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Shin Chan: El visitante del Futuro por Ecto

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Cuatro niños de distintas edades corrían por las oscuras calles de lo que alguna vez fue Kasukabe. A unos metros, unos hombres armados, vestidos con un futurista uniforme de policía, los perseguían a tanta o puede que incluso más velocidad que ellos.
El grupito de los más pequeños se escondieron en un jardín abandonado, mientras los policías seguían corriendo rabiosos.
Uno de los chicos soltó un suspiro dolorido, agarrando con fuerza su brazo derecho que sangraba.
- Todo esto es tu culpa, ¿sabes? -Le susurró otro niño al herido. -Tenías que robarle al rey. Y encima nos metes a nosotros.
- Ugh... Cállate. -Lo silenció, sentado en suelo, y sacando de su bolsillo un mando, parecido a una radio pequeña.
- ¿Qué estás haciendo?
- Volviendo a 2004. Mi padre me ha dicho que si vamos al pasado podemos evitar que ocurra todo esto.
- ¿Y cómo planeas hacer eso, Nohara?
- ¡Hermanito! Vienen los guardias del rey. -Alertaron dos chicas, que vigilaban la puerta.
- Dame eso. -El chico que estaba de pie le quitó de un manotazo el objeto y comenzó a toquetearlo.
- ¡Suotome, espera! No sabes como funcio-
Antes de poder decir nada más, el objeto se le cayó de las manos emitiendo una brillante luz que los envolvió, entre gritos de las dos niñas pequeñas.
- ¡Shin-Chan! -Fue lo último que oyó el chico herido, antes de agarrar el objeto que marcaba 2014.


El pequeño Shinnosuke de cinco años iba paseando a Nevado por encima de la colina al lado del río. Ya comenzaba a atardecer, y sabía que si no volvía pronto a casa Misae iba a pillar un buen cabreo, asi que decidió culpar a su perrito.
- Ihhh, Nevado... Si no fueses tan lento ya habríamos llegado, ¿sabes?
La respuesta del animal blanco fue un gemido tristón, en desacuerdo. Pero el niño lo ignoró.
- Bueno, vamos a ca... ¿Eh?
Antes de poder volver a arrastrar a Nevado, una luz brillante al costado del río llamó su atención. Cuando la luz se apagó, lo que parecía ser una figura humana, tumbada, ocupó su lugar.
Nevado comenzó a ladrar, y a Shin-Chan sólo se le ocurrió correr hacia la persona desconocida que acababa de materializarse en la colina.
Cuando llegó a la altura del desconocido, se dio cuenta de que sólo se trataba de un niño de unos quince años, que sangraba por el brazo derecho, y vestía ropa extraña.
- Eh... ¿Te has hecho daño?
El chico levantó la cabeza del suelo con dificultad. Shin-Chan pudo examinarlo un poco mejor.
Tenía el pelo completamente negro, con flequillo de punta. Y lo que destacaba de su rostro, además de las heridas y manchas de barro, eran dos grandes cejas parecidas a las suyas.
El chico se quedó unos momentos con expresión confusa, antes de volverse, como si buscase algo de forma desesperada.
- Ih...¿Qué buscas? -Pero una vez más fue ignorado por el chico, que seguía concentrado en lo suyo. -¿No te duele el brazo?
- Oye, niño. -El chico lo agarró repentinamente por los hombros, dándole un susto a Shin-Chan. -¿En qué año estamos?
- ¿Eeh? D-Dos mi catorce, ¿por? -Tartamudeó, un poco nervioso. -¿Eres un ladrón de niños? Porque mis padres estan pelados, y no tienen nada para darte.
- ¿Eh? Nada de eso. -Sonrió el chico desconocido. -Asi que he acabo aquí... Que faena... -Suspiró, agarrandose el brazo, para intentar ponerse en pie.
El ladrido de Nevado llamó la atención de los dos morenos. Al más mayor pareció iluminarsele la cara.
- ¿¡Nevado!? -El chico desconocido abrazó al perrito blanco, con una gran sonrisa. -¿Qué haces aquí, tontorrón? ¿Dónde están los demás?
Shin-Chan frunció el ceño, ofendido, e intento separarlos.
- ¡Oye! Este es mi perro. ¡Búscate al tuyo propio!
- ¿Eh...? ¿Tu perro? -Lentamente dejó a Nevado en el suelo, ante la demanda del niño, y levantó una ceja volviendose hacia él -Oye... Por casualidad, ¿Tu no serás Shinnosuke Nohara, verdad?
- Ejeee... No sabía que fuese tan famoso. -Rió él. -¿Te firmo el culo?
- ... -El chico se le quedó mirando un rato, antes de que las lágrimas comenzaran a inundarle los ojos. -¡PAPÁ!
- ¿Ih?
El más alto le dio un abrazo demasiado apretado, que casi llegaba a ahogarlo.
- ¡Papá! ¡Tenía tanto miedo! Pero hice lo que me dijiste. Y conseguí la máquina del tiempo. Pero la he perdido. ¡Lo siento mucho, Papá!
- Ea, ea... -Le dijo Shin-Chan, dándole algunas palmaditas en la espalda.
Definitivamente este tipo estaba como una cabra.

Shinnosuke iba caminando por las ahora oscuras calles de Kasukabe, acompañado de Nevado, y el chico de antes. Puede que estuviera loco, pero estaba herido, y la verdad es que le daba algo de pena dejarlo sólo, y sangrando.
- Eh, no me has dicho como te llamas. -Dijo Shin-Chan, camino de su propia casa.
- Uh claro. Soy Shinto. Shinto Nohara. -Sonrió levemente.
- ¿Eeeh? ¿Y tú eres mi hijo? Que nombre más feo...
- ¡Oye! -Se quejó el moreno. -Aunque... Lo cierto es que fue mamá quien eligió el nombre.
- ¿M-m-mamá? -El niño se emocionó. -¿Me casaré con una tía cañón?
- ¿Una tía cañón? -Shinto sonrió de lado, de forma divertida. -Si... Supongo que puede decirse que si. Os queréis mucho, ¿sabes?
- Ejeeeee... Ejejejeeee -Rió Shin-Chan, con una mano en la nuca.
- Oye... -Rió el chico.
- Bueno. Ya hemos llegado. -Señaló el niño.
- ¡Ah! Pero si es la casa de los abuelos. -Comentó sorprendido, Shinto.
- ¿Los abuelos?


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