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Para ti, una sonrisa por Yoshita

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Notas del capitulo:

He vuelto, lamenti la tardanza. 

Disfruten el capítulo. 

Nota 1: si se ve pegado o feo, lo editaré cuando pueda. 

Nota 2: se que me hacen falta algunos reviews por contestar, lo haré luego, lo lamento por demorarme. 

 
De entre el quejido de la gente, el barullo de los observadores y las sirenas de las ambulancias y autos de policía, unas voces pedían a gritos a los paramédicos. 
-¡Ayuda, por favor!- la mujer con la niña inconsciente en brazos y el policía con el chico desmayado se acercaron a la ambulancia más cercana. 
-¡Camillas! ¡Necesito dos!- exclamó uno de los sujetos de ropa blanca- cálmense, los llevaremos al hospital.
Marco sacó su celular y subió a la ambulancia junto con la mujer, la madre de la pequeña a la que Ace le había salvado la vida. Marcó y dejó el tono sonar tres veces antes de colgar. Llamó a Mihawk. 
-Mihawk, Garp no me contesta. Voy para el hospital. Ace está herido, dile al jefe que me llame. 
-Está bien- contestó- suerte- y colgó. 
En la cabina, los enfermeros colocaban mascarillas de aire a los dos chicos y analizaban sus quemaduras. 
-Son graves- dijo uno- pero las del chico no son tanto como esperaba. La niña tuvo la protección de su ropa y la manta que le cubría, pero... Este muchacho debería estar casi carbonizado. 
Los hombres revisaron la piel de Ace y dieron con la gelatinosa sustancia con olor a lavanda. 
Retiraron un poco junto con la piel quemada del paciente y lo guardaron como muestra. 
La ambulancia se detuvo y Marco ayudó a la mujer a bajar del auto mientras las camillas entraban a la sección de urgencias. 
Oyó el grito de una voz algo conocida, pero lo ignoró y siguió a la camilla que llevaba a Ace. 
Cuando entró, vio que ambas víctimas del incendio estaban parqueadas fuera de una sala y nadie las atendía. 
-¡¿Qué esperan?! ¡Hagan algo! ¿¡Los van a dejar morir?!- Marco tomó de la camisa a uno de los asistentes y gritaba con furia. 
-Lo siento señor, pero no... No hay doctores disponibles. 
-¡Me vale una mierda! ¡Quiero que los atiendan de inmediato!
La madre de la pequeña sollozaba en silencio. 
-¡Señor, no hay médicos!
-Présteme una bata, guantes, un gorro y un tapabocas- oyó una voz a su espalda. 
-¿Perdón?- dijo el hombre al que tenía Marco por el cuello de su camisa. 
-¿Está sordo? Lo repetiré: quiero una bata, unos guantes, un gorro y un tapabocas. Salvaré a esos dos. 
-¿¡Quién se cree!?
-Haga lo que dice el muchacho- espetó Marco frío. Recibió la mirada de duda del hombre- ¡hágalo ya!
El agarre de Marco acabó y el hombre salió huyendo para regresar con lo que pedía el moreno muchacho. 
-Luffy-ya, espera aquí- le dijo al chico y le besó suavemente los labios. 
-Si Torao... Te encargo a Ace- y vio al moreno cruzar las puertas del quirófano. 
 
Lo último que vio fue la mirada preocupada y afanada de Marco antes de caerle encima. Sólo supo que le sonrió al policía. 
 
Suspiró. Como odiaba los estados de inconsciencia en donde, sabiendo que estaba soñando, era incapaz de levantarse. Le molestaba y le desesperaba. 
Ese era uno de esos momentos, pero afortunadamente, el entorno donde estaba ni era tan estorboso como los que solía tener. 
Estaba en un barco. Y el barco estaba en altamar. Estaba solo pero no sentía soledad. Era un atardecer de los mas bellos que había imaginado y agradeció a su subconsciente el haber creado un fondo tan agradable. Sentía calor, uno acogedor y, a pesar del pleonasmo literario que cometía, cálido. 
Suspiró de nuevo. Avanzó y se apoyó en el barandal del barco.
-El atardecer es hermoso. 
-Te equivocas- le dijo una voz a su espalda- está amaneciendo. 
Se dio la vuelta. Marco lo miraba de manera suave y al encontrarse con sus ojos, sonrió. 
-¿Qué haces aquí?
-Deberías preguntártelo tu mismo, es tu mente después de todo. Yo estoy aquí porque tu quieres que esté. 
-Mi mente es mi lugar más seguro. 
-Entonces yo soy alguien que te inspira seguridad. 
-Mas que eso...- bajó la cabeza- ... Te voy a decir la verdad, después de todo, eres un producto de mi subconsciente- levantó la mirada- tu me inspiras protección. Como un resguardo... Un refugio. 
-Entonces ven conmigo- le extendió la mano- ven, vuelve. 
Tomó la mano seguro y entrelazó sus dedos con los del otro muchacho. 
-¿A dónde vamos?
-Es tu mente, no la conozco. 
-A mi... Me gusta... Espera, jamás he estado aquí, conozcamos el barco. 
Caminaron a paso lento y por cada pisada, cada uno dejaba un ligero rastro. 
Ace levantaba pequeñas llamaradas naranjas que se reducían pero no se apagaban cuando el chico se alejaba. Y los pasos de Marco dejaban llamitas celestes con un hermoso centro amarillo pálido que tenían el mismo comportamiento de las llamas de Ace. 
Pasearon largo rato por cubierta porque Ace no deseaba perder de vista el sol. 
-Creo que quiero levantarme.
-Me verás cuando te levantes. 
-¿Qué?
-...- Marco vio como Ace se desvanecía. 
-¡Dilo!
-...
-¡Marco!- abrió los ojos. El desesperante pitido del lector de latidos chillaba y pestañeó para adaptarse a la falta de luz. Se levantó y vio su torso vendado, pero en el momento en que quiso levantarse mas, sintió como un peso en su mano lo detenía. 
Sonrió al fijarse que era la misma mano de su sueño. 
Se quedó dormido con la mano de Marco entre las suyas. Marco había tenido razón. Estaba dormido, pero estaba allí. 
 
