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COMO PERRO Y GATO por desire nemesis

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11—Fuera

 

 

Seto se dirigía a su casa cuando se celular sonó, era el común por lo que al ver el número que estaba en el lector se conmocionó por un momento y luego enfureció.

 

Te dije que nunca me llamaras a este…--pero no pudo terminar la reprimenda porque el otro le gritó.

 

¿Tienes tu otro celular contigo?—

 

La pregunta lo tomó desprevenido pero después de un momento contestó—Claro que lo tengo. Está en mi portafolios—

 

¿Y donde está tu portafolios?—preguntó la voz.

 

Conmigo idiota—dijo el castaño comenzando a cansarse de esa chachara sin sentido.

 

Entonces fue contigo con quién hable hace un momento. ¿No es así?—preguntó la voz rebosando ironía y fue cuando a Kaiba se le prendieron todas las luces de alarma. Buscó desesperadamente en su portafolios y no hallando el equipo tuvo que concluir que alguien más lo tenía y solo se le ocurría una persona que podía tener acceso a él.

 

¿Qué dijiste?—preguntó el fiscal.

 

Seto… temo que le he dicho todo. Hablé del asesinato del testigo y de que eras el Neko—dijo la voz algo compungida ahora.

 

¡Idiota! Se lo dijiste al único ser que no debía saberlo. Ahora estoy perdido. Tiene mi cara y mi perfil. Es todo lo que necesita para librar una orden de captura—le contestó el ojos azules.

 

¿Cómo iba a saber que no eras tú el que contestaba?—preguntó la voz. –Ahora con más razón deberías cumplir el contrato. Es dinero en grande y lo necesitarás para escapar del país—

 

Si. Pero ahora no tengo mi fachada de fiscal—se lamentó el Neko.

 

Los dos sabemos que no necesitas ninguna fachada para llegar donde quieres Kaiba—dijo el otro y el castaño tuvo que admitir que era verdad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mata a ese testigo o todos averiguarán que eres el Neko—dijo la voz en el celular y ante los pensamientos espantosos de traición y burla el rubio prorrumpió en un sonido gutural que al ser oído por el otro causó su aprehensión--¿Kaiba? ¿Kaiba, eres tú verdad?—

 

Joseph dejó sobre la mesa el aparato incapaz de decir palabra y tomándose con ambas manos la nuca apoyó los codos en la mesa mientras en el teléfono aún resonaban las preguntas.

 

Cerró los ojos victima del pánico y la frustración. Todo ese tiempo había estado a su lado y él había sido incapaz de descubrirlo. Era un tonto. Un tonto maleable, opinó Wheeler de si mismo y se preguntó como alguien como él había llegado tan  alto en la policía metropolitana pero eso solo duró un momento porque sus fuerzas regresaron en el momento en que se dio cuenta de que ahora podía atrapar al Neko. Sería un desastre cuando le contara a su Capitán las circunstancias en que obtuvo esa vital información pero estaba dispuesto a perder hasta su dignidad si en el proceso atrapaba a su presa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaba mirando los archivos de la fiscalía, para detectar de cual testigo se podía tratar, con Honda y en un momento se detuvo al sentir la insistente mirada del otro. Joseph le miró y este no apartó la mirada.

 

¡Dime ya lo que tengas para decir!—dijo Wheeler impaciente por quitarse ese fardo de encima.

 

¡Ahora entiendo porque de pronto te caía tan bien!—dijo el castaño.

 

¡Bien! ¡Ya lo dijiste! ¡Ahora continuemos!—dijo el teniente y volvió al archivo, descartándolo de plano—¡Este no puede ser!—dijo. Es un caso muy vulgar de negligencia. Tomó otro y lo descartó diciendo--¡Este tampoco!

 

¡Se ve que lo conoces bien!—dijo sardónicamente su compañero.

 

¡No me importa lo que pienses! Lo que hago en mi vida privada no es asunto tuyo—exclamó Joseph.

 

¡Pues debería! Somos colegas y amigos y olvidas decirme que te mudas con otro hombre. ¡Eso es más que grosero!—reclamó el ojos café.

