas reminiscencias no durmió lo bien que debería. Soñó con aquel callejón, con las pisadas persiguiéndolo y el disparo. Éste lo despertó. Miró su reloj, eran las tres de la mañana.

 

 

 

 

 

Cuando se levantó, el otro se había ido. Fue a tomar un café con leche y se encontró con un plato de tostadas recién hechas. Esa costumbre de hacerlo todo en casa lo estaba matando. Más bien lo hacía sentirse un haragán pues él siempre compraba todo hecho.

 

El apartamento estaba muy prolijo y entrando al baño sintió el perfume a desinfectante y lavanda. ¿Tendría una señora de la limpieza o… limpiaría el mismo?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto volvió a eso de las ocho de la noche. La brisa fresca del atardecer lo acompañó desde la estación hasta su edificio pues había decidido no llevar el auto ese día. Entró al apartamento y recordando que alguien más había, después de tantos años, exclamó--¡Tadaima! (Estoy en casa) —

 

De pronto un olor asaltó sus fosas nasales y se dirigió a su cocina. El rubio estaba removiendo una olla sobre la estufa y miraba dentro con el ceño fruncido.

 

¡Hola!—dijo Kaiba.

 

¡Hola!—repitió Joey sin prestarle demasiada atención.

 

¿Qué haces?—preguntó el castaño.

 

¿Qué te parece que hago? Cocino—respondió el rubio mirándolo feo.

 

Si algo no aguantaba el ego del fiscal era que lo trataran de estúpido—Me refiero a qué cocinas—espetó con tono seco por lo que el otro entendió.

 

Recordando que el abogado era el dueño de casa y que le había tratado bien exclamó—Es algo que recuerdo de mis tiempos de universidad. ¿Sabes? Yo también solía cocinar—

 

Y decidiste cocinarme. ¡Que tierno!—espetó Seto con una sonrisita.

 

Incómodo el rubio dijo—Es mejor que morir a ensaladitas—

 

El otro no se ofendió pues la idea de que le cocinaran nunca se le había pasado por la cabeza y menos ese rudo policía que había jurado meterlo entre rejas. Era la ironía de la situación lo que le hacía sonreír, no la tierna escena.

 

¿Te gustaron las tostadas?—preguntó de pronto el fiscal acodándose en la barra y poniendo así su cara muy cerca de la del otro pues la estufa estaba en L con la barra.

 

El otro se lo quedó mirando un momento sorprendido de su repentina cercanía y luego asintiendo dijo—Si. Muchas gracias—

 

Sonriendo como un gato que se ha comido el canario Seto volteó y mientras iba a su cuarto dijo--¡Bien! Como hoy no tengo que cocinar me voy a dar un baño antes de la cena—

 

Joseph lo observaba. Era tan diferente de cuando estaba trabajando. Era como el día y la noche. Concluyó.

 

El castaño colgó su traje y corbata en el perchero y con un cambio en un brazo partió hacia el baño. Joseph miró inconscientemente hacia la puerta que se abría pues para ir al baño debía cruzarse el estar desde las habitaciones y pasar por enfrente de la kitchenette que tenía vista panorámica del living pues no tenía pared interna.

 

El ojos azules lucía su camisa desabotonada, bóxer blanco, medias y patuflas. A mitad de su camino se dio cuenta que era observado y lo miró, haciendo sentir al rubio muy avergonzado por lo que miró a la olla de nuevo.

 

Cuando oyó que la puerta del baño se cerraba miró en esa dirección. Se sentía incómodo. Pero no por algo que el otro hiciera. Se sentía así por lo que le había producido verlo a medio vestir.

 

Eso no era normal.

 

No podía serlo.

 

Pensó que lo acontecido con el Neko lo había cambiado y maldijo en silencio. La tristeza cruzó su rostro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Rato después Seto salió del baño con el pelo aún húmedo, una remera blanca grande y unos shorts azules de basket, se desperezó y dijo—Muy bien, comeré y me dormiré como un…--entonces vio la cena.

 

Era un ramen de cerdo, con narutos y patatas además de unos cuantos ingredientes desconocidos. Se acercó para verlo mejor. El olor era delicioso pero…

 

¿Qué le pusiste a esto?—preguntó.

 

La lista de ingredientes dio vuelta la sala.

