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Do you really want to hurt me? por Kitana

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Notas del capitulo: Hola a todo el mundo¡¡¡¡ Kitana de regreso después de sus merecidas??? vacaciones je  je , espero que les guste y les anuncio que este estamos en la recta final de esta historia, asíque si alguien tiene sugerencias, ¡ya sabe lo que tiene que hacer!! bueno mil gracias por leer, bye bye¡¡¡
 

Era martes, Saga y Kanon arribaban al departamento. Tomados de las manos sonreían, entraron en el edificio sintiéndose felices. No querían dejar ir ese sentimiento. Kanon sentía que no podía controlar lo que sentía. Era algo que crecía y se expandía en su pecho. Se sorprendía de lo maravilloso que podía ser el mundo viéndolo a través de los ojos de Saga

- ¿Crees que el insecto ya se haya levantado? - dijo Saga cuando introdujo la llave en la cerradura.

- Supongo que sí, sabes que le fascina levantarse temprano.

- Espero que haya preparado algo comestible. - dijo Saga con una enorme sonrisa.

- Uno de los pocos talentos del bicho es cocinar. - los gemelos rieron. Era extraña esa sensación de paz que les invadía con solo llegar a ese departamento. Casi se sentía como el hogar que no habían tenido jamás. Y Milo era como la familia que se les había negado. Saga abrió la puerta y su cerebro se quedó en blanco cuando vio aquella imagen.

- ¡Zeus! - fue todo lo que salió de sus labios antes de volver a cerrar la puerta.

- ¿Qué demonios te pasa Saga? ¿Qué rayos viste? - dijo  Kanon algo molesto.

- Créeme, no te gustaría saberlo. - dijo Saga, Kanon le arrebató las llaves y volvió a abrir la puerta.

- Maldita sea, tienes razón. Eso no quería verlo. ¡Maldito insecto pornográfico! - dijo Kanon intentando apartar de su mente lo que acababa de ver.

- Creo que mejor le damos unos minutos para que él y el toro se vistan.

- Mejor vamos a la cafetería de la esquina, aunque no creo que pueda comer algo. - dijo Kanon cubriendo sus ojos con las manos.

- Sí, y creo que sería buena idea que la próxima vez que salgamos de viaje llamemos avisando que regresamos.

- Sí, creo que sí, es buena idea. - dijo Kanon, Saga lo besó, era hermoso estar con la persona a la que más amaba en el mundo y habría sido perfecto de no ser porque habían sorprendido a Milo y Aldebarán haciéndolo en la sala. Ambos habían quedado en shock. Saga se dijo que no podía reprocharle nada, para empezar ni siquiera se habían dado cuenta de que los vieron. Además después de aquella vez en que Milo los había sorprendido a él y a Kanon en la cocina, no había mucho que reclamar.

Llegaron a la cafetería, ninguno de los dos quería hablar al respecto. Pero inevitablemente el tema salió a colación. Ordenaron un café solo para hacer tiempo, era obvio que Milo necesitaba tiempo con el toro.

- Una cosa si es segura, el insecto ha superado sus problemas sexuales.- dijo Kanon.

- ¿Y tú que sabes de los problemas sexuales del insecto.

-  Él me dijo, no es mi culpa que confíe en mí.

- Ah ya veo, ahora eres su confidente.

-¿Celoso?

- Un poco... el insecto es sensual y tú no eras conocido por tu fidelidad.

- Oye, el insecto es como un hermano.

- Yo soy tu hermano y te enamoraste de mí.

- De acuerdo, pero el insecto solo es el insecto y tú, tú eres Saga, ¿estamos?

- Te creo...

- No te oyes muy convencido.

- Si, pero no es por ti, más bien por él.

- ¿Sigues pensando que lo suyo con el toro no va a funcionar?

- No, no es eso, es porque estoy casi seguro de que la bruja va a entrometerse.

- Eso no es novedad. Tenemos que hacer algo.

- ¿Y que podemos hacer? Te lo pregunto porque tú eres el experto en conspiraciones. - los dos rieron.

- Me gusta que creas eso de mí. - Kanon se atrevió a besarlo en los labios... en público, enfrente de desconocidos.