Se despertó de nuevo y no sintió la mano que sostenía antes. Se incorporó en los codos con dificultad y buscó con la mirada, entre los rayos de luz que entraban por la persiana entreabierta, a su acompañante inesperado. 
-¿En qué estabas pensando?
-¿Eh?
-¿¡Lanzarte al fuego de loco?! ¿¡Eh?!
-¿¡Qué querías?! ¿¡Que dejara morir a la niña?!
-¡Podrías haber esperado a los bomberos!
-¡Para cuando llegaran, la niña ya estaría muerta!
-¿¡Y entraste sin protección?! ¿¡Qué hay de tu vida?!
-¡Mi vida no le importaba a nadie!
Marco abrió los ojos de manera desmesurada. Se acercó a la camilla y la golpeó con sus manos desnudas. 
-¿¡Qué hay de mi?! ¿¡Y Luffy y Sabo?!- Ace se sorprendió en demasía, Marco si que había hablado con Garp- ¡Tu vida si nos importa y seguirá haciéndolo! ¿¡Sabes quién te salvó la vida?! ¡El novio de Luffy! Y ese pequeño estaba tan feliz cuando te vio...- su voz se fue desvaneciendo- piensa en nosotros Ace... A los que nos importa tu vida... ¡No seas un...!- levantó la mirada y vio por primera vez el rostro del chico. No le importó su expresión estupefacta y le restó importancia a los ojos anegados en lágrimas que tenía en frente- tienes... Pecas...- posó sus yemas en los puntos oscuros del rostro del chico, cuya expresión cambió a incredulidad. 
-Si, tengo pecas... ¿Por...?
-No las había notado... La primera vez estabas sucio, mojado y con el pelo en la cara y la segunda... 
-Estaba llorando. 
-No... ¿Lo estabas? Iba a decir que también estabas sucio, pero... ¿Por qué llorabas?
-Por conflictos internos. 
-Dios...- musitó y se dejó caer en la poltrona que había detrás- amo tus pecas... ¡Amo tus pecas!- se echó a reír como un loco. Se aferraba el estómago mientras sendas carcajadas salían. Ace no lo pudo resistir y se unió. Junto con el policía comenzó a reír hasta que le dolió el cuerpo y se detuvo haciendo muecas. 
-Ya... No puedo mas... - se secó las lágrimas que le habían salido mientras reía y se acomodó mejor en la camilla. 
-Vale, tampoco yo- se detuvo y se encararon- dime la verdad. 
-¿Cuál?
-La tuya. 
-No hay verdades. Sólo el pasado. 
-Dímelo. 
Enfrentó los ojos de Marco y de vio en ellos. Estaba acorralado y no había opción de nada. Pero debía enfrentar la realidad y Marco era su vía de escape, después de todo, para él siempre había una sonrisa. 
-Yo... Pues...- sintió que el alma se le rompía y que si voz perdía intensidad. Cuando menos lo pensó, estaba llorando. 
-Lo siento- pidió Marco- no quise...
-¡Claro que no! ¡Es todo mi culpa! ¡Estoy deshecho! ¡Descompuesto! ¡Casi incinerado...!- pasó de gritos a murmullos y sollozos aun mas fuertes. 
-Lo siento- esta vez tuvo el valor de abrazarlo. Sintió la calidez del chico, pero también lo vio temblar. Se separó un momento para colocar la chaqueta de policía en sus hombros vendados y abrazarlo de nuevo siendo correspondido. 
Ace restregó su rostro contra el pecho de Marco y tembló con el errático palpitar. Al igual que él, Marco estaba nervioso, pero estaba allí, ¿no era eso suficiente?
-Marco- musitó- te diré la verdad. El pasado. Mi pasado. Fue hace 10 años, yo tenía 9 en ese entonces. 
Notas finales:

Gracias por leer. 


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