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El Zorro Negro por sariali

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Notas del capitulo:

   Saludos amig@s yaoistas... Les envio un cordial saludo y disculpen por el retardo de casi un mes. Tengo algunos problemas con mi musa. No obstante estoy trabajando lo mas rápido que puedo para terminar todos los fics pendientes que tengo.  Todavia no puedo creerme que esta serie este a punto de terminar...  De verdad es algo doloroso... T_T.

    En fin, si les gusta o no, cualquier cosa en los comentarios. Este capitulo quedó un poco forzado, pero espero que les guste y no se confundan demasiado.

   Disfruten.

CAPITULO 5: “Ni Por un Segundo”

 

 

— Lo lamento… En serio lo lamento. —el triste susurro del joven de cabello rubio resonó en la oscuridad del enorme parque central de aquella ciudad. Sus ojos, azules como el más hermoso cielo de verano se hallaban anegados en lágrimas mientras miraban como su pareja se alejaba rápidamente  de él, dándole la espalda tras sólo un par de horas en las cuales habían estado juntos.  Un frio viento sopló repentinamente, agitando su ropa y su cabello así como las hojas de los árboles a su alrededor; el viento acarició su rostro, retirando con sus helados dedos las lágrimas de sus mejillas y jugando con sus pestañas, lo cual lo forzó a apartar la vista de la espalda de su más reciente fracaso. Aprovechó la oportunidad para enjugar el mismo sus lágrimas (como siempre terminaba haciéndolo).  Una vez que el viento amainó un poco,  levanto la cara y compuso una forzada sonrisa tras lo cual simplemente emprendió su camino a casa.

   Cuarenta y tres.

   Ése era su fracaso numero cuarenta y tres. Naruto se preguntó por un momento si un humano común  podría morir por el corazón roto. Y si ese fuera el caso, entonces el ya habría muerto cuarenta y tres veces. Cuarenta y tres personas le habían pedido su compañía romántica, y cuarenta y tres personas lo habían desechado. Si LO habían desechado pues  él jamás había botado a nadie y probablemente jamás podría hacerlo… No era su culpa. Naruto no tenía ni idea del por qué, pero (y aunque cualquiera se podría burlar de él por esto) él se había enamorado perdidamente de sus cuarenta y tres citas, aún a pesar de que la gran mayoría no había pasado ni cinco días como su pareja. Eso hacía sin duda mas terrible su maldición. Cuando lo terminaban, él sentía como si estuvieran finalizando una relación de muchos años; incluso en esa fría noche, en la cual ni siquiera había besado a su pareja, con la cual por cierto, solo llevaba cinco horas de noviazgo.

   — No es la peor cita que he tenido. Hubo una chica que me apuñaló el hombro antes de cortarme. — Se dijo a si mismo, intentando suavizar el terrible  sentimiento que parecía estrujar con fuerza su estómago y su pecho. El viento volvió a abrazarlo por detrás, tratando de consolarlo como siempre después de una de sus rupturas amorosas.  El rubio se alejó lentamente, siendo tragado por la oscuridad de la noche. Atravesó lentamente las calles que lo separaban de su casa y llegó a su parada favorita: El Puente de Bee. Un gran puente de concreto y acero por el que diariamente atravesaban miles de autos y cientos de personas que, por sus aceras,  se alejaban de la ciudad. En esos momentos una tenue neblina flotaba fantasmagórica a pocos centímetros del piso del puente, dándole la apariencia a los transeúntes de estar caminando sobre nubes. Pero esa no era la razón por la cual fuera su parada favorita. Sus razones eran un poco mas… Siniestras, si se les veía tal cual. Y es que siempre que atravesaba ese puente, luego de haber terminado dolorosamente con alguna de sus parejas… por su mente no dejaba de rondar la idea de escalar la pequeña barda  construida para alejar a los que por allí transitaban del fondo del turbulento rio Raioh. Siempre en esos momentos se imaginaba a sí mismo allí, arriba;  de pie mientras el frio viento nocturno de la ciudad  le agitaba suavemente su rubio cabello y le acariciaba el cuerpo, mientras lo abrazaba como si tratara de darle el valor necesario. Se imaginaba con los brazos extendidos en forma de cruz, disfrutando sus últimos segundos de vida antes de lanzarse y rendirse a los brazos de la muerte.