- Te amo.

- Y yo a ti...

- Me encanta que lo digas... pero más que me lo demuestres.

- Creo que debemos volver a casa. - dijo Kanon al notar la creciente inquietud de su hermano.

- Sí... espero que el insecto y su novio hayan terminado ya con sus asuntos, no creo que soportara verlos de nuevo en aquella forma. - dijo Saga con gesto de asco.

- Vamonos de una vez, ¿sabes? Creo que a la bruja ya debe haberle llegado nuestra carta. - comentó Kanon con una sonrisa burlona.

- Debo reconocerlo, el "Plan C" fue sencillamente magistral. - dijo Saga para luego besar la mejilla de su hermano. - Lo que daría por ver la cara que pondrá la bruja cuando la reciba...

- Para tu fortuna, seguimos teniendo el control de las cámaras de seguridad del edificio de la fundación. - los dos rieron, aquello iba a ser un triunfo sin precedentes si resultaba de la forma en que ellos lo habían planeado. Y aquello sería su momento de gloria. Gloria que compartirían con Milo, ya que había sido él quien les diera la idea, aunque indirectamente.

Cuando volvieron al departamento se encontraron con que Milo y Aldebarán desayunaban en la cocina. Los gemelos habían decidido no hacer escarnio de la escena que habían presenciado, pues sabían que Milo no dejaría de reprocharles cierto encuentro en la cocina.

Aldebarán se encargó de contarles lo sucedido el día anterior y darles la noticia de que se mudaba al departamento. Saga pensó que aquello definitivamente iba a hacer que la carta tuviera mayor impacto. Se felicitó a sí mismo por haber aceptado la sugerencia que Kanon le hiciera días atrás.

- Bien, nosotros tenemos cosas que hacer. - dijo Kanon levantándose de la mesa después de que compartieran una taza de café con Milo y Aldebarán.

- Estos dos están planeando algo. - dijo Milo cuando los gemelos se retiraron.

- ¿Y cómo sabes? - preguntó Aldebarán.

- Simple, Saga está nervioso y Kanon demasiado feliz considerando que no se han encerrado en su habitación. Como sea, necesito comprar algunas cosas, ¿vienes?

- Si, claro. - abandonaron el departamento, Milo se sentía particularmente feliz. Al fin su vida parecía estar tomando el rumbo que siempre había querido, y tenía a su lado a una persona que de verdad lo consideraba importante, pero sobre todo que lo amaba solo a él.

En las oficinas  de la fundación Grad reinaba la habitual calma, hasta que se escuchó el grito histérico de una mujer.

-¿Donde demonios están Saga y Kanon? - era Sahorí. La encarnación de Atenea estaba furiosa. Con gesto rabioso salió al pasillo arrugando entre sus manos un sobre bastante abultado. Los empleados en el pasillo la miraron con terror mientras se encaminaba al elevador. La mujer iba literalmente hecha una furia. No recordaba con exactitud en que oficina era que se encontraba Saga, así que empujo cada puerta hasta que dio con la de Shura. - ¿Dónde esta Saga?

- De vacaciones... usted le autorizó a salir de fin de semana con Kanon. - dijo el español un tanto asustado por la forma en que la mujer había irrumpido en la oficina.

- ¿Sabes en donde esta?

- Ni idea, él y yo no nos llevamos bien.- dijo el español sintiéndose ridículo. La diosa tomo el teléfono y llamó a la mansión, Shun fue quien le contestó.

- Hola Sahorí, ¿qué sucede?

- Necesito que vayas al departamento de Milo y le obligues a decirte donde están Saga y Kanon, ¿me has entendido? - el tono histérico de la diosa le dio a entender al muchacho que aquello no presagiaba nada bueno.

- Correcto, lo haré.- dijo Shun, Sahorí no dijo más y colgó. Estaba furiosa.

En esos momentos, los gemelos subían por el elevador hasta el piso en el que en esos momentos se encontraba la diosa.

- Esto va a ser de antología.- dijo Saga.

