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Do you really want to hurt me? por Kitana

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- ¿Alguien sabe donde puedo conseguir una maldita aspirina?- dijo Milo apareciendo frente a sus amigos en el lobby del hotel.

- Ni idea. - le respondió Aldebarán mientras hojeaba un folleto.

- Pregúntale a Afro, él sabe de esas cosas. - dijo Death Mask sin soltar el diario que pretendía leer. Nadie lo mencionó, pero Milo no se veía nada bien.  Ciertamente ninguno de los presentes había tenido la mejor de las noches, Milo no había podido dormir desde que llegaran hacía dos días. Y las cosas no parecían mejorar. Saga y Kanon estaban peleados. Aldebarán estaba demasiado preocupado por Milo. Death Mask sentía que otra crisis se acercaba y Afrodita seguía flotando en su nube de depresión.

Shaka se acercó con cierta reticencia hasta donde el sombrío grupo se encontraba. Estaba apenado por la discusión que sin querer había ocasionado entre los gemelos. Él solo pretendía que ellos se sintieran mejor, aceptados... pero solo había conseguido que se pelearan entre ellos.

- Buenos días a todos. - dijo sonriendo como era su costumbre. - ¿Ya desayunaron?

- ¿Qué es lo que quieres? - dijo Saga sin poder reprimir sus celos y su enfado.

- Solo vine a disculparme, no quise causar problemas. Ustedes ya tienen suficiente... y también quiero aclarar que no estoy interesado en Kanon en la forma en que tú estás pensando, quiero ser su amigo, lo mismo que de todos ustedes. - dijo contemplando a los demás, Milo, Death Mask y Kanon le miraban con franca desconfianza, mientras que Aldebarán le devolvía la sonrisa. Afrodita le miró con cierta ingenuidad, Shaka contempló el hermoso rostro del sueco pensando que ese chico a veces parecía no tener idea de nada.

- Bien, disculpa aceptada, ahora vamos a desayunar. - dijo Saga, Shaka lo interpretó como una buena señal, era bien sabido que Saga no era de grandes demostraciones de amistad.

Desayunaron en silencio, Milo se sentó junto a Afrodita, el sueco estaba feliz, de vez en cuando robaba pequeños bocados del plato del griego, quien solo le sonreía y aproximaba un poco más su plato al sueco. Siempre le había divertido ese jueguito de Afrodita, el sueco solía hacerlo y Milo nunca se lo había impedido.

- Me parece que te están ganando al insecto. - le comentó Kanon a Aldebarán en voz baja.

- No digas barbaridades.- le dijo Aldebarán sin perder de vista a Milo y Afrodita.

- ¿Quieres más? - dijo Milo al notar que tanto su plato como el de Afrodita ya estaban vacíos. El sueco asintió y le regaló una de esas bellas sonrisas a Milo, el escorpión le devolvió la sonrisa y se puso de pie para ir a servirse un poco más del buffet. Afrodita lo miró con ojos llenos de ilusión mientas Death Mask y Aldebarán clavaban la vista en sus platos negándose a ver que el interés de Afrodita por Milo era más que amistoso. Y al modo de ver de los dos, a Milo no le era del todo indiferente el chico pez. Cuando Milo volvió, sintió que las miradas se clavaban en él pero no le dio importancia, colocó el plato frente a Afrodita, el hermoso muchacho sueco le contemplaba con una tierna sonrisa en sus labios. - Traje lo que te gusta, hot cakes con miel y mantequilla, y por supuesto, un vaso de leche fría.

- Gracias Milo. - dijo Afrodita con esa vocecita dulce que tanto encantaba a quienes lo escuchaban.

Al terminar el desayuno el grupo se dividió, los gemelos volvieron a su habitación para consumar su reconciliación. Death, Afrodita y Shaka decidieron ir a visitar un templo budista. Aldebarán y Milo se quedaron solos mirándose.

- ¿Y que se te antoja hacer? - le dijo Aldebarán.

-  Francamente nada, pero no quiero quedarme en el hotel.

- Entonces te propongo que salgamos a conocer el lugar.

- Se escucha prometedor. - dijo Milo con una sonrisa retorcida. Se levantaron, Milo se limpió los labios con la servilleta y siguió a Aldebarán hacia el exterior. Salieron del hotel, Milo por alguna razón no podía dejar de mirar a Aldebarán.

- Afrodita y tú son muy cercanos, ¿verdad? - dijo Aldebarán sintiendo un poco de celos.

