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COMO PERRO Y GATO por desire nemesis

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A la mañana siguiente el rubio no sabía como encarar esa nueva situación. Pensó en volver a su hogar. Se devanó los sesos ideando la forma correcta de decirle al otro que se iba. Hasta había pensado en mentir y decirle que era por trabajo y entonces, decidido salió para encontrar un termo con café y scones recién sacados del horno. En la mesa también había una nota.

 

“No te preocupes por lo de anoche. No fue para tanto. Somos
grandes y tú no eres al primero que beso. Ya deja la paranoia y come
que debes recuperarte. Hoy tengo una reunión por lo que tendrás
el apartamento para ti solo hasta tarde. ¡Descansa y recupérate!
                                                      

                                     Seto Kaiba”

 

Sintió tal frustración  que arrolló en su puño el papel. “Tanto pensar para nada”, pensó furioso y sus ojos se entornaron.

 

Fue directo a su cuarto y tomó la maleta que ya había preparado. Y así se quedó. No sabía porqué pero su cuerpo se resistía a volverse. Soltó el asa y miró furibundo su maleta.

 

¿A quien quería engañar? Sabía lo que estaba pasando. Ese beso le trastornó y mucho. Tanto que no durmió en toda la noche. En un segundo se estaba disculpando y al otro estaba en los brazos del otro. Y lo peor es que no le había disgustado. Se sentía sucio. Asqueado de si mismo porque después de por lo que había pasado él…

 

Lo que había pasado.

 

Esas sensaciones asquerosas volvieron a pasar por su mente. Recordó la forma en que fue vejado por ese tipo. Sus sucias manos sometiéndolo y una arqueada convulsiva acudió a su garganta.

 

Eso lo decidió y tomando de nuevo la maleta tomó rumbo a la puerta.

 

¿Qué haces?—oyó de pronto y se volvió al origen de la voz. Seto estaba parado con una carpeta en la mano y le miraba con incomprensión.

 

¿Tú no estabas…?—preguntó el ojos mieles.

 

Olvidé un escrito así que…--explicó el castaño levantando un poco la carpeta.

 

¡Me voy!—dijo simplemente el rubio.

 

¡Eso veo!—exclamó el ojos azules dándole algo que pensar al otro.

 

¿Qué? ¿No te importa?—preguntó el oficial sintiéndose ofendido sin saber muy bien porqué.

 

¡Yo no he dicho eso!—dijo el abogado.

 

¿No intentarás detenerme, verdad?—preguntó Wheeler.

 

¿Cómo podría? Eres un hombre grande y si decides irte no puedo hacer nada para que te quedes—le respondió el otro.

 

Con que allí está la puerta—dijo el ojos mieles yendo hacia ella.

 

Antes quiero saber porque te vas—exigió a sus espaldas Kaiba y el rubio se detuvo en el acto.

 

Se volvió airado y dirigiéndose al castaño después de soltar su equipaje le dijo--¿Cómo que por que me voy? Sabes per…--

 

No puedes decirme que es por eso. Somos…--dijo el ojos azules.

 

¡Somos grandes! ¿Verdad? ¿Qué rayos importa eso cuando…--le gritó el policía ofuscado.

 

¡Vamos Wheeler! ¡Fue un beso, no tomé tu virginidad!—le gritó Seto un poco frustrado ya.

 

Joey a la mención de tal terrible acto que le sucediera unos días antes perdió todo control y se lanzó a lastimar al otro como pudiera. Intentó golpearlo pero el otro le inmovilizó con una llave de judo que les dejó cara a cara.

 

Mientras el detective forcejeaba el otro mencionaba su nombre y le gritaba que se calmara, luego preguntó que le pasaba y un momento después decidió hacer algo para que dejara de luchar con él. Era un acto arriesgado pero tenía que hacerlo. Además el amaba el riesgo y esos ojos bonitos que le miraban visceralmente le provocaban la peor de las reacciones en ese momento.

 

Su boca estuvo sobre la del otro un segundo antes de que el otro dejara de forcejear. El otro abrió su boca en síntoma de que pretendía reclamar entonces la lengua del fiscal recorrió suavemente el suave paladar para luego paladear la lengua ajena, después la envolvió con la propia y la succionó de tal forma que las piernas del otro se aflojaron.

