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Las Aventuras de HikkoMoepi y NeoUltrahéroe. por Ecto

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Kazama estaba escondido, tal y como le pidió Shinnosuke. Pero no porque tuviese miedo.
¡Este era el momento perfecto para actuar como Hikkomoepi!
Un segundo grito femenino alertó al chico, que abrió su mochila en busca de su querida varita. Tras rebuscar en el bolsillo del almuerzo, sacó el objeto con una sonrisa.
Tenía un largo mango plateado, que acababa con un bonito cristal naranja, con otros azules más pequeños colgando alrededor.
Golpeó un par de veces la punta con la palma de su mano, y los cristales se iluminaron. Kazama formó una pequeña sonrisa en sus labios, y tras asegurarse de que no había nadie por los alrededores, levantó la mano, iluminando todo su alrededor.
- ¡Hikkomoepi, transformación! -Gritó con voz clara, y firme. Si no, la máquina no lo reconocería.

En un abrir y cerrar de ojos, su apariencia cambió por completo. Su uniforme cambió por un traje de colores celestes y naranjas, que se trataba de una larga chaqueta abierta, encima de una camisa con detalles blancos y pantalones bombachos en la zona inferior. Sus manos eran cubiertas por unos hermosos guantes blancos, del mismo color que unas largas botas con algo de tacón. Por último, y más importante, en la cara llevaba un antifaz naranja, para mantener su identidad en secreto.
Después de esconder su mochila en unos arbustos, comenzó a correr hacia la dirección de donde venía el grito.

Una chica que vestía el uniforme del Instituto público de Kasukabe, era acorralada por un chico alto con mala pinta.
- Venga, preciosa. Lo pasaremos bien. -Sonrió el matón de forma asquerosa.
- N-No... Si no te vas gritaré. -Declaró ella, apretando su espalda aun más contra el muro de hormigón, como si de esta forma pudiese fundirse con él.
- ¿No te has dado cuenta de que nadie te oye? -Rió el tipo, acercándose aún más. -No te resistas.
- ¡Oye tú! ¡Deja a la chica en paz! El chico se giró con cara de pocos amigos, para encontrarse a un crío disfrazado, y apuntándolo con una varita de plástico. No pudo evitar sonreír de lado.
- ¿Y tú quien te crees que eres, niñato? -Escupió, arrastrando sus palabras.
- Soy Hikkomoepi. -Soltó Kazama, con orgullo. -Y si no te alejas de ella lo vas a pagar.
El matón comenzó a reír, haciendo a Kazama fruncir el ceño. ¿¡Cómo se atrevía ese maldito bruto a reírse de él!?
- ¿Por qué se me acercan todos los raritos...? -Suspiró la muchacha. Por suerte, ninguno de los presentes llegó a oírla.
- ¡Te vas a arrepentir! -Gritó Toru, moviendo su varita con rabia. Dicho esto, presionó con fuerza un botón en el mango de esta. Pero... Nada pasó.
De pronto, las luces de su varita se apagaron y dejó de funcionar por completo.
- ¿Eh? ¿Qué le pasa a esto ahora? -Se quejó, golpeándolo con la palma de su mano. -¿Se ha quedado sin batería?
Tampoco pudo examinarlo con más detalle, porque lo siguiente que sintió fue como su cuerpo caía al suelo de un golpe, y un cálido líquido rojo empezaba a emanar de su dolorida nariz. Mientras que se había despistado, no vio como se acercaba el tipo, y le arreaba un puñetazo en el centro de su rostro.
- Ah... Mierda... -Kazama cerró con fuerza los ojos, porque a causa del dolor todo lo que veía eran estrellitas. Buscó a ciegas su varita que no podía estar muy lejos, pero antes de dar con ella alguien lo agarró por el cuello de la camisa elevándolo unos centímetros del suelo.
El chico bajito emitió un quejido cuando su espalda dio contra el muro opuesto a la chica en problemas. Lleno de rabia, abrió un ojo dolorido, e intentó sorber la sangre de su nariz, lo cual no sirvió de mucho.
- Será mejor que te vayas por donde has venido, Payaso. A menos claro, que quieras más. -Sonrió de forma asquerosa el tipo.
Kazama apretó los dientes, y con fuerza agarró la mano del tipo que lo tenía contra la pared, intentando deshacerse del molesto agarre.
- Suéltame. -Se quejó, volviendo a intentar absorber el espeso líquido que comenzaba a metersele en la boca.
- ¿Eh? ¿No te has cansado? -El matón elevó una ceja sorprendido, pero en cuestión de segundos su expresión cambió a una divertida. -Está bien.
El chico levantó su puño de nuevo, y el más bajito cerró con fuerza los ojos antes del golpe que le esperaba. Pero este nunca llegó.
- ¡Hey! ¿Qué te crees que haces? -Una voz heroica venía de encima del muro en el que estaba apoyado Kazama. El tipo que lo tenía agarrado palideció, y soltó al chico, comenzado a retroceder.
- ¡Sabía que vendrías! -Soltó la chica, que había sacado su móvil por el aburrimiento de la escena anterior. Ahora actuaba como una damisela en apuros, hipocritamente.
Del filo del muro saltó una figura más alta que Kazama (lo cual no era difícil), interponiéndose entre él y el macarra de antes, y encarandolo. Ahora tenía oportunidad de examinarlo con detalle.
Vestía una chaqueta roja y amarilla, que acababa en blanco con una cremallera exageradamente grande. Los pantalones grises eran sujetados por un cinturón en el que se leía 777. Su rostro era cubierto por una máscara roja, que se anudaba detrás de su cabeza.
Toru levantó una ceja, un poco confuso mientras el chico lo miraba preocupado.
- Oye, niño. ¿Estás bien? -Preguntó, entrecerrando los ojos, arrodillado para verlo mejor. El herido lo respondió con una mueca de disgusto.
- ¡Detrás tuya! -Gritó la chica al chaval desconocido.
- ¿Ih?
El tipo disfrazado reaccionó a tiempo, y se giró justo cuando el matón pretendía darle en la cabeza con un palo de metal. Agarró la barra con una sonrisa de lado, y se la arrebató al tio fácilmente. Kazama abrió la boca sorprendido.
- Pírate de aquí. ¿No ves que nadie te quiere? -Soltó, cruzandose de brazos. -Pero antes, discúlpate con este niño.
- ¡L-lo siento! -El terrible gigante de hace unos momentos, ahora parecía temeroso por su vida.
- ¡Con ella también!
- ¡Perdón!
- Bien. Ahora vete. -Hizo un gesto con la mano, cubierta por guantes negros con los dedos por fuera. Y tras esto, el tío salió corriendo como alma que lleva el diablo.