- Si, no puedo negarlo, él significa muchas cosas en mi vida.

- ¿Cómo qué?

- Como... ¿por qué quieres saber? - dijo Milo con cierta desconfianza.

- Por nada en especial, ya te he dicho que me interesa saber de ti.

- ¿Ah si?

- Si, ¿lo encuentras tan difícil de creer? - le dijo Aldebarán.

- En realidad... sí. - musitó Milo contemplándole con gesto desolado. Se quedó callado, giró el rostro hacia el lado opuesto. No quería que Aldebarán lo viera así.

- Bien creo que mejor vamos con los que iban a esquiar, ¿quieres? - le dijo Aldebarán sabiendo que no conseguiría más de ese terco griego. Milo solo asintió con la cabeza y se dejó llevar por Aldebarán en dirección al sitio donde se encontraba el grupo que iría a esquiar.

- Creo que mejor me regreso a mi habitación. - dijo Milo al ver que Aiolia y Aioros lo miraban con furia asesina, el rostro del menor de los hermanos aún mostraba los signos de su último encuentro con Milo.

- Si quieres podemos ir a otro lado.

- No, no importa, ve tú, tal vez aún pueda alcanzar a Afro y Death. - dijo Milo y se alejó sin esperar respuesta. Aldebarán lo vio alejarse pensando que en realidad Milo no tenía ese carácter por nada. Un poco disgustado se unió al grupo.

- Así que tu nuevo amiguito ya te botó. - le dijo Mu con cierto rencor en sus palabras.

- Él no me botó, simplemente cambió de planes. - dijo Aldebarán sin ocultar su molestia.

- ¿Sabes? Creo que te tomas demasiadas molestias con ese. - dijo Mu mientras caminaban hacia el vehiculo en el que irían.

- Yo no pienso igual. Él solo necesita alguien en quien confiar. - dijo Aldebarán.

- Pues yo creo que solo es un patético ejemplo de hasta donde te puede conducir el amor propio llevado al extremo. - dijo Mu bastante burlón.

- No puedo creer que precisamente tú me estés diciendo esto.

- ¿Por qué te parece tan extraño?

- Porque si no mal recuerdo tú eras quien hablaba maravillas sobre él.

- Eso fue antes de que Shaka se uniera a la cruzada "salvemos a Milo" de Shun, ya me tienen harto con eso. Milo solo es un maldito demente posesivo igual que ese par de cerdos con los que vive. - dijo Mu.

- Mu, por favor, no puedes creer eso.

- No solo lo creo, estoy convencido de ello.

- Mu, estás hablando del mismo tipo por el que morías hace unos años, y de Milo, el hombre que una vez me dijiste que te hizo tocar el cielo, el mismo tipo que se hizo tatuar el símbolo de tu constelación en el muslo solo porque tú se lo pediste, ¡como puedes decir eso!

- ¿Y tú como sabes que se tatuó en el muslo? - dijo Mu, Aldebarán no supo que contestar. - Entonces es cierto, te acuestas con él. No te culpo, realmente es bueno en la cama. - dijo Mu, Aldebarán lo sujetó por el cuello.

- Mu, no sigas hablando o conseguirás que me olvide de los años que llevamos siendo amigos.

- Aldebarán, no creo que estés dispuesto a echar a perder una amistad como la que hemos tenido durante años por alguien como Milo.

- Él tiene toda la razón cuando dice que ni tú ni Aiolia saben nada de él. - dijo un muy furioso Aldebarán y se alejó. Tenía la esperanza de encontrar a Milo en las cercanías. No pudo encontrarlo, así que supuso que el griego había alcanzado a Afrodita y al resto y había terminado asistiendo al templo budista que Shaka tanto había insistido en que debían visitar.

Se dirigió al lobby del hotel, en realidad no tenía ganas de ver a nadie, aún estaba molesto por la forma en que Mu había hablado de Milo. Sabía que aquella discusión  serviría para avivar aún más la hoguera del chismorreo.

Milo había logrado alcanzar a Afrodita y los otros, consiguieron un taxi y fueron llevados al templo budista del que Shaka no dejaba de hablar. A Milo le pareció que el hindú no había exagerado al describirlo como una maravilla. Milo no era del tipo religioso pero respetaba las creencias de quienes las tenían, así que se mantuvo en respetuoso silencio mientras Shaka oraba ante una descomunal estatua de Buda.

