5 pasos para gustarle
Capítulo 8. ¿Por qué te enojas?
- ¿Te enteraste? Hay un chico nuevo en el pueblo –Dice una de las ancianas que va caminando a mi lado, con una canastilla llena de granos de café.
Esta mañana el chico nuevo es el tema de conversación en todos lados. Es como si fuese lo más interesante que se escucha desde hace años. Lo que realmente debería preocuparnos y ser tema de conversación es la Feria de las Flores que ya está muy cerca y quien sabe si ya tienen todos los eventos preparados. En fin, tengo que terminar de arreglar el traje que Mitchell usará ese día, apuesto a que se verá muy tierno en él.
Hoy es mi día libre y estoy cosiendo telas en medio de la calle. Que mal que le cambiaron el horario a André, si no, iría a visitarlo un rato. Ahora su día de descanso es el martes, el mío es hoy, domingo, como debería de ser.
Me parece que Ámber no tarda en llegar. Me dijo que fue a visitar a una amiga suya que vive cerca del centro, entre las calles que salen al jardín. Mitchell está acostumbrándose mucho a estar con el cerebrodecacahuate. De hecho, están platicando adentro de mi casa, es por eso que estoy afuera, sentado en la silla que está a un lado de la puerta. Me pregunto que será tan interesante que casi ni hacen ruido, será mejor ir a ver.
Abro la puerta y entro pero extrañamente no veo a nadie. Observo en dirección a la cama, y me acerco para asomarme debajo cuando escucho un grito detrás de mi, y siento mi espalda arquearse y mi cuerpo tensarse por el susto.
- ¿Te asustamos? –Me pregunta Mitchell… condenado chamaco…
- No hagas eso, casi me matas.
El ricachón solo se ríe. Comienzo a acostumbrarme un poco a su presencia, aunque claro, no significa que me agrade.
- Voy a hacer unas compras. ¿Necesitas algo, enano?
- Nop. Bueno sí… Bueno, no…
- Decídete ¿Quieres? –Le pregunto a mi hermanito – ¿Sí o no?
- Uhm… ¿Me compras un chocolate?
No puede ser, ese niño… Como hace drama para pedir algo. Tan solo le despeino el cabello, y me río un poco. Comienzo a caminar hacia la puerta y siento que alguien me sigue.
- ¿Se te ofrece algo? –Le pregunto a Richard.
- Nada. Te acompaño, solamente.
- Estoy bien así, gracias.
No se ni porque me esfuerzo. Aun así me sigue. Caminamos durante un largo rato y llegamos finalmente al mercado que se encuentra detrás del jardín central. Entro y saco una pequeña lista del bolsillo de mi pantalón. Veamos… Detergente, papel higiénico, shampoo… Richard se asoma por encima de mi hombro para ver.
- ¿Sí, dígame? –Doblo el papel y lo escondo de su vista mientras le pregunto cruzado de brazos y me giro a verlo.
Tal vez fue un error, él no retrocede y me acabo de dar cuenta de que está muy cerca de mí. Veo como me sonríe de esa forma tan… Agh… Me vuelvo a dar la vuelta para terminar de leer la lista. Bien, creo que pasaré primero por los productos de limpieza y luego por las cosas de cocina.
En todo el rato, Richard no se me despega ni un momento. Se la pasa de graciosito, haciendo desastres por donde pasamos. Agarrando cepillos, zapatos y manzanas y desordenando las estanterías.
- ¿Te quieres quedar quieto un momento? –Le digo mientras le quito un bastón de madera de las manos y lo regreso a su lugar en el local.
- Que aburrido eres –Dice y suelta un bufido.
- Deberías aprender a comportarte en lugares públicos.
No dice nada más y salimos del mercado. Llevo cargando muchas cosas.
- Te ayudo –Me dice. Suena más a una orden. Se nota que no está acostumbrado a ser amable. Por lo menos no conmigo, pero ¿Qué importa?
- Yo puedo. –Aun así, me arrebata unas cuantas bolsas y las lleva cargando.
Pasamos frente a una dulcería y recuerdo que Mitchell quería un chocolate, pero ya no llevo dinero… Supongo que tendrá que ser otro día.
- ¿No vas a comprar el chocolate?
- Hoy no.
- ¿Por qué? –Me pregunta, y no se distinguir si es solo un fingido interés o lo dice enserio.
- ¿Sabes? Son estos los tipos de cosas que las personas como mi familia no podemos permitirnos. No todos tenemos la suerte de nacer entre cunas de oro y casas hechas de billetes.
- Estás siendo irracional y ridículo. Solo pide el chocolate, yo lo pago.
Parece que tiene buenas intenciones detrás de esos esfuerzos por ser agradable, pero conmigo no funcionan. Aun no entiende el trabajo que cuesta ganar un poco de dinero para comer y el hecho de que se ofrezca a pagar algo como un chocolate me hace sentir mal. Es como si estuviese restregándome en la cara que él puede comprar lo que se le antoja, porque no tiene miedo a despilfarrar nada.
- Olvídalo, Mitchell sabe cuando se puede y cuando no.
Iba a seguir diciéndome cosas cuando una vocecilla lo interrumpió.
- ¿Joe, que haces aquí?
- ¿Yo? ¿Qué haces tu aquí, Ámber? –Pensé que seguiría en casa de su amiga, pero si esta por acá, entonces las compras debieron durar más de lo que pensé.
- La encontré cuando iba saliendo del trabajo –¿ANDRÉ? De acuerdo, eso sí que me sorprendió. –Iba a acompañarla a tu casa, pero creo que ya tienen quien los lleve
Está enojado. No creo que sea muy agradable para él encontrarme con el caraculo de Richard. A mi tampoco me agrada, pero no entiendo porque se comporta así cada que se habla de él o lo ve. Yo lo odio porque se comporta como un idiota todo el tiempo, pero el odio de mi amigo hacia el ricachón es sin sentido. Hasta donde yo se, nunca han hablado.
- No te preocupes, ya me iba. Puedes llevarlos tú. –Dice Richard. Se va antes de que André pueda decir otra cosa.
- Ámber, será mejor que vuelvas a casa antes de que oscurezca –Le ordeno a mi hermanita.
- Claro, Joe –Me sonríe – Te veré en casa. Adiós André.
André se despide también de ella. Bajo las bolsas que llevaba cargando hasta el momento, las coloco a un lado de las otras bolsas que Richard me ayudaba a cargar. Las dejó antes de irse.
- Lo siento –Suspiro – Ah… ¿Quieres ir a tomar algo, André?
Él me observa de abajo a arriba, como si examinara algo en mí, tiene los brazos cruzados encima del pecho y su mirada es levemente severa. Casi nunca me mira así, hace que me ponga nervioso.
- No. –Dice cortante, y al parecer se da cuenta por que agrega un amable “gracias” después. –Tengo que volver a casa, Joseph, lo siento.
¿Joseph? Nunca me llama por mi nombre completo… siempre es Joe… o pato, pero nunca Joseph. Enserio está enojado, creo.
Demonios, no se que decir ya. Me hace sentir un poco culpable pero no se por qué. No me dice nada más él tampoco, simplemente se da la vuelta y se va, dejándome solo.