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COMO PERRO Y GATO por desire nemesis

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Estaba cenando cuando su teléfono sonó. Seto lo hubiera dejado seguir así pero tal vez era importante. Atendió.

 

¡La próxima vez podrías ser más discreto!—le increpó la voz desde el otro lado.

 

Kaiba se molestó de inmediato. Él no le permitía a nadie hablarle así—Yo no tengo nada que avisarte—

 

¿Estás seguro? ¿Por qué no pones el canal local?—pregunta el otro picando la curiosidad del ladrón que enciende el televisor y busca el canal—Eres toda una celebridad. ¿No?—añade mientras el otro mudo mira el aparato encendido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaba en su habitación de hotel esperando. No sabía que hacer. El idiota policía le había dado las gracias y le dijo que llamaría pero él sabía que no lo haría pues no les gustaban los extranjeros. Se sentía como una bala perdida, sin dirección, llevada por algo desconocido a un lugar incógnito.

 

Wheeler no tenía idea de a donde ir por el castaño. No conocía nada allí salvo las pocas calles recorridas y no podía hablar con la gente sin despertar sospechas además de que no sabía a quienes recurrir.

 

Estaba por tirar la lata de soda a la basura cuando en su televisión empezaron a comentar algo y usaban la palabra “awesome” cada diez segundos. Llevado por la curiosidad miró y vio al mismísimo Seto Kaiba abrazando a un niño mientras los del noticiario decían “hero”. ¿Qué estaba pasando ahí?

 

Entonces prestó atención a lo que decían:

 

“Repetiremos el video para los que se conectan recién, fue tomado por el señor Millán quien  como ya dijimos estaba en cama cuando oyó al niño gritar y mientras esperaba a los del servicio de emergencias en la línea vio como un hombre intentaba ayudar a los niños desde su ventana. Al colgar se puso a grabar a este asombroso personaje”.

 

En el video podía verse al castaño escalando la pared y por momentos al niño que ayudado por el otro pendía de su cabeza, Joseph se angustió solo un poco pues ya había visto que el otro le había salvado. Las exclamaciones del que tomó el video y los de los miembros del programa se oyeron cuando el niño chillando cayó por fin.

 

Joey se adelantó un paso temeroso y entonces vio como su “Neko” saltaba por los aires para atraparlo. Pero estaba a tres pisos y mientras lo veía caer se preocupó y gritó--¡No!—de manera inconsciente. Cuando lo vio caer y permanecer parado su corazón primero dio un vuelco de alivio y luego se preguntó que estaba pasando eso no era para nada posible.

 

El niño se alejó claramente víctima de los nervios y el otro fue por unas bolsas de compra en el piso. Mientras caminaba quien sabe a donde el ojiazulino sonrió. Los de la estación hicieron un comentario entonces: Que todos los gatos caen de pie.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fue al lugar en donde se filmó el video, había llamado al canal para saber los datos y miró el lugar. El llevaba bolsas de compras e iba a pie así que era casi seguro de que vivía por ahí. Él no se arriesgaría a caminar mucho por ahí siendo un fugitivo. Debía encontrarlo cuanto antes porque si se enteraba del video lo perdería.

 

Apenas habían pasado treinta minutos desde que lo difundieran pero el miedo de haberlo perdido estando tan cerca era enorme. Mirando la cornisa por donde pendió el niño se dijo que el otro no era tan malo como había pensado en un principio pues se había detenido y arriesgado para salvarlo.

 

Tal vez si las cosas hubieran sido distintas para Seto Kaiba el hubiera sido una persona de bien y no ese rufián. El viento frío de septiembre se elevó con unas pocas hojas secas de algún árbol cercano revolviendo su cabello y con una mano se quitó unas hebras de enfrente de los ojos mientras una mujer se acercó y mirando la misma cornisa que él, dijo—Es grandioso. ¿No? Saber que hay gente como él por aquí aún—El ojos mieles la miró—Es mi hijo a quién salvó. No sé que hubiera hecho si nadie hubiera estado aquí para salvarlo. Estoy muy agradecida—añadió.