- Si, yo creo que después de esto Hades te recontrata. - los dos rieron, aquello estaba resultando exactamente como lo habían planeado. Ambos habían detectado el alteradísimo cosmos de la diosa. - Por cierto, ¿crees que esta furiosa o completamente loca de ira?

-Opción dos. - dijo Saga al ver a la mujer que esperaba el elevador en el piso en el que ellos bajaban.

- Vengan conmigo a mi oficina. - dijo ella entrando al elevador para luego pulsar el botón del último piso. Ninguno de los dos hombres perdió el aplomo a pesar de las miradas asesinas que ella les dirigía. Esta vez habían ido demasiado lejos.

Entraron en la elegante pero poco funcional oficina de Sahorí. Ella se sentó detrás del escritorio con los puños crispados de ira. Los gemelos se sentaron frente a ella justo como el día en que habían decidido enfrentarla por primera vez. Con molestia, Sahorí notó que las manos de aquellos imponentes hombres se enlazaban en un gesto de supremo amor. Saga clavó sus penetrantes ojos verdes en la diosa, el momento al fin llegaba. Kanon le sostuvo la mano con mayor fuerza. En realidad aquello no era solo por ellos dos, también era por Milo y Aldebarán.

- ¿Qué significa esto? - gruñó Sahorí arrojando sobre la mesa el sobre en que los gemelos le habían hecho llegar aquella carta.

- ¿Significar? En realidad creo que no significa nada, al menos no para nosotros, ¿cierto Kanon?

- Muy cierto Saga. - la diosa les miraba con la furia resplandeciendo en sus ojos violáceos.

- ¡Esto es demasiado! ¿Cómo fue que consiguieron todo esto?

- Un mago nunca revela sus secretos, ¿verdad Saga?

- Verdad Kanon. - la mujer estaba completamente fuera de sus casillas.

- Ustedes dos, degenerados infelices... ¿qué es lo que pretenden?

- Nosotros no pretendemos nada, queremos algo, algo que estamos seguros usted nos dará... a menos que quiera ser la próxima estrella porno en Internet. - dijo Saga intentando no reírse. Kanon se cubrió la boca con la mano y fingió toser para ocultar el ataque de risa que le asaltaba.

- ¿Y que quieren? ¿Dinero?

- En realidad se oye tentador, pero en estos momentos... no, no es eso lo que queremos, ¿cierto Kanon?

-Cierto Saga. - Sahorí les miró... esos dos lo estaban disfrutando, disfrutando chantajearle con aquellas filmaciones. No podía pensar en como era que las habían conseguido.

- Solo díganlo. - siseo la mujer.

- Queremos libertad absoluta, para nosotros y para Milo y Aldebarán. - dijo Saga, ella lo miro sin entender. - Sabemos que si a usted le viene en gana no encontraremos empleo ni siquiera como repartidores de diarios, y señora mía tenemos necesidades, debemos trabajar, no todos somos herederos millonarios. Lo único que le pedimos es que deje de meterse en nuestras vidas, que no intente dirigirlas ni mezclarnos en los absurdos planes que le vienen a la mente de cuando en cuando.

- Y que se abstenga de juzgarnos y de correr con papi Zeus pidiéndole que nos devuelva al Hades.

- Como verá nuestras exigencias no son muchas. No la necesitamos para nada más. - dijo Saga recalcando cada palabra de su última frase.

- Eso es todo...- dijo ella. - ¿Y si me niego?

- Pues no sé... creo que a la mayoría de los tabloides y sitios web les interesaría contar con esos videos, y por cierto, ¿habíamos mencionado que también tenemos fotografías y algunos mails bastante comprometedores? - dijo Kanon

- Y no te olvides de las conversaciones en msn, esas son oro molido para las revistas de chismes.

- Además de los secretitos que le confiesa a su amiga Hilda de Polaris por teléfono, ¿cierto Saga?

-Cierto Kanon.

-Lárguense de aquí inmediatamente... y no quiero volver a verlos jamás.

- Y será así mientras usted no intervenga en nuestras vidas, y por cierto, no intente alguna de sus tretas, las conocemos bien. - dijo Saga.