 

Si tanto te gustan mis besos deberíamos…--dijo el ojos azules empujando al melado en dirección a su recámara. El otro se recompuso y forcejeó mientras murmuraba un “no”.

 

Seto no hizo caso pues seguía embelezado con esa boca suntuosa hasta que el otro le empujó con verdadera fuerza y mirándolo le grito--¡Que no!—

 

¿Qué te pasa? No vas a decirme esa sarta de estupideces de que no te gustan los hombres y esas niñerías porque sabemos que no es cierto. ¡Tú me gustas y yo a ti!—le dijo el fiscal sorprendiendo de nuevo al otro.

 

¡Eres un idiota! ¿Por qué no entiendes que hay cosas que no quiero recordar?—respondió Joseph sin darse cuenta de lo que había dicho hasta que lo hubo hecho. Temblaba como una hoja y Seto pudo verlo claramente.

 

¿De que hablas?—preguntó fingiendo ignorancia y temiendo que fuera lo que él creía porque jamás pensó que fuera tan grave. Un golpe al orgullo del otro, no más. No algo que le dejara secuelas eternamente.

 

Después de un momento el rubio decidió que respondería—Tienes derecho a saberlo porque tiene que ver con la manera en que te veo y te trato—le dijo confundiendo a Kaiba. Hace unos días, ese asqueroso hijo de perra del “Neko” entró a mi casa y me hizo algo. Él… quería vengarse supongo—dijo con algo de desasosiego el ojos mieles.

 

El castaño ahí entendió del todo el daño que había efectuado en el joven detective y aunque unos días antes le odiara con firmeza ahora no quería que el otro le detestara en verdad.

 

De eso no tengo yo la culpa—afirmó con cara de póquer sin saber verdaderamente porque en el fondo sí se sentía así.

 

Lo sé—dijo con voz queda el detective y luego—Pero…--entonces se halló cara a cara con el castaño de nuevo que apoyó ambos brazos tras él en el modular con el que la espalda de Wheeler chocó al retroceder. Cuando vio los labios del otro acercarse peligrosamente a los suyos con lentitud Joey murmuró--¿No tienes que ir a la oficina?—

 

Hizo retroceder solo un poco al abogado con su lógica pero este no deshizo su prisión del todo—Me iré si prometes que estarás cuando vuelva—

 

Yoooo—dijo dubitativo el policía.

 

¡Promételo o volveré a besarte!—le amenazó el ojos azules.

 

¡Lo prometo!—dijo muy de prisa el otro haciendo sonreír al fiscal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esa noche volvió más tarde de lo que había planeado pues la reunión era con su jefe y este no le soltaba, discutiendo de las nuevas enmiendas hechas a la ley de regulación impositiva y cosas como esas pues tenían muchas demandas en juicio que tenían que ver con evasores fiscales.

 

Cuando llegó temió que el otro hubiera aprovechado su ausencia para irse pues no logró verlo al entrar pero luego oyó la puerta del baño y ver salir al otro le tranquilizó.

 

¡Oh! ¡Eras tú!—dijo el ojos mieles.

 

¿Esperabas a alguien más?—le preguntó Seto con descaro.

 

¡Obviamente no!—respondió Joey y luego sin pensarlo bien dijo--¡Quítate la ropa y…--entonces descubrió su error pero era muy tarde pues el castaño se le había acercado de improviso, sus colores subieron y su lengua se trabó mientras un pequeño temblor de expectativa se apoderaba de él.

 

¡Pensé que nunca lo dirías!—exclamó el de ojos azules e intentó besarle pero el otro le detuvo ayudado de ambas manos.

 

¡No! ¡No quiero esto!—gritó.

 

¡Si! ¡Si lo quieres! ¡Como yo!—aseguró Kaiba–¡Ya estoy cansado de jugar al gato y al ratón contigo!—

 

¿A que te refieres?—preguntó asiombrado el melado.

 

¡Eres lento! ¡A que quiero esto desde aun principio!—respondió el castaño.