- Jamás entenderé esa clase de cosas. - murmuró Afrodita, el sueco era francamente ateo y no le apenaba mostrarlo.

- Eso es porque tú nunca has creído en nada. - dijo Milo mientras contemplaba a Death Mask observando detenidamente a Shaka, el italiano encontraba fascinante la religiosidad del rubio.

- Tú tampoco crees en nada.

- Nadie me enseñó eso... - murmuró Milo.

- Vamos afuera, el incienso me está mareando. - dijo Afrodita con una sonrisa. Abandonaron el templo y caminaron por los alrededores, sin duda el lugar era hermoso y sumamente tranquilo. Caminaron en silencio hasta el bosquecillo cercano, Afrodita no pudo evitar el recuerdo del sitio donde había entrenado para obtener la armadura de Piscis. - Milo, he notado que cada vez te llevas mejor con Aldebarán. - le dijo Afrodita con una pícara sonrisa.

- Algo así. - dijo Milo sin poder evitar fijarse en los hermosos ojos de Afrodita.

- ¿Sientes algo por él?

- ¿Algo? ¿Cómo qué?

- Como amor, afecto, simpatía, lo que sea, solo cuéntame.

- Me recuerda a alguien...

- Laques, ¿cierto?

- ¿Cómo sabes?

- Sé más cosas de las que me gustaría saber. - dijo Afrodita con una sonrisa que a Milo le pareció triste.

- ¿En serio?

- Si, no soy tan tonto como el resto del mundo, incluidos tú y Ángelo creen.

- Yo nunca he creído que seas tonto, tal vez ingenuo, pero no tonto. - dijo Milo.

- Quisiera decirte que eso me halaga pero sé que la ingenuidad no se encuentra entre tus cosas favoritas.

-Vamos Soren... no me vengas con esas cosas.

- Soren... hace años que no me llamabas de esa forma.

- Si, dejé de hacerlo porque tú me lo pediste, al igual que Ángelo me pidió dejar de llamarlo Death Mask en privado cuando comenzó con ese nuevo médico.

- Mi nombre ahora me suena tan extraño... tan lejano a lo que soy, tan lejano a lo que me convirtieron...

- Vamos, no te pongas triste, el deprimido aquí soy yo.

- Cierto... - dijo Afrodita y esbozó una sonrisa que no consiguió confortar a Milo.

- Soren... siempre me gustó tu nombre y no ese absurdo mote que tu maestro te impuso.

- Al menos hay algo que te gusta de mí.- murmuró Afrodita.

- Hay muchas cosas que me gustan de ti, siempre has sido importante para mí Soren. - Afrodita se detuvo en seco al escuchar la declaración del escorpión.

- ¿Qué tratas de decir?

- Tú y Ángelo son lo más cercano a una familia que yo haya tenido. - la ilusión se esfumó de los ojos de Afrodita.

- Ya veo... solo que hace meses que nos sustituiste con Kanon y Saga.

- Eso no es cierto... él y tú son... lo mejor que he tenido en toda mi podrida vida. Además... yo no estaba en condiciones de cuidar de ustedes Esa es la verdad aunque suene absurdo....  - dijo Milo mientras sus manos se posaban en los hombros de Afrodita. El sueco no lo pensó, simplemente actuó. Apoyó sus manos en el ancho pecho de Milo y estirándose un poco sobre las puntas de sus pies alcanzó su objetivo, los tibios labios de Milo. Milo estaba tan sorprendido que lo dejó hacer. Si solo aquello hubiera ocurrido cuatro años atrás, pensó el griego. Al terminar el beso Milo separó suavemente a un Afrodita que lo miraba con cierta esperanza asomándose por sus expresivos ojos aguamarina.

- Te amo Milo. - el escorpión se quedó helado. - No espero que sientas lo mismo por mí, estuve muerto mucho tiempo...

- Para mí nunca estuviste muerto. - alcanzó a decir Milo con toda la sinceridad de que era capaz en ese momento.

- Sé que no me amas... todo lo que pido es una oportunidad...

- No sé si sea buena idea Soren.

- Peor idea sería no intentarlo... te necesito a mi lado Milo, no soporto saber que me ves como a un hermano, ya no más.

- No sé que decir...

- No digas nada, solo piénsalo... y por favor no lo comentes con nadie, en especial con Ángelo... en estos momentos no sería conveniente que él lo supiera.