- Y seguiremos vigilando, uno nunca sabe de lo que se puede enterar... - dijo Kanon. Los gemelos se pusieron de pie. Sahorí hubiera querido fulminarlos ahí mismo. Estaba furiosa, aquello era la gota que derramó el vaso, estaba decidido. Se encargaría de ellos, no iba a seguir permitiéndole a ese hato de mastodontes inútiles que se comportaran de aquella forma, ¡ella era una diosa!

Lo primero que hizo fue llamar a Shion, el patriarca se encontraba en su oficina, Dohko estaba con él.

- ¿Qué nueva locura se le ha ocurrido? - dijo el oriental con gesto cansado luego de que Shion colgase el teléfono.

- Te confieso que no tengo la menor idea, pero esta furiosa.

- Entonces me supongo que nuestro almuerzo tendrá que esperar a mejor ocasión.

- Lo siento... es que...

- Lo sé, tus deberes son antes que esos pequeños placeres, ¿correcto? Shion, lo entiendo, no tienes que explicarme, es solo que... estoy tan harto de que ella interfiera en cada uno de nuestros planes.

- También yo... pero ¿qué podemos hacer?

- Retirarnos, retirarnos como debimos haber hecho en cuanto terminó la guerra con Hades.

- Debí hacerte caso... debí convencerla de que todos teníamos derecho a la vida que no pudimos vivir... pero fui un tonto, torpe, idealista, estúpido...

- Idealista tal vez, pero no estúpido. El problema es que tú sigues viéndola como una diosa, el resto hemos notado ya lo humana que es. - las palabras de su pareja resonaron en la mente de Shion.

- No comprendo... ella es una diosa...

- Lo sé, pero eso no le quita lo humano, solo tiene 18 años Shion, demasiado poder y escasa guía. No te culpo, es solo que no debiste ceder tanto a sus caprichos. Y las consecuencias de todo aquello apenas comienzan a verse.

- ¿Qué tratas de decir?

- Que todo esto se ha convertido en un juego para todos, incluida ella. Verás, no se qué es exactamente pero los gemelos planean algo.

- Lo sé... era cuestión de tiempo, y creo que hay alguien ayudándoles.

- ¿De quien sospechas?

- ¿De quién más? De Milo, por supuesto. - Dohko le miró, era perfectamente lógico, aunque también sería lógico que Milo no tuviera nada que ver, Saga y Kanon se bastaban solos para armar cualquier cantidad de líos. El teléfono volvió a sonar.- Debe ser ella de nuevo. - dijo Shion cubriéndose el rostro con las manos.

- Ve antes de que venga a buscarte, recuerda que oficialmente no estoy en la ciudad. - dijo el chino con una sonrisa. Shion se acercó para besarlo.

- Deséame suerte.

- Mejor te deseo que salgas bien librado. - Dohko tomó el rostro del peli verde entre sus manos y deposito un nuevo beso en aquellos turgentes labios. - Se prudente pero no servil.

- Lo haré. - Shion salio sintiéndose más tranquilo, Dohko tenía ese efecto en él, calmarlo lo suficiente como para enfrentar cualquier cosa. Con paso sereno y decidido se dirigió a la oficina de la diosa. En cuanto entró se percato de que su peor pronóstico acerca del mal humor de Sahorí estaba siendo superado con creces. Aquella joven sentada frente a él era la imagen de la furia.

-¿Por qué demonios te tardaste tanto? - dijo ella furiosa.

- Tenía otros asuntos que atender.

- Cuando te llame te dije que vinieras inmediatamente, ¿acaso no sabes lo que eso significa?

- Sí lo sé, pero también sé que hay prioridades.

- ¿Y que otra cosa puede ser más prioritario que atender a lo que yo te pido?

- Lo lamento, estaba terminando el informe que me solicitó ayer.

- Está bien, como sea, quiero que reúnas a todos los santos de oro y a los de bronce que siguen en servicio, quiero verlos esta misma tarde.

- Cáncer y Piscis siguen de viaje, ¿debo llamar también a Escorpión y Géminis?

- Si, y trata de que Death Mask y Afrodita estén presentes, lo que voy a decir es algo que todos ellos deben escuchar, incluidos esos griegos traidores. - dijo la mujer bastante enfadada.