 

¿Qué…?—trató de preguntar el otro cuando aprovechando su falta de reacción el más alto se apoderó de sus labios mientras una mano se engarzaba tras su cintura acercando sus cuerpos y la otra empujaba entre los omóplatos para evitar que Joey alejara su boca.

 

El beso fue profundo y extasiante haciendo vibrar cada fibra del ojos mieles que se agarró de las solapas del otro mientras era conducido a la pared más cercana. La rodilla de el fiscal se introdujo entre las del policía y su muslo acarició la entrepierna que ya estaba despierta y el otro se estremeció dándole una infinita sensación de satisfacción.

 

¡Espera, no!—pidió el rubio.

 

Yo borraré sus marcas con las mías—dijo el abogado logrando desabotonar su camisa y lamiendo su pecho.

 

Joey cerró los ojos muy fuerte y echó atrás su cabeza, esas sensaciones lograrían hacer que perdiera lo poco de cordura que le quedaba.

 

¡De… ten… te!—pidió con voz poco potente. Sintió como el otro se enderezaba y al abrir los ojos lo vio tan cerca que le quitó el aliento.

 

¡Si logras decirme de verdad que no lo deseas lo dejaré hasta aquí pero si no haces te haré mío! ¡Entonces díme!—le exigió Seto y Joey deseó poder decirlo pero algo se lo impedía. Su garganta se le había cerrado y las palabras que pugnaban por salir de su cabeza se encontraban con una pared impenetrable. --¿Y? Se acaba el tiempo. ¿Qué vas a decir?—

 

¡N…o! ¡No lo hagas!—pidió el rubio sintiendo el calor del otro cuerpo manar hacia él.

 

 ¡No es eso lo que quiero oír! ¿Puedes decirme que no lo deseas? ¿Puedes?—preguntó Kaiba y las manos de Wheeler se agarrotaron sobre su ropa. –¿No puedes, cierto?—preguntó ahora para luego estirarse hasta rozar con sus labios la oreja de Joseph y este se abrazó de él, en su pecho podía sentir el agitado latir del otro como si fuera el propio, parecía que el corazón del ojos mieles estaba desbocado--¡Sé que tienes miedo pero no tienes que tenerlo! ¡Seré muy gentil contigo! ¡Te haré el amor tan lento que me pedirás que me apresure!—añadió el castaño.

 

Joey sentía como sus fuerzas disminuían ostensiblemente con cada palabra pues su imaginación estaba desbocada y su cuerpo le pedía a gritos que lo dejara hacer. Estaba agarrado al último hilo de su cordura cuando oyó la última frase y ese último hilo se cortó. Seto lo llevó hasta el sofá.

 

¡Tu habitación!—logró decir el espantado cachorro.

 

No creo poder llegar—dijo el otro agitando más su corazón mientras le recostaba en el mueble y se ponía sobre él. Besaba su cuello cuando paró y le dijo--¡Quítame el cinturón! Necesito que participes en esto.

 

Las manos dubitativas palparon a ciegas por ese lugar encontrando la hebilla y sacaron lentamente la atadura. “¡Sigue!” oyó mientras el otro se entretenía en su cuello, por un lado con la boca por el otro con la mano mientras su otra mano acariciaba un rosado botón en su pecho y uno de sus muslos acariciaba su entrepierna. En esas condiciones. ¿Quién podría mantener la cordura? Se preguntó.

 

Sus manos se deslizaron con el cierre y abrieron el botón. --¡Ahora bájalos!—dijo el otro con voz suavemente imperiosa tanto que parecía más una simple indicación que una demanda.

 

Mientras Seto se abocó a la tarea de masajear sobre la tela el miembro punzante del que tenía debajo y eso hizo que Joseph sin conciencia de lo que estaba haciendo inmiscuyera sus manos en los pantalones de este y acariciara voluptuosamente sus nalgas.

 

¡Dime cuando me quieras dentro de ti!—dijo el ojos azules derribando una nueva barrera dentro del policía pues el tono con que fue dicho indicaba a las leguas que el otro se estaba conteniendo. Tenía un miedo visceral pero esas palabras habían provocado en él, el deseo profundo de desatar la correa que el propio Kaiba se había puesto.