 

¿Qué me diría si dijera que le buscan por robo?—preguntó el policía solo para saber su opinión.

 

Que no me importa para nada lo que haya hecho antes. Él salvó a mi hijo y es lo único que importa—dijo la joven madre. Tendría 30 años y una cara agradable, igual que su tono de voz. El melado no pudo culparla. Para ella Seto debía ser un ángel, no importaba que hubiera sido en su vida anterior. Él salvó a su niño.

 

Recorría las calles cuando de lejos vio como alguien paraba un taxi. Llevaba una larga bufanda blanca y un largo abrigo negro, estaba muy abrigado para la época y además se distinguía por ser muy alto y castaño. Tenía que ser él lo sentía desde las entrañas. De inmediato el rubio paró otro taxi. Entre el agudo tráfico que había en ese momento fue una tarea difícil pero contó con suerte y zigzagueó por las calles tras el otro taxi que de inmediato identificó por la placa cuando estuvo a una distancia segura para verla.

 

El taxi dejó a su cliente en frente de un edificio de apartamentos donde bajó con una valija de mano. Joey pensó que por suerte había llegado hasta él a tiempo pues era obvio que se había ido del lugar en que hasta entonces residía.

 

Después de que entrara el rubio esperó y salió del taxi unos minutos después para asegurarse de no ser visto. Luego de pagar el tiempo del otro se fue a la recepción donde el portero le atendió.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Y ese quién será?—preguntó Tony a su jefe inmediato en el auto importado al otro lado de la calle.

 

No sé, pero es bueno. Si no fuera por él lo hubiéramos perdido en el tráfico—dijo Michael Craig, jefe de seguridad de Ilusiones Inc. comandado a la difícil tarea de recuperar el chip robado de manera silenciosa y eficaz. –Veremos que hace. Trataremos de que no estorbe pero si lo hace deberemos sacarlo del camino. Recuerda porque estamos aquí—

 

Si jefe—dijo el otro.

 

Ambos observaron al melado actuar en la recepción del edificio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vengo a ver al señor que recién se registró. Es investigado por un crimen—dijo mostrando rápidamente su placa que era oficial solo que en Nihon—Soy el teniente Wheeler—agregó sin mentir.

 

¿Puedo verla de nuevo?—preguntó el sagaz hombre tras el mostrador y en la cara del detective se vislumbró en parte su mentira. –Lo siento pero he visto demasiadas para que pueda engañarme. Vuelva cuando tenga algo mejor que mostrarme—dijo el sonriente tipo y entonces Joseph entendió. Deslizó silenciosamente varios billetes de veinte dólares sobre el mostrador y el otro sonrió—Eso es mejor que una placa. El 304—le informó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No podía golpear simplemente a su puerta o el otro se asustaría y escaparía por la ventana. Después de todo Seto Kaiba era el ladrón más capaz que había conocido. Con eso en mente sacó las ganzúas que había aprendido a usar años atrás y lo más silenciosamente que pudo abrió la puerta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto estaba preparándose un café batido para tomarlo mientras pensaba que haría ahora que su cara estaba en la pantalla chica. Pronto se haría la conexión y le seguirían el rastro. Era cuestión de tiempo. La idea era irse del país. ¿Pero a donde? Se preguntaba mientras colocaba el resto del agua hirviendo en la taza.

 

¿Qué? ¿No hornearás escones para acompañar eso?—se burló una voz conocida desde sus espaldas. Quedó tan impresionado que por un momento se quedó sin reacción.

 

No tenías planeado verme de nuevo. ¿Verdad amorcito? Me dejaste muy solo allá y te extrañaba—dijo con sardónico tono de voz el detective.

 

Me hubieras llamado y te hubiera hecho una visita—dijo sin voltear el ex fiscal.