- Soren yo...

- Por favor Milo... esto es algo que tenía que hacer... - dijo Afrodita y se echó a andar para llegar hasta Death Mask y Shaka, Milo le siguió con la vista pensando que tal vez y solo tal vez, eso era lo que ambos necesitaban para salir por fin de ese sucio agujero llamado depresión.

Milo no perdió de vista a Afrodita ni un segundo, era extraño. Siempre había salido a flote con ese sueco despistado todo su instinto protector, ese que no pudo ejercitar con hermanos ni hermanas debido a la falta de los mismos. Pero en realidad no sabía lo que sentía por él... no lograba descifrar lo que esa mirada azul le producía, no era afecto de hermanos, eso era cierto, pero entonces, ¿qué era ahora?

Milo estaba más y más confundido, no sabía que hacer, Aldebarán despertaba su curiosidad y Shun le resultaba en extremo atractivo, pero Afrodita era otra cosa. Él había sido por mucho tiempo el único elemento que le mantenía anclado a la realidad, el hilo que le había sujetado, aunque débilmente, a la cordura. Sabía que podía prescindir de Shun, pero ¿podía prescindir de Aldebarán? No tenía respuesta a aquello. No sabía que pensar, no sabía que hacer. Era un mar de confusión.

Finalmente fue hora de volver al hotel. Shaka notó la tensión entre los tres amigos. Death había visto a Afrodita besar a Milo. El italiano se sentía dolido, lastimado, no porque creyera que le habían traicionado, si no porque era evidente que el pasado pesaba demasiado entre él y Afrodita, maldijo su enfermedad y las cosas que le había llevado a hacer.

El sueco comenzaba a arrepentirse de haberle confesado sus sentimientos a Milo, el griego estaba de lo más callado y no parecía estar interesado ni siquiera en mirarlo.

En cuanto llegaron al hotel cada uno fue a encerrarse en su habitación. Milo estaba demasiado confundido y no salió de ahí hasta la hora de comer. Hubiera preferido comer solo en la habitación, pero por órdenes del Patriarca debían comer todos juntos esa tarde en especial. Se le revolvió el estómago al saber que también los espectros compartirían la mesa con ellos. Estaba demasiado inquieto para continuar la guerra psicológica que había emprendido en contra de Rhadamanthys.  Sentía que estaba a punto de ponerlo contra la lona, estaba a unos pasos de darle el golpe final, ese que sabía que le concedería el placer de ver a Rhadamanthys arrastrándose.

Se sentó a la mesa, deliberadamente se sentó al lado de los gemelos, sabía que ese dúo era razón suficiente para desalentar cualquier acercamiento por parte de Shun. Notó que Afrodita no lo miraba y que Death Mask lo miraba con insistencia rayando en obsesión. Esa mirada le bastó para saber que el italiano no solo sospechaba, sabía algo.

Milo contemplaba con gesto inexpresivo su plato rebosante de una sopa que logró identificar como algo mezclado con verduras, en realidad no se veía bien pero despedía un aroma interesante.

- ¿No vas a comer insecto? - dijo Kanon al ver que el plato del escorpión seguía intacto.

- Déjalo, quizá lo esta guardando para Afrodita, con eso de que en la mañana compartieron el desayuno. - dijo un burlón Saga.

- Cállense si no quieren que les patee el trasero.

- El insecto esta de muuuuy mal humor, ¿verdad hermanito?- dijo Kanon burlándose de la mueca de enfado de Milo.

- Será mejor que llamemos a Afrodita para que lo calme. - dijo Saga continuando la broma de su hermano.

-Cállense o de verdad voy a patearlos.- dijo Milo lanzándoles una mirada asesina a los gemelos. No estaba para bromas estúpidas, necesitaba un consejo no que alguien se burlara de él, y la única persona que podía servirle de apoyo en eso era precisamente parte del problema. Estaba metido en un lío. Y lo peor de todo era que no tenía idea de cómo solucionarlo.

De mal humor se levantó de la mesa, no quería hablar con nadie. Los ojos inquisitivos de Mu lo siguieron hasta que se perdió detrás de un muro, era su oportunidad. Mu se levantó y fue a hablar con Aiolia, sabía que el gato aún estaba molesto con Milo por la paliza que le diera en la estación de trenes. Poniendo un poco de detalles extras a su conversación con Aldebarán, Mu le contó todo al león, el furioso león tomó nota y mejoró a su criterio algunas partes, para luego darse a la tarea de diseminar la fastuosa noticia de que Milo y el toro ya eran amantes.