 

¡Hazlo!—murmuró en su oído.

 

El castaño no perdió tiempo y de un jalón bajó los pantalones del rubio para luego introducir tres dedos en su boca. Cuando Joey vio que los sacaba reaccionó rápidamente y lo besó, halando su cuerpo hacia él, tomándolo desprevenido. Quería sentirlo lo más cerca posible a su piel, fundirse a ser posible, mientras sus labios se atoraban en la sedosidad de la boca ajena.

 

El ojos azules reaccionó y le brindó mas placer con su boca moviendo su lengua dentro de la de él y acariciando la de este con ella y sus labios, luego se desatoró del abrazo y empezó la tarea de prepararlo para lo que vendría.

 

Un dígito se introdujo en su interior pero misteriosamente no le trajo malos recuerdos. Torció el gesto y cerró los ojos mientras volteaba su cara pues los labios del otro lo abandonaron en el momento en que se alistó a prepararle.

 

Seto sonrió. Era tan tímido e inocente en la cama. Si. Él le había quitado la virginidad y en ese aspecto no se sentía muy orgulloso del como porque se había aprovechado de que no podía defenderse pero si de ser él, el único hombre con el que había estado.

 

Introdujo otro dedo y empezó con el movimiento de tijeras mientras el otro agarrotaba sus manos sobre la tela del sillón. Ningún otro hombre lo había tenido así, sometido, deseoso, lujurioso. Los colores en sus mejillas indicaban su vergüenza y su gozo. Su mano libre instintivamente se dirigió a su mejilla y la acarició.

 

El otro al sentir el contacto abrió los ojos y le miró directamente, luego abalanzó sus brazos sobre él y lo atrajo para otro beso.

 

Se estaba entregando totalmente y eso definitivamente le gustaba más de lo que le había gustado someterlo. Las manos de Wheeler empezaron a acariciar su nuca mientras sus caderas se elevaron. Esa entrega produjo en Kaiba algo desconocido. En su interior se dijo “Eres mío. Sólo mío. No te dejaré a nadie. ¡Nunca!”

 

Cuando terminó de prepararlo tomó su falo con la mano y lo condujo dentro de la entrada. Cuando el rubio sintió la caricia en su entrada se tensó a la vez que sintió que su deseo se atoraba en su garganta.

 

¡Ríndete y hazte mío! Por favor—dijo Kaiba en el instante en que percibió como el otro se cohibía.

 

Eso fue suficiente para Joey que al sentir su ronca voz en su oído con ese ruego tan particular rompió toda cadena emocional y su mano cubrió la del otro en su miembro y obligó a ambos a ir en pos de él para después hacer que la otra se soltara y traerla hasta su cuello mientras se derretían en un beso abrasador.

 

Seto se quedó quieto mientras el otro se acostumbraba pero casi inmediatamente las caderas de Joseph se movieron indicándole que empezara. Empezó levemente, con cuidado y como predijera en un inicio el otro le pidió que se apurara.

 

 

 

 

 

¡Más rápido!—dijo Joey.

 

¡Di que me amas!—lo impelió el castaño.

 

¿Qué?—preguntó el ojos mieles muy aturdido.

 

No me importa que no sea cierto solo quiero saber como suena en tus labios—dijo con esa voz ronca de pasión que fascinaba al otro, el fiscal.

 

Es muy pronto para…--trató de argüir el rubio.

 

¿No me oíste?—preguntó Kaiba y el otro comprendió por fin.

 

Te amo—susurró bajito.

 

Las embestidas que le propinó el otro después de eso fueron más intensas, menos delicadas, más pasionales y en respuesta Wheeler se abrazó a él con más fuerza. Concluyeron cuando sus cuerpos ya no podían más.

 

Seto lo miró un momento después de ello. El otro lucía más agotado que él, su vendaje por suerte no había exudado sangre por lo que no había de que preocuparse.

 

Antes de salir de dentro del ojos mieles besó tiernamente se frente.

Notas finales:

espero sus revs

mata ne

^^


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