 

Llevado por la furia Wheeler se le lanzó. El castaño contaba con ello y tiró la taza a los pies del ojos mieles que reaccionó de un salto en medio de su corrida y el ojos azules atrapando su brazo de improviso le obligó a soltar el arma y se puso atrás de él abrazándolo por el pecho y alrededor de un brazo.

 

¿Qué piensas hacer? ¿Matarme e irte?—preguntó el enfurecido teniente.

 

Jamás me has conocido si dices eso—dijo ofendido el ladrón.

 

Será porque jamás me dejaste—le retrucó el otro.

 

¡Touchê!—exclamó Seto y lo empujó para que el rubio pudiera volverse y mirarse de frente por primera vez—Tú salvaste mi vida, no lo olvido—agregó.

 

Y no sabes como me arrepiento—dijo el de ojos feroces.

 

El castaño sonrió. Estaba dolido pero no lo demostraría ante el otro pues tenía bien en claro sus posiciones y que no volverían a estar juntos pero era un gato y le gustaba jugar.

 

¡Estas muy lindo hoy! Me gusta cuando pones esos ojos—dijo y vio como el otro enrojecía de pronto, sus ojos confundidos y después mas furiosos aún.

 

Pues no los verás por mucho. La policía viene en camino. Te pondrán tras las rejas aquí pero no te preocupes. Te extraditarán y allá te juzgarán las personas que confiaron en ti. A los que decepcionaste como a mí—exclamó Wheeler.

 

Esas personas no significan nada para mí y no creo lo de la policía. Sé que aquí no te aceptarían tan fácilmente cachorro. Debes hacerte un perro grande para jugar en las grandes ligas—dijo Seto, sus ojos eran dos fríos trozos de hielo polar, muy distintos a los de hacía un momento. Se pusieron así cuando nombró a aquellos que confiaron en él. El rubio pudo notarlo.

 

¿Tu rencor es por lo de tu hermano? Si, fuimos nosotros y tampoco lo comprendo. Tal vez les disparó o hizo algo para que se intimidaran… Era de noche y tal vez…--dijo el ojos mieles tratando de pensar razones que explicaran todo ello para el dolido castaño.

 

¡Él no hizo nada para merecer eso! Esos malditos solo le dispararon por la espalda como a un perro—explicó Kaiba lleno de una profunda y mortal herida que dio que pensar al otro.

 

¿Cómo sabes tú eso? ¿Es… tabas ahí?—preguntó el incrédulo policía.

 

Ahora no tengo porque ocultarlo. Lo hice por mis padres en ese momento. Seth y yo jamás nos separábamos—le informó el ex fiscal.

 

¿Qué pasó?—preguntó el ojos mieles.

 

No perderé más tiempo con juegos—dijo el otro mientras tomaba su maleta.

 

¿No que no me creías lo de la policía? ¿Es que no quieres contarme, cierto? Te burlaste de mí como de todos y ahora ni siquiera quieres explicarte. No me vengas con eso de que no te conozco. Nadie lo hace—dijo el rubio frustrado. Dentro de sí quería oír como pasó, quería saber la triste historia que convirtió a Seto en lo que era.

 

¡Seth si lo hacía!—dijo con una sonrisa algo triste el ladrón parándose por lo que el otro le dijera. --¿En verdad quieres saber lo que pasó?—preguntó mirando a los ojos del melado.

 

No viaje miles de kilómetros para irme sin una historia al menos—respondió el otro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaban en la cornisa del edificio del colegio mirando hacia los otros edificios.

 

Te apuesto lo que quieras a que no puedes con eso—dijo el mayor de los hermanos Kaiba a su ototo(hermano menor).

 

¿Pero que dices?  Eso es ilegal. ¡Podríamos ir presos!—dijo el menor con el pasmo reflejado en los ojos.