- Con todo respeto Atenea, no creo que ellos la hayan traicionado de forma alguna. - se atrevió a decirle Shion.

-  Tú no sabes nada de nada, si cumplieras con tu trabajo te habrías enterado de que esos tres han estado espiándome. Estoy considerando seriamente la posibilidad de relevarte de tu cargo como patriarca. - Shion le miró fijamente aquellos ojos amatista le inspiraron por primera vez desazón, Shion siempre había acatado sus ordenes sin siquiera discutir, pero aquella vez sería diferente.

- Sé que esto que voy a hacer tal vez me cueste algo más que mi cargo, pero no puedo más.

- ¿También tú?

- Sí, también yo, ¿o es que esperaba que toda mi vida estuviera fungiendo como su tapete y mandadero? - Shion estaba fuera de sí, aquello era demasiado, finalmente se le había agotado la paciencia y las buenas maneras. - Estoy cansado, muy cansado de tolerar las niñerías de una chiquilla malcriada, estoy cansado de todas las locuras a las que nos arrastra haciendo uso de su poder para ello. Solo somos personas al fin y al cabo y tenemos derecho a ciertos pequeños placeres como elegir a nuestro compañero, a decidir lo que queremos hacer cada mañana sin que nadie nos lo imponga.

- ¡Cállate! Sí dices una palabra más, considérate expulsado de la orden.

- En ese caso... ¡estoy harto de usted y sus intromisiones! - dijo Shion y abandonó la oficina.

-¡Estás despedido! ¡Y no te quiero volver a ver en la mansión! - le gritó ella. Shion caminaba por el corredor con una enorme sonrisa en los labios, cierto, había actuado de la misma forma infantil que tanto le reprochaba a los demás santos y a la propia diosa, pero ¡qué liberado se sentía!

Entro en su oficina, Dohko lo estaba esperando.

-¿Cómo te fue?- dijo el chino dejando a un lado la revista que había estado leyendo.

- Bastante bien, estoy despedido y expulsado de la orden; además de que no tengo en donde vivir. .

- ¡Dioses! No, estás bromeando, no se atrevería.

- Pues se atrevió, y yo también me atreví a decirle ciertas cosas que me he estado guardando mucho tiempo. - Shion abrazó a su pareja, Dohko lo miró, hacía mucho tiempo que no le veía tan relajado y lleno de paz. Se dijo que aquello no podía ser malo. Shion se tomó un instante para recoger las pocas cosas que tenía en aquella oficina. Decidió pasar por las oficinas de los dorados para despedirse de ellos. Suerte que Dohko era ahorrativo, si no estarían completamente en la calle, ya que el chino decidió separarse también de la diosa en solidaridad con su pareja.

-¿Y que hacemos ahora? - dijo Dohko cuando se vieron fuera del edificio de la fundación.

- No sé tú pero a mi me apetece ir a almorzar en ese restaurante que recién descubrimos. - dijo el peli verde. Dohko sonrío y sus verdes ojos se llenaron de amor hacia Shion.

- Entonces vamos a almorzar.

-Dime, ¿crees que un ex servidor de Atenea pueda conseguir trabajo pronto?

- No sé, aunque debo decir que tu currículo es más grande que el mío, tú has servido a Atenea y a Hades. - dijo el chino, ambos rieron. Tomados de la mano caminaron en dirección a la transitada avenida que se extendía justo como su futuro, amplio y lleno de posibilidades por explorar.

Lejos de ahí, en un café de Roma, Death Mask y Afrodita se encontraban compartiendo amena conversación acerca del arte grecorromano frente a una taza de café.

- ¡Dioses, como quisiera pasarme el resto de la vida aquí!- exclamó Afrodita mientras contemplaba el encantador paisaje del Campo di Fiore.

- Eso sería bueno... aunque difícilmente podríamos quedarnos aquí para siempre.

- ¿Y por qué no? Ángelo, quiero empezar de nuevo... y quiero hacerlo contigo. Te necesito a mi lado. - dijo el peli acua tomando entre sus manos una de las manos de Death Mask. Los labios del italiano se curvaron en una sonrisa de felicidad, aquello sonaba mejor que la mejor de las arias de Verdi, lo había escogido a él.

