5 pasos para gustarle
Capítulo 1. Ya empezamos mal.
Mi nombre es Joseph Reang, tengo 17 años. Trabajo en un campo junto con el resto de mi familia. Tengo a mi madre, un hermano menor de 7 años, su nombre es Mitchell y una hermana de 10, se llama Amber. Trabajamos para la familia Duncle. Ellos tienen mucho dinero y muchos terrenos.
Mi madre y mi hermana se encargan de las labores del hogar. Hacen comidas, limpian la casa, se encargan de llevar las cuentas de los gastos de ambas familias... en fin.
Mi hermanito y yo hacemos trabajo en el campo y cuidamos de los animales. Algunas veces tengo que ir al río para llevar agua a la casa. Yo lavo la ropa de nuestra familia ya que mi madre y mi hermana lavan la de la familia Duncle.
Lavamos también en el río y en los días de calor también nos bañamos ahí. Me agrada estar las tardes enteras en el río. No hay mucho ruido, más que el agua corriendo. Hay mucha vegetación alrededor, por lo tanto también hay mucha sombra. El agua es dulce y fresca.
Cuando tenía 10 años, llevaba a Amber a nadar. Ella tenía 3 años y de nadar no sabía nada, sin embargo le gustaba remojarse en el agua largos ratos.
Hoy me encuentro con Mitchell, estamos alimentando a los puercos. A mi hermanito le dan mucho miedo, creo que siente que lo pueden morder. Una vez escucho a una de las ancianas en el campo decir que a un niño le arrancaron la mano los animales pero no escuchó que animal fue. Por eso no se acerca demasiado.
Mitchell ya sabe las tareas que le corresponden hacer y yo ya casi termino mi día, solo me quedar bajar al río de nuevo para lavar la ropa de mis hermanitos.
Llevo en una canasta la ropa sucia y el jabón. El río siempre está solo a éstas horas, pero veo a lo lejos una silueta de un caballo… seguramente se escapó del establo. Me acerco pero veo a una persona bañándose… creo que llegué en mal momento. Es Richard Duncle, el único hijo de mis patrones. Escucho siempre decir que es muy guapo y ese tipo de cosas que las muchachas del centro susurran cada que él se pasea por ahí, pero a mí me parece que es muy grosero y engreído. Es verdad que nunca he hablado con él pero no necesito hacerlo. Las personas adineradas siempre son así. Se creen la mejor cosa por tener grandes terrenos y dinero de a montones.
Tendré que fingir que no lo he visto si quiero llegar en paz a lavar.
Me siento a la orilla del río y comienzo con una prenda de Amber. La meto al agua y la saco para rociar un poco de jabón sobre ella. El jabón que utilizo saca cualquier tipo de mancha de la ropa, dejando un agradable olor a limpio… demonios, me sentí como en comercial.
Observo de reojo que Richard monta el caballo de hace un momento y se va. Creo que tengo el toque para correr a la gente, me agrada. Continuo tallando la ropa cuando de pronto, escucho el sonido de las patas del caballo y el agua comienza a salpicar por todos lados.
¡¿Qué demonios le sucede a ese tío?! ¡Está viendo que estoy aquí sentado y no es ni para ir a trotar a otro lado! El caballo ha pasado por todo, la ropa sucia quedó aún más sucia, yo todo empapado y el jabón… hay no... el jabón está todo regado en el suelo.
- ¿QUÉ DEMONIOS TE SUCEDE? – No puedo evitar gritarle, me enoja que no sea lo bastante educado como para tan si quiera ayudarme a recoger la ropa.
- ¿Disculpa? Sabes acaso ¿quién soy yo?- Habla de una manera tan irritante…
- No me importa quien carajo seas. ¿Has visto que tu caballo pasó encima de todas mis cosas?
- Por supuesto. No estoy ciego.
- ¿Y no piensas hacer algo?
Veo como baja del animal y comienza a acariciarlo
- Percy se asustó- ¿Percy? ¿Quién carajo es Percy? ¿El caballo? Aunque viéndolo mejor, más bien creo que es yegua.
- ¡Me importa un pepino! ¡Vas a tener que pagarme el jabón!
- Por favor, sólo era media bolsa. Seguro tú puedes comprarte uno nuevo.
¿Había escuchado bien? Llega a hacer desastres y ¿no quiere aceptar su responsabilidad? No puedo discutir con una persona así, mejor me voy. Comienzo a recoger mis cosas y las meto en la canasta. Doy unos cuantos pasos y lo escucho de nuevo.
- ¿A dónde vas? ¿No piensas disculparte?
- ¿DISCULPARME? NO, TU ERES QUIEN DEBERÍA DISCULPARSE- Le apunto muy amenazantemente con el dedo índice. Puedo ser pobre, puedo trabajar para su familia, pero de ninguna manera pienso disculparme con un cretino como él.
- ¿Yo? Si eres tú el que está gritando como loco y encima a tu patrón. Eres tu quien debe disculparse.
No diré nada más. Debo ir a comprar una nueva bolsa de jabón. Claro, como a él no le cuesta nada. Tiene la vida regalada. Odio a los ricos. Creen tener el poder para pisotearte y humillarte como se les pegue la gana. Ya lo quiero ver haciendo todas las tareas que a mí me reparten a diario. No aguantaría ni media jornada. Él es exactamente el tipo de personas que odio. En verdad, no puedo verlas ni en pintura.
Mejor voy a ver a André, seguro ha de estar saliendo de la librería en la que trabaja. Tiene dos empleos. Uno es la librería y otro atendiendo un mini súper en la zona concurrida del centro. No gana mucho, pero sí lo suficiente como para poder mantenerse a sí mismo y de vez en cuando cumplirse algún capricho. A él si le cuestan las cosas, todo lo que tiene lo aprecia. Es ése el tipo de gente que me agrada. Que valoren lo que tienen y que trabajen honestamente para conseguir lo que quieren. Sí, voy a visitarlo un rato.