Sí algo no eran los poderosos santos de Atenea presentes en aquel viaje, era discretos. Así que la noticia corrió como reguero de pólvora. Como de costumbre, Milo fue el último en enterarse.

- Hola. - dijo Milo apareciendo en la habitación de los gemelos con un gesto más que malhumorado. Saga estaba saliendo de la ducha cuando el escorpión se apareció por ahí. Le bastó verlo para saber que ya estaba al tanto del nuevo chisme acerca de su persona.

- Así que ya sabes... - dijo Kanon. - ¿Y que vas a hacer al respecto?- Milo solo se encogió de hombros.

- Interpretaré eso como que te vas a quedar tan callado como de costumbre. - dijo Saga.

- Exactamente. - dijo el escorpión cruzando los brazos sobre el pecho.

- Sabía que el toro no era tan bueno. - dijo Kanon sentándose en la cama junto a Milo.

- Estoy seguro de que no fue él. - musitó Milo.

- ¿Ah no? ¿Y por que tan seguro?- le dijo Saga.

- Fácil, solo dos personas saben lo del tatuaje en el muslo, Aiolia y Mu, y con base en la experiencia y en lo que pasó hace unos días, estoy seguro de que fue Aiolia. Pero no es eso lo que me preocupa. - dijo Milo sin estar plenamente convencido de que debía decírselos a ellos.

- Y si no es eso, entonces ¿qué es? - le dijo Saga.

- Afrodita... él está enamorado de mí.

- Insecto eso no es nada nuevo. - dijo Kanon. - Esa trucha esta loca por ti y tú ni siquiera te habías dado cuenta. Aún así no veo donde está el problema.

- Pues que Death Mask esta enamorado de él y yo no sé que demonios hacer, por si todo eso fuera poco la estúpida Atenea intenta ensartarme a su niño favorito y yo no tengo la menor intención de obedecer esta vez... simplemente no sé que hacer.

- Dile a la bruja que no lo harás, así de simple, puede pedirnos que matemos por ella, puede pedirnos que muramos por ella, pero no puede decidir con quien vamos a compartir nuestra vida. - le dijo Saga.

- Eso yo lo sé y ustedes dos lo saben, pero esa maldita mujer demente de verdad cree que es dueña de mi maldita vida. No sé como pero voy a evitar que me obligue a eso.

- Eso se oye muy bien insecto, solo no te dejes convencer por la cara bonita de la florecilla, ¿entiendes? - le dijo Kanon.

- Deja de fastidiarme con eso... ese niño no me gusta.

-Pero ¿qué me dices del toro?

- Aldebarán es solo un amigo, como ustedes. - dijo Milo intentando imprimir un toque de seguridad a sus palabras que estaba muy lejos de sentir. No tenía idea de que era en ese momento Aldebarán en su vida.

- Bien, ya sabemos que la trucha te ama, que el toro también, aún cuando no te ha dicho nada, y que la florecita se ha encaprichado contigo, la pregunta es ¿tú que demonios quieres?- dijo Kanon.

- Desaparecer de la faz de la tierra. - murmuró Milo sin mucho ánimo.

-Vamos insecto esa no es respuesta. - dijo Saga un poco impaciente.

- Él preguntó que era lo que yo quería y eso es lo que quiero. - dijo Milo con gesto de niño encaprichado. Los gemelos se rieron francamente.

- ¿Sabes insecto? Creo que no te vendría mal hablar con Shaka. - dijo Kanon.

- ¿Y yo que tengo que hablar con el casi dios ese? - dijo Milo.

- Bueno es que... tú solo habla con él. - insistió el menor de los gemelos.

- No sé en que podría ayudar... pero tal vez lo haga. - Saga miro a su hermano con cierta cantidad de celos, pero la sonrisa que éste le dedicó bastó para despejar cualquier duda.

Notas finales: No me maten¡¡¡¡ es que no me pude resistir al pececito enamorado de mi bicho je je , de cualquier forma, ya lo saben, sugerencias dudas, comentarios y quejas, conocen el medio y por cierto, aclaro, si hay algo entre la diosa de pacotilla y Dezth Mask, asqueroso no es cierto? Y no porque ella sea mujer ni nada de eso, si no porque aquì es un personaje bastante odioso, bye bye¡¡¡¡¡¡

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