   Esos pensamientos no le gustaban, y sin embargo desde que Sasuke lo había terminado usando tan crueles palabras, cada vez le era más tentadora la idea de convertir su última fantasía en realidad. Sacudió su cabeza en un intento de alejar aquellas deprimentes ideas.  Luego, atravesó el puente.

    Naruto caminó un rato mas, con paso lento hasta llegar a su hogar. La luz en la cocina y la sala le indicaba que su familia lo esperaba para la cena. No obstante, a pesar de que les agradecía el gesto, en esos momentos el quería estar a solas consigo mismo. Descansar tranquilamente en su habitación y prepararse para dormir sin que su pecho se rompiera en el acto. Entró a su casa por la puerta de enfrente, como siempre lo hacía;  saludó a su padre, a sus hermanos  y tras disculparse por no querer acompañarlos a cenar se dirigió a su cuarto, apagó la luz  y se quedó dormido sobre su cama, casi indiferente a las lágrimas que escurrían, silenciosas por sus mejillas.

 

                                       <<<<<<<>>>>>>> 

 

 

   Cuando encendió la luz de su habitación, Kiba notó con claridad la irritación que tenía en sus ojos. Seguramente producto de  “haber jugado videojuegos”  toda la tarde y parte de la noche. En algún momento sin embargo, se había quedado dormido sin darse cuenta. En esos momentos experimentaba una sensación de desconcierto similar a la que sentiría un toro en una cristalería. Miró el reloj que descansaba sobre el buró al lado de su cama.

     Cuatro de la mañana con doce minutos.

    — Vaya… creo que me quedé dormido. — Expresó el moreno mientras frotaba sus ojos en un intento de eliminar el desconcierto de su cuerpo.  Se dio un par de pequeñas bofetadas, mas por la costumbre que por necesidad; y finalmente logró eliminar la sensación de confusión de su mente y de su cuerpo. No obstante en el momento en que la confusión lo  abandonó ,  una sensación de desesperación lo invadió en su lugar.  En su mente seguía bailando aquella conversación que había tenido con Sasuke Uchiha…  Una conversación sobre sus sentimientos hacia su mejor (y ciertamente único) amigo en la escuela.  “¿Qué se siente estar enamorado de tu único amigo?” Esas palabras seguían resonando en sus oídos con la misma claridad con la que uno escucharía música proveniente de sus audífonos. No podía apartarlas de su mente porque… ¿Por qué? Esa era la gran pregunta. Kiba respiró profundamente por enésima vez aquella noche tratando desesperadamente de encontrar una respuesta a esa pregunta: ¿Por qué las palabras de Sasuke le habían afectado tanto? ¿Por qué  seguía y seguía repitiéndolas en su mente? ¿Qué significaba todo aquello? El joven colocó ambas manos sobre sus sienes y tiró del cabello que allí crecía.

   Se sentía desesperado.  En sus casi diecisiete años de vida jamás había considerado la posibilidad de ser… de ser… de ser… ¡ESO! Jamás se hubiera considerado una de esas personas a las que las atrajera uno de su mismo sexo. Si bien no tenía nada contra ellos, no le agradaba la idea de ser alguien así. ¿Qué diría su madre? ¿Qué pensaría su hermana? ¿Qué hubiera dicho su desaparecido padre?  El podía imaginarse con claridad la cara de espanto que pondría su madre cuando le diera la noticia; podía ver con claridad en su mente como los triángulos invertidos que tenía en sus mejillas se movían frenéticos al decirle que podía irse y no volver jamás; podía escuchar los salvajes gritos, improverbios  y maldiciones que su madre le gritaría y el solo podría bajar las orejas y salir de la casa con el rabo entre las piernas. Se imaginaba el rostro siempre amable de su hermana tornándose en una expresión de decepción y tristeza.   Sin duda esas imaginaciones suyas eran lo suficientemente poderosas por su cuenta para lograr enloquecerlo pero… pero no eran ellas la que lo habían mantenido llorando toda la noche. Y si no eran ellas… ¿Qué era?

   Y fue en ese momento en el cual todo pareció encajar a la perfección. Fue como un súbito instante de iluminación en su cerebro. Un único segundo en cual todo su ser se dio cuenta de que era lo que lo trastornaba. Finalmente llegó a la conclusión de que… De que la razón por la cual le preocupaban todas esas cosas era… Porque realmente no le importaba que Naruto fuera hombre. La razón por la cual se sentía lleno de desasosiego era que, efectivamente y como Sasuke le había hecho notar, él estaba enamorado de su mejor amigo, de su único amigo; y que una parte de él se sentía realmente atraído por la idea de ser algo más que amigos con el rubio.

