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Shin Chan: El visitante del Futuro por Ecto

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Ainesuke estaba recostado tranquilamente en su gran cama. Era tarde, pero aún no había conciliado el sueño. Esa misma tarde el rey había concertado una cita con los padres de Shinto para determinar que harían con su "rebeldía". Por supuesto él no lo sabía, ni tampoco su hermana. El chico se había enterado espiando a su madres que hablaban con el mismo rey.
Aine suspiró, y dio una vuelta en la cama. No quería reconocerlo, pero estaba preocupado.
Si la familia Nohara no dejaba de meter las narices donde no le llamaban, probablemente iban a salir mal parados.

Definitivamente no iba a poder dormir. El pelirrojo se levantó, y caminó por el frío mármol hasta su balcón. A veces le gustaba salir y tomar algo el aire, sobre todo cuando estaba estresado.
Empujó la puerta bruscamente, pero la derecha chocó con algo, y justo en ese momento se escuchó un "Ouuch".
Suotome entrecerró los ojos, y salió para encontrar a un chico moreno, sentado en su balcón frotandose la cabeza.
- ¿Se puede saber que haces aquí? -Preguntó, arrastrando las palabras. Pero cuando el rostro de Shinto giró para mirarlo, le dio un vuelco al corazón. Estaba... ¿Llorando? -Oye... Lo siento. No pretendía darte tan fuerte.
El pelirrojo se puso a su altura, preocupado, pero el chico sonrió tristemente.
- No... No es eso. -Se frotó los ojos con los dedos, y suspiró. -¿Está Maki en tu casa?
- Antes que nada, "Maki" es un mote estúpido. -Soltó el chico, cruzándose de brazos. -¿Y para qué quieres ver a Masaki?
- No se ni para que pregunto. Ella siempre viene aquí, ¿verdad? El tio Masao no quiere ponerla en peligro. -Aine levantó una ceja, aún esperando su respuesta. -Escucha... Necesito vuestra ayuda.
- ¿Qué clase de ayuda?
- Voy... Vamos a robar la maquina del tiempo del rey.
- ¿Te has vuelto loco? -El pelirrojo soltó un bufido, y negó con la cabeza. -Ni yo ni Masaki vamos a hacer eso, Nohara. Y tu tampoco deberías. ¿No crees que ya estáis en bastantes líos por culpa de tu padre?
Shinto frunció el ceño.
- Si no quieres ayudarme, vale. Pero no hables por los demás, Suotome. -Después procedió a hacer un pucherito. -A-Además. Lo de mi padre ya da igual.
- No da igual.
- Si, si lo da. -Al moreno se le escapó un sollozo. -Los... Los ha matado.
- ¿Qué? -El chico parpadeó un par de veces, mientras Shinto se derrumbaba ahí mismo.
- Los ha matado, ¿vale? Los ha asesinado. -Soltó, con un par de lágrimas recorriendo sus mejillas. -Y Tori no sabe nada, asi que te agradecería que no lo fueses contando por ahí.
- Claro... -El pelirrojo agachó la mirada, notando un vacío repentino en el estómago. -L-Lo siento, Shinto... No sabía...
- No te disculpes. -Shinto le agarró de las manos, y se le quedó mirando a los ojos directamente. -Vamos a evitar que esto pase, y mi padre me ha dicho como. ¿Me ayudarás, por favor?
Aine se sonrojó levemente, y asintió con lentitud.
- Vale... Si. Te ayudaré.
- Gracias. -Sonrió ampliamente el moreno. -Confía en mi. Si las cosas se ponen feas yo me encargo.


Ai-Chan y Nene seguían discutiendo. Esta vez, por quien había tenido culpa de que los pillasen. Ainesuke estaba apoyado en sus mejillas, cuando se le vino una idea a la cabeza.
- ¡Mamá! -Las dos niñas se giraron. -¿Tienes un conejito contigo?
- Ah... Siempre llevo uno, ¿por? -La pelirroja se sacó un conejito de la camiseta, ante un gesto de desprecio de Ai-Chan.
- He tenido una idea.

Aine miraba el conejito con una sonrisa macabra. Lo giró, y abrió una cremallera que Nene desconocía que tenía, y procedió a sacarle todo el relleno rápidamente.
- ¡Mi conejito! -Lloriqueó Nene.
- Pero si tienes millones... -Comentó Ai-Chan. Después, el pelirrojo cogio piedras del suelo, y empezó a llenar el conejo de ellas, rellenando lo que le sobraba con los algodones blancos que había sacado antes.
Las dos niñas se miraron entre si sorprendidas, pero luego sonrieron.

En esos momentos, el pelirrojo recibió un mensaje.
De: Tori.
Mensaje: Oye, soy Shinto. Siento que te hayan capturado. Vamos por vosotros.
Aine se sonrojó levemente, y escribió "Menos mal que estás a salvo" pero lo borró inmediatamente. En vez de eso, envió "Ya me ocupo yo. Esconde a tu padre. Planean matarlo".
Acto seguido miró a Nene y Ai-Chan, que sonreian de forma traviesa.
- ¿Era Shinto?
- Se te ha iluminado la mirada...
El chico frunció los labios, y levantó el conejo que pesaba una tonelada.
- Da igual quien fuese. Lo importante es salir de aquí. -Entonces sonrió. -Ya sabéis que hacer.