 

¡Bah! Solo eres un bobo cobarde. Siempre lo he dicho. No te pareces nada a mí—dijo el más grande dándose aires mientras sabía que su táctica funcionaría pues Seto odiaba que dudaran de su valor aunque era menos valiente que él, de seguro. Era un charlatán bromista. Eso era todo. Y le haría pagar por emplumarlo en la noche mientras dormía. Aún recordaba el dolor que le había causado despegarse todas esas plumas de la cara en la mañana. El otro las sacó de su almohada y se las pegó con el pegamento de zapatos de papá. Era un recontra jodido bromista pero ya le quitaría las ganas de jugar bromas a su oni—san(hermano mayor-respetuosamente).

 

Esa noche entraron por el aparcadero de las oficinas del supermercado y con sigilo rompieron una de las ventanas de las oficinas para entrar antes de que alguien les viera. Era el súper bajo el edificio que quedaba frente al colegio donde siempre todos compraban golosinas y ellos siempre miraban esas revistas tapadas de negro para adultos que provocaban más curiosidad que nada para chicos de su edad.

 

Tomaron tres y corrieron hacia la ventana rota por donde volvieron al aparcadero y corrieron juntos, compitiendo por quien llegaba primero como siempre lo hacían, Seth disfrutaba de ver la cara de miedo que su hermanito aún tenía, pero se le pasaría aunque así ya quedaban a mano. De pronto sintieron voces y se asustaron.

 

Corrieron más rápido y entonces sintieron disparos. Seto y Seth doblaron la esquina y corrieron unos pasos más antes de que el mayor cayera. Cuando el menor se dio cuenta dio vuelta y corrió hacia él mientras oía pasos que corrían hacia ellos.

 

No te preocupes nii—san(hermano mayor-coloquialmente) ellos traerán ayuda—dijo esperanzado.

 

Corre Seto. Que oto—san(padre) y oka—san(madre) no se enteren que estuviste aquí—dijo dándole las revistas en su mano, luego tosió hizo un gesto de dolor y se deslizó al suelo mirando a la nada.

 

¿Nii san?—preguntó pero no obtuvo respuestas el ototo. Lo sacudió pero el otro no respondió mientras las pisadas se hicieron más fuertes. Los policías al parecer no estaban en buena condición física. Miró a su hermano con lágrimas en los ojos mientras se paraba y hacía lo que le había ordenado. Nunca le había hecho caso a su oni—san hasta ahora. Corrió como una gacela a casa en donde entró por la ventana de su cuarto como habían salido él y Seth una hora antes y lloró el resto de la noche hasta que se quedó dormido. Al otro día sus padres notaron su ausencia pero él no dijo nada. Después de todo era la última voluntad de su hermano.

 

Sus padres lo encontraron cuando fueron a denunciar la desaparición a la policía y uno de ellos reconoció el rostro de su otro hijo.

 

La casa se sumió en un profundo pesar desde entonces. Su padre perdió el trabajo, y luego bebió hasta que un día murió en un accidente automovilístico por la bebida. Su madre jamás se repuso de la muerte de Seth y cuando su hijo tenía veintiuno y estaba ya graduado mientras que su esposo había fallecido dos años atrás, cometió el más terrible de los actos contra sí misma.

 

Seto que en ese entonces estudiaba y trabajaba para mantener a ambos volvió horas después del hecho y la encontró, estaba sola en su cama y el retrato con las fotos de sus hijos que Seto tenía en su apartamento de Tokio descansaba cerca del cuerpo.

 

Él no lo había visto en años así que supuso que ella lo sacó de su escondite para ser lo último que viera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todo por unas revistas porno—dijo asombrado y shockeado el ojos mieles. Eso debía ser una broma. Tanto dolor causado por unas simples revistas para adultos.

 

El otro sonrió. Los niños suelen cometer estupideces, dicen—dijo el castaño.

 

 

Notas finales:

y?

les gusto?

mata ne

^^


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