   Por eso se había sentido así cuando el rubio le había dicho que tenía una nueva pareja. Estaba celoso… Pero no eran celos porque el rubio tuviera pareja y el no como habría sucedido antes… No, para nada. En esa ocasión habían sido los celos típicos de un adolescente al que le habían arrebatado a su amada (amado, en este caso).  Si, eso tenía sentido: Las palabras de Sasuke le habían afectado tanto porque él, muy en el fondo,  sabía que estas eran ciertas. Él sabía que deseaba estar al lado de Naruto como algo más que amigos. Y era eso lo que precisamente le ocasionaba aquel conflicto emocional que lo había orillado a llorar por horas. ¿Era su amor por Naruto tan grande como para afrontar la vergüenza de ser desheredado de la familia Inuzuka?

   Sonrió con tristeza. La respuesta de su mente había sido un inmediato SI.

   Quizás… quizás no tuviera que elegir entre una y otra. “Si — pensó con alegría — Puedo mantener esto oculto de mi familia. Así ellos no se molestarán y yo podré ser feliz con Naruto… por un tiempo.”  Y aun a pesar de saber que ese plan no funcionaría a largo plazo, y que era una magna muestra de cobardía, Kiba decidió probar su suerte.  Sólo esperaba no quedarse, en el peor de los casos,  sin ambas cosas. Sin su familia… y sin SU Naruto.

 

   Ahora solo quedaba el problema de la situación emocional actual del rubio. No había que olvidar que en esos momentos Naruto tenía pareja, lo cual podía resultar en una molesta interrupción, un fastidioso tiempo de espera en su plan. Aunque… por los rumores  sobre la “peculiaridad” de Naruto, era posible que no tuviera que esperar mas de un par de días. Una semana cuando mucho. Si… siete días  a lo sumo  antes de que Naruto volviera a estar disponible. Una malévola sonrisa cruzó por su rostro; no obstante, cuando se dio cuenta la borró inmediatamente.

   — Bueno… en el amor y la guerra todo es válido, ¿no? — Se susurró a si mismo intentando excusarse por su actitud tan infantil y hasta un poco (¿posesiva?) agresiva.  Ya un poco mas animado Kiba se lanzó sobre su cama, los resortes chirriaron y se quejaron un poco durante unos momentos antes de volver a su silencio habitual. Kiba sonreía tranquilamente, fantaseando como cualquier adolescente lo haría al enamorarse; no podía entender como es que aquella situación lo había puesto tan sensible. Era simplemente cuestión de hormonas… uno no elegía de quien enamorarse, y el enamorarse de un solo chico no necesariamente lo volvía homosexual. Si… ahora que lo pensaba con tranquilidad todo le parecía tan simple. Quizás Naruto fuera la única persona de su mismo sexo que lo atrajese de ese modo.  Respiró tranquilamente por primera vez esa noche  mientras una calmada sonrisa apareció en su rostro y sin pensar en otra cosa mas que en la sonrisa del joven rubio, apagó la luz.

 

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   Tres horas después de abandonar a Kiba Inuzuka fuera de la cafetería, Sasuke Uchiha se encontraba tranquilamente sentado en su cama, con la vista fija en la televisión y con un conocido aparato entre los dedos , los cuales se movían con la agilidad y gracia de un profesional. A su lado sentado en el piso y  emulando sus acciones estaba sentado un joven de cabello negro corto y con una piel inclusive más pálida que la del dueño de la casa.

   — A veces me pregunto qué tan malvado puedes ser, primito. — Le  comentó  con sorna el joven sentado en el piso.

   — No sé de que hablas, Sai. Mantén la vista fija en el juego.

   — Si… — Un segundo después la movida música del videojuego se tornó lenta y pacífica mientras en la pantalla aparecía en letras rojas “Player 2.  Game Over”. — Bien, ya perdí.  Como decía: ¿Qué tan malvado eres en realidad? ¿Realmente tenía sentido hacer que Inuzuka se sintiera tan mal.

   — Claro que si. Fue divertido ver como se derrumbaba contra el poste de luz.  Además, la expresión en su rostro cuando le hice notar sus verdaderos sentimientos —Agregó con un sonrisa de superioridad — no tuvo precio.