- Entonces... Han capturado a Suotome... -Susurró Shinto, bastante preocupado. El moreno le pidió su móvil a Tori, mientras Shinnosuke posaba los ojos en Kazama que hablaba con Masao.
Se acercó lentamente a la oreja del peliazul, y sonrió.
- Tooooru~ -Susurró el moreno al oído de su amigo, dándole un escalofrío.
- ¿QUÉ TE CREES QUE HACES?
- Ejeee. -El niño se apoyó en el hombro del más bajito con una gran sonrisa. -¿Sabes? Pensé que me iba a casar con una tia buena. Pero esto tampoco está tan mal.
- ¡Ugh! -Kazama se separó, sonrojado. -¡Déjame en paz, Shinnosuke!
- Iiih que mal carácter. -Suspiró separandose el moreno. -¿Sabiais que Ai-Chan se casa con Nene?
- ¿En serio? -Los otros dos niños se miraron sorprendidos.
- Cambio de planes. -Los tres niños, y Tori, que estaba mirando la escena de sus padres divertida, se giraron hacia Shinto que parecía alterado. -Tenemos que irnos.
- ¿Por qué? ¿No íbamos a hacer planes? -El moreno no respondió, poniendo a Shin-Chan y Kazama en su espalda. -¿Shinto?
- Agarra al tio Masao.
- Shinto te he hecho una pregunta. -El chico siguió recojiendo cosas, mientras los niños miraban a la chica, confusos. -Shinto. ¿Me estás escuchando? ¡Shin-Chan!
- ¿Qué? -Contestaron a la vez padre e hijo. Los dos morenos soltaron una risita, y Shinto volvió a la tarea de ignorar a su hermana pequeña. Tori fue a volver a replicar, pero el ruido de una puerta cayendo al suelo hizo que cerrara la boca inmediatamente.
- ¡TORI LLÉVATE A PAPÁ! -Soltó Shinto, pero la chica negó fuertemente.
- Tú lleva a papá y mamá. Yo me encargo de estos, tranquilo.
- ¡No! ¡Espera!
Muy tarde. La chica ya había salido al pasillo principal, cargando con un llorón Masao, y acompañada por Nevado.

Shinto se aseguró de que sus padres estuviesen bien agarrados, mientras se acercaba a la puerta corredora.
- ¡Aah! ¡Espera! -Kazama se removió, y se escurrió hasta el suelo. -Casi olvido mi maletín de inglés. Mi madre habría matado.
- Vamos date prisa. -Le animó Shin-Chan, levantando un brazo. El niño agarró su maleta de la mesa con una sonrisa, y se dio la vuelta para volver a la espalda de Shinto, cuando alguien lo agarró del brazo.
- ¡Oye tú! ¡Suelta a Kazama!
Shinnosuke frunció el ceño, y fue a saltar a por su amigo, pero Shinto lo agarró antes de que pudiese hacer nada.
La sala empezó a llenarse de guardias, que apuntaban directamente a Shin-Chan.
- Agh... Mierda. -El adolescente comenzó a retroceder, hasta chocar con las cortinas que había puesto antes. Shinto parpadeó un par de veces, y levantó las cortinas colándose por la puerta de cristal.
Los policías dispararon, pero los dos morenos ya habían salido de la casa.
- ¡Shinnosuke! -Gritó de forma desesperada Kazama, pero no había rastro ni de su amigo, ni de su supuesto hijo.
- En fin... Llevemos a estos al almacén. Ya encontraremos a los otros dos después. -Comentó uno de los guardias.


- ¡Te odio!
- Ughhh. ¡Yo a ti más!
Dos niñas se tiraban de los pelos, dentro de una celda mugrienta, mientras un adolescente jugaba con un conejito de peluche.
Un par de guardias se acercaron alterados a la puerta.
- Eh vosotras. Quietas.
Pero las niñas seguían pegandose.
- Niño. Haz que paren.
Ainesuke levantó la vista perezosamente.
- Um... No me da la gana.
Uno de los guardias abrió la puerta de la celda, y entró para separar a Nene y Ai-Chan. El pelirrojo se levantó lentamente, abrazando al peluche con una sonrisa.
- Oye tú... -El guardia de la puerta levantó una ceja. -¿Qué haces?
Aine elevó al conejo, y lo dejó caer con fuerza en la cabeza del primero de los guardias. El tipo cayó al suelo, inconsciente, alertando a su compañero.
Pero antes de que avisase a nadie más, lanzó el peluche a la cara del hombre, haciéndolo caer al suelo también.
- ¡Aine eres un genio! -Aplaudió Nene.
- Se nota que ha heredado mis genes. -Comentó Ai-Chan, peinando su liso pelo. Antes de que las niñas volviesen a discutir, su hijo les sonrió.
- Venga salgamos de aquí.

En cuanto pusieron un pie fuera, una voz femenina llamó la atención del grupito.
- ¡Aine!
- Oh, Masaki. El pelirrojo abrió una celda, de la que salieron a la que consideraba su hermana pequeña, el señor Bocchan, y la abuela paterna de Shinto.
- Vaya... ¿Y ella quien es? -Preguntó Nene, curiosa.
- Oh... Es Masaki Sato.
- ¿Sato? -La pelirroja levantó una ceja sorprendida. -Umm... Si que se le parece a Masao.
- Bueno. ¿Nos vamos? -El adolescente se cruzó de brazos. -Tenemos que evitar que maten al señor Nohara.
- ¡¿Qué?! -Misae perdió color en su rostro.
- ¡Principe Shin!
El chico suspiró haciendo una mueca. Debería haberse mordido la maldita lengua.


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