- ¡NeoUltrahéroe! -La chica se lanzó a los brazos de su salvador, mientras que Kazama hacia esfuerzo por ponerse en pie.
¿Quién se creía que era este tío? ¡Lo tenía todo controlado!
Bueno... Puede que no todo, pero si que podía apañárselas a solas. ¿A qué venía eso de robarle el protagonismo?
- Hey... ¿Estás bien? -El tipo molesto le tendió su varita con cara de preocupación. Antes de que se la quitara de un manotazo, el héroe se acercó peligrosamente a su rostro, sujetando sus mejillas. -¡Tienes sangre! ¿Te duele?
- ¡Suelta! -El más bajito le dio un empujón, y se hizo con su varita, con cara de pocos amigos.
- ¡Oye! No toques a NeoUltrahéroe. -Se quejó la chica, agarrando al chico alto por el torso.
- ¿NeoUltrahéroe? -Kazama entecerró los ojos, molesto. -¿Se supone que eres una copia de Ultraheroe?
- ¿Y tú qué? -El chico moreno puso morritos. -¿Se supone que eres una copia de la maga Moepi?
Kazama no pudo evitar sonrojarse, mientras fruncía el ceño. Después de eso se giró, y salió corriendo ignorando los gritos del estúpido héroe. De todas formas Shinnosuke le estaría esperando.

Por suerte, cuando llegó su amigo aun no había vuelto. Tras dar varios golpes a la varita con la pared, consiguió hacerla funcionar y volver a su uniforme de instituto. Pero aún quedaba la sangre en su nariz.
Para eso, sacó toallitas de su mochila, pero no le dio tiempo a limpiarse porque una mano se posó en su hombro, dándole un susto de muerte.
- ¡Eh, Kazama! -Sonrió, Shinnosuke. Pero la boba sonrisa de su rostro se borró en cuanto su amigo se giró. -... ¿Qué te ha pasado?
- Oh, me has asustado, Shin-Chan. -Toru miró de reojo al moreno, volviendo a recoger sus toallitas. -Pues un tipo me ha encontrado y... eh... me empujó...
- ¿Te empujó? -Shinnosuke frunció el ceño, y se puso a la altura del chico de cabellos azulados. Se hizo con su toallita y con cuidado se la pasó por encima del labio. -Iiih... Se ve doloroso.
Kazama no pudo evitar sonrojarse un poco por la cercanía del más alto.
- Bueno... A mi no me duele... -Susurró, apartando la mirada. -No pasa nada, fue mi culpa.
- ¿Eeeeh? ¿Pero como va a ser tu culpa? No seas tan duro contigo mismo, Kazama. -Sonrió para darle ánimos. -Ale, ya está.
- Oye... Shinnosuke...
- Dime.
Los dos se quedaron mirando unos instantes, antes de que el más bajito sonriese también.
- ¿Quieres cenar esta noche en mi casa?
- ¿Eeeeh? ¿De verdad puedo? -La emoción del moreno hizo que Kazama riese levemente. -Vivaaa. ¡Vivaaaa! ¡Vamos ya!
Y dicho esto, agarró la muñeca del chico pálido y comenzó a correr hacia su casa.


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