  — Te lo he dicho muchas veces: No debes comportarte como un psicópata con los chicos que te gustan solo para llamar su atención. Me gustaría ahora jugar otro juego… no sé… ¿Aún tienes ese juego de carreras de autos?

  — No sé de que hablas… — comentó Sasuke mientras un ligero sonrojo aparecía en sus pálidas mejillas. — No es mi intención llamar la atención de Inuzuka… — Se levantó y tomó una pequeña caja rectangular de plástico y la abrió para sacar de su interior un nuevo disco mientras su “adorado” primo sacaba el que se encontraba dentro de la consola. — Ni tampoco es que me guste.

   — Claro, claro... — repuso Sai con una rígida sonrisa en sus labios — Y entonces, ¿qué hacías antenoche mientras susurrabas con tanta pasión su nombre?

   — ¡No...! No sé de qué rayos hablas.

   — Si, como digas. Quiero el auto azul con alerón amarillo. — Mientras Sasuke elegía su competidor y acomodaba las estadísticas del juego, Sai decidió seguir presionando a su adorado primo. A fin de cuentas (al igual que su partida de videojuegos) era una diversión gratuita. — Y… ¿Cuántos van?

   — ¿Cuántos van de qué?

   — Sabes a lo que me refiero. Sé que aún te interesa y no apartas la vista de lo que hace.

   Hubo un momento de silencio mientras Sasuke miraba con rabia a su primo; no se esperaba encontrarse con la mirada sonriente de Sai respondiéndole desde el piso.  Era como si entre ellos se comprendieran a la perfección; como si entre ambos existiera una conexión que les permitiera entender todo lo que el otro pensaba con sólo una mirada. Tal vez era porque desde los tres años dormían bajo el mismo techo  y en la misma habitación. Los padres de Sai habían muerto en un accidente cuando el tenía apenas año y medio, así que la familia de Sasuke había decidido adoptarlo y tratarlo como un hijo mas. Desde que ambos tenían uso de razón se habían llevado muy bien.  Tal vez demasiado bien a veces. Sai era el único miembro de la familia que conocía sus “curiosos” gustos y había prometido guardar el secreto hasta que Sasuke decidiera contarle a su familia. Entre ambos guardaban muchos secretos, compartían muchas cosas, muchas alegrías y muchos errores, tanto así que Sasuke consideraba a Sai más hermano que a su auténtico hermano Itachi.

   —La persona de  hoy fue la número cuarenta y tres.  — Respondió Sasuke con un pequeño sonrojo y una visión que denotaba un poco de culpa, lo cual era extraño en el. — Pero por lo que vi no creo que duren mucho.

   — ¿En serio? ¿Por qué? — Preguntó Sai mientras su auto arrancaba en la pantalla y adelantaba rápidamente a un auto amarillo.

   — Al parecer es parte de  una apuesta. — Respondió Sasuke mientras su auto (de color negro y rojo) atravesaba velozmente una curva.

   — ¿De nuevo?

   — Si. Al parecer fue una buena cantidad, pero no me parece el tipo que soporta estoicamente todo lo que le lancen. Le doy tres días a lo mucho.

    Durante unos minutos Sasuke y Sai se mantuvieron concentrados en su respectiva mitad de la pantalla. Finalmente el silencio se rompió con una exclamación de victoria por parte del monosílabo.  Mientras en la pantalla aparecían las típicas adulaciones al ganador, Sai decidió reanimar la plática.

   — Tal vez nos dé una sorpresa.  Uno nunca sabe — Sentenció con una sonrisa.

  — Tú decías lo mismo… y terminaste en el hospital con el cráneo roto. Tras una sola semana si puedo agregar.  ¿Acaso olvidas como fue tras solo tres días? ¿Realmente crees que una persona común podría resistir por mas?

   — ¡Vamos, vamos! Fue sólo un pequeño accidente que a cualquiera le podría pasar. Quizás esta vez Naruto tenga mas suerte.

   — ¡Naruto no conoce la buena suerte! — Le respondió Sasuke levantando la voz. Sai se limitó a estirar un poco mas las comisuras de sus labios antes de componer una mueca misteriosa.

   — Tal vez… no sea necesaria la suerte. Tal vez solamente se necesite de alguien con la suficiente fuerza de voluntad. Tal vez sólo se necesite de alguien que no desee estar con él por una apuesta o curiosidad como en mi caso. Tal vez se necesite de alguien como tú: alguien que realmente lo ame tanto como para soportar todo el daño que pueda recibir sin quejarse.