 

¿Qué me hubieras dicho si te lo dijera?—preguntó Wheeler ojeando otro archivo.

 

¡Que no me gustaba nada!—respondió Honda.

 

¡Ahí está la razón!—exclamó el rubio mientras dejaba la carpeta a un lado y lo miraba con pose altiva.

 

¡Oye! ¡No es por homofobia ni nada de eso!—explicó el otro—Es que no me agrada el tipo. ¡Eso es todo! Nunca me agradó el tipo y a ti tampoco te agradaba. No se porque cambiaste—

 

En su interior el ojos mieles se dijo “Yo tambien me pregunto lo mismo”.

 

Entonces abrió un archivo y sus ojos comenzaron a chispear al leer el contenido. “El sabueso ha olfateado el rastro” razonó su colega.

 

 

 

 

Este es el único que entra en los parámetros para que alguien chantajee a un fiscal para lograr su asesinato—dijo Wheeler a todos los presentes.

 

Todavía no puedo creer que Seto hiciera todo esto—exclamó el fiscal general.

 

Lo siento señor pero no es momento para lamentaciones. Debemos librar una orden de captura pues se irá en cuanto pueda y poner más custodia al testigo pues ya es evidente la intención de hacer todo lo posible porque muera—dijo Joey.

 

¿Y como esta seguro de que no intentará atacar al testigo?—preguntó el Jefe de policía.

 

Esta fuera de su modus operandi. El Neko no es un asesino de alta gama. Es un ladrón profesional y él…--dijo el ojos melados.

 

Habla como si lo conociera muy bien cuando es evidente que no, pues pudo estar en sus cercanías sin que fuera detectado su actuar sospechoso. ¡Perdóneme teniente pero en este momento es muy dudosa su capacidad debido a la cercanía que ha tenido usted con el sospechoso! Le agradecemos enormemente su ayuda pero a partir nosotros manejaremos el caso con el personal idóneo para la cuestión. Usted queda suspendido hasta tanto no se lleve a cabo la investigación pertinente de sus “actividades” con el sospechoso y se compruebe su inocencia en la acusación que pesa sobre usted por complicidad. Una vez, y si logra reintegrarse a sus actividades continuará con su agenda habitual evitando todo contacto con este caso en cuestión que a partir de ahora dirigirá la fiscalía—dictaminó el Jefe.

 

Joseph cerró con furia sus puños. Lo había dado todo y ahora estaba fuera del caso y del Cuerpo. El Neko parecía cada vez más difícil de atrapar. Pero un experto sabe que un reto vuelve más vital la cacería para un cazador.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaba indeciso. Wheeler conocía tanto de él que podía descubrir la estratagema. Lógicamente no iría a por el testigo pues ya no tenía caso esconder su otra identidad, además con ese dato, los archivos y su inteligencia el otro podía dilucidar de quien se  trataba. Aún así era posible que creyera que lo haría. Lógicamente la policía apostaría a ello. El no necesitaba el dinero como la voz pensaba pues él siempre había ahorrado gran parte de lo ganado, además dilapidando dinero solo atraería la atención.

 

Por eso había durado tanto su incógnito.

 

Y pudo durar más.

 

 

Frente a él un guardia mal dormido revisaba el pasaporte de una mujer con pésimo gusto en la ropa mientras él esperaba su turno. Se había cambiado el color del pelo y los ojos, cabello negro, orbes mieles. Parecería un japonés común de no ser por su estatura y tez clara pero eso no podía remediarlo. Además no todos los gaishines eran sospechosos.

 

Llegó su turno y entregó el documento. El policía asintió después de mirar la fotografía y le dejó pasar. Miró hacia la puerta por donde debía embarcar y dirigió sus pasos hacia la azafata que vigilaba la entrada.

 

El oficial gritó entonces--¡Espere ahí!—

 

Continuará…

Notas finales:

espero sus revs

estaba bloqueada pero de camino aqui se me ocurrió como sigue

mata me

^^


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