 

¿Piensas matarme? Con tanta grasa no llegaré a los cuarenta—replicó Kaiba.

 

¿Para que te cuidas tanto?—preguntó molesto el ojos mieles pues se había esforzado en prepararle un festín y el otro le había vuelto la cara.

 

¡No para que, para quién!—replicó el ojos azules.

 

Pero dijiste…--trató de reclamar confuso el rubio.

 

Que no tenga pareja estable no significa que no tenga en vista una—le contestó el fiscal dándole de lleno con su lógica.

 

¿Entonces porque estoy aquí? Sinceramente espero no estar arruinando las cosas. Deberías estar pasando más tiempo con ella que conmigo—aseveró preocupado el joven.

 

¿Quien te asegura que es una chica?—preguntó el abogado con rostro algo crispado sorprendiendo a Joey que nunca se imaginó tal respuesta. –Estamos en el siglo XXI. Ya no es tiempo de caer en tales pensamientos—le reprendió Seto.

 

Etoooo, yoooo…--Joey estaba aún más incómodo pensando en que el otro era gay. Recordaba como lo miró hacía rato y lo que le había producido, pero más le importaba no dar la imagen errónea, sobre todo si el otro ya tenía una pareja pre concebida.

 

No te preocupes. Solo estoy jugando de nuevo contigo—aseveró el abogado sentándose a comer sin sonreír, pero evitando que el otro viera sus ojos.

 

¡Ya basta de jugar conmigo!—le increpó Wheeler. Estaba bien que fuera el dueño de casa, que se hubiera preocupado por él y todo eso, pero ser su juguete era algo que él no estaba dispuesto a aceptar.

 

Es que eres tan cabrón que no puedo resistirme—explicó el castaño para asombro de Joey.

 

Eres ya bastante grande para esto—le reprendió y luego comentó—Eres muy diferente que en el trabajo—

 

Los ojos azules se clavaron en él—El trabajo es trabajo. Si voy por ahí poniendo cara feliz y gastando bromas no llegaré muy lejos en mi tipo de empleo. ¿No crees?—Joseph tuvo que estar de acuerdo aunque no podía evitar que le chocara un poco tanto cambio. --¿Qué? ¿Acaso tú nunca te relajas?—preguntó luego.

 

Por supuesto pero… no tanto—respondió el rubio.

 

Haces mal. Cuando llegues a cuarenta parecerás de sesenta y te dará un infarto—le dijo el otro mientras terminaba su comida.

 

¿Y tú como sabes eso?—preguntó el policía.

 

Está en las estadísticas. 8 de cada 10 varones de entre 40 y 50 años sufren de ataques al corazón y se avejentan muy rápido.

 

¿Y como sabes que no estoy incluido entre los otros dos—preguntó para demostrarle su error y cuan listo era él.

 

Con tu tipo de empleo, no—respondió Seto mientras se limpiaba los labios con una servilleta, dando por zanjada la cuestión pues era indudable que la policía conllevaba más stress que el normal  de los trabajos.

 

¿Quieres un café?—preguntó el rubio levantando la mesa.

 

Seto lo miró pero el otro ocupaba su vista en lo que estaba haciendo—Si tú lo preparas, si—respondió y el otro lo vio sorprendido pero Kaiba había quitado sus ojos de él como si fuera una oración sin doble sentido pero en verdad lo hacía adrede. Le gustaba decirle esas cosas y luego hacerle pensar que era él el mal pensado, como cuando salió de su dormitorio con la camisa abierta y en bóxers para ver como reaccionaba, lo que le daría una pista de cómo se sentía hacia él.

 

Seto no era tonto. Sabía que el otro estaba sintiendo algo de atracción física por él, pero también sabía que eso lo escandalizaba y que para obligarlo a salir de esa situación tenía que romper lentamente sus esquemas, porque el otro no era un prisionero y podía salir corriendo. También le llamaba la atención que Wheeler desde el día anterior no mencionara que quería ir a casa o que intentara llamar a sus compañeros.

 

De pronto una idea cruzó su cabeza. Joey huía, y lo más gracioso del asunto es que huía de él. Con una amplia sonrisa recibió su café batido con bastante espuma aunque detestaba el café dulce nada dijo porque ya lo había criticado demasiado y el ego del otro era casi tan grande como el suyo.