   — ¡Por favor, Sai! — Respondió Sasuke componiendo una sonrisa de medio lado, llena de autosatisfacción, lo cual, pensó  Sai, era una expresión muy característica suya. — Ya te lo dije antes: Esa persona no existe. Y aunque existiera, yo creo que el dolor de tener cien huesos del cuerpo rotos matarían el amor que cualquiera pudiera tenerle, ¿no lo crees?

   — El que haya sido tu caso, no necesariamente significa que sea igual para todo mundo. Quizás… Inuzuka sea más terco que tú. Y tal vez por eso te atrae en cierto modo. — Dijo susurrando la última frase.

   — ¿Qué dijiste? — Respondió Sasuke con una pequeña vena de molestia latiendo en su sien.

   — Nada, descuida. Iniciemos otra carrera. Tal vez ésta vez tengas mas suerte.

   — Tú tuviste suerte. Adelante, ésta vez te haré pedazos.

   Con una auténtica sonrisa esta vez, Sai oprimió el botón para iniciar otra carrera. Mientras tanto en su mente ya comenzaba a planear sus movimientos. Al parecer, el arisco Kiba de su salón era una persona de lo mas interesante. Y si realmente  comenzaba a salir con Naruto, bien podría presentársele una gran oportunidad, y si un poco de sangre debía de correr, pues que así fuera. Sólo esperaba que su querido primo se diera por vencido con el joven de cabello castaño… no quería que la cosa más preciada de su vida saliera lastimada. No dejaría que nada le pasara a Sasuke. Nada.

 

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  El día había comenzado de una manera muy normal. Simplemente había tomado el autobús como todas las mañanas y había emprendido el camino a la escuela. El día pasó lentamente hasta la hora del primer refrigerio en la cual como siempre se había reunido con Kiba en un aula solitaria para almorzar. Si bien habían comenzado charlando de la escuela como todas las mañanas, no tardó mucho tiempo para que la conversación se dirigiera hacia la vida amorosa del rubio.

  — Y dime… ¿C-cómo te fue en tu cita de ayer?  — Preguntó el joven moreno tratando de sonar lo más natural posible.  Su plan era mantener un ojo sobre la relación actual del chico de ojos azules y en cuanto ésta llegara a su fin… intentaría pedirle a su amigo que saliera con él.

  Naruto sonrió tristemente, lo cual sorprendió un poco a Kiba. El rubio lanzó un suspiro antes de decir, con una voz que parecía rebosar tristeza:

  — Nada bien. A veces me pregunto… — Un momento de silencio. — No, nada. Es sólo que nunca he sido muy afortunado en el amor. —  Declaró con un una gran sonrisa; no obstante a cada palabra que pronunciaba, el chico lucía mas triste, lo cual hacía sentir mal al joven Inuzuka. — En fin… anoche no fue diferente de otras veces.

   — ¿Eso significa que…?

   — Si… Anoche, después de solo cinco horas y quince minutos de relación, me cortaron. ¡Estoy soltero de nuevo! — Agregó con otra radiante sonrisa, la cual, obviamente ocultaba un profundo pesar.

   — Lo lamento. — Dijo el joven de cabello castaño, intentando contener su emoción. No podía creer  que tuviese tanta suerte.

   — Si, también yo lo lamento. ¡Pero en fin, la vida sigue su curso! ¡No puedo estar deprimido por estas cosas todo el tiempo! — El rubio sonrío nuevamente,  y ésta vez era un sonrisa sincera.

   — Me alegra que pienses así. Además, ya sabes lo que dicen por ahí, eso de que “hay muchos crustáceos en el mar”.  — Naruto ahogó una pequeña risa cubriéndose la boca con la mano. Kiba no pudo hacer otra cosa que mirarlo con curiosidad.

   — No es “crustáceos”, la frase es: “Hay muchos otros peces  en el mar”.

   — ¡Es lo mismo, igual viven bajo el mar, ¿o no?! — Ambos estallaron en una carcajada y se mantuvieron así  durante unos minutos. No obstante, cuando la euforia del momento pasó, sobre ellos se cernió un incómodo silencio.

   “Es tu oportunidad Inuzuka”  — Se decía Kiba, tratando de juntar el valor necesario — “¡Hazlo! Solo dile ‘Naruto, ¿quieres salir conmigo?’ ¿O será demasiado directo?  ¡¿Qué pasa si lo asusto o si cree que me estoy  burlando de él?! No, no….relájate Kiba. Anoche llegamos a la conclusión de que lo haríamos. ¡Sólo díselo de una vez!

