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Shin Chan: El visitante del Futuro por Ecto

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- ¿Crees que podrás hacernos este favor? -Preguntó Shin-Chan, a una chica morena.
- Por supuesto, Principe Shin... -Sonrió la niña.
- Se me hace raro ver a mi madre ligando con el señor Nohara... -Comentó Ainesuke con una mueca. Nene sonrió, y se subió al hombro del adolescente.
- Pues acostumbrate. Porque es así siempre. -Luego suspiró. -No me puedo creer que yo me case con esta tía...
- Lo mismo digo, bonita. -Soltó Ai-Chan, frunciendo el ceño. -¿Seguro que es hijo MÍO y TUYO?
- Pues claro, idiota. ¿Es que no lo ves? Tsk.
- Ahhh... Esto ya se siente más como casa... -Sonrió el chico, de forma divertida, mientras las niñas seguían peleando.

Shinnosuke revisó las cámaras que la familia Suotome tenia por Kasukabe, hasta que encontró la de su calle.
Un señor se acercó a la puerta acompañado por muchos tipos raros, y al ver que nadie abría, uno de sus hombres arrancó la puerta de cuajo.
Después de unos momentos de forcejeo, pudo ver como Shinto escalaba el muro, y escapaba por la izquierda de la pantalla, con Himawari en brazos, y Nevado a los pies.
- Woo, wooo. Menos mal. Consiguieron escapar. -Suspiró el moreno.
Siguió mirando, y lo último que se vio fue como metían a su madre en un camión, para que después los tipos y el señor huyesen de ahí.
- Ihhh... Vale. -Shinnosuke llamó la atención de las dos niñas que peleaban, y del adolescente que las miraba, divertido. -Shinto está en alguna parte de Kasukabe.
- ¿Eh? ¿En serio? ¿Dónde? -Preguntó Ainesuke, agarrando a Shin-Chan por los hombros. Nene le dedicó una sonrisa de lado, y el chico se quedó unos momentos callado, antes de separarse, avergonzado.
- Ejeeee... -El moreno se pasó una mano por detrás de la nuca, pero luego volvió a ponerse serio. -La verdad es que no lo se... -Susurró, poniendo morritos. -Asi que será mejor que encontremos a los demás, y luego nos ocuparemos de Shinto.
Ainesuke suspiró. No estaba de acuerdo, pero supuso que sería lo más inteligente por ahora.
- ¡Yo también iré! -Soltó emocionada la morena. Y antes de que Nene repusiera algo, continuó. -Es mi hijo también, después de todo...

Los cuatro salieron de casa de Ai-Chan, pensando a donde podían ir ahora. Pero antes de decidir nada, un grupo de hombres extraños los rodearon. Se parecían a los que capturaron a su madre en el video, y a los mismos que buscaban a Shinto. Las sospechas se confirmaron, cuando todos se lanzaron encima, inmovilizandolos.
El guardaespaldas de Ai-Chan salió en seguida, pero fue derribado fácilmente por un par de policías futuristicos.
- ¡Príncipe Shin!
El niño consiguió escurrirse entre un par de policías, y salir de todo el barullo.
- ¡Bueno! ¡Hasta luego, cocodrilo! -Dicho esto, salió corriendo por las calles, mientras ignoraba los gritos e insultos de Nene y su hijo, y las peticiones de auxilio por parte de Ai-Chan.


- ¿Entonces no le importa, señora Nanako?
- Tranquilo, Shinto. -Sonrió la morena, meciendo a una Himawari dormida. -Mañana la llevo a casa de los Nohara.
- Muchísimas gracias. -Asintió el chico, a punto de salir por la puerta. -Vamos, Nevado.

Ya había pasado la hora de comer, y Shinto comenzaba a tener algo de hambre. Suspiró metiéndose las manos en los bolsillos de la chaqueta, pero nada. Lo único que tenía era su móvil sin batería, y pelusilla.
- Deberíamos habernos quedado en casa de la señora Nanako, ¿no crees? -Comentó a Nevado, que respondió con un gemido hambriento. -Volvamos a casa de los abuelos... Probablemente ya haya vuelto Papá.
Pusieron rumbo a la residencia Nohara, con cuidado, intentando evitar encontrarse con los guardias futuristicos. Ya estaban a punto de llegar, cuando un camión blindado pasó por su lado. Shinto se aseguró de coger al perrito en brazos, para que no lo arrollase el camión, y se quedó mirando por las ventadas tintadas. Este tipo de coches le causaban curiosidad desde siempre. No pudo evitar soltar una sonrisa, recordando como jugaba con su padre a adivinar lo que había dentro.
Cuando pasó el coche, volvió a soltar al perrito, y llegaron a casa de sus abuelos por fin.


Kazama, Tori y Masao acababan de salir del parque, dejando a Bocchan en compañía de Masaki.
- Menos mal... -Suspiró el niño. -Esa chica me pone nervioso... Es taaaaan insegura.
- Ya... No se a quien me recuerda. -Soltó Kazama, sonriendo de lado en brazos de Tori.
- En fin... ¿Adónde deberíamos ir? -Preguntó la chica, mirando a los dos niños. Kazama hizo una mueca pensativa, pero acabó poniendo morritos, sonrojado.
- Supongo que deberíamos ir a por Shinnosuke...
- ¡Oh! ¡Sí, sí! -Tori asintió fuertemente, y dejó al niño en el suelo. -Me pregunto cómo será Papá con cinco años.
- No te emociones mucho... -Murmuraron Masao y Kazama con un suspiro.