- ¿Estás seguro? Sabes que no será fácil. Nosotros...nosotros tenemos un pasado que no sé sí has podido perdonar. - dijo él mirando fijamente al hermoso sueco.

- Sí, yo... yo te amo Ángelo, y sé que todo aquello fue porque estabas enfermo y ahora que recibes el tratamiento adecuado estás mejor, estaremos bien Ángelo, no nos niegues la oportunidad por el temor que te causa la historia que tenemos juntos. Yo, yo lo he olvidado, ¿sabes? - dijo Afrodita con gesto conciliador.

-Yo no... derramaste tantas lágrimas por mi, te hice tanto daño mio caro...

- Nada que el tiempo no haya podido reparar...

- Las cicatrices no se borran del todo amor mío... siguen ahí. - dijo mientras su índice repasaba la apenas perceptible cicatriz que Afrodita tenía en la muñeca izquierda. - Te hice tanto daño que aunque lo desee no creo merecerlo. Herí no solo tu cuerpo, también tu alma...

- Eso ya no tiene importancia, démonos una nueva oportunidad, sin temores, sin resentimientos... solo seamos Ángelo y Soren, que Death Mask y Afrodita queden en el pasado.

- Pero...

- Pero nada, quiero quedarme aquí contigo, quiero renacer a tu lado, ¿y por qué no? Tener la familia que a ambos nos arrebató el destino.

- Te amo tanto y te merezco tan poco...

- Solo bésame, por favor y no pienses en nada que no sea ser feliz. - dijo el sueco acercando su encantador rostro al de Death Mask. Se besaron, fue un beso tierno y cargado de dulzura, para Death, aquel beso significó su redención definitiva. Para Afrodita, fue simplemente el reanudar aquel romance adolescente que se había visto interrumpido por la enfermedad de Death y mil y un contratiempos que no estaba dispuesto a permitir que afectasen aquello que volvía a renacer en él.  Luego del beso se miraron en silencio, ya no eran los mismos, habían cambiado, habían vislumbrado que, aquel viejo amor no era nada comparado con lo que surgía entre ellos. Ya no eran niños, ya no eran adolescentes temerosos y alocados. Eran dos hombres decididos a amarse por encima de todo y de todos. Cada uno reconoció en su interior que lo que tenían enfrente era a la persona más importante de su mundo. Afrodita se dio cuenta de que había cometido un error al afirmar que estaba enamorado de Milo, al escorpión solo le unía una entrañable amistad, un cariño que superaba la amistad pero no llegaba a ser amor, simplemente Milo había estado siempre para él, en los peores momentos con Death, era su amigo simplemente.

Por su parte Death tuvo que enfrentarlo, los errores del pasado no debían repetirse si es que quería conservar a su lado al precioso sueco. Las dudas acerca del amor de Afrodita quedaron en segundo plano, se entregó a ese beso sin pensar, simplemente quería sentir que ese tibio sentimiento le llenaba cada célula del cuerpo. Los labios de Afrodita le transmitieron aquellas emociones que antaño no supo ni pudo apreciar, pero ahora todo era diferente. No volvería a dañarle ni siquiera con el pensamiento, no volvería a fallarle, al contrario, entregaría todo de sí para que aquella relación rindiera los frutos que Afrodita siempre había deseado.

- Volvamos al hotel, tengo que tomar el medicamento y hacer un par de llamadas. - dijo Death. Afrodita asintió en silencio, Death se sintió dichoso de solo sentirlo cerca, de sentir que el delicado perfume de rosas que emanaba de la nacarada piel de su compañero se impregnaba en él justo como años atrás. - Te amo Soren.

- Y yo a ti Ángelo. No quiero volver allá... no quiero. - dijo Afrodita abrazándose al poderoso tórax del italiano.

- Para eso son las llamadas. Para avisarles que no vamos a volver. - los ojos de Afrodita se llenaron de ilusión y una hermosa sonrisa apareció en sus labios, aquella sonrisa animó aún más a Death, sí así era como siempre debió ser. Jamás se separarían, algo en su interior les decía que aquello era para siempre.


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