   — Ahhmm.. Naruto, yo… — Inicio valientemente el joven Inuzuka.

   — ¡No te preocupes! — lo interrumpió — Estoy acostumbrado a que terminen conmigo rápidamente. De hecho el récord del menor tiempo como mi pareja la tiene un chico de quince años… estuvimos juntos por media hora.

    A pesar de que lo dijo de una manera totalmente casual y despreocupada, Kiba no pudo evitar sentirse triste por su compañero.  Naruto era una muy buena persona; no merecía que lo trataran así.

   — Yo no entiendo porque te botan. — Dijo el moreno, desviándose de su cometido por un momento. — Tu eres una de las personas mas agradables que jamás he conocido. Cualquiera seria afortunado de ser tu pareja romántica.

   En cuanto se dio cuenta de lo que había dicho, el joven Inuzuka no pudo evitar sonrojarse; notaba claramente como sus mejillas ardían por la cantidad de sangre que se agolpaba en ellas. Afortunadamente  el tono oscuro de su piel y las marcas rojas que tenia como parte de una antiquísima  tradición familiar en las mejillas evitó que el sonrojo fuera demasiado notorio. Aún asi, el joven moreno ladeó un poco la cabeza  para que su amigo no notara el  rubor que se apoderaba lentamente de su rostro.

   Un tenso silencio se apoderó nuevamente del salón  en la cual ambos tomaban su almuerzo; por alguna extraña razón el joven de cabellos rubio también se estaba ruborizando sin apenas darse cuenta.  Se sentía feliz.

   — Muchas gracias. No es cierto, pero gracias de cualquier modo… — Kiba volteó para verlo y notó como las mejillas del chico estaban ligeramente sonrosadas. — El que pienses eso de mi me hace muy feliz.  — Y le dedicó una radiante sonrisa.

   Nuevamente el silencio. Nuevamente la tensión. Nuevamente el miedo. Nuevamente la confusión. Kiba tragó saliva, notaba con absurda claridad como ésta bajaba lentamente por su garganta, notaba lo reseca que se encontraba en esos momentos su boca, lo rápido que latía su corazón, inclusive era consciente del sudor que escurría por su frente y su cuerpo. Estaba tan jodidamente nervioso que no podía creerlo… ¡Y todo por una sola persona! Pero… pero…

   ¡Al demonio!

   — ¡NARUTO! — Gritó casi desesperación, sobresaltando de tal manera a su compañero que éste saltó literalmente de su silla.

   — ¿Q-qué pasa Kiba? ¿Por qué gritas? — Pregunto Naruto un poco asustado por la extraña actitud de su amigo.

   — Se… se que esto puede ser un poco raro. — Comenzó atropelladamente Kiba — Y antes que nada quiero decirte que yo valoro tu amistad por sobre todas la cosas.

  — También yo.

   — Pero quiero decirte… TENGO que decirte.  — Nuevamente hubo un momento de silencio, muy breve,  en el cual el rubio no pudo sino únicamente mirar a su compañero con curiosidad.

   — Bien… escuchare lo que tienes que decir. Pero espero que sea importante si te pones asi sólo por una conversación.

   — ¡SAL CONMIGO! ¡Te pido que salgas conmigo! ¡SE MI NOVIO, POR FAVOR!  — Gritó nuevamente Inuzuka, y no porque le gustara sobreactuar las cosas, pero en la situación emocional en la que se encontraba en esos momentos el gritar era la única manera en la cual podía expresar los sentimientos que se anidaban en su pecho.  Y siendo honestos, se sentía bien dejarlos fluir de esa manera.

   En la habitación se cernió un nuevo silencio.  Por primera vez Kiba era consciente de los ruidos que provenían desde fuera del salón; las risas, gritos, correteos y conversaciones de sus compañeros que en esos momentos disfrutaban su almuerzo; totalmente ajenos a la escena que se estaba desarrollando dentro del salón; totalmente ajenos a la terrible sensación que experimentó al ver la cara de horror del joven rubio. Naruto tenía los ojos totalmente abiertos, y la boca entreabierta en una expresión que parecía danzar entre la sorpresa y el horror. Ver esa expresión dibujada en el siempre sonriente rostro de su otrora amigo pareció aplastar el corazón del joven Inuzuka, sensación que se incrementó cuando escuchó la respuesta del rubio.