Caminaron hasta el hogar de Shin-Chan, pero se sorprendieron al ver toda la casa hecha polvo. Un sentimiento de preocupación comenzó a invadir a Kazama, que entró corriendo a la casa, ignorando los gritos de Tori.
- ¡Shinnosuke! -Llamó, pasando al salón principal. El único que contestó fue Nevado, que se le lanzó encima con un ladrido, chupeteandole toda la cara. -¿Uh? ¿Nevado? ¿Sabes tú dónde estan todos?
- ¿Nevado? ¿Qué pasa? -De la cocina, salió un chico alto y moreno con un cuchillo en la mano, asustando a Kazama.
- ¡Waaaaah! -Gritó, pegando la espalda contra la pared de la habitación.
- ¡Mamá! -Tori entró corriendo, con Masao llorando en la espalda, pero se quedó en la puerta con expresión sorprendida. -Shinto...
- ¡Ah! ¡Tori!
Los dos chicos se abrazaron con una gran sonrisa, y comenzaron a hablar, dejando a los niños un poco descolocados. Tras levantarse del suelo, Kazama se acercó al adolescente, y le tiró de la chaqueta.
- Oye... ¿Sabes tú dónde estan todos?
- Vaaaaya asi que este es mamá. -Comentó Shinto, ignorando su pregunta, y cogiendolo en brazos.
- Se parece mucho a ti. -Rió Tori.
- O-oye. -Pataleó el niño, intentando soltarse. -Te he hecho una pregunta.
- Ah, si. Perdón. -Se disculpó él, con el brazo herido en la nuca. -Papá no se dónde está... Debería haber llegado ya... Pero respecto a la abuela...
- No me digas que la han capturado.
- Umm... -Asintió Shinto.
- Oye... Huele muy bien. -Comentó de pronto, Masao.
- Ah, si. Estaba haciendo el almuerzo. ¿Queréis comer?
Kazama hizo una mueca.
- No creo que sea momento para eso. Después de todo, podrían volver en cualquier momento. Y no sabemos donde está Shinnosuke.
- Uh... Estoy de acuerdo. -Asintió, Tori cruzandose de brazos. -No estamos para perder el tiempo ahora.
Se hizo el silencio en la sala por unos momentos, antes de que Shinto suspirase, molesto, y agarrase a Masao.
- Pues yo no puedo pensar con el estómago vacío. Y el tío Masao tampoco, ¿a qué no? -El niño negó fuertemente con la cabeza. Y dicho esto, los dos entraron en la cocina, dejando a los peliazules en el salón con el ceño fruncido.
Kazama abrió la boca para decir algo, pero su tripa y la de la chica a su lado comenzaron a hacer ruidos. Ambos se miraron entre si, con un leve sonrojo, y volvieron la vista hacia la puerta de la cocina, donde Shinto los observaba con las cejas levantadas.
- Bueno... Puede que un almuerzo rápido... -Murmuró Tori.
- Wooo, woo. -Asintió el chico, seguido de un ruido parecido a "Tsss".


- Ahiiii vaaaa, Ahiiii vaaaa, Ahii va que no pueeeeedo maaas, ahi va, ahi va, ahiiii vaaaa. -Cantaba Shinnosuke camino del parque. Hacía ya un rato que los hombres raros se habían llevado a Ai-Chan a Nene y a su hijo. Pero sinceramente, ahora tenía cosas más importantes de las que ocuparse. Como de encontrar a Shinto. Probablemente él podía ayudarle a salvar a Misae y los demás.
- Woo, pero si es Bocchan. -Comentó el moreno, acercándose a su amigo. -¡Hey!
- Hola. -Saludó el niño, de la mano de una chica. -Shin-Chan te presento a Masaki. Es mi hija.
- M-mucho gusto. -Soltó ella, de forma nerviosa.
- Wooo, wooo, woooooo. -Asintió Shinnosuke, sacando una hoja de papel. -Esto de los hijos está siendo muy revelador.
- Shin-Chan. Acaban de irse Masao, Kazama y tu hija a tu casa.
- ¿Eeeh? ¿Que tienen a Tori? Pues allá que voy. -Asintió él. -Luego nos vemos, Bocchan. Adiós, cabeza de sandía.
- Cabeza... ¿De sandía? -La chica entrecerró los ojos, un poco ofendida, viendo al chico irse. -Ese era el tío Shinnosuke... ¿verdad?
- Oye. ¿Quieres ver mi colección de piedras raras?
Por primera vez, a la morena se le iluminó la mirada.
- ¡Sólo si tu ves la mía!
Estuvieron a punto de marcharse, cuando aparecieron repentinamente un grupo de hombres con aspecto futuristico.


Mientras caminaba directo a su casa, a Shin-Chan le pareció oír un grito. Pero le restó importancia, y siguió andando tan tranquilo.
Ya tenía ganas de ver a su hija... ¡Estaba seguro de que iba a ser tan guapa como su madre!


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