 

¿Cómo está?—preguntó el joven policía esperanzado de hacer algo que le gustara.

 

Pasable—contestó, tampoco iba a mentir. Mientras tomaba su café observó la espalda del otro que se dirigió a la cocina para lavar la loza y sonrió. Ya hasta lo tenía haciéndole los quehaceres, esto era hilarante.

 

¿Dónde esta tu hermano?—preguntó Joseph mientras fregaba dándole la espalda, por lo que no pudo ver la sorpresa en el rostro del otro ni el dolor que le sobrevino.

 

¿Qué?—preguntó Seto para hacer tiempo.

 

Tu hermano. ¿Donde vive?—preguntó el ojos mieles.

 

Su mente consciente estaba preparada para tal pregunta casi siempre pero no en ese momento, tan repentinamente. Además un dolor muy feo se apoderó de su corazón al pensar en tales palabras.

 

¿Qué pasa? ¿Se pelearon o algo y no sabes donde esta?—preguntó el detective.

 

La mera pregunta lo molestó en exceso.

 

No. Ya no vive. Mi hermano murió hace un tiempo—le contestó el airado castaño dejando con fuerza la taza de café y levantándose de la mesa dispuesto a irse a dormir. El “Gran Dragón Blanco” había despertado de su letargo y si seguía un minuto más ahí lo arruinaría todo, aunque poco le importaba eso ahora.

 

Wheeler se horrorizó de su insensibilidad. Debió prever algo así por la actitud varada poco usual en el otro. Corrió hacia él y parándose a su frente, exclamó—Lo siento, yo…--estaba todo confundido y avergonzado. Su mirada de cachorro perdido era adorable junto con todo el nerviosismo de su cuerpo.

 

El castaño no pudo contra su debilidad y le besó en el acto. Fue un beso impulsivo y tempestuoso pero sin ninguna fuerza desmedida, sino más bien firme y decidido, que tomó al ojos mieles por sorpresa totalmente y lo hizo quedarse quieto mientras su boca era saboreada profundamente.

 

Cuando sus labios se apartaron solo un poco, mientras su mano aún tomaba la barbilla del otro sujeto, Kaiba le dijo roncamente--¡No quería que te enteraras así!—tenía que aprovechar el momento y ya que todo había salido así por su impulsiva manera de ser…

 

¿En… …terarme?—pronunció el aturdido oficial.

 

Hasta entonces no se habían visto los ojos pues Seto los mantuvo cerrados durante el beso y luego los bajó para evitar mirarlo, porque sentía que su cara de bobo le podía provocar risa, además sabía que esa cercana posición y su falta de contacto visual era más excitante que el mero hecho de verse.

 

Me gustas. Siempre me has gustado. Pero no sabía si…--admitió el fiscal.

 

Pero tú… me odias, tú me tratabas de…--dijo el ojos mieles tratando de procesar todo eso.

 

¿Yo nunca dije que te odiara, cierto? Además… ¿Nunca escuchaste ese dicho? “Los que se pelean…”—dijo Seto mirándolo de soslayo pues el otro había dado dos pasos atrás.

 

Pero yo no… eto—dijo todo nervioso Joseph. Se preguntaba que estaba pasando ahí, aún.

 

Somos grandes Wheeler. ¿Creíste que no me daría cuenta como me miras? Y la forma en que recibiste el beso… no me rechazaste en ningún momento—dijo el de ojos azules tratando de no estallar en carcajadas por la mirada y lo pálido que el otro se estaba poniendo.

 

Yo… No me diste tiempo. ¡Y yo no te miro de ninguna maldita forma! ¡Tú eres un idiota! ¡A mí no me gustan los hombres!—dijo el rubio antes de correr a su dormitorio como una virginal doncella que escapa de una invasión bárbara.

 

¡Pues lo disimulas bastante bien!—dijo bajito Seto con una gran sonrisa y se volteó encarando la cocina. Flexionó sus hombros y se preparó para la tarea que le esperaba. Levantó la taza y se fue a terminar de lavar los platos.

Notas finales:

Y?

que tal el acercamiento?

les gusto?

Seto es bastante maquiavelico

aprovecha cada oportunidad pero por eso lo amo

mata ne y hasta el prox tal vez sea hasta el domingo

sorry

^^


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