   —No… — Kiba sintió que su estómago se retorcía. Lo habían rechazado. Lo habían rechazado sin mas, sin siquiera considerarlo por un minuto. ¿Realmente era tan malo tenerlo como pareja? ¿Cómo podía haber sido tan tonto para siquiera considerar pedirle a su amigo que saliera con él? Kiba ladeó un poco la cabeza, apartando su mirada del rostro de Naruto para no seguir viendo esa expresión que lo destrozaba por dentro. No obstante, el rubio volvió a hablar. — No puede ser… ¿Por qué? ¿Por qué tú de entre todos tiene que pedirme eso?

  Kiba volvió a mirarlo, Naruto mostraba ahora una expresión triste. Lo veía casi como si le tuviera pena, como si fuera un cachorro abandonado que había encontrado en la calle, hambriento y con frio. ¿Por qué lo miraba con lástima? ¿Acaso eso significaba que dejarían de ser amigos, tal como lo había temido? Por fortuna, las siguientes frases le dejaron claro a Kiba…que eso no era lo que pasaba.

   — Kiba… A mí  me encantaría. Me encantaría salir contigo. Pero… Pero hacerlo es poner en riesgo tu integridad física.  Y yo no quiero eso.

   Pero Kiba no escuchaba mas. Él sólo había escuchado las primeras palabras: “Me encantaría.” En esos momentos su n parecía querer salirse de su pecho y una ridícula sonrisa se había formado en su rostro.

  — No quiero que termines odiándome como todas mis parejas, así que…

  — ¡NO  LO HARÉ!  ¡Yo nunca podría odiarte, así que por favor...!

  — ¡NO! — Gritó a su vez Naruto, esta vez con una expresión desafiante en su rostro. — Lo mismo me dijo Sasuke cuando me lo pidió y resultó ser una mentira. Si salimos juntos terminaras con las piernas destrozadas por un auto o sin un ojo, o peor; y además terminaras odiándome. Por eso prefiero…  — dijo con un poco de pena y tristeza en su voz — Prefiero que sigamos siendo sólo amigos.

   — No.  — Respondió Kiba con vehemencia, acercándose a Naruto , quedando ambos frente a frente por primera vez, el moreno casi podía percibir el aliento del rubio sobre sus labios, miró directamente a sus ojos, aquellos hermosos ojos de color azul que  lo caracterizaban. — No dejaré que digas eso. Tú me gustas (“Se siente tan bien decirlo en voz alta”, pensaba para si mismo) y me gustas bastante. Ya te lo dije antes, cualquiera sería muy afortunado de ser tu pareja. Sólo que en ésta ocasión soy yo el que quiere ser ese afortunado.

   — Kiba, yo no…

   — ¡Escúchame! — Le interrumpió tomándolo de los hombros — No sé que me pasó; apenas  ayer me di cuenta de lo que sentía por ti, esto es algo que yo jamás había sentido por nadie, es una combinación de emociones que no puedo explicar… Pero anoche también me di cuenta, de que yo estoy dispuesto a que mi familia me odie sólo por estar contigo. Yo no creo en las maldiciones Naruto,  solo es sugestión psicológica. Te puedo garantizar que no me pasará nada, y que te seré tan fiel como un perro con su amo. Así que por favor, te pido que digas que si.

   — No lo sé Kiba. Sé que no crees que lo que me pasa es algo sobrenatural pero… son demasiadas coincidencias. Y …— agregó mientras colocaba su mano sobre la sonrojada mejilla de Kiba. —No quiero que salgas herido.

   Kiba tomó la mano de Naruto con ambas suyas y la apretó con fuerza mientras sonreía de manera tranquilizadora. Llevó la mano de su compañero hasta su pecho y la apoyó sobre su pectoral izquierdo, justo sobre el sitio donde se notaba con mayor fuerza el latir de su corazón. Naruto se sorprendió un poco al notar la velocidad con la que éste latía, una velocidad y ritmos muy similares a la que tenía el suyo; además, Kiba había sido la única persona, además de Sasuke, que había hecho tenido un gesto así para con él.

   — ¿Lo notas? Nunca me había sentido así… Mi corazón nunca había latido con tanta fuerza. Y te puedo garantizar  que no es por miedo.  Yo no creo en las maldiciones. Pero aún si ésta existe, yo encontraré la manera de esquivarla… porque quiero estar contigo.

   Naruto sintió que una corriente eléctrica le recorría la columna vertebral.  Ciertamente su amigo no se veía asustado, no se veía preocupado; de hecho destilaba seguridad.  ¿Podía confiar en que realmente no pasaría nada? ¿Podría ser ésta ocasión diferente de todas las demás?  Nada le garantizaba que fuera así. No había nada que le indicara que ésta vez, como las anteriores, no pasara nada malo. Kiba le gustaba… desde que se había tropezado con él por primera vez le había gustado y  esas emociones crecieron más por su cercanía y la acción del tiempo. Por eso no quería lastimarlo… No quería volver a ver esa mirada de desprecio en el rostro de alguien que le gustaba.

   “¿Realmente crees que alguien podría enamorarse de algo como tú? Y aún si así fuera, ¿quién estaría dispuesto a morir por una ramera? Porque eso eres: Una miserable ramera que jamás podrá ser realmente amada. ¡Lárgate de mi vista! ¡Y nunca te atrevas a dirigirme de nuevo la palabra o te trataré como la perra que eres!”

   Esas crueles palabras seguían sonando en su mente. Y no quería que Kiba le dijera algo similar o incluso peor. Tal vez Sasuke tuviera razón… ¿quién en su sano juicio estaría dispuesto a morir por él? ¿Realmente habría alguien tan estúpido como para sacrificar su vida por algo que ni siquiera podría llamarse amor? Ciertamente parecía imposible.

   — Kiba… — Le respondió el rubio, con una triste sonrisa en el rostro —si realmente te sientes así entonces dime: ¿Realmente estás dispuesto a MORIR por mi? — Naruto sabía que cuando menos Kiba lo pensaría dos veces  de esa manera, poniéndolo todo de una manera tan cruda era imposible que no reflexionara. Pero…

   De un momento a otro se encontraba fundido en un cálido pero casto beso. Kiba apoyaba sus labios contra los suyos, abrió  totalmente los ojos, absolutamente sorprendido por la reacción de Inuzuka. El beso no duró más de cinco segundos, no fue apasionado, no fue demandante. No… había sido un beso de promesa.

   — Sin dudarlo ni por un segundo.

   — Eres un idiota, ¿lo sabías? — Le respondió el rubio con una sonrisa en el rostro. No podía creer que realmente existiera alguien tan estúpido como para no reflexionar ante semejante pregunta. Pero se sentía muy agradecido, muy agradecido de que esa persona existiera… y estuviera frente a él.

   — Los dos lo somos. — Y le rozó nuevamente los labios con los propios.  Se sonrieron mutuamente y Kiba apretó con fuerza la mano del rubio, la cual aun descansaba en su pecho. —Lo diré por segunda y última vez: ¿Naruto Uzumaki, aceptarías ser mi novio?

   Y tras unos segundos mas de silencio, en los cuales el rubio pareció considerar nuevamente los peligros de la situación y sopesarlos contra la  absurda determinación del castaño, finalmente dijo:

   — Si.  Trataré de cuidar de ti lo mejor que pueda.

   Kiba sintió como si una fiera rugiese dentro de su interior. ¡Lo había conseguido! Se sentía feliz, en esos momentos se sintió capaz de asaltar un banco únicamente con un bolígrafo de tinta azul. Pero… había algo raro. Sus hombros parecieron volverse más pesados, como si el aire sobre ellos hubiera multiplicado su peso miles de veces. Un pequeño escalofrío le recorrió la espina dorsal y por un momento sintió una extraña compresión en su pecho y un pequeño mareo que él acusó a todas las emociones que se habían liberado en el momento.

   Pobre e inocente ingenuo. Sin saberlo, en ese preciso momento había entrado a un peligroso campo de batalla del cual, podría no salir con vida.  Y es que Kiba estaba por descubrir, que muchas veces, el amor puede resultar fatal.

 

 

                                                                                                                                                                                          >>>>CONTINUARA…

 

 

Notas finales:

   ¿Y bien? Espero que no les haya parecido tedioso y es obvio que quedó algo forzado pero tenía que salir del bloqueo que tenía, a partir de aqui pienso avanzar  más rápido. Cualquier crítica que tengan, por favor sientánse libres de dejar un comentario, ¡es fácil y no lleva mas de 5 minutos! Subiré el próximo capitulo el lunes. 

  Un cordial saludo para todos los que se toman la molestia de leer las tonterias escritas por su humilde servidora!

      Matta-NE!

 


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